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y la interpretación judicial
El 30 de Agosto del 2009, el periódico El Tiempo publicó una noticia cuyo título era:
‘Los Aroca, una familia que vive con 400 mil pesos’2. El artículo describe las
dificultades que enfrenta diariamente esta familia de 5 (John Aroca, su esposa y tres
hijos) para lograr pagar una habitación, comida y servicios. De los 400 mil pesos que
se ganan al mes, más de la mitad la deben destinar al pago del arriendo y los servicios,
lo que le deja una suma de más o menos 100 mil pesos para todo lo demás (comida,
pañales, remedios, recreación). El artículo señala que los Aroca forman parte de los
más de 8 millones de colombianos que viven en situación de indigencia según los datos
del DANE y el DNP.
1
Profesora Asociada, Facultad de Derecho, Universidad de Los Andes. La autora agradece la
colaboración en la elaboración de este capítulo de Guillermo Otálora y Natalia Soto.
2
Los Aroca, una familia que vive con 400 mil pesos, EL TIEMPO, 30 de agosto, 2009, recuperado de
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-5973648
3
Por ejemplo, en el año 2002, el gobierno del Presidente Álvaro Uribe intentó reformar la acción de
tutela para que solo pudiera ser usada para proteger “los derechos fundamentales de que trata el
Capítulo I del Título II de la Constitución”, lo cual excluye a los derechos económicos, sociales y
culturales, en adelante DESC, que se hallan en otro capítulo. Ver, Proyecto de Acto Legislativo 10 de
2002 Senado, “por medio del cual se reforma la Constitución Política en materia de administración de
justicia”, Gaceta del Congreso No. 458 de 2002. Este intento de reforma fue propiciado por el entonces
Ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño Hoyos, un fuerte crítico del esquema de derechos
sociales consagrado en la Constitución de 1991. Ver, Fernando Londoño Hoyos, La economía en la
Constitución del 91, 678 REVISTA JAVERIANA 34 (2001).
4
Albie Sachs, Enforcement of Social and Economic Rights, 22 AM. U. INT’L L. REV. 673, 691-692 (2007).
caso constituyen obligaciones. Únicamente se convertirán en obligaciones cuando el
legislador expida las leyes correspondientes.
De esta forma, el capítulo estará dividido en tres partes. En la primera parte, se hace
un breve recuento del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y
Culturales adoptado por las Naciones Unidas en 1966, que es el antecedente
fundamental a lo que existe en la Constitución Colombiana. En la segunda parte, se
hará un recuento de la evolución de la discusión en la Corte Constitucional
Colombiana. Finalmente, en las conclusiones se presentará una perspectiva crítica
respecto a la adjudicación de derechos económicos y sociales por parte de los jueces.
Hoy en día, ambos tratados han sido ratificados por cerca de 160 Estados en el mundo
luego de un mismo proceso de discusión y elaboración en el seno de la Comisión de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Cómo se verá en esta sección, el debate
en torno a cuáles derechos deberían ser justiciables y potencialmente adjudicados por
5
Muchas legislaciones latinoamericanas, entre ellas la colombiana, incluían derechos sociales dentro de
su legislación desde mediados del siglo XX. Para más información ver: Mary Ann Glendon, Rights in
Twentieth-Century Constitutions, 59 U. CHI. L. REV. 519 (1992).
los jueces fue una característica importante de las discusiones que rodearon su
elaboración. Sin embargo, desde su nacimiento estos tratados tienen una diferencia
fundamental en cuanto al alcance de las obligaciones que imponen a los Estados
firmantes producto de la profunda división ideológica en cuanto a la jerarquía entre los
derechos (diferencia entre derechos adjudicables y los que deberían ser política de
estado) y como consecuencia, la justiciabilidad o no de los derechos sociales.
