Historia
de los Papas
*«
H
"-^m.
Leopoid Von Ranke
Historia de los Papas
por
VO
UEM StCE
aasc*2t.fe«L.*Já....
.^àx....
L..%â.\
ReQj.6j&:.eiQ ...*„
D0V1.£>&: I Q - O B .. . . . . . . . . . . . . . . . . .
ISBN 968-16-0909-3
Universidade Estadual de Maringá
Sistema de Bibliotecas - BCE
Impreso en México • Printed in México
0000131722
PRÓLOGO '
Todo ei mundo conoce ei poderio de Roma en Ia Edad Antigtia y en Ia Media;
también en los tiempos modernos se ha visto ei renacimiento de su império mun-
dial. Después de Ia decadência que experimento en Ia primera mitad dei si-
glo xvi, ha podido constituirse otra vez en ei centro culminante de Ia fe y dei
pensamiento de Ias naciones románicas y ha llevado a cabo osados intentos, no
poças veces afortunados, para dominar de nuevo ai resto.
Esta época, Ia de un poder espiritual-temporal renovado, su rejuvenecimien-
to y desarrollo internos, su progreso y decadência, es Ia que pretendo describir,
por Io menos a grandes rasgos.
Empresa esta que; si bien puede resultar fallida, ni siquiera podría fiaberse
intentado de no haber tenido ocasión de utilizar unas fuentes desconocidas has-
ta ei momento. Mi óbligación primera será referirme a ellas.
En otra ocasión trabajé los documentos berlineses. Pero Viena, por ejem-
plo, es mucho más rica en esta clase de tesoros.
Además de su fundamental esftritu alentán, Viena presenta un elemento
europeo: costumbres y lenguajes múltiples se dan cita en Ias clases altas y en Ias
hajas y ya Itália se anuncia con Ia mayor viveza. Los colecciones de documentos
ofrecen también un caracter amplio. Nos hablan de Ia política y dela posición
mundial dei Estado, de sus viejas relaciones con Espana, Bélgica, Lombardía,
de Ias frecuentaciones vecinales y eclesiásticas con Roma; todo ello de una ma-
nera directa. Siempre gustó esa ciudad dei acarreo y Ia posesión. Ya solo por esto
Ias primitivas colecciones de Ia Kaiserlich-Kõniglichen Hofbibliothek poseen un
gran valor. Más tarde se han enriquecido con colecciones traídas de fuera. Se
compro en Módena una colección de volúmenes parecidos a nuestras Informa-
zioni,- procedente de Ia casa Rangone, y en Venecia los inapreciables manus-
critos dei Dogo Marco Foscarini; encontramos entre ellos los flanes dei propie-
tario para Ia continuación de su obra literária, crônicas italianas de Ias que no se
halla huella alguna en otra parte. También se enriquecia aquella biblioteca con
una densa colección de manuscritos histórico-políticos procedentes de los pape-
les dei príncipe Eugênio, que este excelente estadista había reunido con gran
perspicácia. Se hojea ei catálogo con ávida esperanza: jqué alegria, ante Ia inse-
guridad que ofrece Ia mayoría de Ias obras impresas de historia moderna, tropezar
con tanto testimonio inédito! jTodo un porvenir de trabajo fará el estudioso!
7
8 PRÓLOCO
Y, no obstante, unos poços pasos nias allá, Viena nos ofrece todavia sorpresas
majores. El archivo imperial contiene, como es fácil presumir, los documentos
más importantes y fidedignos en Io que se refiere a Ia historia alemana en gene-
ral, y también a Ia historia italiana. Después de vários avatares Ia mayor parte
de los archivos venecianos ha vuelto a Venecia, pero una cantidad no insigni-
ficante de documentos venecianos se encuentra todavia en Viena: despachos
originales o su copia; extractos de los mismos para ei servido político, conocidos
con ei nombre de "rubricarias"; relaciones, no poças veces en ejemplar único, de
gran valor; registros oficiales de Ias autoridades; crônicas y diários. Las noticias
que ofrecemos sobre Gregorio Xlll y Sixto V proceden en su mayor parte dei
archivo de Viena. Nunca ensaharé bastante Ia Uberalidad con que se me ha
permitido ei acceso a él.
S e r á esta ocasión de agradecer en detalle, las muchas ayudas que se me
han dispensado Io mismo en casa que fuera. Sin embargo, para hacerlo siento
cierto reparo, no sé si con razón. Tendría que citar demasiados nombres y entre
ellos algunos muy importantes: mi agradecimiento cobraria así cierto aire de
vanagloria y un tràbajo que tiene todos los motivos para presentarse con modés-
tia se revestiria de una aureola que no le iria muy bien.
Después de Viena mi intención se encaminó preferentemente a Venecia
y a Roma.
En Venecia las grandes famílias tenían Ia costumbre, cosi todas, de insta-
lar junto a Ia biblioteca un gabinete de manuscritos. Es natural que se refieran
con preferencia a cuestiones tocantes a Ia República: relatan Ia participación que
Ia casa ha tenido en los asuntos públicos y se conservaban como documentos
familiares para instrucción de las nuevas generaciones. De estas colecciones pri-
vadas se conservan todavia algunas, a las que me fué permitido ei acceso. Mu-
chas más se perdieron en Ia catástrofe dei afio 1797 y a partir de entonces. Si se
ha conservado más de Io que era de presumir, se Io debemos a los bibliotecários
de San Marco, que en ei naufrágio general procuraron salvar iodo Io que per-
mitían las posibilidades dei Instituto. De hecho^esta biblioteca conserva un
respetable tesoro de manuscritos, hnprescindibles para Ia historia interna de Ia
ciudad y dei Estado y de importância, sin duda, para Ia historia europea. Pero
no hay que cifrar demasiadas esperanzas. Se trata de un haber relativamente
nuevo, surgido accidentalmente de colecciones privadas, sin que domine ningún
plan de conjunto. No tiene comparación con las riquezas dei archivo público, tal
como está organizado hoy en dia. En ocasión de una investigación acerca de Ia
conjuración dei ano 1618 describí ya ei archivo veneciano y no es menester que
me repita. Por Io que se refiere a Ia parte romana tenía que apoyarme sobre
todo en las relaciones de los embajadores que volvtan de Roma. Pero deseaba
poder utilizar también otras colecciones, porque no es posible evitar las lagunas,
y este archivo, a fuerza de tantos traslados, ha padecido algunos perdidas. Pude
juntar cuarenta y ocho relaciones acerca de Roma: Ia más antigua, dei ano 1500;
dieciséis dei siglo xvt; veintinueve dei xvn —una serie cosi completa, con solo
algunas interrupeiones—; ocho dei XVIII, muy instruetivas. En Ia mayoría de
los casos pude utilizar ei original. Contienen una gran cantidad de noticias inte-
PRÓLOGO 9
resantes, trasiego de una visión directa, que parecían perdidas con Ia vida de los
coetáneos, y fueron las que me dieron Ia idea y ei ânimo para una exposición
de largo alcance.
Para su corroboración y ampliación solo en Roma, como es natural, podrían
encontrarse los médios.
lEra de esperar que se permitiera Ia libre entrada, para descubrir los se-
cretos dei Papado, a un extranjero que, además, tenta religión diferente? Acaso
Ia presunción favorable no era tan infundada, pues ningtina investigación
puede sacar a flote algo peor de Io admitido ya sin base y que ei mundo consi-
dera, sin más, como verdadero. Sin embargo, no puedo alardear de que las
cosas sucedieran como yo esperaba. He tomado noticia de los tesoros dei Vati-
cano y utilizado, para mis fines, toda una serie de volúmenes, peto ia libertad
que yo deseaba en modo alguno me fué concedida. Afortunadamente, se me
abrieron otras colecciones que permitían tina información, si no completa, por
Io menos autêntica y suficiente. En los tiempos dei apogeo de Ia aristocracia
—principalmente en ei siglo xvn— en toda Europa las famílias de rango que
intervenían en los negócios públicos conservaron también una parte de Ia docu-
mentación. Acaso en ninguna parte ai grado que en Roma. Los familiares dei
Papa, que siempre dispusieron dei poder, legaron a las casas principescas que
ellos fundarem una gran parte de los documentos públicos que cayeron en sus
manos en ei período de su administración. Esto formaba parle dei haber de una
família. En los palácios que erigieron, por Io general en las habitaciones de arri-
ba, había siempre unas salas reservadas para libros y manuscritos, que solían
ser llenadas dignamente como Io habían hecho los antepasados. Las colecciones
privadas, en este caso, son, en cierto respecto, colecciones públicas, y ei archivo
dei Estado se dispersa, sin extraneza de nadie, en las casas de las diferentes
grandes famílias que tuvieron intervención en los negócios. Así como ei exce-
dente dei patrimônio público enriquecia a los linajes papales, y Ia galeria vati-
cana, aunque excelente por su selección de obras maestros, no puede competir, sin
embargo, en riqueza e importância histórica, con algunas galerias privadas, como
Ia Borghese y Ia Doria, así también los manuscritos conservados en los palácios
Barberini, Chigi, Altieri, Albani, Corsmi resníícm de inestimable valor para Ia
historia dei Papado, dei Estado papal y de Ia lglesia. Establecido no hace mucho
ei archivo público, es importante en cuanto a Ia Edad Media por su colección de
"vegestos"; seguramente, tina parte de Ia historia de ese tiempo se esconde aqui
para ser descubierta, fero, en Io que a mi se me alcanza, creo que no aportará
gran cosa para Ia época moderna. Este archivo, si no he sido enganado, resulta
insignificante ante Ia riqueza de las colecciones privadas. Como es de suponer,
cada una de ellos abarca en especial ei período en que gobernó ei Papa de Ia
família respectiva; pero como los familiares siguieron desempenando un papel
importante, y como ocurre que cualquiera se empena en continuar y completar
una colección ya iniciada y esa tarea no resultaba muy difícil en Roma, donde
se había originado un comercio literário de manuscritos, ninguno de los archi-
vos privados deja de poseer noticias preciosas de tiempos anteriores y posteriores.
La más rica de estas colecciones —a consecuencia de herencias importantes tom--
10 PRÓLOGO
no por eso se ha cambiado ni una tilde en ei libro, pero no me cs posible ocultar tampoco que ha
empezado una nueva época dcl Papado. No he podido sino indicar por medio de rasgos genera-
lcs ei desarrollo de esta, conservando siempre ei punto de vista objetivo que trate de mantener desde
ei principio, pero me pareció conveniente dirigir mi atención hacia ei actual pontificado en ese
mismo sentido. Con arreglo a esto no he podido repetir ei titulo original de Ia obra por ei que
esta se vinculo a otra publicación que se limitaba a los siglos xvJ y xvn, sino que escogi un título
más amplio.
LIBRO PRIMERO
INTRODUCCIÓN
• •
mado, cuyos mercados, teatros y edifícios públicos son presa de Ias llámas y cuyos
defensores acaban de sucumbir. Sobre los escombros se yerguen todavia unos
poços viejos y unos niiios.
Prcnto desaparecen también estas figuras postreras y comienza una trans-
formación sin ejemplo.
En Ias catacumbas surge ei culto de los mártires. En los mismos emplaza-
mientos en que fueron adorados los dioses olímpicos, con Ias mismas columnas
que sostuvieron sus templos, se levantan los santuários en hcnor de aquellos que
habían ultrajado a los ídolos y habían sido castigados con Ia muerte. El culto,
que tuvo sus princípios en los yermos y en Ias prisiones, conquisto ei mundo. A
veces nos ascmbra que ei edifício mundano de los paganos, Ia basílica, se haya
convertido en ei lugar dei culto cristiano. Acontecimiento que encierra algo muy
significativo. El ábside de Ia basílica contenía un augusteo,4 donde se guardaban
Ias imágenes de los CésaTes que habían recibido honores divinos. En su lugar,
como podemos verlo todavia hoy, se coloco Ia imagen de Cristo y de los apósto-
les; donde estuvo ei emperador dei mundo, con atributos de Dios, se encuentra
ahora ei Hijo dei Hombre, ei Hijo de Dios. Las divinidades locales se disipan
y desaparecen. En todos los caminos, en las abruptas alturas, en lcs puertos y
gargantas, en las techumbres de las casas, en ei mosaico de los suelos se con-
templa Ia cruz. Victoria decisiva y completa. Como en las monedas de Constan-
tino vemos ei lábaro con ei monograma de Cristo sobre ei dragón derribado, así
sobre Ia paganía derrotada se levanta ei nombre venerado de Cristo.
