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LA RELACION ENTRE EL DABAR Y EL RUAH EN LOS

PROFETAS
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Raymundo Ramos Dávalos

CONTENIDO

I. INTRODUCCION: Profeta y Profetismo


II. EL RUAH EN EL PROFETA
III. EL DABAR EN EL PROFETA
IV. LA RELACION ENTRE ESTOS
V. CONCLUSION
VI. BIBLIOGRAFIA

I- INTRODUCCION
El profetismo tiene su eje en el supuesto de que se da comunicación de Dios
con el mundo por la palabra humana. La religión bíblica está segura de esa
realidad y tiene su fundamento en la comunicación de Dios por la palabra1.
El profeta así, viene a ser un llamado, un apóstol, y un instrumento que
lleva la palabra que él ha recibido a los destinatarios. El profeta se interpone en el
camino que va desde la fuente de la revelación hasta el destinatario. Y al hablar
de revelación tocamos aunque no se quiera, al menos tangencialmente la
inspiración; ambas dependientes de Dios y vividas en el profeta.
Por referencia a la fuente éste es un hombre de Dios, una persona
autorizada.
Por referencia a los destinatarios es un servidor, toda su actividad es para
ellos. Sin estas referencias no hay revelación ni inspiración, y así difícilmente
tendrán una lógica la palabra y el espíritu, y mucho menos el profeta que se debe
a ellos.
Ahora bien, si esa comunicación es verdadera o no, tendremos por
consiguiente la profecía y la fuente falsa o verdadera, Jer 14,14, lo cual aquí no es
el tema en sí. Antes requerimos reflexionar sobre la función del dabar y del ruah
para poder entender aún más, de ahí este estudio.
La palabra profética se dice inspirada por el espíritu de Dios, su fuerza.
Algunas de las formas del profetismo son vistas como pura manifestación del
Espíritu de Dios, sin orientación a la palabra, e.g. nebiismo extático. Esto sin
embargo está en debate o es cuestionable.
La fuerza del Espíritu no termina en el entusiasmo nebiístico, desemboca en
palabra. Los profetas individuales dicen recibir su palabra (dabar) en la
comunicación con Dios por la presencia de su espíritu (ruah). En conjunto, los
grandes clásicos “no insisten” en atribuir al espíritu el principio de su palabra, y
tal vez a causa de los entusiastas desacreditados del declive nebiístico.
Miqueas de Yilma parece contraponer palabra a espíritu. A la luz de estos
datos se ha intentado contraponer a los profetas como: de espíritu de palabra,
extáticos/no extáticos, cúlticos/no cúlticos, falsos/verdaderos, etc.
Esto es un exceso de simplificación y categorización que tiende a ser
dogmático. Toda palabra profética se atribuye a la comunicación con Dios en el
espíritu, aun cuando se evite este término o se traduzca por otros. Por ejemplo
Miqueas opuesto al parecer a su homónimo de Yilma, parece contraponer la
palabra de Dios al espíritu que anima a sus rivales (Miqueas 3,8).
Y por último tenemos la confusión que hoy en día hace un reduccionismo
del Reino de Dios, al acentuarse en algunas denominaciones, en cuanto a espíritu
y letra, el uno vivo y la otra muerta, de ahí el énfasis espiritualista.
No estoy de acuerdo en una equivocada y popularmente visión
dispensacionalista. Por tanto analicemos un poco más este asunto profético de
estas grandes pero mal interpretadas palabras.