A grandes rasgos, durante la discusión de los tratados existían dos concepciones del
contenido de los derechos que venían de influencias muy diferentes. De acuerdo con
Mary Ann Glendon, quien estudió la evolución de estas discusiones:
…el lenguaje moderno de los derechos, desde un principio tomó dos rutas
diferentes. Las diferencias eran apenas de grado, pero su espíritu había
penetrado cada rincón de las sociedades afectadas. Una rama, influenciada por
la retórica de la revolución Americana y por los primeros pensadores
Angloamericanos modernos, puso un mayor énfasis en la libertad y la
propiedad individual que en igualdad y fraternidad (o, como diríamos hoy en
día, solidaridad). Esta dialéctica fue imbuida por la rama Europea Continental
de la Iluminación, donde la ruptura con el pensamiento clásico, bíblico, feudal y
de derecho romano sobre el hombre y el gobierno había sido incompleta. Los
documentos que contenían derechos en Europa Continental abrían más
espacios para la fraternidad en condiciones de igualdad junto con la libertad;
estos documentos a menudo atemperaban los derechos señalando deberes
correlativos y límites a los mismos; y generalmente presentaban al gobierno de
manera positiva como un garante de derechos y acciones para los necesitados.6
Estas diferencias se tradujeron en una lucha de poder al interior las Naciones Unidas
para adopción de un tratado vinculante sobre derechos humanos. Finalmente, los
Estados Unidos lograron que la discusión fuera dividida entre derechos civiles y
políticos por un lado, y derechos sociales, económicos y culturales por otro. Esta
división tuvo el efecto de crear, efectivamente, una jerarquía entre derechos:
Aunque existía un mandato que exigía tratar los dos conjuntos de derecho de
manera igual, el grupo de trabajo se movió rápidamente en dos ejes separados,
formulando los derechos civiles y políticos como derechos inmediatamente
realizables que imponen obligaciones absolutas al Estado, y los derechos
económicos y sociales como objetivos amplios de política pública que serían
alcanzados progresivamente de acuerdo con las limitaciones de recursos de
cada Estado particular. Los Estados Occidentales estaban cómodos con el
diseño de derechos civiles y políticos como derechos constitucionales
6
Mary Ann Glendon, The Forgotten Crucible: The Latin American Influence on the Universal Human
Rights Idea, 16 HARV. HUM. RTS. J. 27, 32 (2003) (traducción libre).
justiciables, pero los países soviéticos y del tercer mundo, que habían liderado
la idea de un tratado unificado, fueron renuentes en lograr que se reconociera
la responsabilidad de los gobiernos en la garantía de los derechos económicos y
sociales.7
A la vez que algunos Estados promovían la idea de una carta unificada de derechos, los
Estados Unidos, apoyados por otros países occidentales, lograron que la discusión se
dividiera para debatir estas dos clases de derechos por separado. Los Estados Unidos
se apoyaron en el paradigma según el cual los derechos civiles y políticos exigirían
apenas la abstención del Estado, mientras que los derechos sociales, económicos y
culturales requerirían una intervención positiva por parte del mismo8. Así mismo, los
derechos civiles y políticos serían justiciables, pues podrían ser aplicados fácilmente
por los jueces, mientras que los derechos económicos, sociales y culturales tendrían
una naturaleza más política que jurídica9. Esta premisa fue rechazada por varios otros
Estados. Por ejemplo, el delegado de Israel sostuvo que incluso la implementación de
los derechos civiles y políticos requería una “organización judicial altamente
desarrollada, que no podía ser lograda de manera inmediata”10.
Esta jerarquía entre los derechos, se ve reflejada claramente en los dos documentos.
De esta forma, el pacto que consagra derechos civiles y políticos está centrado en
empoderar al individuo frente al Estado, dentro de la clara tradición angloamericana
que se describió arriba. Por ejemplo, el artículo 2 del Pacto de Derechos Civiles y
Políticos exige a los Estados “respetar y garantizar” los derechos civiles y políticos, y
cada uno de sus artículos sustantivos contiene lenguaje afirmativo y centrado en el
individuo. Por ejemplo, “*e+l derecho a la vida es inherente a la persona humana” (art.
