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JOSE PASCUAL BUXO Laimaginacion del Nuevo Mundo FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO Sept poco pc econ ore 1.2.0 1m rows Onur Haine, A.08G. 1S8N 9651625462 La imaginacién del Nuevo Mundo ( Semidtica e ideologia en los textos del Almirante ) Enel “Prélogo” a su tradueci6n de la Vida del Almi- rante don Cristébal Colén escrita por su hijo don Hemando, recordaba Ramén Iglesia la tenacidad con que algunos historiadores “hipercriticos” pusie- ron en duda que esa biogralia del navegante fuese en realidad obra de su hijo bastardo. No le faltaron, si embargo, a don Hernando ni la s6lida formacién, hhumanistica ni los fuertes motivos personales para ‘que se dispusiesea escribir la viday viajesdesu padre “cuando vio la fama del descubridor y, por consi- sguiente, la suya, puesta en entredicho" por aquella Historia general y natural de las Indias (Sevilla, 1585) de Gonzalo Fernsinde de Oviedo, que “daba la cestupenda noticia de que las Indias habian pertene= ido ya a la corona de Espafia en tiempos remo- tisimos”. Pensaba Ramsn Iglesia que ha sido la “tremenda. falta de sentido historieo y psicol6gico de muchos historiadotes de los Giltimos cien afios”, 0 menos que "su frenética obsesidn por Ia exactitud de los detalles” las causas de que muchas veces hayan per ido de vista Jas “lineas directrices” de un texto de historia ‘En efecto, no todas las épocas han seguido tos mismos principios historiograticos ni, sobre todo, han sido iguales las ideas 0 creencias que —de manera mis 0 menos patente— constituyen los modelos de representaciOn ¢ interpretacién de los hhechos que se ofrecen a la experiencia humana, Pevo esta premisa tan facilmente enunciable no sucle ser tenida en cuenta por aquel género de historiadores ue, confiados como estin en la “objetividad” desus modemos métodos, se hallan siempre dispuestos a royectarlos sin mas tramite sobre los testimonion dal pasado. ¥ no sélo me refiero a historiadores tan dccididamente polémicos respecto de los escritos de Colén o de don Hernando como hayan podido serlo Hartise, Magnaghi o Carbia,sino incluso a estudi 508 tan ponderados y eruditos como Lewis Hanke. ‘quien en su excetente estudio preliminar ala Histo. via de las Indias del padre Las Casas parecen haber Sele presentado serias dificultades para Megara hacerse cargo de algunos importantes aspectos de la obra del dominico.2 Después de dar cuenta de las fuentes humanas, impresas y manuscritas de que se valié Las Casey ara la composicidn de su Historia, se preguntaba Hanke por el modo en que el autor organizs tales fuentes y, en particular, por la clase de “prejuicios con que pudo haberlas utilizado:en otras palabras, se Proponia explicitar unto la organizacion discur- 8 arte cataieae anioee atee i as Rear acl en heociaaeeee inthe es ant cee protean wae eee ane a eeeanan Toes Seas nsaqa i aseoa ga peace cement se eae (oii coma Sei eiriaie iowa aonene eo cae wore elena See Sa cioar ea oaT ec ea nce stone Feaietie ieee olcieos sae Racer (ea eajuaa eee ee Le aaa aeacabe noe Sp ecnaliaaiaccameet Tae Sere eamear cranes Gao a aban ieee aainranraon a ras cance roan eetaphicaeel Sr naeesdie Mama ue ERT ee suena eines aoa ae Tugares en que pudo localizarse antiguamente el fee ee eer Se ae a So eae Sole eae Se ree eee Se een erie he ee eee Se ee 9 tiempo”, ademés de no habersido el Gnico “quetavo Ja costumbre de incluir capftulos extrafios y extem- porineos, pues el Nuevo Mundo excité la imagina- cién de muchos contemporéneos suyos". Pero la segunda razén ya no ataie precisamente a las con- venciones del discurso historial, sino a su misma materia, puesto que en opinién de Las Casas —y en, las propias palabras de Hanke— el dicho Paraiso terrenal “bien pudliera haber estado en aquella parte de Tierra firme vista primeramente por Colén més alld de la isla de La Trinidad’. Gomo bien se ve, no se trata aqui de una digresién abruptae inmotivada, sino de un asunto dela mayor importancia en la dilucidacién de las concepciones del Almirante tanto como del mis cercano historia- dor de su empresa. En consecuencia, no parece justifi cado afirmar —como hace Hanke— que la “defi- ciente organizacién’” de la Historia de las Indias se deba a que “el trabajo de las Casas" en ella, “que dur6 largos ailos, suftié muchas interrupciones" 0 que, “al parecer, nunca suprimié nada de su texto y nunca lo abrevié", razén por la cual estaria leno de jimpertinentes pasajes que hacen “que su narracién resulte pesada y de una lentitud desesperante" El problema, pues, deberi replantearse de manera tal que impida el establecimiento de mas confusio- nes entre lo que pudiéramos llamar los aspectos esti- Iisticos 0 formales del discurso histérieo y el que atafie a Ta exégesis ideolégica de 1a materia histo- riada, porque los dilatados capitulos que Las Casas dedicé a 1a problematica situacién del Parafso te- reno se orientaban expresamente ala discusién de un aspecto sustancial en la concepcién colombina de las tierras halladas en su tercer viaje. 