II- EL RUAH EN EL PROFETA

En toda revelación profética tiene lugar un encuentro entre lo humano y lo


divino, entre lo natural y lo sobrenatural, algo natural para los hebreos tal vez,
pero misterioso también2.
Uno de los medios de ese encuentro es el Espíritu o ruah en hebreo o
pneuma en griego.
Personajes bíblicos destacados y privilegiados recibieron o experimentaron
ese misterioso poder en el A.T. esa energía o fuerza que les ayudó en sus
misiones o ministerios; tal vez en el caos de los Jueces, Saúl, David, Josué (Jueces
6,34; 1 Sam 16,14; 2 Sam 2,32, etc.), y no digamos de los profetas, los hombres
del Espíritu (Oseas 9,7).
La ruah es unas veces una gracia permanente y el profeta hace de ella un
uso regular y casi inconsciente, otras veces explota de repente y queda limitada a
la experiencia de un instante deslumbrador3.
Ruah: sustantivo femenino hebreo que significa aire para respirar, aliento, el
viento, la brisa, el espíritu vital, el elemento de vida en una persona (Salmo
104,29), vida (Eclesiastés 3,21;12,7). El Espíritu de Dios (Is 48,16; Ez 11,19;
36,26- 27; Is 63,10-11).
Aparece 389 veces en el A.T. El significado de la palabra habrá que
deducirlo de su uso. La idea raíz que corre por todos los pasajes es el de fuerza
invisible excepto por sus manifestaciones.
De especial atención las revelaciones que Dios le da a Ezequiel como la del
capítulo 8 donde en el v.1 muestra un Espíritu que opera autónomo al hombre,
esto es, no dependen de Ezequiel en cuanto a su voluntad, el Espíritu entra o le
llena como en el capítulo 3:24,25, donde habla y somete al profeta, un profeta
escriturario, no nabi profesional, aunque ciertamente hay quienes lo catalogan
como un extático4. O en el caso de Von Rad que considera su éxtasis sólo en su
llamamiento, el cual se da en el capítulo 35.
Curiosamente en este capítulo aparece en el v.12 una oración común en
este profeta; “me elevó” o “me llevó” el Espíritu (cf. 8,3; 11,1, 24 y 43,5); lo cual
vuelve a mostrar cómo es que el profeta depende de la ruah, sin él difícilmente
podría darse el encuentro revelatorio.
Esto también se ve en el capítulo 1,3b con la antropomórfica oración: “Y fue
sobre él la mano de Jehová”. Cf. 3,22 y 37,1 donde se puede apreciar una
relación, si no es que una igualdad, con el ruah y su obra antes de la revelación.
La mano de Yahvé es un elemento dinámico, mano que se apodera del
profeta, como con Elías y Eliseo (nabis) – 1 Reyes 18,46; 2 Reyes 3,15-24.8
Isaías ve en el retoño de Isaí un ruah divino con diversas emanaciones,
Isaías 11,1,2 Joel sabe que algún día por causa del derramamiento de la ruah la
comunidad humana será una sociedad profética Joel 2,28-29, o sea, será una
comunidad que lleve o hable la palabra. Pro-delante o en lugar fero-llevar6.
