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PROFETAS
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Raymundo Ramos Dávalos
CONTENIDO
I- INTRODUCCION
El profetismo tiene su eje en el supuesto de que se da comunicación de Dios
con el mundo por la palabra humana. La religión bíblica está segura de esa
realidad y tiene su fundamento en la comunicación de Dios por la palabra1.
El profeta así, viene a ser un llamado, un apóstol, y un instrumento que
lleva la palabra que él ha recibido a los destinatarios. El profeta se interpone en el
camino que va desde la fuente de la revelación hasta el destinatario. Y al hablar
de revelación tocamos aunque no se quiera, al menos tangencialmente la
inspiración; ambas dependientes de Dios y vividas en el profeta.
Por referencia a la fuente éste es un hombre de Dios, una persona
autorizada.
Por referencia a los destinatarios es un servidor, toda su actividad es para
ellos. Sin estas referencias no hay revelación ni inspiración, y así difícilmente
tendrán una lógica la palabra y el espíritu, y mucho menos el profeta que se debe
a ellos.
Ahora bien, si esa comunicación es verdadera o no, tendremos por
consiguiente la profecía y la fuente falsa o verdadera, Jer 14,14, lo cual aquí no es
el tema en sí. Antes requerimos reflexionar sobre la función del dabar y del ruah
para poder entender aún más, de ahí este estudio.
La palabra profética se dice inspirada por el espíritu de Dios, su fuerza.
Algunas de las formas del profetismo son vistas como pura manifestación del
Espíritu de Dios, sin orientación a la palabra, e.g. nebiismo extático. Esto sin
embargo está en debate o es cuestionable.
La fuerza del Espíritu no termina en el entusiasmo nebiístico, desemboca en
palabra. Los profetas individuales dicen recibir su palabra (dabar) en la
comunicación con Dios por la presencia de su espíritu (ruah). En conjunto, los
grandes clásicos “no insisten” en atribuir al espíritu el principio de su palabra, y
tal vez a causa de los entusiastas desacreditados del declive nebiístico.
Miqueas de Yilma parece contraponer palabra a espíritu. A la luz de estos
datos se ha intentado contraponer a los profetas como: de espíritu de palabra,
extáticos/no extáticos, cúlticos/no cúlticos, falsos/verdaderos, etc.
Esto es un exceso de simplificación y categorización que tiende a ser
dogmático. Toda palabra profética se atribuye a la comunicación con Dios en el
espíritu, aun cuando se evite este término o se traduzca por otros. Por ejemplo
Miqueas opuesto al parecer a su homónimo de Yilma, parece contraponer la
palabra de Dios al espíritu que anima a sus rivales (Miqueas 3,8).
Y por último tenemos la confusión que hoy en día hace un reduccionismo
del Reino de Dios, al acentuarse en algunas denominaciones, en cuanto a espíritu
y letra, el uno vivo y la otra muerta, de ahí el énfasis espiritualista.
No estoy de acuerdo en una equivocada y popularmente visión
dispensacionalista. Por tanto analicemos un poco más este asunto profético de
estas grandes pero mal interpretadas palabras.
CONCLUSION
A lo largo de todo el Antiguo Testamento se puede apreciar un innumerable
cantidad de textos que nos hablan del ruah y del dabar, y la vida de los profetas
no es la excepción.
Así mismo podemos decir que Dios habla de muchas maneras y diversos
medios, pero cuando lo hace a través de los profetas, bien nos vale atender esa
palabra, una palabra que siempre indirecta o directamente, o interna o
externamente se relaciona con el ruah.
La palabra exterioriza lo que el Espíritu interioriza, aunque en ocasiones, la
ruah exterioriza, y no como fin en sí misma lo que el dabar no hace tan patente.
Todo esto es porque lo importante va acorde a lo que Dios quiere, su voluntad.
El es soberano en lo que hace con su dabar y con su ruah, y el problema no
es de él, el problema es lo que nosotros hacemos o cómo respondemos a ellos;
que en realidad no son un problema, el problema es el hombre.
Lo más maravilloso es que Dios actúa y obra aun hoy en un mundo lleno de
palabra mentirosa y de espíritu falso.
No hagamos reduccionismos de lo que Dios nos da, Dios quiere seguir
hablando creadora y poderosamente con su ruah y su dabar, si el hombre se
concentra en responder a éstas y no sólo en jactarse o afanarse en alguna de
ellas, Dios seguirá conviviendo con nosotros, su pueblo y hablándole al mundo a
través de estos medios; si no lo hará aunque se requieran piedras para ello, dicho
hiperbólicamente. Esto sólo me dice que Dios en verdad nos ama, y que no quiere
que suceda lo que vemos en Números 11:24-30.
Dios no actúa sólo en medio de nuestra teología, también se manifiesta
pastoralmente en otros campos que para nosotros pueden ser absurdos, no
estorbemos su accionar, el ruah viene hacia acá y hacia allá, el dabar fluye así a
través de su más bella atmósfera, la ruah. El dabar no es denunciar, es anunciar.
Hoy por hoy tenemos a la más grande revelación de Dios, dabar
hecho carne en medio de nosotros través de su ruah.
A Dios sean dadas las gracias por esto.
“MI ESPÍRITU QUE HA VENIDO SOBRE TI Y MIS PALABRAS QUE HE PUESTO EN TUS LABIOS NO CAERÁN DE
TU BOCA NI DE LA BOCA DE TU DESCENDENCIA, DICE YAHVÉ DESDE AHORA Y PARA SIEMPRE”. Is 59,21b
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