10 “Tal como Hanke ha contribu a cctarecer, Las Ccatastuvo una idea may precisa de Tos motivos y Fines que “los que historias cxciben suelen tener Siguiendo de crea a Flavio Joeo,distinguié entre Tos que watan de avuntos histices como pretexto para componet “polidas c Timadas palabras" y los uel entienden como una trea de esate y dil Arcion de acontecimienton que permanecen “oculta flor y cubiertos con niebla de vido"; de manera pes, que los unos esctiben conel propesito de “con- fentar 0 adular 2 los princes” 10 ots lo hacen para dar testimonio de lo acontetdo “con Tumbne de ferdad”, En concreto, Las Casas oponia su Historia Jos excritos de quienes opinaban sobre cosas de las Thain aun sin haber estat en elas, “ocupadosen la Sequedad ester e infractnosa de la superficie, sin penetra fo que larazin del hombre, al cual todo se hate crdear ty eer porclo lin wincapal que en el descubriniento de esta gents $ tier preendeladivina Providencia fae —al decir fe Tas Casas “la conversin y salud de estas arin €, hay dos manerasextemas de dar cena deren hehosy de as obra agli que avis poyada en la gracia del eatlo— se ocupa de 1 Gkuctior y comiingente o, como quien dice, de la Mia otra que aspia a descubrir otorgar un sentido “humano” vale deci, moral, a tales hechos. Larcla Gién histrica ha de atenerse, sin dda, a noticias y pero —segin entendia Las Cs sas— su interpretacién 0 exégesis tiene que fun- darse en las verdades prefiguradas en la Biblia yen la explanacidn que de ellas hicieton los Santos Padtes, pot cuanto que “ninguna cosa en la Iglesia se hace, hi a persona particular acaece, que ya en la sagrada Eseriptura no esté comprendida”. Asi pues, Las Casas se propuso escribir el relato de euanto vio y vivid en las Indias (lo que “por espacio de sesenta y mis afios por mis ojos he visto hacer y ‘acaecer”), pero también interpretar el sentido propio de esos hechos y descubrir la razén superior que ordena las obras humanas. En lo primero fe sin dda lun cronista confiable aun para el positivista mas celoso del dato y la prueba; en lo segundo fue un infatigable apologista de aquellas "gentes oceanas” a las cuales Ia Providencia no privé del “ser de hombres” por mais que sus dominadores espaiioles pudieran neg, les la condicién humana, “haciéndolos brutales bes. tias incapaces de virtud y docteina’ En su lucha denodada por la justicia, nada mis adecuado al propésito de Las Casas que fundar sus rgumentos en defensa de la dignidad y salvacign de los indios que el caracter mansueto, humildisimo y paupérrimo de éstos; es decir, de su condicién de humanidad inocente o abandonada, ignorante de “nuestra cristiana religién", a la que debia ser ataida evangélicamente. Y tanto mais cuanto que = dice Las Casas en el capitulo 140 de sts Historia — fue ef mismo Almirante quien ‘ podia quitar desu imaginacidn ta xvandeca de aquelta agua dulce que hallé en aquel Goll de lx Balle ene la titra firme y la isla de Trinidad, y dindose «pena ‘mucho en ello ¥ hellando sus resones, viene a parat en 2 fopinién que hacia aquella pante debia estar el Paraiso verre sélo deberta tomar en cuenta el conjumto de hechos joderna cuente 13 ton de ceencan en que pudira under los ote pretaciones que de tales hechos preconizaron sus eos: Porgue, aun cuando la interpretaeiones deo nodejan por ellodeconstituir un dato histo dela acepiar qu ls interpretaciin subjetivay conan de deceit oe yremenade os miso e Eimiehtos de fa historia fuamana no se imita un terpo de datos exteriors susepble de seem cimentecmproaio sina se exten on fotalmence imbricads las versiones de los hechos sus interpretaiones idee, Aceptar que Ia materia de a historia asume, en defintiva, Ia forma de un testo, es deci de an Seen de iad den a a ata Gién de un sentido presupone —como ya penta Las Casas tanto un esfucrao critic en lnsclece delitaciény deseripcin de eros heros cua €l compromivo de interpretarios de cara a“ ason del hombre, Por dos manera entrrns puede exten dese exe esuerzo de tribuciin de sentido: aceptando due existe una expicacon fundada y adeeuada de tales © cuatesacontecimientos dentro decondiciones presuntamentevrifcableso, porel contalo, posts fondo que cualquier clase de acomecimiento que involucten la experiencia humana se liga smbslioe ‘mente a "hechon”perteneclentes agua extras dela “4 actividad socal. Dicho breverents, implica la vo Tatad (opr mejor deci, la necesidad) de hacer Srnpabiela verdad objetiva de cetos datos obser. ‘Sts conta verdad subjetiva de cierto helos pos- {ulables que son fos que —a lt postre— pernen interpreta la diferentes experiencias del mundo ‘ome aspecoy 0 nicks de una sola» englobante realidad ‘lar etd que las ieotogias bien pueden resultar odious para istriador de culo positivist, que Tate que difenta a idenlcacion de clevtosacon- tecmigntos de pasado, pero hay historiadores de ohrandole cada vermis dmpucstosa Pacones “imaginary” de los cts "ele" no falacer que deforman la imagen dela eid mate Hate Deefiio de Tos interes de un grupo o clase dominante sino también —y adems~ como cone ftos de modelos o pnadigtassemateos por co redo secstalece un tip de reconveimiento 9 eve Tumcién de Te experiencia Romana que e conal daria pot todo un cuerpo soil {Qneile daro al lector que no defiendo cxta © quella concepciin ideoldgica, sino que reconozeo Tmaecesda en que shale elhistorador actual de ender @ hs configraciones ideologieas om que ‘iempre se presenta enreveradat las ersiones dos hecho") Para’ Colén, cronista y exégeta de st propia harafa, tanto como para Las Cass, relate dels deacubvimtents de les sas y seta firme no podia stparase desu preliguracon simbélico-deobgiea, 15 Vivian ambos —y el lego aun posiblemente mas que el sacerdlote— inmersos en lo que me atreveréa lamar 1 “sindrome” de Bohort o Boores. Como se recorda: ri, para este personaje de la