En varios textos bíblicos la ruah de Dios es la plenitud del universo, la
presencia íntima de Dios en su creación, tal es el caso en las visiones de Ezequiel
ya dichas, es el elemento sobrenatural que impregna al mundo7.
Si la ruah arrastra las ruedas de la visión, Ezequiel también va a ser
arrastrado por ella pues está en su atmósfera.
En el capítulo 37 la ruah muestra su vitalidad e importancia en este mundo,
al igual que en Génesis 1. Es una imagen de vida, sin ese viento hay muerte.
El hombre vive por la ruah y muere cuando ésta lo abandona. Así mismo de
la no vida emerge la vida con la presencia de Dios, su ruah8.
La ruah viene de afuera, inspira en el sentido literal de la preposición, lo
externo es interno pues se escoge una morada. Así reviste a los profetas, como
Ezequiel 11,5
Andre Neher en su libro “La esencia del profetismo”, afirma que: “La ruha
se atestigua con la preposición hebrea-al, que introduce el complemento de los
verbos salah (saltar) y naphal (caer)”.
La ruah es libre y soberana, o más bien la soberanía de Dios le da cierta
soberanía, pues se mueve a gusto de Dios. También puedo notar que es notar que
es antropopática, la emoción de Dios penetrando en la condición misma del
hombre, así la ruah no es estabilidad espiritual sino emoción vital, por sus
polaridades como la cólera y el amor, etc.
Una de las causas del profetismo bíblico fue el conocimiento del pathos de
Dios, que los profetas experimentaron de él.
Abraham Heschel dice que en la experiencia profética Dios no es objeto sino
sujeto, el hombre es el objeto; así, más que nosotros hacer teología de la Biblia,
Dios hace antropología en ella. Por lo que el profeta viene siendo parte
importante de ésta. Dios toma la iniciativa, no como en otras religiones, que es el
hombre quien busca. Con ello las teorías mágicas o psíquicas no caben en la
revelación profética. Por eso cuando vamos a la Biblia, los profetas son llamados
por Dios y él es quien los envuelve súbitamente. Y los profetas no recurren a
magias para llamarle o descifrarle. Además entre el profeta y Dios hay una
relación, un encuentro, una experiencia de conocimiento, un conocer hebreo, que
implica profundidad.
Jeremías 20,7 habla de seducción en la relación de Jehová al profeta,
poéticamente hablando, que se muestra por medio de una lamentación de
Jeremías, pero que a la vez cataloga de irresistible: es como un fuego ardiente,
quizá la misma ruah actuado (v.9) e impulsando al dabar, o el dabar como vida.
El profeta no es ya únicamente alguien llamado sino también alguien
enviado. A la revelación le sucede la manifestación, ya que ya no es terreno de la
ruah, sino del dabar. El espíritu se completa por medio de la palabra9.