También en este aspecto se nos ofrece Ia ilimitada significación dei Império
romano. En los siglos de su apogeo quebrantó Ia independência de las nacicnes
y aniquilo aquel sentimiento de suficiência que Ia particularidad significaba.
Pero en sus últimos tiempos ha visto salir de su regazo Ia verdadera religión, Ia
expresión más pura de una conciencia común, que excede con holgura los limi-
tes de su Império, Ia conciencia de Ia comunidad en un solo Dios verdadero.
Podemos decir que, en virtud de este acontecimiento, ei Império justifico su
propia necesidad. El gênero humano se había percatado^e si mismo y había
encontrado su unidad en Ia religión.
Esta religión recibió dei Império romano su forma externa.
Los sacerdócios paganos tenían caracter de ofícios civiles; en ei judaísmo
incumbia a una tribu Ia misión espiritual. El cristianismo se diferencia porque
constituye ei sacerdócio una clase especial, formada de rruembros que ingresan
en ella libremente, consagrados por Ia imposición de .manos, apartados de todos
los afanes dei mundo para entregarse a los negócios espirituales y divines. La
Iglesia se desenvolvió ai principio en formas republicanas que van desaparecien-
do a medida que Ia nueva fe va dominando. El clero se destacará cada vez más
frente a los laicos.
Según me parece, esto ocurrió no sin cierta necesidad interna. La Uegada
dei cristianismo vino a liberar Ia religión de los elementos políticos. Esto
implica ei establecimiento frente ai Estado de una clase sacerdotal separa-
da, con una constitución propia. Separación de Ia Iglesia y ei Estado, que
* Tome este date de F.. Q. Visconti: Museo Pio-Clementino, vn, p. 100 (ed. de 1807).
ÉPOCAS DEL PAPADO 17
los emperadores, fuera Enrique III ei más generoso con Ia Iglesia y, ai mismo
tiempo, quien defendiera con mayor vigor ei derecho de promover los obispos.18
También se tenía cuidado en que Ias donaciones no se sustrajeran ai poder dei
Estado. Los bienes eclesiásticos no estaban exentos de los gravámenes públicos,
ni siquiera dei deber de vasallaje. A menudo encontramos obispos que conducen
a sus hombres a Ia guerra. Y se puede comprender Ia ventaja que suponía poder
nombrar obispos como ei arzobispo ue Bremen, quien ejercía Ia máxima auto-
ridad espiritual en los reinos escandinavos y sobre Ias diversas estirpes de los
vendos.
Siendo ei elemento eclesiástico tan importante en Ia organizaeión dei Im-
pério germânico, se comprende Ia importância que había de revestir Ia relación
que ei emperador mantuviera con ei jefe supremo, con ei Papa de Roma.
Lo mismo que en ei caso de los emperadores romanos y los sucesores de
Carlomagno, ei Papado guardo estrecha relación con ei emperador germânico.
No se puede dudar de su situación política subalterna. Es verdad que antes de
que ei Império cayera de manera definitiva en manos germânicas, cuando
era gobemado por jefes débiles y vacilantes, los Papas ejercieron actos de su-
prema autoridad. Pero desde ei memento en que los poderosos príncipes ger-
manos se arrogaron Ia dignidad imperial fueron de hecho, aunque no sin
resistência, tan senores dei Papado como los carolingios. Otón ei Grande prote-
gió con mano de hierro ai Papa que había elevado a Ia Sede 13 y sus hijos siguie-
ren su ejemplo. Como Ias facciones romanas se levantarem de nuevo y se
apropiaron Ia dignidad papal, manejándola como un interés de família, com-
prándola y vendiéndola, se hizo necesaria una intervención superior. Es sabido
con qué energia Ia llevó a cabo Enrique III. Su sínodo de Sutri depuso a los
Papas intrusos. Luego de colocarse ei anillo patriarcal en ei dedo y haber reci-
bido Ia corona imperial, serialó a su discreción quién había de ocupar Ia Sede.
Se sucedieron cuatro Papas germanos, todos nombrados por él; ai vacar Ia
Sede, los delegados de Roma, así como los enviados de los otros obispados, se
presentaban en Ia corte para recibir ei nombramiento dei sucesor.
En esta situación le convenía ai emperador mantener ei prestigio dei Pa-
pado. Enrique III fomento Ias reformas que emprendieron los Papas nombra-
dos por él, y ei aumento consiguiente de autoridad no provoco su receio. El
hecho de que León IX, contrariando Ia voluntad dei rey de Francia, convocara
a un sínodo en Reims, nombrando y deponiendo obispos franceses y recibiendo
ia declaración solemne de que ei Papa era ei único primado de Ia Iglesia ente-
ra, no podia sino satisfacer ai emperador mientras él pudiera disponer de poder
sobre ei Papado. Era congruente con Ia pretensión de primacía que trataba de
afirmar en Europa. La misma relación que se aseguraba con respecto a los
12 Ejemplos de esta severidad se encuentran en Planclc: Cesehichte der chrisHich-kirchlichen
Gese/ischa/tsveríassung, 01, 407.
13 En Goldast, Constitutt. ImperiaJes, i, p. 221, encontramos un instrumento (junto con los
Scholien de Dictrich von Nicm) segun ei cual ei derecho de Carlomagno a elegir su propio sucesor
y a nombrar cn ei futuro los Papas romanos se traspasa a Otón y a los emperadores germânicos.
Pero sin duda alguna este instrumento es una invención.
24 INTRODUCCIÓN
nórdicos a través dei arzobispo de Bremen, podia asegurársela sobre Ias otras
potências de Ia cristiandad a través dei Papa.
Pero en esto se encerraba un gran peligro.
La organización dei estamento eclesiástico en los domínios germânicos y
germanizados se había convertido en algo muy diferente a Ia que presentaba
en los rcmánicos. Se le había atribuído una gran parte dei poder político; dispo-
nía de poder principesco. Hemos visto que dependia dei emperador, de Ia
suprema autoridad secular, pero iqué podia ocurrir cuando esta autoridad caye-
ra en manos débiles, si ei jefe de Ia Iglesia, triplemente poderoso: por su
dignidad, objeto de Ia veneración general, por Ia obediência de los fieles y por
su influencia sobre otros Estados, aprovechara ei momento oportuno para
enfrentarse con ei poder real?
La situación se mostraba propicia en vários aspectos. El poder eclesiástico
albergaba en si un principio propio, antagonista de ese gran influjo secular,
principio que debía manifestarse en cuanto se sintiera con fuerzas suficientes.
Según creo, había también una contradicción en ei hecho de que ei Papa, que
cjercía ei máximo poder espiritual, tuviera que estar sometido por tcdas partes
ai emperador. Otra cosa hubiese ocurrido si Enrique III se hubiera decidido a
proclamarse cabeza de toda Ia cristiandad. Como no sucedió esto, es natural
que cn un momento de confusión política ei Papa se viera impedido, por su
sumisión ai emperador, de aparecer plenamente como ei padre de todos los fieles,
como correspondia a su dignidad.
En esta situación sube a Ia Silla de San Pedro Gregorio VII. Gregorio es
un espíritu osado, tenaz y de largo alcance; sistemático, podríamos decir, como
una construcción cscolástica; imperturbable en Ias consecuencias lógicas y muy
diestro ai mismo tiempo en eludir con Ia mejor apariencia contradicciones ver-
daderas y fundadas. Vió ei camino que llevaban Ias cosas, capto en ei trajín de
ia vida cotidiana sus posibilidades históricas, y decidió emancipar ai poder papal
de Ia tutela imperial. Una vez que se propuso este fin, echó mano sin contem-
placiones de todos los médios necesarios. La resolución que- inspiro a los concilios
de que en ei futuro jamás ninguna dignidad eclesiástica podría ser atribuída
por una autoridad secular, tenía que chocar con Ia esencia misma de Ia consti-
tución imperial, porque esta descansaba sobre Ia unión de Ia organización ecle-
siástica y Ia secular: ei vínculo Io representaba Ia investidura y significo tanto
como una revolución que se arrebatara este derecho ai emperador.
Es claro que Gregorio VII no hubiera pensado'en tal cosa de no haberse
dado cuenta de Ia descomposición dei Império germânico durante Ia minoridad
de Enrique IV y dei levantamiento de los pueblos y príncipes germanos contra
este emperador. Encontro aliados en los grandes vasallos. También ellos se
sentían oprimidos por Ia supremacia dei poder imperial y trataban de liberarse
de él. En cierto sentido ei mismo Papa era uno de los grandes vasallos dei Im-
pério. Así se comprende que ei Papa declarara a Alemania império electivo —ei
poder de los príncipes crecía de este modo en gran manera —y que los prín-
cipes no se opusieran cuando ei Papa se libro dei poder imperial. En Ia misma
lucha de Ias investiduras sus ventajas iban a Ia par. El Papa estaba muy lejos
ÉPOCAS DEL PAPADO 25
de querer designar por si mismo a los obispos y dejó ei nombramiento a cargo de
los cabildos, en los que Ia gran nobleza germânica ejercía ei máximo influjo.
En una palabra: ei Papa tenía a su lado los intereses de Ia aristocracia.
Pero, a pesar de estos aliados de marca, jqué guerras más largas y san-
grientas costó a los Papas Ia conquista de su libertad! Desde Dinamarca hasta
Ia Apulia, dice ei salmo dei Ano Santo, desde Ia Carolingia hasta Hungria, ei
Império ha vuelto sus armas contra sus entranas. La lucha entre ei principio
espiritual y ei temporal, que antes se entendieron tan bien, enzarzó a Ia cris-
tiandad en fatales altercados. Los Papas tuvieron que abandonar a menudo Ia
Ciudad Eterna y contemplar como ocupaban Ia Sede los Antipapas.
Por fin consiguieron ei triunfo. Después de muchos siglos de sumisión y
otros más de lucha indecisa, se había logrado de manera definitiva Ia inde-
pendência de Ia Santa Sede y su principio. De hecho los Papas gozaban de una
posición magnífica. La clerecía estaba completamente en sus manos. Es digno
de notar que los Papas más enérgicos de este período fueron todos benedic-
tinos ai igual que Gregorio VIL Al introducir ei celibato convirtieron a todo
ei sacerdócio en una espécie de orden monástica. El obispado universal que se
arrogaban guardaba cierto parecido con ei poder de un abad cluniacense, que
era ia única autoridad abacial en su orden. Y así estos Papas pretendían ser
únicos obispos de Ia Iglesia. No sintieron escrúpulo alguno para intervenir
en Ia administración de todas las dióccsis.14 Sus legados fueron equiparados por
ellos con los viejos procónsules romanos. Las potências estatales iban decayendo
mientras se constituía este orden que obedecia a una sola cabeza, que estaba
organizado apretadamente y se extendía por todos los países, poderoso por sus
riquezas territoriales y dominador de todos los aspectos de Ia vida. Ya a comien-
zos dei siglo xn ei preboste Gerohus pudo decir: "Llegarán las cosas ai extremo
de que los ídolos de oro dei Império se derrumbarán y todo reino mayor se
romperá en cuatro principados: entonces Ia Iglesia estará libre y no oprimida,
bajo Ia protección dei Sumo Sacerdote coronado."15 Poço falto para que no se
cumpliera Ia profecia. Porque en realidad, íquién era más poderoso en Ingla-
terra en ei siglo xm, Enrique III o aquellos veinticuatro sefiores que tuvieron
durante cierto tiempo ei gobiemo en sus manos? ^Y quién más poderoso en
Castilla, ei rey o los "altos homes"? No parecia necesario ei poder de un em-
perador después que Federico había otorgado a los príncipes dei Império los
atributos esenciales de Ia soberania territorial. Se puede decir que solo ei Papa
disfrutaba de un poder amplísimo y unitário. Así ocurrió que Ia independência
dei principio espiritual se trasmutó muy pronto en una nueva espécie de supre-
macia. Llevaban a ello ei caracter temporal-espiritual que dominó Ia vida toda
y ei curso de les acontecimientos. Cuando países durante tanto tiempo perdidos,
como Esparia, habían sido recobrados dei mahometismo y ganadas ai paganismo
14 Uno de los puntos principales, acerca dei cual quicro citar un pasaje de una carta de
Enrique IV dirigida a Gregorio (JVÍansi Concil, n. col/ecfio, xx, 471). Recfores sanetae ecc/essiae,
vide], arch/episcopos, episcopos, presbyteros. sicut servos pedibus tu/s caJcasti. Como vemos, ei Papa
tuvo en esto de su lado Ia opinión pública: In quorum concu/catione tibi favorem ab ore vuJgi
comparasti.