Demanda del Santo Graal —Ia novela de caballerias misticas del siglo Xill— cada objeto del mundo esconde una serie conca tenada de significados relativos a distintos niveles de ‘una misma realidad. Cuando, trasdarle la bendicién, un ermitafo le acerca el Corpus Domini en la forma del pan sacramentado, Te pregunta: Bootes, evs lo que sstengo? Seor —le contesta— si bien seo que tenis ani Salvador, a mi Redencidn, bajo forma det pan y no soy yo.quien lo ve ast, sino mis ojon que son ta ‘ern que no pte ver as cose del expt ome dejan ver deotraforina,sinoqueme exconden el vedaderorosto, pues tno dude que st sf veradera came yl verdadero hombre ‘yh completa Wid? De todos Ios aspectos con que la realidad del mundo se ofrece a nuestra experiencia, importa des: cubrir el “verdadero rostro" de su signifieacién; las formas materiales de los signos (las cosas mismas en que Ios signos se manifiestan) no son mas que el recepticulo contingente de un sentido permanente de ese modo, sera la signiicacién congnoscible del Cuerpo de Cristo laque otorgue su verdadero sentido a la realidad perceptible del pan sacramentado, Es ésta y no oua la actitud de Colén ante el hallazgo de unas tietras que —alzindose del mar enue la Europa y Asia previsibles— parecfan contra venir la ciencia positiva de los Aristételes y los Tolo- 16 1. Mapamundi de va manure de as Einalpade Sn dove de Sls cope 5 proceente de un maninerto que pene Alimonasora de San Millan dela Coget) En ie parte upeior Ge Corresponds Oriente sestilafuentedelPaaso tren as ene meos, pero no asi la inapelable sabiduria de las Sagradas Eserituras Recordemos que entre “as razones que movieron, al Almirante al descubrimiemto de las Indias", don. Hemando Colon destacaba las siguientes, La pri- ‘mera, que no quedando por descubriry navegar dela esfera del mundo mis que el espacio que media entre “el fin oriemtal, sabido por Marino, y las[...]islas de Cabo Verde”, esta distancia no podria ser mayor que Ja eercera parte del circulo de la esfera. Conlirmaban esta opinidn Alfragano y sus secuaces, quienes ponen la vedonder de laesfera muy menor quetodos los otros stores cosméurates, o atrbuyensdo acada grado de lnesera rns de cine ills ydosereios[-]Dedonde ast ‘mismo inferia [el Almirante ]que pues ain no era sabe fin oriental de la India, que este sal fin seria el que est cerca de nosotros por ol Occidente Y lo mismo escribieron Pedro de Aliaco (Pierre WAilly) y Julio Capitolino, quienes en sus respectivos tratados dicen que “el principio de la India por el Oriente no puede distar mucho del fin del Africa por el Occidente" ‘Mayor fundamento encontré Coldn en las cartas de“Pablo,fisico florentino" (Paolodal Pozi0 Tosca- nelli), que le certificaban el "muy breve camino que Alma ado Aco Image Mu (e168 “aa clic ye ocala tance posto, Aes peed Disa, nluece des Onsen de Pane Alyse rj de Cine Poe chime ennr thomea iigne "7 hay de aqui a las Indias, donde nace la especeria, por ‘el camino de la mar”, nas corto queel quesiguen los portugueses por la ruta de Guinea. Pero Ia diltima razon que tuvo el Almirante para Ianzarse al descu. brimiento de las Indias por la ruta de Occidente "Iue Ta esperanza que tenia de encontrar, antes de llegar a ella, alguna isla o tierra de gran utilidad, desde la cual pudiese luego proseguit su principal intento” En tanto que fueran insulares las terras descubier- tas por el Almirante, Ia realidad patente de las cosas no entraba en conllicto con Ta verdad de un antiguo modelo cosmogrifico, pero cuando de las islas —perfectamente aceptables como un numeroso archi- piélago extendido frentea lacostade China—se pasa a la tierra firme y se verifica que no pertenece al extiemo Este del Asia septentrional, entonces Co- Ién se vein enfrentado al verdadero enigma del en- Gomo a Boores, Ios ojos terrenales proporciona- ban a Colén la evidencia de un objeto inédito, queno s6lo se significaba a si mismo, sino que debia enla zarse con un sentido superior 0 filtimo, propio de un, indisputable modelo “spiritual” del mundo, ‘Un eminente historiador mexicano ha dicho que ‘sin necesidad de ninguna prueba positiva [..] Colén pretendié haber Hegado a Asia” y que esa ia mantenida por 61 hasta el dia de su muerte. Segtin Edmundo O'Gorman, a partir de su primer encuentro con el continente que después Ile- varia el nombre de Américo Vespucio, el Almirante mnantuvo en Ta idea preconcebida de que las tie- ras que aparecieron no podian ser sino asiiticas por Ja mera circunstancia de haber aparecido don 18 recieron" es decir, que Colén sostuvo aultranza sus creencias geograficas yatribuyd.a las nuevas terras-el semtido que a priori les convenia, Pero es necesario reconocer que, para Colén, no s6lo se tataba de concederle un significado “natural” o cosmogiico a esas tierras insélitas, sino de encontrar su sentido “spiritual”, wiltimo y verdadero, Argumentaba O'Gorman que, “de ser cierto que las islas halladas por Colén pertenecfan a algtin archipiélago asiitico”, hubiese sido necesario que, Hegando a la costa continental, se ballara el famoso paso usado por Marco Polo en su viaje de regreso a Europa: el Quersoneso Aureo (o peninsula de Mala- 2), por cuyo extremo se comunicarian el Atlintico y el Indico. Sin embargo, conviene tener presente que sélo en sus dos primeros viajes, cuando navegaba all Septentri6n, se propuso el Almirante aleanzar di- chas regiones; de manera que la Ionguisima costa descubierta durante su tercer