6), “*n+adie será sometido a torturas” (art. 7) o “*t+odo individuo tiene derecho a la
7
ROGER NORMAND & SARAH ZAIDI, HUMAN RIGHTS AT THE UN. THE POLITICAL HISTORY OF UNIVERSAL JUSTICE 206-207
(2008).
8
Ibíd., p. 209.
9
Asbjørn Eide, Economic, Social and Cultural Rights as Human Rights, en ECONOMIC, SOCIAL AND CULTURAL
RIGHTS 1, 10 (Asbjørn Eide et al., eds., 2001). (traducción libre)
10
NORMAND & ZAIDI, Op. Cit, p. 211 (traducción libre).
11
Ibíd., p. 210.
12
Conferencia Mundial de Derechos Humanos: Declaración y Programa de Acción de Viena, 12 de julio
de 1993, UN Doc. A/CONF.157/23, párr. 5.
libertad y a la seguridad personales” (art. 8). El PIDCP crea derechos subjetivos en
cabeza de cada individuo bajo la jurisdicción del Estado, y para su cumplimiento,
existen mecanismos de supervisión y de petición individual ante el Comité de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas. Este Comité fue creado en el mismo tratado, y el
Primer Protocolo Facultativo al Pacto de Derechos Civiles y Políticos le otorga la
competencia para considerar peticiones individuales de personas que consideran que
sus derechos han sido violados por un Estado parte.
13
NORMAND & ZAIDI, Op. Cit., p. 207.
14
Sentencia C-671 de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett; Sentencia T-859 de 2003, M.P. Eduardo
Montealegre Lynett.
incluyendo diversos grupos como merecedores de un tratamiento especial por ser más
vulnerables.
Dos sentencias sirven de ejemplo para entender cómo la Corte abrió el espacio a la
exigibilidad de los DESC por medio de la acción de tutela: las sentencias T-406 y T-426
de 1992. En estas sentencias se vincula el concepto de dignidad humana y el mínimo
vital a los DESC. En ambos casos, la Corte Constitucional determinó que cierto
contenido mínimo de los derechos sociales, bajo ciertas condiciones específicas, sería
exigible ante los jueces. En la primera sentencia, la Corte sostuvo que un derecho
social sería exigible cuando su desconocimiento también conllevara la vulneración de
derechos fundamentales como la vida o la dignidad humana. En otras palabras, sería
necesaria una “satisfacción mínima” de los DESC que permitiera a las personas una
vida digna.
En el segundo caso, la Corte derivó de la Constitución un derecho al “mínimo vital”,
que consiste en un “mínimo de elementos materiales para subsistir”. En estas dos
sentencias pioneras, la Corte ató la garantía de la dignidad humana y el mínimo vital a
la satisfacción de ciertas condiciones materiales mediante acciones positivas del
Estado, permitiendo exigir al Estado un núcleo básico de los DESC ante los jueces,
mediante la acción de tutela.
Caso del alcantarillado de Cartagena – T-406 de 1992 (M.P. Ciro Angarita Barón)
El señor José Manuel Rodríguez, quien vivía al frente de la obra inconclusa, presentó
una acción de tutela para la protección del derecho a la salubridad pública. Los jueces
que decidieron esta tutela la negaron, afirmando que ésta solo podía ser usada para
proteger los derechos contenidos en el Capítulo I del Título II de la Constitución, y no
otros. La Corte Constitucional estuvo en desacuerdo, y decidió proteger los derechos
del señor Rodríguez y los demás habitantes del barrio.