15 Schroeckh cita este pasaje en Kirc/iengeschichte, Part. 27, p. 117.
26 INTRODUCCIÓN
y pobladas con pueblos cristianos províncias como Prusia; cuando Ias mismas
capitales de Ia religión griega se sometieron ai rito latino y cientos de miles se
alistaban para Ia reconquista de los santos lugares, nada tiene de extrano que
gozara de un prestigio inmenso ei sumo sacerdote, que intervenía en todas estas
empresas y recibía Ia obediência de los sometidos. Bajo su dirección y en su
nombre se expandían Ias naciones occidentales en innumerables colônias como
si fueran un solo pueblo y trataban de aduenarse dei mundo. Por Io tanto, no
puede extraíramos que también en ei interior ejerciera una autoridad indiscu-
tible y que un rey de Inglaterra recibiera dei Papa su reino como feudo, que
un rey de Aragón Io pusiera a disposición dei apóstol Pedro y que Nápoles fuera
cedido por ei Papa a una dinastia extranjera. Asombrosa fisonomía ofrece esa
época, que nadie todavia nos ba presentado en su plena verdad. Es una com-
binación extraordinária de disensión interior y de brillante expansión hacia
fuera, de autonomia y obediência, de mundo espiritual y secular. Sorprende ei
caracter contradictorio dei fervor religioso. A veces se recoge en Ia abrupta
montaria, en ei bosque solitário para entregarse por completo a Ia contempla-
ción divina, renunciando a todos los goces de Ia vida en espera de Ia muerte;
o, en médio de los hombres, se empena con entusiasmo juvenil en acunar en
formas penetrantes y magníficas los mistérios vislumbrados, Ias ideas que le
alimentan. Pero junto a esto encontramos esa otra fuera que ha inventado
Ia Inquisición y que blande Ia terrible espada de Ia justicia contra los herejes:
"A nadie —dice ei caudillo contra los albigenses— de cualquier sexo, edad o
rango hemos perdonado, sino destrozado a todos con ei filo de Ia espada." A
veces ambos aspectos se concentran en un solo momento. A Ia vista de Jeru-
salén los cruzados se apean de sus caballos y se descalzan para llegar como
verdaderos peregrinos a Ias Santas Murallas; en médio de los combates más
fieros, se creen asistidos dei auxilio de los santos y de los ángeles. Pero apenas
escaladas Ias murallas se entregan ai saqueo y Ia matanza: én ei emplazamiento
dei Templo de Salomón degollaron cuatro míf sarracenos, quemaron a los ju-
dios en sus sinagogas y mancharon de sangre los santos lugares que venfan a
adorar. Contradicción inseparable de todo Estado religioso y que constituye
su prcpia esencia.
que era. Ninguna idea molesta duraba de un dia a otro. Lo único que le
preocupaba era lo que pudiera serie útil, Ia manera de enriquecer a su hijo
con dignidades y Estados; jamás ningún ctro pensamiento le entretuvo de-
masiado.5
Solo este propósito se hallaba en Ia base de todas sus alianzas politicas,
que tan gran influencia ejercieron en los accntecimientos históricos; un factor
importantísimo de Ia política europea era Ia cuestión de como ei Papa habría
de casar a su hijo y como lo dotaria y enriqueceria.
César Borgia, ei hijo de Alejandro, siguió Ia carrera de Riario. Comenzó
en el mismo tramo: su primera hazana consístió en expulsar de Imola y Forli
a Ia viuda de Riario. Con cordial desenfado prosiguió su tarea, y lo que aquél
no había hecho más que intentar o iniciar, él lo llevó a cumplimiento. Consi-
dérese el camino escogido. Lo podemos trazar en poças palabras. El Estado
pontificio era presa de Ia disensión a causa de los güelfos y de los gibelinos, de
los Orsini y lcs Colonna. Como los otros Papas, como el mismo Sixto IV, Ale-
jandro y su hijo se aliaron ai principio con uno de los dos partidos: el güelfo
de los Orsini. En virtud de esta alianza pronto pudieron con sus enemigos.
Expulsaron a los Sforza de Pesaro, a los Malatesta de Rímini, a los Man-
freddi de Faenza y se apoderaron de estas ciudades poderosas y bien amu-
ralladas, fundando en ellas un importante poder. Pero apenas lograron todo esto
y acabaron con sus enemigos, se volvieron contra sus amigos. En esto se distin-
guió el pcder de los Borgia de los anteriores, que siempre habian quedado pri-
sioneros de Ia faccióri a Ia que se habian adherido. César Borgia, sin empacho
ni vacilación, ataco a sus aliados. El duque de Urbino, que le había apoyado
hasta entonces, fué rodeado por una red sin que se diera cuenta, y apenas pudo
escapar de ella, convirtiéndose en un fugitivo en su propio país.6 Vitelli, Baglio-
ni, capitanes de los Orsini, quisiercn mostrar que eran capaces de resistência.
Decía César: "Está bien enganar a los que son maestros de todas Ias traiciones."
Con una crueldad bien calculada, los atrajo a su trampa y sin piedad alguna
se deshizo de ellos. Luego de haber domenado así a los dos partidos, ocupo su
puesto: a los partidários, nobles de rango inferior, los atrajo y los cclocó a suel-
do; mantuvo en orden los territórios conquistados apelando ai terror.
De este modo vió satisfecho Alejandro su deseo más vivo: los barones dei
país aniquilados y su casa en camino de establecer en Itália una gran dinastia
hereditária. Pero tuvo que sentir, a su vez, êl poder de Ias pasiones desatadas.
César no queria compartir con ningún familiar ni favorito su poder. Asesinó a
su hermano, que se cruzaba en su camino, haciéndolo arrojar ai Tíber; en Ias
escaleras de palácio fué acometido por orden suya su cunado.7 La mujer y
6 Relationc di Polo Capel/o, 1500. MS.
* En Ia gran crônica manuscrita de Sanuto, en todo el tomo cuarto, se encuentran afin mis
datos interesantes sobre César Borgia, y también algunas cartas escritas por él, dirigidas a Venecia
en diciembre de 1502, y ai Papa. En esta última firma: Vrae.Stis.humiJ/imus servus et devotissima
fartura.
1 Diário de Scbastiano de Branca de Telini, MS. Bibl. Barbeiini, n ? 1103. Enumera Ias
atrocidades de César dei modo siguiente: 0 piimo, il /ratei/o che si chiamava /o duca di Gandia,
lo fece buttar in fiume: tece ammazzare Io cognaro, che era figlio dei doco di Calábria, era lo piu
bello jovane che mai si vedesse in Roma: ancora fece ammazzare Vitellozzo delia città di casreJto
34 INTRODUCCIÓN
2) Secuhrizaáón de Ia Iglesia
Es natural que toda Ia organización eclesiástica tuviera su parte, colaborara y
se dejara arrebatar en Ia nueva dirección emprendida por los Papas.
No solo Ia dignidad suprema sino también Ias demás fueron consideradas
como patrimônios seculares. El Papa nombraba cardenales a su antojo, ya para
agradar a un príncipe ya —cosa no rara— por dinero. En estas circunstancias
no era de esperar que estuviera a Ia altura de su misión espiritual. Sixto IV
otorgó a uno de sus sobrinos uno de los cargos principales: Ia penitenziaria, a
Ia que incumbia una gran parte de Ia concesión de dispensas. Amplio sur facul-
14 Sommario de h relation di Domenigo Trivixan. MS. II papa voJ csser il dominus et
maistro dei jocho dei mundo. También existe una segunda relación de Polo Capello, dei afio 1510,
de Ia cual hemos leproducido aqui algunas noticias. Fiancesco Vettori, Sommario dei/' istoria
d'/talia, dice de él: Júlio piú /ortunato che prudenle, e piu animoso che íorte, ma ambiticso e
dcsideroso di grandezza oltra a modo.
LA IGLESIA A COMIENZOS DEL SIGLO XVI 37
tades y Ias reforzó con una bula especial, declarando que cualquiera que dudara
de Ia legitimidad de tales disposiciones pertenecía ai grupo de lcs renitentes e
hijos dei mal.15 El resultado fué que su sobrino considero ei cargo como un be-
neficio cuyos ingresos trato de aumentar en lo posible.
Por esta época, los obispados se otorgaban por todas partes con una gran
intervención de Ias autoridades civiles, tomando en consideración intereses de
família o Ia voluntad de Ia corte, y distribuyéndolos en concepto de sinecuras.
La cúria romana trataba de sacar ei mayor provecho posible de tcda clase de
nombramientos. Alejandro recibió annatas dobles y estipulaba dos o três diez-
mos, lo que representaba algo parecido a una venta. Las tasas de Ia cancillería
crecían de dia en dia; su cúmulo provoco protestas, pero Ia revisión se enco-
mendaba generalmente a lcs mismos que las habían fijado.16 Por cualquier
certificado expedido por Ia dataria había que entregar una determinada suma.
Los altercados entre los príncipes y Ia cúria no se referían, por lo general, más
que a estas cuestiones de dinero. La cúria trataba de sacarles ei mayor jugo y
cn cada país procuraba defenderse de Ia mejor manera.
Fatalmente este caracter dominó todos los grados de Ia jerarquía. Se solía
renunciar ai cbispado pero reteniendo Ia mayor parte, por lo menos, de los in-
gresos y, a veces, Ia colación de los párracos diocesanos. Se burlaba Ia ley que
prohibía que ei hijo de un clérigo recibiera el cargo dei padre ni que nadie
pudiera disponer de aquél por testamento. Como cualquiera podia llegar a ser
coadjutor si no ponía reparo en Ia suma, se predujo de hecho una efectiva he-
íencia de este cargo.
Es natural que con este sistema padeciera el cumplimiento de las funciones
cspirituales. Me atengo en esta breve descripeión a las observaciones hecbas
por prelados bien intencionados de Ia cúria romana. "jQué espectáculo para un
cristiano que se pasee por el mundo cristiano: desolación de Ia Iglesia; los
pastores han abandonado a sus rebanos y los han entregado a mercenários!"1T
En todas partes eran los incapaces, las gentes sin vocación, no sometidas
a prueba alguna, las que escalaban los puestos de Ia administración eclesiástica.
Como los titulares de los beneficies no pensaban sino en encontrar los gestores
más baratos, pudieron disponer de candidatos entre los frailes mendicantes. Con
cl título desacostumbrado de sufragáneos los tuvieron los obispados y con el
título de vicaries las parroquias.
Ya de por si las ordenes mendicantes gozaban de privilégios extraordina-
1S Bula dei 9 de mavo de 1484. Quoniam nonnul/i iniquitafís filii, ehtinnis et prt'inaciae
mie spiritu assumpto, potestatem ma/oris poenitent/arii nostri —in dubium revocare— praesumunt
—<lccet nos adversus tales adhibere remedia, etc. BcVitium Romantim, ed. Cocquelincs. ni. p. 187.
18 Reformationes cancellariae aposlo/icae. Smi. Dni. Nri. Paulí ífl, 1540. MS. de Ia Biblioteca
Barberini en Roma, n* 2275. Enumera todos los abusos introducidos desde Sixto y Alejandro.
Las quejas de Ia nación alemana se refieren, especialmente, a estos "nuevos hallazgos" y cargos
de Ia Cancillera romana. J 14, J 38.
1T Consilium de/eeforum cardinaJium et a/iorum praelatorum de emendanda ecc/esia. Smo.
Dno. Pau/o J/I ipso jubente conscriptum anno 1538, que fué publicado ya entonces con frecuencia,
y que es importante porque denuncia el mal de un modo riguroso e indudable cn Ia medida en
que se daba en Ia administración. Este documento, aun mucho despues de su publicación, quedo
en Roma en las colecciones de documentos manuscritos de Ia cúria.