viaje, navegando bajo a Iinea del Ecuador y despues de haber dado nombre la Isla de Trinidad y Golfodela Ballena, no podia conducirlo a ningyin paso peninsular, sino a Tas fuertes desembocaduras del Orinoco. Y fueron esas espantables corrientes submarinas —evidencia de que alli salian rios caudalosisimos— Jas que contribuyeron a persuadirlo de la naturaleza de aquel lugar: no pudiendo tratarse, segin lo pre ‘en reas de tir fond de Clu emma, c,h {hele cr O\Gormne “Cat wo slo ep ave bi Hess lor ‘Rn divs ed an ee i 19 visto en el modelo cosmogrifico aceptado por el Almirante, de las costas de China, aquellas tierras en 1 “fin del Oriente” s6lo podian ser las estribaciones del Paraiso terrensal ‘Acerquémonos un poco més a la ama de esa decisién “imaginaria” Dice Colén en Ia carta a los Reyes Catélicosen que les daba cuenta de su tercer viaje a las Indias, que nnavegé desde las islas de Cabo Verde “al Austro fasta debajo de Ia Linea equinocial” y que, “allegando a ‘estar derecho con el paralelo que pasa por Sierra Leoa en Guinea’, hallé tan gran ardor "y los rayos del sol tan calientes que pensaba de quemat”. Pero lo luego con buen viento, se encontré en clima tan benigno y con tal suavidad de mar y can ‘admirable mudanza en el cielo que todas las noches miraba y remiraba la Estrella del Norte, que ahora habia cambiado ostensiblemente su habitual posi- cidn en el cuadrante, Falléal ~escribe— que, en nocheciendo, tenia yola Estrella el Norte alta cinco grados,» emtonees ls guatdas estan ‘encima delacabeat despa mada noc lla laesuella lta die grados, yen amaneciendo que ls guardas estaba fn Ton pies quince [grados]* Leas bitcoas de Colin dan testitioniodess cena capaci de naga, ya pear de pec de chained competenci ain Como ben se sabe Colon era marino cepersino, bec con lo pea eer ea Seer 20 genoveses en sus viajesa Tule y con los portuguesesa Guinea, que sabia obtener informaciones “objetivas” cde su cuadrante, su brijula y sus cartas de navegr, y aunque —segiin parece— no pudiera sacarleal astro- Jabio el méximo provecho, sus hombres admiraban, en él los infalibles métodos de estima y el exacto tuazado de los puntos y distancias. ‘Como vimos, una ver pasado del Septentrién al Austro y corridas cien Ieguas al poniemte de las isla de Cabo Verde, Colén se pereaté de que los na iban como trasponiendo una cuesta, “alzindose hacia el cielo suavemente”. “Yo —dice— siempre lefa que el mundo, tierra y agua, era esférico” como sostuvieron Tolomeo y demas autoridades en esas rmaterias, pero Agora vi tanta disconformidad como ya dij, y por esto me pine tener sto det ms, flléque oer redone ka Forma queeseriben, salva que cde la forma deuna pera que sea toda muy ron, salvo alls donde tiene cl perdi, que All Gene mis allo, o como quien tee una pelota muy Tedonday er ut lugar de ella fuse coma una tea de niujer ll puesta, y que ests parte de ese penn sea las ala y ris propincusal cielo yscadebajodelalinca cquinocialy exes rar oceans en fin del Oriente Las iniciales observaciones técnicas han dado paso una sugestiva imagen que ponea la vista de todos la wueva realidad geogriica descubierta por el Almi- rante, Si Tolomeo y otros sabios que "situaron" el mundo creyeron que era perlectamente esférico fue porque no tuvieron noticias de lo que ahora Colén habia egado a comprobar. Con todo, Ia diferencia entre ambos hemisferios no se limitaba a su forma o aspecto fisico, sino que habia de repercutir en su 21 lima y en su gente; de manera que sia veinte grados de la linea del Ecuador “es la gente negra y la tierra muy quemada’, en este hemisferio “donde caen las Indias" Colén enconué ‘emperanciasuavisima yas terasy4rboles muy verdes y tan hermosos como en abril en las huertasde Valencia: lagen de alt de may linda estatura y blancos ms que auos que haya visto en Indias, e los cellos muy largos © llanon € rene etuta ede mayor ingenio eno cobardes, La peculiar elevacién en esa zona del hemisferio austral, asi como las caracteristicas de esas tierras y sus habitantes, se vieron complementadas por otros, signos reveladores: en el Golfo de Ia Ballena —que hoy lamamos de Paria—, entre Trinidad y la actual costa venezolana, Col6n tropezé con nos “hileros de corriemtes” que “parecian ondas de mar que daban cn las peitas"; cvitado el inminente naufragio, el Almirante mandé sacar “agua de la mar y la hallé dulce” y dulce era también toda la que probaba en cl Golfo de las Perlas, pues alli surgian rios caudalosos s6lo comparables al Tigris o al Nilo. Ni Arist6teles ni Estrabén ni Tolomeo tuvieron noticia de este hemisferio “salvo muy liviana y por argumento” —dice el Almirante a los Reyes Cat6- Ticos—, pero ahora que “Vuestras Altezas le mandaron, explorar y descubrir la mar ¢ la tierra”, no solo seré posible fijar correctamente la posicién geo. srifica de estas regiones, sino hallar el lugar que les corresponde dentro de una concepeién totalizadora del mundo; dicho con otras palabras, sera menester ajustar los nuevos datos de la experiencia a un modelo explicativo de carscter general que, al incor- porarlos, los legitime. 