La Corte sostuvo que los derechos fundamentales no se limitan a los que están
contenidos en el Capítulo I del Título II de la Constitución. Por el contrario, una serie de
criterios debían ser usados para determinar si, en un caso concreto, un derecho es
susceptible de ser protegido mediante la acción de tutela. En este caso, la Corte afirmó
que “el derecho al servicio de alcantarillado, en aquellas circunstancias en las cuales
afecte de manera evidente derechos y principios constitucionales fundamentales,
como son los consagrados en los artículos 1 (dignidad humana), 11 (vida) y 13
(derechos de los disminuidos), debe ser considerado como derecho susceptible de ser
protegido por la acción de tutela”. La Corte tuvo en cuenta que las deficiencias
sanitarias en el barrio Vista Hermosa constituían un factor de riesgo para la salud de
los niños. Por ende, decidió ordenar a las Empresas Públicas de Cartagena la
terminación de la obra dentro de un plazo razonable.
Caso del mínimo vital en pensiones – T-426 de 1992 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz)
Como se señaló arriba, al resolver esta acción de tutela, la Corte establece el concepto
del mínimo vital. El caso relata el drama de los pensionados colombianos. Un drama
tan típico en nuestro contexto que hasta García Márquez escribió una novela, El
Coronel no tiene quien le escriba, narrando esta injusticia. En esta ocasión, el señor
Hernando de Jesús Blanco Angarita, un hombre anciano, llevaba un año sin obtener
una decisión sobre su pensión. Esta pensión era necesaria para su subsistencia, pues
no tenía ningún otro ingreso, y por esta razón se vio obligado a vivir con su hija,
convirtiéndose en una carga adicional para ella.
Frente a este caso, la Corte Constitucional estableció por primera vez que existe en la
Constitución un derecho conocido como el “derecho al mínimo vital”. La Corte dijo que
“(a)unque la Constitución no consagra un derecho a la subsistencia éste puede
deducirse de los derechos a la vida, a la salud, al trabajo y a la asistencia o a la
seguridad social. La persona requiere de un mínimo de elementos materiales para
subsistir.” Por esta razón, afirmó la Corte, “(t)oda persona tiene derecho a un mínimo
de condiciones para su seguridad material.”
La Corte ordenó a la Caja de Previsión Social que resolviera la solicitud del señor
Blanco, con el fin de que éste obtuviera la pensión, y condenó a esta entidad a pagarle
una indemnización, para lograr el goce efectivo del derecho fundamental al mínimo
vital.
Caso del IVA sobre la canasta familiar – Sentencia C-776 de 2003 (M.P. Manuel José
Cepeda Espinosa)
Los hechos del caso son los siguientes. La Ley 788 de 2002, contenía una serie de
normas en materia tributaria y penal. En ejercicio de la acción pública de
inconstitucionalidad fueron demandados, entre otros, el artículo 116 de dicha ley, que
amplió la base gravable del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a un conjunto de bienes y
servicios que hasta entonces se encontraba excluido. De esta forma, se gravaron con
una tarifa de 2% productos de primera necesidad (leche, carne, huevos,
medicamentos) y servicios esenciales (salud, agua, luz, gas, educación).
Por medio de la sentencia C-776 de 2003, la Corte Constitucional declaró la
inexequibilidad del artículo demandado, al considerar que el cobro del IVA a productos
de primera necesidad desconoce los fines del Estado Social de Derecho y,
concretamente, los principios de equidad y progresividad tributaria, en tanto dicha
medida supone agravar la ya precaria situación del amplio sector de la población que
vive en situación de pobreza o indigencia.
En los casos anteriores también aparecen ejemplos de cómo la Corte ordena al Estado
llevar a cabo acciones positivas, que normalmente conllevan el gasto de recursos
públicos, para garantizar los DESC. Por ejemplo, en el caso del alcantarillado de
Cartagena, la Corte ordenó la terminación del proyecto de alcantarillado que las
Empresas Públicas de Cartagena habían dejado inconcluso. La Corte sostuvo que “el
hecho de haberse iniciado la construcción del alcantarillado desvirtúa la principal
objeción para la efectiva aplicación del derecho a los servicios públicos fundamentales,
cual es la falta de recursos económicos. En efecto, cuando se tomó la decisión de
construir, ella debía estar respaldada en una disponibilidad presupuestal.”