38 INTRODUCCIÓN
rios. Sixto IV, franciscano, los aumento de buen grado. Les fueron concedidas
licencias para confesar, dar Ia comunión y los óleos y enterrar en los conventos
con ei hábito de Ia orden. Licencias estas que aportaban prestigio y provecho,
y los desobedientes, es decir, los párrocos que pudieran molestar a Ias ordenes
por Ia cuestión de Ias herencias, fueron amenazados con Ia perdida de sus
cargos.18
Como Jlegaron a gobernar hs obispados y hasta Jas parroquias, se com-
prende Ia enorme influencia de que disponían. Todos los altos cargos y digni-
dades, ei disfrute de sus rentas, estaban en manos de Ias grandes famílias y de
sus partidários, de los favoritos de Ia corte y de Ia cúria, pero Ia gestión efectiva
corria a cargo de los mendicantes. Los Papas les protegieron en esta tarea. Fue-
ron ellos los que manejaron ei asunto de Ias indulgências, que tal empuje reci-
bió en esta época; fué AJejandro VI quien declaro oficialmente que Ias indul-
gências libraban dei fuego dei infierno. Pero también Ias ordenes se habían
mundanizado. Apenas se puede imaginar Ia intriga dentro de ellas para alcan-
zar los altos cargos. jQué ceio, en épocas de elecciones, para deshacerse de los
contrários! Cada cual procuraba ser enviado como predicador o como vicario y
a este propósito no se escatimaba ei pufial ni Ia espada y tampoco ei veneno
en ocasiones.10 Por otra parte, se traficaba con Jas gradas espirituales. Alquila-
dos por poço dinero, los mendicantes se hallaban ai avio de Io que saliera.
"jAy, exclama un prelado, quién me hace llorar! También los firmes han
caído y Ia viíia dei Sefior está devastada. Si solo ellos se hubieran hundido seria
un mal, pero soportable; mas como atraviesan toda Ia cristíandad como Ias venas
ai cuerpo, su hundimiento traerá Ia ruina dei mundo."
3) Dirección espiritual
Si pudiéramos abrir los Jibros de Ia historia tal como ha tenido lugar, y si ei
pasado pudiera hablarnos como Ia naturaleza, jauántas veces percibiríamos en
estas decadencias que tanto lamentamos Ia nueva semilla' escondida, y veríamos
surgir Ia vida de Ia muerte!
Si lamentamos esta mundanidad de Ias cosas religiosas, esta corrupción de
Ia organización eclesiástica, también tcnemos que pensar que dificilmente ei es-
píritu humano hubiera podido emprender sin este desorden una de esas direc-
ciones gloriosas que le son peculiares.
Por muy llenas de sentido, ricas y profundas que sean Ias creaciones de Ia
Edad Media, "no podemos negar que encontramos en su base una concepción
dei mundo fantástica y alejada de Ia realidad de Ias cosas. Si Ia Iglesia se hubíe-
1* Amplissimae gratiao et privilegia fratriim minorum convcntiiaüum ordinis S. Francisci, quae
proprere» mure inagnum nimciipanhir, 31 de agosto de H74. Bu/larium Roín., ni, 3, 139. A los
dominicos se les ototgó una bula parecida. Durante cl concilio de Lctrán dei afio 1512 se hablo
muclio de este maré magnuni: pero cs más fácil —o ai menos Io era en aquella época— otorgar
privilégios que suprimirlos.
2» En una importante inlonnación de C.iiaífa a Clemente, que aparece en Ia Vira di Paolo IV
tan solo de un modo incompleto y deformado, se dice sobre los conventos: Si vierie ad hoinicidi
non solo col veneno, ma abertamente col coítelJo e con Ia spada, per non dire con schiopctti.
LA IGLESIA A COMIENZOS DEL SIGLO XVI 39
ra sostenido en su fuerza íntegra también hubiera mantenido aquel sentir. Pero
su postración dió lugar a Ia libertad de los espíritas, que iban a orientar los
acontecimientos en una dirección completamente nueva.
El horizonte que durante aquellos siglos médios encerro sin salida a los
espiritus era angosto y limitado y solo ei conocimíento renovado de Ia Antigüe-
dad hizo posible su ruptura, para que apareciera una perspectiva más ancha, alta
y profunda.
No es que los siglos médios no hayan conocido Ia Antigüedad. La avidez
con que los árabes, a los que ei Occidente debe importantes aportaciones en el
campo científico, reunían y asimiíaban Ias obras de los antiguos, no tiene mucho
que envidiar ai fervor de los italianos dei siglo xv, y el califa Al Mamun bien
se puede comparar con Cósimo Médicis. Pero notemos Ia diferencia que, a mi
parecer, es decisiva aunque parezea pequena. Los árabes solían traducir y a
menudo destruían los originales y, como mezclaban en Ias tradueciones sus
propias ideas, ocurrió que Aristóteles, por ejemplo, fué teosofizado, que Ia astro-
nomia se convirtió en astrologia, que esta se aplico a Ia medicina. De este modo,
contribuyeron no poço a Ia formación de aquella fantástica visión dei mundo
de que hemos hablado. Los italianos, por el contrario, leyeron y aprendie-
ron. De los romanos pasaron a los griegos y Ia imprenta propago los originales
por el mundo en ejemplares innumerables. El Aristóteles autêntico desplazó ai
arabizado y de los textos no corrompidos de los antiguos se aprendieron Ias ciên-
cias, Ia geografia de Ptolomeo, Ia botânica de Dioscórides, Ia medicina de Gale-
no e Hipócrates. Pronto se disiparon Ias fantasias que hasta entonces habían
poblado el mundo.
Exageraríamos si dijéramos que en este tiempo existia un espíritu científico
independiente y que se descubrieron grandes verdades y se crearon grandes pen-
samientos. Se trataba de comprender a los antiguos y no se pensaba en superar-
los; su influjo no se debió tanto a Ia herencia de su actividad científica cuanto
a Ia imitación.
En esta imitación reside uno de los factores más importantes en el desarro-
11o de aquella época.
Se competia con los antiguos en Ia bella expresión. El Papa León X fué
uno de los grandes fomentadores de esta tendência. Leia a su séquito Ia bien
escrita introdueción a Ia Historia de Jovio, pensando que nada semejante se
liabía escrito después de Tito Livio. Si recordamos que favoreció a improvisa-
dores latinos, podremos imaginar como le arrebataria el talento de un Vida, que
era capaz de describir el juego de ajedrez en sonoros hexámetros latinos. Mando
llamar de Portugal un matemático que dictaba sus lecciones en elegante latín
y queria que se ensenara en esa lengua Ia jurisprudência y Ia teologia Io mismo
que Ia historia eclesiástica.
Pero no era posible permanecer en este estádio. Por mucho que se tratara
de imitar Ia dieción de los antiguos, no por eso se abarcaba todo el âmbito dei
espíritu. Había algo de insuficiente, y muchos se daban cuenta de ello. Así
KC vino en Ia idea de imitar a los antiguos en Ia lengua materna, considerán-
dose con respecto a ellos como los romanos con los griegos. No se quiso com-
40 INTRODUCCIÓN
I
CQt. ei mundo artístico, tan predispuesto a Ia disensión, se pusíeron de acuerdo
b convencer a Júlio II de que acometiera Ia empresa. Miguel Ânocl desea
Un digno emplazamiento para ei sepulcro dei Papa que ha proyectado magní-
•cnmcnte, de manera grandiosa, como ei Moisés que acaba de cincelnr. Bra-
• u n t e todavia urge más. Queria realizar su atrevido pensamiento de erieir una
p Imnaiiún dei Panteórv montado sobre columnas colosalcs. Muchos cardenales
ül He tratado etc dcsafroítttr esto en mi fr.ihijo "Znr Gcscliichic der italianischcn Poesic"
B (AMuiidlungcti der K. Alndcrnic der Wissenschafteii, Bcrlín, 1855.
42 INTRODUCCIÓN
se oposieron y hasta parece que Ia oposición era bastante general, pues todo
templo antiguo es centro donde convergen muchos scntimientos personales, y,
en grado extremo, este era ei caso en ei santuário supremo de Ia cristiandad.22
Pero Júlio II no estaba acostumbrado a tomar en cuenta objeciones; sin más
contemplaciones, mando derribar Ia mitad de Ia vieja iglesia y él mismo coloco
Ia primera piedra de Ia nueva.
De este modo se yerguen en ei centro dei culto cristíano ias mísmas for-
mas en que se había expresado tan adecuadamente ei espíritu dei culto antiguo.
Sobre Ia sangre de los mártires, en San Pietro de Montorio, eonstruvó Bramante
una capilla con todo ei estilo sereno y alado de un períptero.
Esta contradicción se manifiesta en toda Ia vida. Sc iba ai Vaticano no
tanto para rezar en ei santuário dei Aposto], como para poder admirar en ei
palácio de los Papas Ias grandes obras dei arte antiguo, ei Apoio de Belvedere,
ei Laoconte.
También por entonces se le propuso ai Papa provocar una guerra contra
los infieles, según nos cuenta en un prólogo Navagero;23 pero no piensa en ei
interés cristiano de rescatar ei Santo Scpulcro, sino que espera que ei Papa
podrá encontrar los manuscritos griegos, y acaso también los romanos, que se
habían perdido.
León X vive en médio de toda esta plenitud de esfuerzos y creaciones, de
espíritu y de arte, gozando en ei esplendor mundano de Ias dignidades ecle-
siásticas. Se le ha querido disputar ei honor de que su nombre presida Ia época
y es posible que sus méritos no alcancen a tanto. Pero lo cierto es que fué él
quien tuvo más êxito. Creció en médio de los elementos que constituían aquel
mundo y su espíritu estaba dotado de Iibertad y sensibilidad bastantes para
fomentar su florecimiento y gozarlo. Si se complacía tanto en los trabajos latinos
de los imitadores directos, menos podría dejar de participar en Ias obras inde-
pendientes de sus coetáneos. En presencia suya se representajon Ia primera tra-
gédia y Ias primeras comédias en idioma italiajjo, a pesar de Ias resistências
provocadas por Ia escabrosidad de los asuntos, procedentes de Plauto. Apenas
hubo una que no fuese ei primero en veria. Ariosto era un conocido de Ia ju-
ventud; Maquiavelo ha escrito expresamente para él más de una vez; Rafael
cubrió sus habitaciones, galerias y capillas con los ideales de Ia belleza humana
y de una existência exquisita. Sentia pasión por Ia música, que por entonces
era cultivada con fervor en Itália, y todos los dias resonaban en Ias paredes dei
palácio los ecos musicales. El Papa acompafiaba en voz baja Ias melodias. Quizá
todo esto no sea más que una espécie de voluptuosidad espiritual, en todo caso
Ia única digna dei hombre. Por otra parte, León X era un hombre bondadoso
y de simpatia personal; jamás —y para ello se valia de Ias expresiones más indul-
pentes— negaba algo, aunque era irhposible concederlo todo. "Es un buen hom-
brc, muy generoso y de buen natural, dice de él uno de esos embajadores pers-
picaces; si no le empujaran sus familiares, evitaria Ias equivocaciones." "4 "Es un
nombre docto, dice otro, amigo de los doctos, y ^ambién religioso aunque le
gusta vivir." 2!l Es verdad que no siempre mantuvo ei decoro papal. En ocasiones
•bandonaba Roma, con pesar dei maestro de ceremonias, no solo sin Ias vesti-
duras, "sino, Io que es peor, calzando botas", como anota ese maestro en su
diário. Pasaba el otono en diversiones rústicas: Ia cetrería en Viterbo, Ia caza
dcl ciervo en Cometo; en el lago de Bolsena se entregaba ai entretenimiento de
In pesca; luego pasaba una temporada en Mallana, que era su residência favo-
rita. Le acompaiiaban para animar el séquito talentos fáciles e improvisadores.
A Ia entrada dei invierno volvia a Ia ciudad. Esta crecía por entonces y en poços
•ftos Ia población había aumentado en un tercio. El artesanado sacaba su pro-
vecho, el artista su gloria y cada quien su seguridad. Nunca Ia corte estuvo más
•nimada, más agradable y espiritual. Ninguna suma era bastante grande para
)as fiestas religiosas o mundanas, para los juegos y el teatro, para regalos y dona-
«Ciones: no se reparaba en gastos. Se recibió con alegria Ia noticia de que Juliano
de Médicis y su joven esposa iban a residir en Roma. "Alabado sea Dios, le
Mcribió el cardenal Bibbiena, porque aqui no nos falta más que una corte
de clamas."
Hay que condenar los vicios de Alejandro VI, pero no hay reparo que
oponer a Ia vida cortesana de León X. Sin embargo, hay que admitir que no
Mtuba muy a tono con Ias exigências de un jefe de Ia Iglesia.
La vida encubre facilmente Ias contradicciones, pero cuando se reflexionaia
y te fijara Ia mirada sosegada sobre cilas, no tenían más remédio que hacerse
Hptdentes.