2 | a oath) wich LN, roe eta Ese modelo del mundo que orientaba a Colén en. sus naveyuciones y que —por cierto— le permitié transitar sin excesivos sobresaltos por climas desco- nocidlos, tiene —como ya se dijo— un doble funda- mento: de un lado los conocimientos empiricos 0 seudoempiticos transmitidos por Aristételes, Estra- én, Plinio, Tolomeo, Marino de Tito, etcétera; de otro, la sabiduria revelada de las Sagradas Escrituras, Como Boores, Colén sabe que no puede limitar los datos empiricos que le presenta el Nuevo Mundoasu. solo sentido literal 0 inmediato (que él tendria por insuficiente © incompleto), porque estaba moral, ideolégicamente obligado a develar los signilicados racionales de esos signos materiales que se ofrecen al hombre como la imagen de ottos semtidos mis pro- fundos y verdaderos, De manera, pues, que los datos procedentes de la observacién técnica o directa, no tenian para él mas que un valor operativo, el que corresponde precisa- mente a la percepci6n de los "ojos terrenales"'y a las noticias del mundo material y, asi, sera mecesario relacionarlos con las "razones" espirituales que per- mitan descubrir su “verdadero rostro” o significado timo. Descubrir es, para Colén, quitar el velo 0 cobertura de las cosas pata ponerlas de manifiesto tanto en si mismas como en sus diversos signiicados compatibles. En consecuencia, Ja forma de las nuevas tierras, su altura que lasaproxima al cielo, laseorrientes eauda- les que endulzan todas las aguas del Golfo de Ia Ballena, las criaturas humanas apacibles, inteligen- {es, proporcionaddas... on signos que no pueden ser suficientemente explicados por la “escriptura de lati- 2B nos ni griegos”, pero si por las Sagradas Escrituras, que dan testimonio de eémo Nuestro Seor hizo el Paralso Tenenaly en psa el dbo dela vida, y de étesale una fuentede donde resulta en este ‘unde custro rion principales Nadie —acepta Golén— ha podido fijar con cer- teza el lugar que ocupa el Paraiso terzenal; hay quie- nies Io supusieron en Etiopia, alli donde brotan las problematicas fuentes del Nilo; oos “quisicron decir por argumentos” que se hallaba en las “isla. Fortunatas, que son las Canarias”, pero los “sanos tedlogos’” (como San Isidoro y Beda, San Ambrosio y Escoto) coinciden en que “el Paraiso terrenal es en. Oriente”; de modo que —ateniéndose a ellos— no le quedaban dudas al Almirante de que las regiones descubiertas frente a Trinidad y Margarita mostra- ban “grandes indicios” de estar muy préximas al Paraiso terrenal, porque —aftade— sitioesconforme Y esimisme lassetles son may conforms que yo jas ele ‘of que tanta cattided de agua dulce furs asi dentro evecina on fa saa: yen ello ayuda asinstna la susvisima temp Pero a pesar de esas creencias —que los historiado: res modemos Haman “irracionales”—, Colén no era ni un ingenuo ni un ignorance, ni es enteramente cierto como afirma un connotado semidtico de hoy— que los argumentos en que el Almirante fun- daba su interpretacién de los datos de la realidad estén dinicamente fiados en “autoridades y se dese tiendan por completo de Ia experiencia En el capitulo de La conguéte de VAmérique que ry intitulé “Colon hermenéute”, Twvetan Todorov ‘firma que el sistema de interpretaci ante “no consisteen buscar la verdad, sinoen enc trar las confirmaciones de una verdad conocida por anticipada (0, como se dice, a tomar sus deseos por realidades)"." Por supuesto, las creencias de Colén influyeron de manera decisiva en sus interpretacio- nes y tales creencias, como asegura con verdad Todo- rov, “no tienen nada de modernas”. Justamence, en n critica reside el poder de las ideologias y sus particulares efectos. persuasivos sobre la imaginacin y la voluntad de los individuos de wna determinada comunidad cultural; pero tam- poco tiene mucho de “moderno”, es decir, de critico, juzgar los testimonios de un navegante de fines de Ia Edad Media aplicindoles ciettas categotias semidti- cas que un estudioso de nuestros dias pueda asumir como universales ¢ incontrovertibles, sa manera de evaluar Ia actividad “hermenéu- tica”" de Colin, se pone reiteradamente de manifiesto. en la citada obra de Todorov, y aunque no sea éste el momento de examinar con detalle la tesis sein la ‘cual el Almirante tenia una “‘concepcién ingenua del lenguaje, convendrit al menos no dejarla pasar |A pesar dle que Col6n utilizaba con desenfado el genovés, portugués, espaiiol y latin, dice Todorov que el Almirante conocia mal “la diversidad de las Tenguas” y que, por tal razén, cuando le tocaba nfrentatse a un idioma extrafio solo podia reaccio- nar de dosmaneras: oreconociendo quese trataba, en, 2 cfecto, de una lengua, pero rehusindose a creer que era diferente; oreconociendo su diferencia perorehu- sandose emionces a aceptar que se trataba de una lengua. én qué pudo basarse Todorov para postular esta perfecta e irracional dicotom{a en la mente de Golén? En un pasaje del Diario del primer viaje correspondiente al 12 de octubre de 1492, habiendo ya establecido el primer contacto con los indigenas de Guanahani, eseribfa Colén clos deen ser buenos servidores y de buen genio, que veo que muy presto dicen todo Toque les deci, y crea que Tigeramente 4 harian eristianos, que me pareci que sun secta tenia. Yo, placiendo a Nuestro Seo, leva de faquial empo de mi parta seis a VuesrasAlteras para que {eprendan abla Esos términos de “aprender a fablar” —comenta ‘Todorov— “han parecido chocantes a los diferentes, tuaductores de Colén al franeés; tanto, que todos han, corregido: ‘que ellos aprendan nuestra lengua’ ". ¥ afiade: mas tarde Colén admitira que “poseen una Tengua, pero no puede hacerse a la idea de que es diferente” y, asi, persistird en hablarles como si ellos (los indios de Guanahani) debieran comprenderle, y aun les reprocha “la mala promunciacién de nom- bres 