III- EL DABAR EN EL PROFETA


Dabar_ sustantivo hebreo que significa esencialmente palabra o asunto.
Ocurre más de 1400 veces.
“La palabra del Señor” era una expresión técnica para la revelación
profética, 225 veces en forma singular.
Diversos significados_ Palabra, discurso, noticias, promesa, etc.
La palabra tenía gran potencialidad, como establece correctamente Von
Rad: ¿cómo puede un particular como Jeremías, “Arrancar y derribar, construir y
plantar”, con respecto a los pueblos? (Jeremías 1,9) es evidente que sólo
mediante la palabra de Jehová que él arroja en la historia, algo como fuego, como
martillo que destroza las rocas (Jer 5,14; 23,29)10.
Ezequiel 11,13 es otro ejemplo, los profetas eran temidos por ese poder de
la palabra, y aun odiados. Por otro lado, la palabra; es también como el Espíritu,
vida – Dt 32,47; 8,3.
La dependencia de la palabra divina es, en su origen profético, el “Mitzva” que
sale de la “mosa”, por ello los profetas mismos fueron los primeros que supieron
depender de la palabra de Yahvé en su propia vida.
La palabra es pues activa y se mueve a un cumplimiento en la historia, es
creadora de la historia en el momento en que los pensamientos de Dios han sido
proyectados en la palabra de un profeta.
El dabar de Dios es Dios en acción en la historia, al grado de accionar
también simbólicamente en los profetas era la encarnación prehistórica de la
palabra en un hombre.
Observamos un dabar autónomo al hombre pero que penetra en la vida del
hombre de motu proprio.
El dabar es pues lo que completa en un sentido la ruah de Dios, ambos no
pueden ser encarnados en un patrón o ser limitados.
El dabar es lo heterogeneo del hombre, es Dios realizando, no confundamos
al “dabar” con el “deber” hebreo, el dabar es palabra en el profeta y no
pestilencia destructora de la cual hay que escapar, aunque fuéramos generación
malvada.
Algunos historiadores y teólogos opinan que la ruah, en su forma emocional
e irracional ha sido sublimada por los profetas clásicos en una revelación más
pura que sería la del dabar. Mowinckel es uno de ellos, y afirma que la ruah y el
dabar son dos formas diferentes de revelación que corresponden a dos épocas
distintas de experiencia religiosa.
Pareciera como si los nebiim son los primitivos locos poseídos por el Espíritu
de Dios, son como los mechugaim. A esto van a reaccionar los profetas del siglo
VIII como profetas de la palabra de Dios, y si no ahí esta Oseas 9,7 y Jer. 29,26
(seudo profetas). Estos profetas se ven libres de la invasión de la ruah, no han
sido capturados por Dios sino que han oído su palabra, el Espíritu carece de
contenido, la palabra es inteligencia.
Para justificarse esta tesis han de sacrificarse algunos textos proféticos que
mencionan el valor de la ruah en los siglos VIII y VII. Es Oseas el que forja la
expresión "Ish harmah", hombre del espíritu para oponerlo al mechuga, loco. La
traducción de Dios Habla Hoy es más clara al mencionar que, eso de locos lo
dicen por su maldad.
Miqueas se declara lleno de fuerza, de ruah de Dios (3,8), de bravura, esto
en connotación positiva, y no negativa del ruah. Para Isaías la ruah es inspiradora
del bien, madre de la vida, opuesta a la carne mortal Isalas 28,6; 11,2; 29,10;
32,15, etc.
El hecho de que Amós sólo use ruah con el sentido de viento (Amós 4,13) y
Jeremías lo asimile a mentira (5,13), no son argumento s convincentes.
Walther Zimmerli dice que este problema se da porque tales profetas están
absorbidos por el mensaje de Yahvé que no reflexionan sobre la mediación que
representa el concepto del Espíritu.
En Isaías 8,11 leemos que la mano de Dios "Agarra" fuertemente mientras
que en la confesión del mismo Jeremías (15,17) se habla de la agobiante presión
de la mano divina.
Además Jeremías ataca a los falsos por la ruah de Dios.
Ni él, ni ningún profeta clásico, como dice Eichrodt, osa anatemizar el
éxtasis. Más bien, reconocen el declive del nebiismo del cual habla Eichroot en su
teología del A.T. y del cual se recordaba la negativa exterioridad de los actos que
en un inicio no eran negativos Miqueas 2,6
La palabra se abarato por extravagancias como si el ruah quisiera
desaparecer el dabar, lo cual no es posible; sólo hubo una degeneración que
balancean los clásicos con un énfasis en la revelación de la palabra, la cual
también involucra aspectos de posesión y arrebato, como en Amós 3,3-8 y Jer.
20,7
Las visiones por ejemplo son audibles en ocasiones y comunican dabar,
entablando un diálogo con el profeta. Pero la visión ya implica en sí una captación
del Espíritu, y en que la conciencia del profeta no queda relegada en ella sino que
cobra mayor lucidez, y que no requieren de un pensamiento claro en su
transmisión. Esto lo dice Schmidt.
Así pues, entre las dos no hay una distancia de dos épocas religiosas
diferentes o dos concepciones distintas de la divinidad. Es el mismo Dios el que
inspira y el que habla, y "su palabra no es más racional; que las revelaciones por
el Espíritu”, las dos caen sobre los hombres.
Por último, la logofagía de los profetas Jeremías 15:16 y Ezequiel 3:1-3
demuestra que tanto el uno cono el otro experimentaban el dabar a la manera del
ruah. Esto era algo más que un Símbolo para ellos.
Esto la inteligencia racional clasificaría como patológico.