No se podia hablar en estas circunstancias de un sentido y de una convic-
> inii netamente cristianos. Más bien se produjo un ânimo contrario.
Las escuelas filosóficas comenzaron a disputar sobre si el alma racional,
•material e inmortal, era Ia misma en todos los hombres, o si no seria también
Mortal. Esto último afirmaba el más famoso filósofo de entonces, Pietro Pom-
Boiiuzzo. Se comparaba a si mismo con Prometeo, cuyo corazón devoro el buitre
jmr haber robado el fuego a Júpiter. Pero con todos sus dolorosos esfuerzos, con
Ioda su agudeza, no llegó a otro resultado que a afirmar: "Cuando el legislador
.declara que el alma es inmortal Io hace sin preocuparse mucho de Ia verdad." 2"
No hay que pensar que este sentir fuera exclusivo de poços o se mantu-
Mra en secreto. Erasmo se asombra de Ia cantidad de blasfêmias que oye; entre
3< Zorzi, Per ií papa, non voria ni guerra ni fatiche, ma quesfi soi Io intriga.
-" Marco Minio, Re/azionc. E docto e amador di docti, ben religioso, ma voi viver. Le llama
Iftoim persona.
a» 1'omponazzo abriga sobre el particular serias dudas, Io cual se puede deducir, entre otraj
• t i » , d e un extracto de cartas papales de Contelori. Petrus de Mantua —se dice cn él— asseruit
MiU"l anima rationalis secundum própria philosophiae et mentem Aristote/is sit seu videatur mortalis,
Kfltru determinationem concilii Lateranensis: papa mandat ut dictus Petrus revocet: a/ias contra
•Num procedatur, 13 Junii 1518.
44 INTRODUCCIÓN
temerária osadía. El contradictor más valioso salió de Ias filas de los más decidi-
dos defensores dei Papado, los mendicantes. Como Lutero puso de manifiesto
con Ia mayor energia y claridad Ia distancia a que se hallaba de su esencia ei
poder de Roma, como dió expresión a Ia convieción de todos, como su oposición
—que no había desarrollado aún sus elementos positivos— complacía también
a los incrédulos, y como, por otra parte, ai contener aquellos elementos, daba
satisfacción ai anhelo de los creyentes, sus escritos ejercieron una influencia
enorme: en un momento cundieron por Alemania y por ei mundo entero.
* Franc. Vettori (Sommario delia slotia d'ltalia), que conoce muy bien a los Médicis, da
esta exposición. El defensor de Francisco Maria, Giov. Batt. Leoni (Vita di Francesco Maria)
cuenta algunas cosas (pp. 166 ss.j que se aproximan mucho a esto.
r> Fea, en Notize intorno RaraeJe, p. 35, nos cuenta Ia sentencia contra los ties cardenales,
tomada de Ias actas dcl consistorio; esta sentencia habla expresamente de su inteligência con Fran-
cisco Maria.
8 Soriano, Re/atione di 1533. Dicesi de/ Papa Leone, che quando il aveva fatfo lega con
aicuno prima, soleva dir, che pero non si dovea restar de trattar cum 7o a/tro príncipe opposto.
COMPUCACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 49
Pero, en serio, dificilmente podría dudar León X qué partido le era más
conveniente. Aunque no le hubiera interesado demasiado Ia reconquista de
P.irma y Plascncia ni halagado Ia promesa de Carlos V de colocar a un italiano
i n ri gobierno de Milán, todavia había otro motivo, a mi entender, de caracter
(|i'( isivo. Tenía que ver con Ia religión.
En todo ei período considerado por nosotros nada babía más dcseable para
los príncipes enredados con Ia Santa Sede que provocar una oposición religiosa.
Cnrlos VIII de Francia no tuvo mejor ayuda contra Alejandro VI que ei domi-
nu .mo Savonarola en Florcncia. Cuanclo Luis XII perdió toda esperanza de
lli);ir a un arreglo con Júlio II convoco un concilio en Pisa y, aunque no tuvo
im exilo, parcciólc a Roma asunto muy peligroso. Pero £cuándo tropezó ei
f • M con un enemigo más atrevido que Lutero? Su mera existência tenía ya
iin i gran significación política. Este aspecto tuvo en cuenta Maximiliano y no
hcnnitió que se hiciera violência a Lutero y Io recomendo especialmente ai
•Hncipe elector de Sajonia: "Alguna vez Io podemos necesitar." Por momentos
• c i í a Ia influencia de Lutero. El Papa no pudo convenccrle, ni intimidarle, ni
•Dner Ias manos sobre él. N o se crea que León X ignorara ei peligro. jCuántas
• c e s intento atraer a los talentos que le rodeaban a este campo de Ia lucba! Pero
mina también otro médio. Así como tenía que temer que tan peligrosa oposición
hlcru protegida y fomentada si se ponía frente ai emperador, caso de aliarse
'"ii ei podia esperar su ayuda para impedir Ia renovación religiosa.
• En Ia Dieta de Worms dei ano 1521 se trato de Ia situación política y reli-
Ma. León concerto con Carlos V una alianza para Ia reconquista de Milán.
ei mismo dia en que se celebro ei acuerdo se fecho también Ia interdieción
Lutero. Es posible que este acto estuviera inspirado, además, por otros
tivos, pero nadie podrá creer que no guardara estrecha relación con aquel
to político.
No se hizo esperar mucho tiempo Ia doble victoria de esta alianza.
Lutero fué encerrado en ei castilío de Wartburgo. 7 Los italianos no que-
creer que Carlos Io había dejado marchar por cumplir con su palabra:
o se dió cuenta, decían, de que ei Papa tenía miedo a Ias enseíianzas de
Itcro, queria mantenerlo amagado con esta amenaza." 8 Sea de ello Io que
•uicra, cl caso es que por un momento Lutero desapareció de Ia escena: en
•arto modo estaba fuera de Ia Iey y, en todo caso, ei Papa había hecho fun-
•nnnr contra él una medida contundente.
Mientras tanto Ias armas imperiales y pontifícias obtenían êxitos en Itália,
•nrdenal Júlio de Médicis, hijo de un tio dei Papa, andaba en Ia guerra v
en Milán conquistada. Se decia en Roma que ei Papa pensaba otorgarlc
ucado. No encuentro prueba suficiente de esto y creo difícil que ei empe-
r se aviniera facilmente. De todos modos, Ias ventajas conseguidas eran
1 Se acía que Lutero babla mticrto: se contaba como babia sido asesinado por los papislas.
vicini (Isloria dei concilio <li Trenlo, I, cap. xxvm) deduce de Ias cartas de Alcander que
fia causa los núncios se liabian bailado cn peligro de nmcrtc.
" Vctlori: Cario si escuso di non potór prOtcJcrc pio o/Ire rfcpeffO a/ sa/vocondofro. ma
ffifu tu clic conoscendo che il papa remova luolto di qitctM docttina dí I.uriicro, ío vo//c fenerc
i|Hcslo íreno.
50 INTRODUCCIÓN
grandes. Habían sido recobradas Parma y Plasencia, habían sido alejados los
franceses, y era inevitable que ei Papa ejerciera una gran influencia sobre ei
nuevo duque de Milán.
Nos encontramos en un momento importantísimo. Comienza un nuevo
desarrollo político y también un gran movimiento religioso. Un momento en ei
que ei Papa podia imaginarse dirigir ei primero y contener ei segundo. Era
todavia Io bastante joven como para poder confiar en un aprovechamiento de Ias
circunstancias.
jSorprendente y falaz destino de los hombres! León X se hallaba en su
villa Malliana cuando le llegó Ia noticia de Ia entrada de los suyos en Milán. Se
entrego a los sentimientos correspondientes ai término feliz de una empresa.
Complacido, asistió a Ias fiestas organizadas por su gente con tal motivo y hasta
muy entrada Ia noche de aquel dia de noviembre anduvo paseando de un lado
a otro de su habitación, entre Ia ventana y Ia chimenea.9 Un poço fatigado, pero
animoso, llegó a Roma. No habían terminado todavia Ias celebraciones de Ia
victoria cuando fué atacado por mortal enfermedad. "Rogad por mi, decía a sus
servidores, que todavia os puedo hacer dichosos." Amante de Ia vida, le había
llegado también su hora y no tuvo tiempo de recibir Ia comunión ni los santos
óleos. Así, de repente, en plena juventud, en médio de Ias mayores esperanzas,
murió "como se marchita Ia amapola".10
El pueblo de Roma no podia perdonarle que se hubiera marchado sin los
últimos sacramentos ni que dejara todavia deudas después de haber gastado
tanto dinero. Acompanó su cadáver con insultos. "Como un zorro, decían, te has
deslizado; has gobernado como un león y te has marchado como un perro." u
Por ei contrario, Ia posteridad ha bautizado un siglo y una gran época de Ia
humanidad con su nombre.
Hemos dicho de él que fué una criatura feliz. Después de haber resistido
Ia primera desgracia, que no tanto le toco a él como a otros miembros de su
família, Ia suerte le fué llevando de placer en placer y de êxito en êxito. Las
contrariçdades le ayudaron a seguir avante. La vida se/deslizó en una espécie
de embriaguez espiritual y de perpetua satisfacción de sus deseos. A ello contri-
buía ei que fuera de buen natural y generoso, capaz de instruirse y muy agra-
decido. Estas cualidades son los dones más bellos de Ia naturaleza y de Ia
fortuna, que poças veces se alcanzan por ei esfuerzo y que condicionan ei goce
de Ia vida. Los negócios no le perturbaron mucho. Como no se preocupaba por
los detalles, sino que los abarcaba en grande, no tuvieron para él pesadumbre
9 Coppia di una lettera di Roma alJi Sgri. Bolognesi a di 2 Dcbr. 1521 scritta per Bartholomeo
ArgileUi. Se cncuentra en ei tomo 32 de Ia obta de Sanuto. La noticia llegó ai Papa ei 24 de
noviembre, ai Benedicite. La tomo por un augurio especialmente bucno. Dijo: Questa é una buona
nuova che havete portato. Los suizos empczaron cn seguida a disparar salvas de alegria. El Papa lcs
rogo que se calmaran, pero en vano.
10 En seguida se1 habló de veneno. Lettera di H/eronymo Bon ai suo barba a di 5 Dec, en
Ia obra de Sanuto. Non si sa certo se'l ponte/ice sia morto di veneno. Fo aperto. Maistro Fer-
nando /udica sia stato venenato: alcuno de li a/tri no: è di questa opinione Mastro Severino, che Io
vide aprire. dice che non è venenato.
11 Capitoli de una lettera scritta a Roma 21 Dec. 1521. "Concíudo che non c morto mai papa
cum peggior /ama dapoi è Ia chiesa di Dio".
COMPLICACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 51
solo contribuían a poner en actividad Ias más nobles facultades de su espíritu.
;• or Io mismo que no les dedicaba todas Ias horas dei dia, fué posible acaso que
los manejara con más desparpajo y que, en todos los momentos de confusión,
supiera captar Ia idea directriz y salvadora. La orientación más acertada proce-
dia de él. En sus últimos momentos todos los empeflos de su política desembo-
caban en ei triunfo. Hasta podemos considerar como una suerte que muriera
entonces. Se preparaban otros tiempos y es difícil presumir que hubiera podido
ofrecer una resistência afortunada ai disfavor de los mismos. Sus sucesores sin-
tieron toda Ia gravedad dei cambio.
El cónclave se aiargaba. "Senores —advierte ei cardenal Médicis, a quien
liabía puesto en espanto ei regreso de los enemigos de su família a Urbino y a
Perugia, hasta ei punto que temia también por Ia suerte de Florencia—, veo
que de todos los aqui reunidos ninguno puede ser Papa. Os he propuesto três
0 cuatro nombres y habéis rechazado todos, y ei que vosotros me proponéis
tampoco yo Io puedo aceptar. Tenemos que buscar alguno que no este presen-
te." Asintiendo, se le preguntó en quién pensaba. "Nombrad, exclamo, ai car-
denal de Tortosa, hombre honorable, entrado en anos, a quien todos tienen por
ionto." 1 2 Se trataba de Adriano de Utrecht, 13 antiguo profesor de Lovaina,
maestro de Carlos V, cuya simpatia le había valido ei nombramiento de gober-
nudor y ei capelo cardenalicio. El cardenal Cayetano, que por Io demás no per-
^enecía ai partido de los Médicis, se levanto para aprobar Ia propuesta. ^Quién
[nubiera creído que los cardenales, acostumbrados desde siempre a tener en
cuenta su provecho personal en Ia elección, se iban a poner de acuerdo sobre
Una persona extrana, un holandês que poços conocían y dei que nadie podia
esperar ventaja alguna? Se dejaron convencer por Ia recomendación. Una vez
hecha Ia cosa, no sabían muy bien como había sucedido. Estaban muertos de
mii'do, dice uno de nuestros informadores. Se dice también que habían pensado
que Adriano no aceptaría. Pasquino se burlaba de ellos: Io presentaba como
|IKiceptor y a los cardenales como colegiales que había que meter en cintura.