0 palabras que él cree conocer” He aqui cémo un problema de traduceién del texto castellano areaico ha podido dar origen auna tesis que afirma radicalmente la “falta de atencién por la len- gua de los otros”, hecho que —al decir de Todorov — ‘aracteriza todos los frustados intentos exegéticos, por parte del Almirante, Fablar, como todos saben y come puede confirmarse en el Tesoro de la lengua castellana de Sebastian de Covarrubias, viene del 26 verbo latino fabulareque vale tanto como razonat” + raronar, por supuest, significa hablar conee Jama esto en, por medio de las razones que Se foramen ta mente de manera ue fablarohablares faluba que denoua tanto lnaticulacin de las voces Me una determinada Tengu (yaa lo endenden las thaducciones consulladas por Todorow) como el Macho de "razon o conversa”, com teil ol Dic “Pule caber alguna duda de que al tlzar ta expresign "deprendan fablar” Colin no oda ree FABeaT echo de que los indios de Guanabani care {Uetan de lengua propia, sino al deseo de que crerediendor a castellana-pudieran concertat saseanones" de eonformidad con los dogma eis Tinos tanto ms cuanto que lepareciaquecsa gente ateria "ninguna seta que se Ton etorbsc? "Todorov so ets os timenenglones del cone: lente pasaje del Diario; quis por ello no pret Rificenteatencnalasexpresionesacerca del "buen ar imuy presto dicen todo to que Tes deta” que MMe demconoeer que Col hizo intents nme angen por enucfar sa lengua a los ots, recono- cian en ells tanto sus diferencias Snicas como Tingle. Bow diag después, el 14 de octubre de 1492, los inlets se acerearon a agentede Con, lamtindolos J dando gracias a Dios"; cuando Tos uropeos Maa at naandoy wenn, yeneniamos que segutaban sf éramos. venidor del cielo rgeno Coldn hizo tomar i site de ellos para levi 21 actual de comunicarse con ellos en su propia selos consigo a fin de que aprendan “nuestra fabla y ‘i Sea 7 Tengua— se hizo el propdsito de que la aprendiera volvellos”, Este apoderarse sin miramiento de los catibetios alguna “persona de mi casa, porque veo que es toda para convertitlos en “lenguas" 0 traductores (que Ja Tengua una fasta aqui y después se sabra los bene trasunta el espititude reconquistade a Espafia de los ficios y se tabajara de hacer todos estos pueblos Reyes Catdlicos y de su. empresa de sojurgamiento ristianos..." Pero Todorov, que pocas veces ve Tas cosas favorablemente a Colén, pone iinicamence de relieve los fracasos de comunicacién confesados por 41 mismo, aunque —por otra parte— omitiendo los pasajes en que el Almirante dio muestras desu perse picaz proyecto de castellanizacién y cristianizacién, de Jos indios, aspectos inseparables dle una misma empresa Dice el Almirante en el “Memorial” que Antonio de Toes debia Mevar a Ios Reyes Catdlicos Io politico ¢ ideolégico) es asumido por Colén como la imperiosa necesidad moral de incorporar a esa gente oceiinica al orbe del cristianismo, con el finde proc rarles la salud Ia salvacién— de sus almas, que Iuego dinfa Las Casas. De alii que ensefiar el caste: ano a os indios fuese —para Colén— no sélo el mejor medio de conquistar sus tierras, sino de incor: porarlos aun modelo ideolégico del mundo, capaz de convertir esas personas “ajenas” en miembros de la propia comunidad espiitual. Asé pues, el Almi siguiente: rante debi6 reconocer de inmedliato que la diferencia Dini Su Aes qua cauna que ac no haya eng por entre él y los indios caribefios no sélo era de lengua, ‘medode la cual aestasgentssepedadar entender stra sino de ideologia (0 de falta de ella), y entendié que Fe conto Sus Alteran desc. seenvia de presente con estos navios axe los eanibales hombres) mujeres miosy nia, todo modelo del mundo debe sustentarse en una en peer de Jengua que establezca y difunda sus primordiales tm canis i Alea pasten di oe personas con quien puetlan mejoraprende la lengua, eet postulads, Al cabo de un aio, el 27 de noviembre de 1493, cuidado queen otren exclave queriendo desembarcar en un cabo que Hamé Cam: fleprendan unos apariados de otros, que no 3 f pana, ‘eam sino muy taade, quem prestodeprenderin alli que no tay stdin uct mijones interprets. los inion le hicieron ade a P anes de no los dejar star en Y viendo que las hares sc allegabats mis tesa) Del autor de tales textos (y de tales proyectos) no. ‘reyenido que salina dos o ves hombres de las barcas a parece sensato concluir como hace Todorov— que temieran,salieron dos xistianas diciendo que no hobiesen la comunicacién humana nunca fue lograda por ‘miedo en su lengua, porquesabian algo de ella por la conver Colt Baal senpael ert oe sete Teter aaa Peto gde qué nos sorprendemos? Si ya el mismo Como quiera que en esa ocasidn los indios dieron Ramén’ Iglesia, habitmalmente tan ponderado, en huit, Colon —reconociendo su imposibilidad pudo coneebir a Colén como un comerciamte cuyo, 8 29 cardcter “seco, nada emotivo, duro, egos Ie hizo ‘era lon indi blo “como objetoe, como cosas que Puleden producir renimiento”, cuya teligiosdad fue un sentimiento "sccundario” en sue cya descrpciones de los inion yn nats Nuevo Mundo paginas dignas de figura en sols "sel pe sept deuma tera oF abundatisina: Tow rolletos, de. propaganda Publicado por la [..)agencas de viaje" ‘Tanto lax animadversiones como los enuslasmos aque suaita Can parecen see resultado insoslaye. be de una lectura univoca de sus excritosy conse: Cuentemente de una interpretacion lragmentaria de Su. personalidad, Hacer el Almirante un