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Hoy como hace tres años se repite la historia con nuestros flamantes
congresistas, quienes no lograron ponerse de acuerdo para la designación del
relevo de los 3 Consejeros Electorales en el Consejo General del Instituto
Federal Electoral. En aquel entonces el arreglo al que llegaron nuestros ilustres
diputados es que no se había llegado a ningún acuerdo, es decir, que la
representación ciudadana en el organismo, cuya función constitucional es la
delicada tarea de organizar las elecciones federales podía esperar unos meses
más. La designación que legalmente estaba prevista para el 13 de diciembre
de 2007, se aplazó en aquel entonces a febrero de 2008, lo que vulneró el
artículo cuarto transitorio del Decreto de Reforma Constitucional. El lema que
en repetidas ocasiones vimos en spots de televisión “Voluntad para generar
acuerdos”, quedó como un discurso demagógico que distó mucho de nuestra
triste realidad.
La actual legislatura no se ha dado cuenta de que parte del éxito del Consejo
General del IFE designado en 1996, residió en el hecho de que no sólo
operaron las reformas electorales, si no que la elección de sus integrantes se
hizo bajo un escenario de consensos y voluntad política, por lo que si se quiere
evitar lo acaecido en 2003, se deben de buscar los puntos de convergencia y
designar de entre los 17 aspirantes que confeccionó la Comisión de
Gobernación, aquellos 3 cuyas credenciales académicas y de prestigio sean
las más notables, independientemente de los favoritismos y representatividad
de cada partido político en la Cámara.
Es necesario que los integrantes de la Cámara de Diputados en su carácter de
representantes del pueblo se despojen de sus intereses partidistas, pensando
más en el país y con base en ello decidan a través de un procedimiento
transparente y con plena responsabilidad quienes serán los 3 nuevos
Consejeros que fortalezcan a la institución electoral. Es menester recordar que
el IFE es una institución al servicio de los ciudadanos y no de los partidos
políticos.