La elección no pudo recaer en persona más digna. Adriano gozaba de u n a
fuma intachable: justiciero, piadoso, activo, nunca se le vió más que con una li-
b r a sonrisa en Ia boca, siempre de intenciones limpias, un verdadero sacer-
dote. ,4 jQué contraste ai entrar en ei escenario en que León X había llevado
12 Leltera di Roma a di 19. Zener., en Ia obra de Sanuto. Mediei dubítando de li casí suoi,
Ito Ia cosa fosse troppo ita in /ongo, delibero mettere conc/usione, et havendo in animo questo
. luiillc. Derttisense per esser imperiaJissimo disse: etc.
13 Asi se nombra en una caria dei afio 1514, que se encuentra en Caspar Burmannus, Adria-
• *>••- V( sive ana/ecra histórica de Adriano V/, p. 443. En documentos de su pais se Uama Mcyster
An.ii'i> Florisse von Utrecht. En documentos más recientes se le ha Hamado a veces Boyens, porque
in padre firmaba Floris Boyens, pero esto no significa sino liijo de Bodewin y no cs apellido
(l|iinn. Cf. Burmann, en Ias anotaciones a Moringi, Vita Adriani, p. 2.
i* Liíerae ex Victorial directiva ad Cardinaíem de Flisco, en ei t. 33 de Ia obra de Sanuto,
li deteriben dei modo siguiente: Vir est sui tenax: in concedendo parcissimus: in recipiendo nullus
.mi ririisimus. /n sacri/icio cotidianus et matutinus est. Quem amet aut si quem amet nulli expio-
nluni ira non agitur, /ocis non ducitur. Neque ob pontificafum visus est exultasse: quin constat
1 |dh•ifer illuni ad e/us famam nuntii ingemuisse. En Ia colccción de Burmann se encuentra un
IfiiiiT.iriiini Adriani, de Ortiz, ei cual acompafió ai Papa y le conocía muy bien. Este asegura,
|> 323. no haber notado jamás nada rcprobablc en él y que fué un espejo de todas Ias virtudes.
52 INTRODUCCIÓN
una vida tan magnífica y pródiga! Se conserva una carta de él en que dice
que preferia servir a Dios en Lovaina que ser Papa. 15 En ei Vaticano continuo
su vida de profesor. Le caracteriza muy bien (y por esto Io contamos) que tra-
jera consigo a su vieja sirvienta, que siguió como antes ocupándose de los
trabajos de Ia casa. Tampoco cambio nada en otros aspectos de Ia vida. Se
levantaba muy temprano, decía su misa y se ponía a trabajar en sus asuntos
o en sus estúdios, que interrumpía con Ia sóbria comida dei mediodía. No se
puede decir que le fuera ajena Ia educación dei siglo; era aficionado ai arte
holandês y apreciaba cn Ia crudición ei timbre de Ia elegância. Erasmo confiesa
que fué ei primero que le defendió contra los ataques de fanáticos escolásticos.16
Pero Ias inclinaciones casi paganas que dominaban en Roma le desagradaban
y nada queria saber de Ia secta de los poetas.
Nadie con más empeno que Adriano VI —que conservo su nombre— po-
dia desear Ia corrección de los abusos de que adolecía Ia cristiandad.
El avance de los turcos y Ia caída de Belgrado y de Rodas le animaron
especialmente en ei propósito de restablecer Ia paz entre Ias potências cristia-
nas. Aunque había sido preceptor dei emperador, adoptó en seguida una posición
neutral. El embajador imperial, que esperaba arrancarle una dcclaración favo-
rable para Ia nueva guerra, tuvo que abandonar Roma sin haber conseguido
nada. 17 Cuando se le comunico Ia noticia de Ia perdida de Rodas, miro ai suelo,
no dijo una palabra y suspiro profundamente. 1H El peligro de Hungria advertia
de mucho. Temió por Itália y por Roma. Todo su empeno se centraba en con-
seguir, si no una paz inmcdiata, por Io menes un armistício por três anos, para
entretanto llevar a cabo una campana general contra los turcos.
También estaba dispuesto a tomar en consideración Ias rcclamaciones de
los alemanes. Nadie pudo habersc expresado con mayor rigor contra los abusos
que reinaban en Ia organización eclesiástica. "Sabemos —dice en su 'instruc-
ción' ai núncio Chieregato, enviado por él a Ia Dieta— que desde hace tiempo
han ocurrido muchas indignidades en Ia Santa Sede: abusos en matéria espi-
ritual, excesos de poder: todo se ha convertido cn maldad. Desde Ia cabeza ei
mal se ha corrido a los miembros; desde ei Papa a los prelados; todos nos hemos
desviado y no hay nadie que haya hecho cl bien, ni uno solo." Y prometia
cumplir como un bucn Papa: favorecer a los virtuosos y a los capaces, acabar
con los abusos, si no de una vez, si poço a poço; despertaba Ia esperan/a de una
reforma tantas veces pedida de Ia cabeza a los pies. 19
Pero no es tan fácil hacer retornar ei mundo a los carriles. Por muy grande
15 A Florindo Ocm Hyngaerdcn: Vitoria 15 cie Fcbr., 1522, cn Bnrmann, p. 398.
1" Erasmo dice do él, cn una de sus cartas: libct sclio/astids disciplinis /averct, satit tamen
aequus in 'bonas litcras, Burmann, p. 15. Jovius cuenta eomplacido cuún útil fui, para él, con
Adriano, su faina de sciipíor annafium valdc elcjj.-us, sobre todo porque no era poeta.
17 Gradcnigo. cn Relatioiie, noiubra ai virrey de Nápoles. Cirolamo Negro, cn aiyas Lelícre
di principi, t. i. se ballan algunas cartas bastan'.e interesantes sobre aquella época, dice. p. 109, de
|uan Manuel: Se parti mezo dispcrato.
18 Negro, dei relato dei secretario veneciano, p. 110.
10 ínslrnctio pro te Francisco CliCRp.it", etc, se baila, entre otios, también <n Rcinaldus,
t xr, p. 563.
COMMJCACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 53
que sea Ia buena voluntad de uno solo, no aleanza ni con mucho. El abuso tiene
i.iiccs demasiado profundas y crece con Ia vida misma.
Lejos de que Ia caída de Rodas incitara a los franceses a buscar Ia paz,
pensaron, por ei contrario, que esta perdida proporcionaria ai emperador un
nuevo quehacer y concentraron sus intenciones contra él. No sin que Io supie-
um aquellos cardenales en quienes más confiaba Adriano, estableeieron algunos
lontactos en Sicilia y atacaron Ia islã. El Papa se vió entonces obligado a cele-
brar una alianza con ei emperador, dirigida principalmente contra Francia.
Tampoco a los alemanes se les remediaba mucho con Io que se llamaba
una reforma de Ia cabeza a los pies. Y esta misma reforma era ya muy difícil,
por no decir imposible.
Si ei Papa pretendia invalidar decretos de Ia cúria en los que notaba cier-
lo aire de simonía, tampoco podia hacerlo sin lesionar los derechos bien adqui-
ridos de aquellos cuyos cargos se apoyaban en los decretos y que, por Io general,
habían sido comprados por ellos.
Si intentaba un cambio en matéria de dispensas matrimoniales y trataba
'I' limiar algunos impedimentos, se le hacía ver que Ia disciplina eclesiástica
• 0 podia sino padecer y debilitarse con ello.
Para corregir ei abuso de Ias indulgências, a gusto hubiera restablecido Ias
Mejas penitencias, pero Ia Penitenziaria le hizo observar que, en su intento de
j;.ni,ir a Alemania, corria ei riesgo de perder a Itália. 20
Como vemos, a cada paso que daba se veia rodeado de mil dificultades.
A esto se anade que en Roma se encontraba en un ambiente extrano, que
imposible dominar por Io mismo que no Io conocía ni comprendía sus
impii! os internos. Había sido recibido con alegria: se contaba que iba a repar-
U r unos 5,000 benefícios vacantes y todo ei mundo esperaba algo. Pero jamás
• ) Papa escatimó más en esta matéria. Adriano queria saber a quién confiaba
• I puesto y administro ei negocio con Ia mayor escrupulosidad, 21 defraudando
•itKlias esperanzas. El primer decreto de su pontificado consistió en suprimir
B t derechos a dignidades eclesiásticas que habían sido concedidos y hasta retiro
• f g o s ya atribuídos. Es natural que ai publicarse en Roma ei decreto se hiciera
• n muchos enemigos. Hasta su llegada se había gozado en Ia corte de una cierta
lil» ii.ul de palabra y de escritura que él no estaba dispuesto a tolerar. 22 Dada
• rxhausta situación de Ia caja pontifícia y. Ias necesidades crecientes, se vió
^Higado a estableccr algunos nuevos impuestos, Io cual se considero intolerable
• f l ti, que tan poço gastaba. Todo ei mundo estaba descontento. Se dió cuenta
V i io no dejó de influir en él. Empezó a desconfiar un poço más de los
• u k m n s ; los dos holandeses, a quienes permitia asomarse a los asuntos, Enke-
r
\ ü<> 1". Sarpi, Historia dei concilio Tridcntino, cd. de 1629; cn ei primer libro encontramos
&IH11 cxposición excelente de Ia situación. tomada de un diário de Cliicrcgato.
'.'l Ortiz, Itiricrarium, cap. xxvm, cap. xxxix, muy fidedigno, dice: ciim provisiones et alia
modi testis ociilatus inspcxcrini.
M I.cttere di Negro. "Capitolo dei Berni":
i.' quando un segue il libero costume
Di tfogani scrjiciido e di cantara,
Lo rninaccia di /ar buttare in tiume.
54 INTRODUCCIÓN
t que no le gustaba: purche ío stato di Müano restasse ai duca, a/ quaJe etíetto si erano /arte tutte
glicrre d'ltalia.
8T "M. Giberto datario a Don Michele di Silva". Letfere di principi, i, 197 b.
56 INTRODUCCIÓN
D c todas Ias empresas políticas quizás sea Ia más difícil Ia de abandonar una
línea seguida hasta cl momento y hacer ineficaces êxitos en cuyo logro se ha
tomado parte.
Esta actitud importaba mucho. Los italianos se daban ttiity bien cuenta de
que se trataba de una euestión con trascendencia de siglos. En Ia nación había
cuajndo un gran sentimiento común. Creo que influyó cn ello sobremanera Ia
educación artística y literária, cn Ia que Itália se adclantaba tanto a Ias demás
naciones. También Ia política y Ia ambición de los cspanolcs se hacían inso-
portables tanto para los dirigentes como para ei común dei pueblo. Con mezcla
de desprecio y cólera se miraba a estos extranjeros semi bárbaros, duefios dei
país. Todavia Ias cosas estaban cn un punto twie podia permitir ei desentenderse
de cllos. Pero no había que perder de vista que. de no oponerse con todas Ias
fuerzas dc Ia nación, Ia derrota supondría Ia perdición para siempre.
Me gustaría trazar Ia descripeión completa de los acontecimientos de este
período, dc Ia lucha entera dc Ias fuerzas soliviantadas. Pero tengo que conten-
tarme con destacar los momentos más importantes.
Se comenzó cn 1525, y parecia cosa bien pensada, con un intento de
atraerse ai mejor general dei emperador, que se hallaba muy descontento. N o
se podia esperar cosa mejor que arrebatar ai emperador, con su general, ei ejér-
cito que le servia para dominar a Itália. No se quedaron cortos en promesas,
entre Ias que no falto Ia de una corona. Pero se había cakuhào ma] y ]a fina
astucia, tan segura de si misma, fracasó de modo rotundo ai tropezar con una
matéria ruda. El general, Pescara, era italiano de nacimiento pero de sangre
espanola, no hablaba más que espafiol ni tampoco queria ser otra cosa; no había
participado de Ia cultura italiana, sino que toda su formación se Ia debía a los
libros de caballería espanoles, que no respiraban más que lealtad y fidelidad.