mition iluminado porladivinaProvidenctso, porel ona. Tio, tenerio por un implacable comerciane slo ttento as provecho persona, es la consecuencia de poner en olvido ls peculiaridades de su cultura Bbhicy enottas palabra de negue a acepar queen Calm podian ser compatibles complementaia cienas creed acttades que nucstas ments ‘moderna uenen por opucsas © incompatible Esa peculiar mentlidad en la que convven sin estrbarse lor interses statrals y mundanos con Tom ultraterreno y espns se conigura perfect mente en los exciton de Colon as como cl predom nfo que se ibadandole —alterativamente= una Sota tendon ‘Alo lago de la retacién del primer viaje a as Indias compendia por Las Casts, predominan las bservaciones nduicas, ls deseripcones dela Ue 'e Randa glnB hole Col oes nam Cae de Meio, 30 tras y gente recién encontradas, las consideraciones acerca de aquel oro —simpre presentido y nunca alcanzado en las cantidades apetecidas—, la espe- ranza de Megara las maravillosas regiones de Gipango que, segiin las “esferas" y “mapamundos” ‘consultados por el Almirante, debian encontrarse en Ta ruta que él seguia, Pero es al final de las largas anotaciones del miércoles 26 de diciembre de 1492, donde aparece expresamente mencionada por Colén la maxima empresa a la que aspira: una ver halladas las minas de oro de las Indias, habra tanta cantidad de él —dice— que antes de tres alos los Reyes Catsli- cos podrin prepararse “para ir a conquistar la casa santa’, tal como él mismo les habia protestado antes dde emprender su viaje: “que toda la ganancia de esta empresa se gastara en la conquista de Jerusalén, y ‘Vuestras Altezas se rieron y dijeron que les placia y que sin esto tenjan aquella gana’ igue el Diario del primer viaje dando cuenta minuciosa de las tareas cotidianas a bordo: el calafa- teo de las naves, as escaramuzas con los islefios, las, borrascas y bonanzas de la naveyacién y, sobre todo, de aquella actividad denominadora que tanto com: placia al Almirante: la de encontrar nombtes pro piados, signilicativos, a cada porcién de tierra descubierta: la Punta roja, el Cabo del Padre e Hijo, el Rio de Gracia, la Punta seca, el Monte de Plata, el Cabo redondo, eteétera. La cosas del mundo, pensaba Colén, pueden ser nombradas de conformidad con la imagen que de ellas perciben los “ojos terrenales”” 0 de acuerdo con los sentidos “espirituales” que pue- dan manifestarse por su intermedio. En el primer ‘caso, la designacién habri de ajustarse al sentido, 31 literal del objeto designado, es decir, a su relacién inmediata con la percepeién sensorial y con las con: venciones léxicas de una lengua esto es un to, esto lun monte, esto un cabo y asi sucesivamente. En el segundo supuesto, las cosas tendriin, a més del nom- bre apropiado a su aspecto genético, el nombre que revele su relacién particular con un valor simbélico (ideoldgico, pero también psicolégico) producto de asociar la designacién literal del objeto con los con- ‘eptos ¢ imagenes sustentados por una determinada formacién ideoldgica: rio + de Gracia, cabo + det Padre ¢ Hijo, eicétera. En todos los casos, la actividad descubridora de Colén leva aparejada una tarea denominadora que remite a los paradigmas mencionados: ya sea al de la experiencia natural por cuyo medio larealidad de las cosas certifica el significada de las palabras, ya sea al de Ia experiencia simbélica, a wavés de la cual el sentido acordado a las palabras otorga nuevas reali- dades a las cosas, Este afin por desvelar los signilicados diversos y ‘compatibles del mundo, por poner la realidad impre- isa y mudable en relacién con una imagen del ‘mundo estable y ordenadora, se maniliesta reiterada- ‘mente en los escritos del Almirante. Peto hay algo iis en toda esa actividad semistica del navegante que debe ser destacado, y es el logro de aquella otra empresa fundamental: la “conquista de Jerusalén” 0, dicho de diversa manera, la ocupacién deaquellos lugares privilegiados en los que se unen el ciclo y la tierra y donde los significados del mundo natural y espiritual encarnan en un mismo objeto libre de ambigiiedades: el Sepulcro del Salvador. 32 Hay quien piense que ese proyecto no fue mais que tun recurso efectista usado por Colén para convencer a los Reyes Catdlicos, no sélo de la bondad de la empresa de Indias, sino de la misma bondad moral del navegante. Con todo, sera preciso reconacer que ‘una engafifa de tal magnitud no podria perpetuarse hasta el extremo de comprometer Ia hacienda y el honor de todos sus descendientes. Dice el Almirante en su Testament, fechado el 22 de febrero de 1498: ¥ porque al tiempo que yo me mov para ita descubsie la Inaliae foi con imtencidn de suplicaral Rey y a la Reina Nuestros Sefores que de Ia venta que de Sus Alteras de las Indias hobiere que sedeterminase de In gastaren la con ‘usta de Jerusalén [ys lo hacen sea en buen punto. ys ‘ho, que travis esté el dicho don Diego[Colén]0 la persona Aue heredae de este propésito deayuntarel mas dinero que busier pata icon el Rey Nuesto Seo, fre a Jerasalen 8 Ta conguistar,o ir sola con el mis poder que vere: que placer’ Nuestro SeRor ques etaimtencid tiene e tasers ‘que le da £1 tal adereao que lo pode hace,» To hag Yen 1508, en su carta alos Reyes Catdlicosrelativa al cuarto viaje, refiiendo Colén las grandes sefiales de oro que creia advertir en Veragua, confirma queel fin de tantas riquezas como se prometia debe ser "la reedificacién de Jerusalén"” por “mano de