Población desplazada– Sentencia T-025 de 2004, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa
De acuerdo con las cifras publicadas por la ACNUR -Oficina del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados-, en el 2008 el desplazamiento interno forzado
colombiano alcanzaba las tres millones de personas.15 A su vez, el 92% de la población
desplazada presentaba necesidades básicas insatisfechas, y el 80% se encontraba en
situación de indigencia. De esta forma, Colombia se convirtió en el país del mundo con
mayor número de desplazados por la violencia, y ha venido enfrentando una crisis
humanitaria de enormes proporciones.
15
ACNUR, Consideraciones sobre la protección internacional de los solicitantes de asilo y los refugiados
colombianos, disponible en: http://www.acnur.org/pais/docs/964.pdf
una ley que ordenaba medidas a favor de ésta y establecía un Sistema Nacional de
Atención a la Población Desplazada16-, y la falta de respuesta efectiva a sus solicitudes
en materia de vivienda y acceso a proyectos productivos, atención de salud, educación
y ayuda humanitaria.
16
Ley 387 de 1997 “Por la cual se adoptan medidas para la prevención del desplazamiento forzado; la
atención, la protección y consolidación y estabilización socioeconómica de los desplazados internos en
la República de Colombia”
“Estas órdenes están dirigidas a que se adopten decisiones que permitan
superar tanto la insuficiencia de recursos, como las falencias en la capacidad
institucional. Ello no implica que por vía de tutela, el juez esté ordenando un
gasto no presupuestado o esté modificando la programación presupuestal
definida por el Legislador. Tampoco está delineando una política, definiendo
nuevas prioridades, o modificando la política diseñada por el Legislador y
desarrollada por el Ejecutivo. La Corte, teniendo en cuenta los instrumentos
legales que desarrollan la política de atención a la población desplazada, el
diseño de esa política y los compromisos asumidos por las distintas entidades,
está apelando al principio constitucional de colaboración armónica entre las
distintas ramas del poder para asegurar que el deber de protección efectiva de
los derechos de todos los residentes del territorio nacional, sea cumplido y los
compromisos definidos para tal protección sean realizados con seriedad,
transparencia y eficacia”.
Derecho a la salud – Sentencia T-760 de 2008, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa
17
Defensoría del Pueblo, La tutela y el derecho a la salud. Periodo 2006-2008, disponible en:
http://www.defensoria.org.co/red/anexos/publicaciones/salud_08.pdf
18
El Plan Obligatorio de Salud (POS) es el conjunto de actividades, procedimientos e intervenciones en
salud y servicios hospitalarios al que tienen derecho los afiliados al Sistema General de Seguridad Social
en Salud (SGSSS). El POS puede ser de dos tipos: el primero, destinado a aquellos que cotizan al sistema
(régimen contributivo); el segundo, que acoge a la población pobre o vulnerable (régimen subsidiado),
es financiado por el Estado y tiene un contenido más restringido que el primero. Sin embargo, por
medio de fallos de tutela la Corte ha equiparado progresivamente los dos POS, al incluir dentro del plan
subsidiado servicios y medicamentos originalmente no contemplados dentro del mismo. Los recursos
del sistema son recaudados y administrados por las Entidades Promotoras de Salud (EPS) y las
Aseguradoras del Régimen Subsidiado (ARS). La prestación del servicio de salud en los dos sistemas es
brindado a los usuarios por parte de las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS), es decir, centros
médicos, clínicas y hospitales.
Frente a esta crisis del sistema de salud colombiano, en julio de 2008 la Corte
Constitucional profirió la sentencia T-760, mediante la cual acumuló y examinó
veintidós acciones de tutela encaminadas a exigir la protección del derecho a la salud.
El fallo introdujo dos grandes aportes: por una parte, estableció que el derecho a la
salud era un derecho fundamental y como consecuencia exigible al Estado; por otra,
expidió órdenes específicas, encaminadas a asegurar la protección efectiva de este
derecho.