Por naturaleza se oponía a una empresa nacional italiana. 28 Apenas se le bizo
Ia propuesta se Ia mostro a sus camaradas y ai emperador, y ei intento sirvió
tan solo para que Fernando de Pescara inquiriese entre los italianos e inutili-
zase todos sus planes. ,
Por esto mismo —pues Ia confianza mutua se batia quebrantado de ma-
ncra definitiva—, se hizo inevitable una lucha decisiva con ei emperador.
Por fin cn ei verano de 1526 vemos a los italianos poner sus propias fuer-
zas a Ia obra. Los milaneses se han levantado contra los imperiales y un ejército
veneciano y otro pontifício corren en su ayuda. Se tiene. Ia promesa de un auxi-
lio suizo y se está en inteligência con Francia e Irjglatcrra. "Esta vez •—dice ei
confiado ministro de Clemente VII, Gilberto— no está en juego una pequena
venganza, un puntillo de honra o una ciudad; esta guerra decide Ja libertad o
Ia eterna osclavitud de Itália." No duda dcl êxito. "Las generaciones venideras
tendrán envidia de no haber vivido en nuestro tiempo y no haber podido par-
is Vctlori dice dc él Ias pcores (fitas! Era snpcrbo olfre Riojo, invidioso, ingrato, avaro,
venenoso e crudcle. senza religione, senta Immaiiità, nato próprio per dislruggcre 1'Italia. También
Moione dijo cn una ocasión a Gmcciardini que no existia liombrc más infiel y maligno que
Pescara (llist. ti'Itália, xvi, 476), pero sin embargo le hino hs proposicionet No cito estos inícios
como ciertos: tan solo dcmucstraii que Pescara no manifesto bacia los italianos sino hostilidad
r ódio.
COMPLICACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 57
ticipar en una dicha tan grande." Espera que no sea necesaria Ia ayuda de los
príncipes y los soldados extranjeros. "Solo para nosotros será Ia gloria y ei fruto
tanto más dulce." so
Con estos pensarnientos y esperanzas emprcndió demente Ia guerra con-
tra los espanoles. 3 " Fué su idea más osada y grandiosa, peto también Ia más
desdichada y catastrófica.
Los asuntos dei Estado y los de Ia Iglesia se hallaban mczclados incxtri-
cublemente. El Papa parecia descuidar por completo Ia cuestión alemana. Y esta
fué una de Ias primcras repercusiones.
En ei momento en que Ias tropas de Clemente VII se adentraron por Ia
Itália superior en julio de 1526, se reunia Ia Dieta en Espira para adoptar una
rcsolución definitiva sobre los abusos eclesiásticos. No era muy natural que ai
wrtido imperial, a Fernando de Áustria, que representaba ai emperador, le
mportara mucho sostener ei poder papal arriba de los Alpes cuando abajo era
atacado peligrosamente por los ejércitos dei Papa. No olvidemos que ei mismo
Fernando tenía sus ojos puestos en Milán. Por mucho que se hubiera pregona-
do antes, 31 solo Ia guerra abierta con ei Papa hizo que desaparecieran todas
Ias consideraciones que se pudieran tener por él. Jamás Ias ciudadcs se cxpre-
faron con mayor libertad ni los príncipes instaron con maycr vigor a que se
tomara una resolución; se presentó Ia proposición de quemar los libros en que
te contenían los nuevos princípios y de tomar como regia única Ia Bíblia; pcro
HO se Ilegó a un acuerdo. Fernando dirigió una comunicación a l:i Dieta cn
cuya vírtud se dejaba a Ia libre disposición de los estamentos ei comportarse
Cn matéria de religión tal y como cada uno pudiera responder ante Dios y ei
imperador, es decir, según su albedrío. Comunicación en Ia que ei Papa no es
nombrado ni una sola vez y que puede ser considerada turno cl cc.micnzo
«í<• Ia verdadera Reforma, como Ia instirución de una nticv.i iglesia en AJe-
munia. En Sajonia, en Hcsse y los países vecinos se llegó a dar este paso sin
gran vacilación. La existência legal dei partido protestante se basa sobre todo
en cl acuerdo de Espii» dei afio 1526.
May que reconecer que este estado de ânimo de Alemania fué también
decisivo para Itália. Faltaba mucho para que todos los italianos cstuvieran entu-
liusmados con Ia obra común y para que estuvíeran unidos tan siquiera los
«pie tomaban parte cn ella. El Papa, tan espiritual y tan italiano de sentimien-
|os, no era hombre para ser arrebatado por Una causa, como exigia Ia situación.
Su sagacidad pareció perjudicarle a veces. Sabia, más de Io que era conveniente,
que era ei más débil, y todos los peligros se anunciaban a su ânimo y le con-
lundían. Existen unas dotes inventivas cn Ia vida práctica que captan Io sen-
cillo en los asuntos intrincados y se deciden con seguridad por Io hacedero v
•mveniente. Estas dotes le faltaban. 3a En los momentos más decisivos se le veia
irisionero. Se puede afirmar que con esta gran victoria se estableció de manera
ndiscutible ei predomínio de Espafia en Itália.
Un nuevo ataque de los franceses, muy prometedor en sus comienzos,
!r»casó tan por completo que se dispusieron a renunciar a todas sus pretensio-
ttt sobre Itália.
No menos importante fué otro acontecimiento. Todavia no había sido con-
BUistada Roma, pero basto que se viera ei camino emprendido en su dirección
por ei condestable de Borbón, para que en Florencia los enemigos de los Medi-
ei» se aprovecharan de Ia confusión dei momento y arrojaran de nuevo a Ia
l.imilia dei Papa. Casi le dolió más a Clemente Ia perdida de su ciudad que
I
I de Roma. Con asombro se observo que volvia a reanudar relaciones con los
nperiales después de tan duros agravios. Se avino a esto porque veia en los es-
íftoles ei único médio de hacer volver a Florencia a sus familiares y partidários.
0 pareció más tolerable soportar ei predomínio dei emperador que ei triunfo
• los rebeldes. Cuanto peor les iba a los franceses, tanto más se acercaba a los
ipanoles, y cuando aquéllos fueron totalmente derrotados celebro con estos ei
cuerdo de Barcelona. Cambio de tal modo su política que se sirvió dei mismo
Jército que había conquistado a Roma y le había tenido sitiado tan largo tiempo
tra rescatar su ciudad paterna.
Carlos V era más poderoso en Itália que cualquiera otro emperador desde
||Mila muchos siglos. La corona que recibió en Bolonia volvia a cobrar su plena
Wgnificación. Milán le obedecia no menos que Nápoles y, por ei hecho de haber
•Mtablecido a los Médicis en Florencia, pudo ejercer influencia sobre Ia Toscana
Uurante toda su vida; el resto se alio con él o se le sometió. Tuvo reducida a
lllulia de una punta a otra con Ias fuerzas conjuntas de Espafia y Alemania,
Mon sus armas victoriosas y con sus prerrogativas de emperador.
I
cfta. En su viaje a Alemania, en el ano de 1530, algunos miembros de Ia
ria que le acompanaban, y especialmente el legado, cardenal Campeggi, pla-
uron unos proyectos atrevidos y muy peligrosos para Alemania.
Existe una comunicación dei legado ai emperador, en tiempos de Ia Dieta
Augsburgo, en que pone de manifiesto aquéllos planes. En honor a Ia ver-
d, y aunque a desgana, diré algunas palabras.
El cardenal Campeggi no se contentaba con lamentarse de los desordenes
Igiosos sino que se fijaba especialmente en Ias consecuencias políticas, en
mo Ia nobleza había decaído con Ia Reforma en Ias ciudades, como los prín-
60 INTRODUCCIÓN
gran parte de Io que dice Sarpi: El embajador Soriano dice: Avcnda fatto credere a Clemente che
c/a S. Kí. Chma. dipendessero que/li Sti. principalissimi e capi delia /attione luterana —si che almeno
si fuggisse il concilio—. Y solo esto me atrevo a afirmar.
«a En Ia instrueción a sus enviados a Francia, de agosto de 1532 (Roínmcl, l/rkundcnbuch
61) st excusa de dass wir nit furtzugen, den Koenig in sêmen Erb/andcn anzugrei/cn.
*• Jovius, Historiae suí temporís, lib. xxxn, p. 129; Paruta, Stoiia Venez., p. 389.
<4 Relatione dei claríssimo M. Marino Giustinian eí Kr. Venuto iambasciator ai christianissimo
re di Francia dei 1535 (Archivio Venez.). Francesco tece I'abocçamento di iMarsilia con Clemente,
nel qual vedendo loro che Cesare stava fernio —conchiusero il movimento dclle armi in Gcrmania
sotto pretesto di voler metter il duca di Virtenberg in casa: nel quale se íddio non avesse posto
Ia mano con il mczzo di Cesait, il quale ali' improviso e con gran ptestezza senza saputa dei Xmo.
con Ia retitution dei ducato di Virtenberg íece Ia pace, tutte queí/e gentí ven/vano in Itália sotto
il favor secreto di Clemente. Crco que encontraremos algún dia datos más exactos sobre esto. En
Ia obra de Soriano liaílamos aún Io siguiente: Di tutli li desideiii (dei ic) s'accommoàò Clemente
con p.irule t:ili che Io facevano credere, S. S. esser disposta in tntto alie sue voglie, senza pero /ar
provÍMone ali una '" scriítnra. No se puede negar que se trataba de una empresa italiana. El Papa
pretendia kibirla rccuazaáo, non averc bisogno di moto in Itália. F,\ ICT 1c había liicho que se
ínantuviesc tranqüilo: trin le ni.ini actorte ncllc maniche. Probablenicnte afirniahan los franceses
Io que ntcatwn U«i italiano!! <!e mnilo que ei embajador en Francia resulta más positivo que cl
embajador ui Roma. Pero aunque cl Pipa dijera que no necesitaba ningún niovimicnto en Itália,
\emos ni.li! poro cxiluvc esta afirmación un imniimtnro en Alcinania.
COMPLICACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 65
non trovarJo alieno delia pace —non si precipiti a dare aH'imperatore causa di nuova rottura, I
/a quaie Zeveria in perpeíuo ogni speranza di pace: oftre che ai certo metteria. S. Sà. a íaoco et a 1
tota/e eccidio tutto ii suo stato. (Letfere di diversi autori Venetia, 1556, p. 39.)
50
Soriano: L'imperatore non cessava di sollecitar il concilio.—S. M. Clirístma. dimandò che 1
da S. Sà. ii íussino osservate le promesse essendo ie condifioni postre ira /oro. Pcrc/o S. Sà. si I
pose a grandíssimo pensiero, e íu questo do/ore et a/fanno che Io condusse alia morte. II do/or fu I
aceresciuto da/ie pazzie dei Cardinal de Mediei, il quale allora piu che mai intendeva a rinuiitiare I
il capello per Ia concurrenza alie cose di Fiorenza.
OOMPLICACIONES POLÍTICAS. LA RBFORMA 67
pensaban sus amigos en aquellos hermosos dias que habían gozado con él en ei
Chiaja y en ei Pcsüippo, allí, cerca de Nápoles "donde Ia naturaleza se com-
place y sonríe en su magnificência". Valdés era un caracter dulce y afable, con
nervio espiritual. "Una parte de su alma —decían de él sus amigos— bastaba
para animar su débil y magro cuerpo; y Ia mayor parte de ella, aquella su inte-
ligência límpida, Ia empleaba siempre en Ia contemplación de Ia verdad."
Gozo de extraordinária influencia entre Ia nobleza y los doctos de Ná-
poles y también Ias mujeres participaron vivamente en este movimiento religio-
so y espiritual.
Nos enccntramos también con Vittoria Colonna. A Ia mucrte de su esposo
Pescara se entrego por completo ai estúdio. En sus poesias Io mismo que en sus
cartas encontramos una moral autêntica, una religión sincera. Cuán bellamente
consuela a una amiga sobre Ia muerte de su hermano, "cuyo espíritu apacible
encontro Ia verdadera paz eterna: no tiene que lamentarse, pues ahora puede
hablar con él sin que su ausência, como otras veces, le impida ser escuchada poi
él".7 Poole y Contarini se encontraban entre sus amigos de confianza. No puedo
creer que se sometiera a Ia práctica de ejercicios espirituales de estilo monacal.