crist: nos”, y aflade: “gQuién serd que se ofrezca a esto? Si Nuestro Sefior me Hlevara [de regreso] a Espaita, yo ‘me obligo a Hevarlo, con el nombre de Dios en salvo", Digimoslo de una ver: el descubrimiento de las vecindades del Paraiso terrenal en las desembocadu: ras del Orinoco, asi como la prometida conquista del Santo Sepulcro, son las diferentes caras de una 38 misma moneda, dos impulsos simbélicos y vitales que se rigen por los mismos principios y apetencias Tal como hemos intentado bosquejarlo en estas paginas, en la mente de Col6n convivian sin antago- nismos los conocimientos empfricos del mundo (que hoy lamamos “‘cientilicos”) con la sabiduria reve- Jada por las Eserituras sagradas (que hoy considera mos “creencias irracionales"); pero Iegado el momento de decidir sobre la certera y confiabilidad de una u otra fuente, Colén no dudaba.en preferit las plenas verdades simbélicas sustentadas por un modelo espiritual del mundo y del destino humanoa, Jas medias verdades que los “ojos corporales" son s6lo capaces de proporcionar. Y, asi, en el llamado Libro de las profecias en el cual —hacia 1500— com: pilé todos aquellos textos biblicos y no biblicas que prefiguraban el descubrimiento del Nuevo Mundo y ““hacian al caso de Jerusalém”, declaraba Colén que toda su experiencia de navegante y su conocimiento. de “tantas artes y escrituras”, matematicas y mapa mundos, no le aprovecharon mayormente para la -mpresa de Indias, porque en su logro “Hanamente se cumplié lo que dijo Isaias”: Las ala vieron ytuveron temor; los términos dela irra se spartaron: congregaronsey vinieron A los ojos de Ramén Iglesias, Colén concibié ese texto “uluaterreno y visionario” como un alegato para la “reivindicaci6n de sus derechos” y Ia reposi- Gidn de los privilegios y dignidades que le habla arrebatado Bobadilla;y hasta Samuel Morison —que suele rehuir esta clase de discusiones— se rfiere iré- nicamemte al Libro de las profecias diciendo que fue a4 sélo un expediente preparado por Colén para ‘impresionar la faceta mistica del caracter de la Reina, faccta que a ambos singularizaba”. Dirfase que aiin somos incapaces de admitir sin repugnancia que en Ia mente de Colén trabajaban, principios semidticos ¢ ideolégicos que ya no pue- den set los nuestros, que su visidn del mundo no era sustancialmente distinta de la que encarnan litera- riamente los héroes goticos de las caballerias misticas y que su firme creencia en el biblico Paraiso terrenal no le impedia ser un navegante experto, como exper tos eran en el uso de las armas Boores o Perceval Pero atin cuando los historiadores modernos tien- dan —eada uno segin su escuela— a disociar Ja persona de Coldn entre el insensible y ambicioso comerciante y el iluminado con fortuna, lo cierto es {que para Colén y sus contempordneos el Paraiso terrenal y la ciudad santa de Jerusalén constituyen Jos puntos extremos de la historia de la humanidad, cl origen y la calminacién de un destino, en la ‘medida en que representan Ios tinicos lugares terre rales que se hallan all amparo de la trigica dicotomia del pecado y la salvacién. El paraiso terrenal y el ‘Santo Sepulero son —en suma— los lugares en que se anula la divergencia de niveles entre lo material y lo ‘spiritual, entre lo literal ylosimbslico, los ini privilegiados en que Ios “ojos terrenales” de los hombres podrian alcanzar de una sola mirada el secreto de la comunién de lo contingente con loeterno. ‘Como ya dijimos, en su tercer viaje a las Indias olén quedé persuadide “por razones y aucorida- 35 des" de que en “aquella tierra de Gracia y rio y lago (que alli fallé” estaba el Paraiso terrenal, y “no por- que yo crea que alli dondeesel altura delextremo sea navegable ni agua, ni que se pueda subir alld [...] salvo por voluntad divina”, sino porque todos esos “grandes indicios” del Paraiso terrenal van de acuerdo con las opiniones de Ios santos te6logos y, por tanto, confirman que la ubicacién de ese lugar aflorado “sea en el colmo alli donde dije la figura del pezén de la pera y que poco a poco, andando hacia alli, desde muy lejos se va subiendo a él En 1501 cl Almirante creia haber confirmadoexpe- rimentalmente que la tierra afectaba aquella forma de pera con que solia representarsela en los mapas simbélicos de la edad roménica y, de conformidad con Enoch, situaba el Paraiso terrenal en el “fin del Oriente", debajo de la Linea ecuatorial. Pero sesenta jos mas tarde, cl cosmégrafo Gerardo Mercator —admirado hasta nuestros dias por la precisién cient. fica de sus mapas— situaba el Paraiso terrenal, ya no en el Oriente, sino en el polo drtico; en su Septen: trionalium terrarum scriptio emerge del polo una formidable montafta (Rupes nigra et altissima) dela que dimanan cuatro grandes rios cuyos brazos se extienden hacia los cuatro puntos cardinales. {Qué pensarin los historiadores de hoy al confir. ‘mar la supervivencia de esos simbolos “irracionales” en un cientifico como Mercator al que, bajo ningiin respecto, se le puede tildar de mistico iluminado? Quiz puedan concedernos que la verdadera historia del mundo no es otra cosa que los sucesivos conjun tos de imagenes —contradictorias y compatibles— que los hombres se van formando de él 36 te Hiro se tein depo y eacuder- far ene mes de uo de 1998 en Impresor $F Encuaderadorn Progress, S.A. de. V. ler, calz de Sin Loreno, 244 05830 Me- Tie, BF Se tenon 1 00 efemplns.

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