IV- LA RELACION ENTRE ESTOS


"El espíritu le revela al hombre lo que es Dios, y la palabra establece una
participación activa entre Dios y el hombre".
Muy relacionadas pero diferentes entre sí, veamos sus diferencias
principales:
La ruah es equívoca, esto es, por su ambigüedad etimológica; el dabar se
da sin ambigüedad, es objetiva, y la visión puede ser su marco.
La ruah es enigmática, en las visiones se puede ver mal, pero cuando Dios
habla la revelación queda definitivamente asentada.
Es menester que la ruah cristalice en el dabar, la palabra es la madurez del
espíritu, la palabra muestra que el espíritu ha dado buen fruto; el terreno de la
ruah sigue siendo subjetivo. Las palabras no exigen.'ya ni un relato ni una
interpretación, sencillamente son, existen per se.
El dabar es un diálogo, la ruah es el prólogo.
Si la ruah es ya un movimiento de Dios hacía el mundo, el dabar es la
consumación de ese movimiento.
La ruah crea una dimensión diagonal porque hace participar al hombre de
Dios, por la palabra es como la profecía se convierte realmente en diálogo.
La ruah tiene raíces místicas y dirige al hombre hacia la fusión con Dios,
hacía el entusiasmo. El conocimiento por la palabra empuja al hombre hacía si
mismo y el dabar de Dios aguarda una respuesta, la cual en ocasiones es la
oración Jeremías 20,7-9; 12,1-2.
La verdadera respuesta al dabar de Dios es repetir ese dabar, ser el
portavoz de Dios. Esto es/prolongar el diálogo interior por medio de un diálogo
exterior. La experiencia del dabar adquiere una nota dramática, el profeta no es
un mero disco de repetición.
La palabra transmitida no es homogénea con la palabra recibida, la misma
palabra captada por el profeta, adquiere un nuevo sentido cuando se enuncia; el
sentido es de acción, es de obedecerla. Cuando el dabar sale de la boca del
profeta no se dirige al oído de los oyentes, sino a su voluntad. El dabar mismo
provoca también la acción - Isaías 55,10-11.
En el Génesis el ruah se cierne sobre el caos, y la palabra lo organiza.
En el mundo hay una presencia de Dios por medio de la ruah.
Pero por medio del dabar Dios coopera con el hombre, Dios y el hombre se
encuentran en la alianza.

CONCLUSION
A lo largo de todo el Antiguo Testamento se puede apreciar un innumerable
cantidad de textos que nos hablan del ruah y del dabar, y la vida de los profetas
no es la excepción.
Así mismo podemos decir que Dios habla de muchas maneras y diversos
medios, pero cuando lo hace a través de los profetas, bien nos vale atender esa
palabra, una palabra que siempre indirecta o directamente, o interna o
externamente se relaciona con el ruah.
La palabra exterioriza lo que el Espíritu interioriza, aunque en ocasiones, la
ruah exterioriza, y no como fin en sí misma lo que el dabar no hace tan patente.
Todo esto es porque lo importante va acorde a lo que Dios quiere, su voluntad.
El es soberano en lo que hace con su dabar y con su ruah, y el problema no
es de él, el problema es lo que nosotros hacemos o cómo respondemos a ellos;
que en realidad no son un problema, el problema es el hombre.
Lo más maravilloso es que Dios actúa y obra aun hoy en un mundo lleno de
palabra mentirosa y de espíritu falso.
No hagamos reduccionismos de lo que Dios nos da, Dios quiere seguir
hablando creadora y poderosamente con su ruah y su dabar, si el hombre se
concentra en responder a éstas y no sólo en jactarse o afanarse en alguna de
ellas, Dios seguirá conviviendo con nosotros, su pueblo y hablándole al mundo a
través de estos medios; si no lo hará aunque se requieran piedras para ello, dicho
hiperbólicamente. Esto sólo me dice que Dios en verdad nos ama, y que no quiere
que suceda lo que vemos en Números 11:24-30.
Dios no actúa sólo en medio de nuestra teología, también se manifiesta
pastoralmente en otros campos que para nosotros pueden ser absurdos, no
estorbemos su accionar, el ruah viene hacia acá y hacia allá, el dabar fluye así a
través de su más bella atmósfera, la ruah. El dabar no es denunciar, es anunciar.
Hoy por hoy tenemos a la más grande revelación de Dios, dabar
hecho carne en medio de nosotros través de su ruah.
A Dios sean dadas las gracias por esto.
“MI ESPÍRITU QUE HA VENIDO SOBRE TI Y MIS PALABRAS QUE HE PUESTO EN TUS LABIOS NO CAERÁN DE
TU BOCA NI DE LA BOCA DE TU DESCENDENCIA, DICE YAHVÉ DESDE AHORA Y PARA SIEMPRE”. Is 59,21b

BIBLIOGRAFIA
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