19
En el mencionado fallo, la Corte sostuvo que “el derecho a la salud es un derecho fundamental, ‘de
manera autónoma’, cuando se puede concretar en una garantía subjetiva derivada de las normas que
rigen el derecho a la salud, advirtiendo que algunas de estas se encuentran en la Constitución misma,
otras en el bloque de constitucionalidad y la mayoría, finalmente, en las leyes y demás normas que
crean y estructuran el Sistema Nacional de Salud, y definen los servicios específicos a los que las
personas tienen derecho. (…) El derecho a la salud es un derecho que protege múltiples ámbitos de la
vida humana, desde diferentes perspectivas. Es un derecho complejo, tanto por su concepción, como
por la diversidad de obligaciones que de él se derivan y por la magnitud y variedad de acciones y
omisiones que su cumplimiento demanda del Estado y de la sociedad en general. La complejidad de este
derecho, implica que la plena garantía del goce efectivo del mismo, está supeditada en parte a los
recursos materiales e institucionales disponibles”.
mandatos constitucionales y legales en la materia. Así, por ejemplo, en relación con la
unificación de los POS en los regímenes subsidiado y contributivo, sostuvo la Corte:
En este mismo sentido, en la sentencia SU-225 de 1998, la Corte sostuvo que los niños,
por ser sujetos de especial protección y tener derechos garantizados expresamente
por el artículo 44 de la Constitución, eran titulares de un derecho a la salud como
derecho fundamental inmediatamente exigible, en un momento en el cual el derecho
a la salud aún se consideraba un derecho social que no podía ser exigible
inmediatamente.
Derecho de los niños a la salud – Sentencia SU-225 de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes
Muñoz
El caso fue iniciado por Elsy Nydia Páez, una madre comunitaria de Puente Aranda en
Bogotá, quien cada vez que alguno de los niños que se encontraba bajo su cuidado
tenía fiebre, nauseas o vómito temía que éste pudiera estar enfermo de meningitis. De
los menores que diariamente permanecían en su hogar, casi ninguno se encontraba
vacunado contra esta enfermedad21.
Este caso fue revisado por la Corte Constitucional, quien por medio de la sentencia SU-
225 de 1998 acogió los reclamos de los accionantes al considerar que los derechos
fundamentales de estos niños a la vida a la salud y la seguridad social estaban siendo
desconocidos, y ordenó a las entidades demandadas realizar jornadas masivas de
vacunación gratuita contra el virus responsable de la meningitis. La Corte consideró
que los menores tienen el derecho fundamental de exigir del Estado protección
gratuita, oportuna y eficaz, contra las variedades de meningitis bacteriana que puedan
afectar su salud y ponerlos en situación de debilidad manifiesta.
En relación con la naturaleza jurídica de los derechos de los niños, la Corte sostuvo que
el artículo 44 de la Constitución no sólo confiere a los menores un conjunto de
derechos fundamentales que no se le reconocen a otros sujetos de derecho sino que,
adicionalmente, establece la prevalencia de dichos derechos sobre los de los demás.
De esta forma, considera que merecen un “trato preferencial a quienes se encuentran
en circunstancias de debilidad manifiesta y están impedidos para participar, en
igualdad de condiciones, en la adopción de las políticas públicas que les resultan
aplicables. En este sentido, es evidente que los niños son acreedores de ese trato
preferencial, a cargo de todas las autoridades públicas, de la comunidad y del propio
núcleo familiar al cual pertenecen”.
21
La vacunación es obligatoria, EL TIEMPO, 21 de mayo, 1998, recuperado de
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-757608.
Sociales y Culturales como el derecho a la salud, a la seguridad social, a la educación y
a la recreación.
“la armonización de esta norma con el principio democrático - que dispone que
los órganos políticos son los encargados de definir las políticas tributarias y
presupuestales - exige que sólo la parte del derecho que tiende a la satisfacción
de las necesidades básicas del menor - lo que se ha denominado su núcleo
esencial -, pueda ser directamente aplicada por el juez, mientras que es el
legislador quien debe definir su completo alcance. Se trata entonces de
derechos que tienen un contenido esencial de aplicación inmediata que limita la
discrecionalidad de los órganos políticos y que cuenta con un mecanismo
judicial reforzado para su protección: la acción de tutela. (…)
“dado que en esta materia cabe concluir que la abstención culpable del Estado,
en otras palabras, su pasividad ante la marginación y la discriminación que
sufren algunos miembros de la sociedad, no se compagina con el orden justo
efectivo que procura legitimidad al Estado social de derecho y, menos todavía,
con el cumplimiento de la cláusula que proscribe la marginación y la
discriminación, la función del juez será no la de remplazar a los órganos del
poder público incursos en la abstención, sino la ordenar el cumplimiento de los
deberes del Estado, desde luego siempre que se verifique que la inhibición viola
un derecho constitucional fundamental”.
Con base en estas consideraciones, la Corte Constitucional consideró que los menores
de Puente Aranda constituyen un grupo social marginado y discriminado, dadas las
precarias condiciones socio económicas de sus familias y la falta de cobertura en
servicios públicos. La deficiente cobertura del sistema de vacunación vulnera los
derechos fundamentales de los menores, y evidencia “una malversación o abuso de la
competencia por parte de los órganos responsables”, que justifica la intervención del
juez constitucional. Como consecuencia, se ordena a la Secretaria de Salud de Bogotá y
al entonces Ministerio de Salud suministrar gratuitamente a los menores accionantes
los tratamientos de vacunación necesarios para prevenir la meningitis.
III. Conclusiones
Quienes critican a la Corte Constitucional Colombiana por haber hecho justiciables los
derechos económicos y sociales tienen una interpretación específica de lo que deben
ser los derechos, sus alcances y el papel que debe cumplir el estado en su garantía.
Esta visión de los derechos corresponde a la tradición angloamericana y comprende
una visión del mundo específica. La Corte, debido a que se lo exige la Constitución, se
ha situado dentro de la tradición continental, estableciendo la conexión entre
derechos fundamentales y los DESC, exigiendo del Estado actuaciones específicas para
garantizarlos y brindando especial protección a determinados grupos de personas.
La visión defendida por estos críticos además supone una clara línea divisoria entre
derechos civiles y políticos como derechos cuya garantía solo requiere la abstención
del Estado, y los derechos sociales como derechos prestacionales. Esta distinción,
como se vio arriba con la discusión sobre el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, desde un principio fue fuertemente objetada por muchos Estados. Hoy en
día se ha dejado atrás esa noción, pues es claro que incluso los derechos civiles y
políticos tienen cierto contenido prestacional. Por ejemplo, para garantizar el derecho
a la propiedad, el Estado debe hacer un gasto para establecer la burocracia e
infraestructura administrativa que organice el reconocimiento de los derechos de
propiedad, los cuerpos de seguridad que impidan el irrespeto a ese derecho por parte
de personas particulares, y el sistema judicial que se encargue de dirimir disputas con
respecto a la propiedad. Ejemplos similares podrían darse con cualquier otro derecho
de aquellos que se encuentran en el Capítulo 1 del Título II de la Constitución.
IV. Glosario
Derecho justiciable: un derecho sobre el cual los jueces pueden decidir, y ordenar a las
autoridades tomar medidas para que éste sea garantizado
Derecho subjetivo: un derecho que una persona puede exigir como propio
Mínimo Vital: el conjunto de condiciones mínimas para la subsistencia de una persona, que la
Constitución garantiza, y que puede ser exigido por medio de la acción de tutela
Estado de cosas inconstitucional: una situación en que los derechos de las personas son
vulnerados de manera generalizada, en un patrón similar, que lleva a la Corte Constitucional a
tomar medidas globales y no caso por caso