Con ingenuidad nos dice de ella Aretino: "Su idea no es que Io importante
consista en no abrir los lábios, en cerrar los ojos y en vestir ropas ásperas, sino
en Ia pureza dei alma."
También Ia casa de los Colonna, propiamente Ia casa de Vespasiano,
duque de Palliano, y de su esposa Julia Gonzaga, que pasaba por ser Ia mujer
más bella de Itália, simpatizaba con este movimiento. Un libro de Valdés estaba
dedicado a Julia.
Pero también en Ia clase media Ia doctrina tuvo gran resonancia. La noti-
cia de Ia Inquisición se nos antoja un peco exagerada, cuando nos dice que se
adherían a aquélla três mil maestros de escuela. Pero, aun rebajando, jcuán
grande no debió ser su influencia sobre Ia juventud y ei puçblo!
Y no debió ser menor Ia aceptación que obtuso en Módena. El obispo Mo-
rone, muy amigo de Poole y Contarini, estaba a su favor/per su recomendación
expresa se imprimió ei librito Del beneficio de Cristo y fué repartido en nume-
rosos ejemplares. Su capellán, don Girolamo da Módena, era ei presidente de
una academia en que prevalecían los mismos princípios.8 '
De tiempo en tiempo se ha solido hablar de los protestantes en Itália y
hemos citado algunos nombres que suelcn aparecer en esta circunstancia. Cier-
tamente que en estes hombres habían echado raieis algunas de Ias opiniones
que llegaron a imperar en Alemania. Trataban de fundar su doctrina en ei tes-
timonio de Ia Escritura y en Ia euestión de Ia justificación andaban muy cerca
1638 y fui reimpresa hacc unos anos por Ia Rc/igious tracts Socicty. Pero no ha sido decidida Ia
euestión liligiosa sobre su autor, tnquirc not oi lhe aiithor, reza ei prefacio, lie is unknown. Lo
mismo que entonces, también ahora se destino ei librito a Ia cdificación imncdiata.
1 Letlcte rolgari, i, 92. Letterc di divc/si autoii, p. 604. Sobre todo Ia priwcra cs una
colección muy útil.
8 En Schclhorn, Amoeniratr. liíerar, t. xn, p. 564, se hallan reproducidos los articu/i contra
Moronum, editados por Vcrgerio cn ei ano 1558, en los que tampoco faltan aqucllas acusaciones.
He tomado Ia información más exacta dei compêndio de los inquisidores.
A S O M O S DE P R O T E S T A N T I S M O E N ITÁLIA 73
«Ir Ia concepción luterana. Pero no podemos decir que sostuvieran esta concep-
lión en todos los dcmás campos, porque ei sentimiento de unidad de Ia Iglesia
cru demasiado profundo, tenían muy metida en su alma Ia veneración por ei
l-Papado y muchos usos católicos coincidían demasiado ccn Ia manera de ser
jwiional para poder apartarse de eJJos facilmente.
Flaminio concibió una explicación de los salmos cuyo contenido dogmáti-
I co ha sido aprobado por escritores protestantes, pero también este autor se trai-
Iclona en Ia dedicatória, en Ia que denomina ai Papa "guardián y príncipe de
Ioda santidad, lugarteniente de Dios en Ia tierra".
Giovan Battista Folengo atribuye Ia justificación unicamente a Ia gracia
y hasta habla dei provecho de los pecados, Io que no está muy lejos dei efecto
Hpcivo atribuible a Ias buenas obras. Con vehemencia disputa contra Ia con-
iian/a cn los ayunos, frecuentes oraciones. misa y confesión, y hasta en ei
iiuicrdocio mismo, en Ia tonsura y mitra. 0 Sin embargo, murió tranqüilamente
• los sesenta anos de cdad en ei mismo convento de benedictinos en que había
fcgrcsado a los dieciséis.10
Cosa no muv diferente ocune con Bernaròino Ochino. Scgún sus palabras,
lesde un principio fué su profundo anhelo "llcgar ai paraíso que se gana por
U gracia de Dios", lo que lc llevó a ingresar en Ia orden franciscana. Su ceio
|ra tan fucrte que pronto se entrego a Ias rigurosas disciplinas de los capuchi-
En ei capítulo terecro, y luego en ei cuarto de esta orden, fué elegido
li In i.il, cargo que ejerció a satisfacción de los padres y hermanos. Sicndo su
uda tan rigurosa —ibà siempre dcscalzo, dormia sobre los hábitos, nunca behió
Mim, aconsejaba ei voto de Ia pobreza como ei médio mejor de alcanzar Ia per-
hii'ión— se fué convenciendo cada vez más dei principio de justificación por
gracia, principio que propago con vehemencia en ei confesonario y en ei
lÚlpito. "Le abri mi corazón —dice Bembo— como lo haría delantc de Cristo
M iiií como si nunca hubicra estado cn presencia de un hombre más santo." A
||l sermones afluían de otras ciudades, Ias iglcsias resultaban pequenas y
Bpdos, sábios e ignorantes, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. se aplacaban
• p n sus palabras. Su hábito áspero, su larga barba que lc llcgaba hasta ei p?cho,
H M cabellcs grises, su pálido rostro enjuto y Ia debilidad producida por sus ayu-
k i i . olislinados le daban figura de santo. 11
j Pero hubo una íínca dentro dei catolicismo que no fuc alcanzada por Ias
Hiicvas opiniones. En Itália no se cntabló Ia lucha con cl sacerdócio ni cl mo-
Bpcato y se estaba muy lejos de atacar ei primado dei Papa. Per ejemplo, jcómo
• l i Poole podría llcgar a tal punto si precisamente había huido de Inglaterra
T | l i i "<) verse obligado a venerar en ei rey ai jefe de Ia Iglesia inglesa? Con
1 Itloncl Vida, discípulo de Vergcrio, opinaban que "en Ia Iglesia cristiana cada
|n<> tienc su oficio: cl obispo Ia cura de almas de sus diocesanos, a quienes
I
rte que guardar dcl mundo y dcl demônio; ei metropolitano tienc que cuidar
• Ad Psaím. 67, f. 246. Se encuentia un cxlracto de estas cxplicacioncs cn Ccrdcsíus, flaí/a
ItiBla, pp. 257-261.
i' Thiuini /fistorâe ad a. 1559. i. 473.
1 Bovcrio, Annaíi di /rali minori Cjpuccini, i, 375. Craliani, Vfc de Cnnimeiidone. p. 143.
74 COMIENZOS DE REGENERACION
ligo Fregoso, arzobispo de Salerno; casi todos, como vemos, miembros dei ora-
tório dei amor divino, y vários orientados por aquella tendência religiosa que
propendia ai protestantismo. 15
Estos fueron los cardenales que prepararon un proyecto de reforma ecle-
siástica por orden dei Papa. Fué conocido por los protestantes, que más bien
Io tomaron a mofa. En efecto, ellos habían ido un poço más lejos, pero no se
bucde negar que para Ia Iglesia católica revestia una importância extraordinária
|uc desde Roma misma se atacara ei mal que un Papa achacaba a otros, como
I ilicc en ei preâmbulo: "que con frecuencia escogieron servidores no para
(prender de ellos cuál era su deber, sino para que les declararan lícito Io que
ecían", y que semejante abuso dei supremo poder se consideraba como Ia
Mente más abundante de perdición. 18 Pero no paro aqui Ia cosa. Se conservan
unos opúsculos de Gaspar Contarini en que combate encarnizadamente sobre
o aquellos abusos que aportaban ganâncias a Ia cúria. El uso de Ias com-
iciones, es decir, Ia concesión de gracias espirituales mediante dinero, Io
Iara simoníaco y digno de ser considerado como una espécie de herejía. Se
sideró improcedente que se hicieran reproches a Papas anteriores. "^Por qué
hemos de preocupar tanto dei nombre de três o cuatro Papas y no más bien
mejorar Io que está corrompido, y ganarnos así buena fama? Seria demasiado
ir que se defendieran todos los actos de todos los Papas." Ataca vigorosa-
ntc ei abuso de Ias dispensas. Considera idolátrico afirmar, como solía hacer-
(|ue cl Papa no debe seguir ocra norma que su voJuntad en ei establecimiento
en Ia derogación dei derecho positivo. Vale Ia pena que le escuchemos en este
nio. "La Ley de Cristo es una ley de libertad y prohibe esa tan grosera serví-
mbre que los luteranos han comparado a Ia cautividad de Babilônia con mu-
razón. ^Pero es que puede llamarse propiamente gobierno aquel cuya regia
In voluntad de un hombre, voluntad que por naturaleza es propensa ai mal y
ivida de infinitas pasiones? jNo, todo dominio es un domínio de Ia razón!
fin es asegurar Ia felicidad de aquellos que le están sometidos, ofreciéndole
médios adecuados para sus fines. También Ia autoridad dei Papa es un do-
nio de ia razón: Dios 5a ba atribuído a San Pedro y sus sucesores para que
duzean a Ia vida eterna a los rebanos confiados a su cuidado. U n Papa debe
r que ejerce ese dominio sobre hombres libres, y no tiene que mandar,
hibir o dispensar a su libre arbítrio, sino según Ia regia de Ia razón, de los
«ndamientos divinos y dei amor: una regia que todo Io refiere a Dios y ai
•jor bien común. Porque no es Ia arbitrariedad Ia que establece Ias leyes
itivas. Estas se dan cuando se acomodan ei derecho natural y los manda-
rmos divinos a Ias circunstancias y solo a tenor de estas normas y Ias exigen-
R inexcusables de Ias cosas pueden ser modificadas." "Su Santidad —exclama
tiy,icndose a Paulo III— se cuide de no apartarse de esta regia. No te orientes
I» Vita Reginaldi Poli, cn Ia edición de Ias cartas de este por Quirini, t. I, p. 12. "Florebclli
ft Vita Jacobi Sadoleti commcntarius", en Epp. Sadofeti CoJ. 1590, vol. 3.
85 "Polus Contareno. Capranicae 17. Maji 1541". Epp. Poli, t. m, p. 25. Tambiín son inte»
icsantes Ias cartas de aquel obispo de Aquila, en Rainaldus, 1541, núms. 11 y 12. Se creía que si
solo se pudiera llegar à iun acuerdo en cuanto a Ia comuníón, todo Io demâs se arreglaría facilmente.
Id unuin est quod omnibus spem maximam facit, assertio Caesaris se nuílo pacto nisi rebus bene
composit/s discessurum, atque etiam quod omnia scitu consiiiisque revmi. legati in colloquio a nostrii
theologis tractantur ei disputantur.
S« Corpus Rei., tv, p. 397. Lutero a Juan Federico en Ia colección de Wette, v, 353, 377.
ST Me parece injustificable que Quirini no comunicara por completo Ia carta de Priuli, que
tuvo en sus manos, sobre estas circunstancias.
INTENTO DE REFORMA INTERIOR 83
Pero, por muy fuerte que fuera esta oposición teológica, no era Ia única
nl quizá Ia más influyente. Surgió otra dei lado político.
Una reconciliación como Ja proyectada dotaria a Alemania de una gran
Unidad y de un poder extraordinário ai emperador que se pudiera servir de
illii."8 En ei caso que se celebrara un concilio, ganaría en toda Europa un pres-
H^O incomparable como jefe dei partido moderado. Como es natural, se alzaron
II cnemistades habituales.
Francisco I se sintió amenazado de manera directa y no descuido sabotear
unidad buscada. Se lamento vivamente de Ias concesiones hechas por ei
|ndo en Ratisbona.39 "Su conducta desarma a los buenos y aumenta ei atre-
licnto de los maios; a fuerza de hacer concesiones ai emperador, se va a llegar
lejos que no haya manera de arreglar ei asunto. Se hubiera hecho bien en
Jchar eJ consejo de los príncipes." Aparentaba que el Papa y ia Iglesia
Kuhan en peligro. Y prometió defenderlos poniendo en juego su propia vida
[todas Ias fuerzas dei pais.
Por otra parte, se desperto en Roma un receio diferente dei que provenía
Ias preocupaciones en matéria de fe. Se observo que ai abrir ei emperador Ias
liones de Ia Dieta, en el momento en que anuncio Ia celebración de un concilio
lieral, no anadió que era el Papa a quien incumbia su convocatória. Se creía
Icontrar indícios de que el emperador se arrogaba para si este derecho. En los
•Culos de aquel acuerdo celebrado con Clemente VII en Barcelona, se trope-
con un pasaje que parecia orientado en esa dirección. Y ino decían de
ltinuo los protestantes que era ai emperador a quien correspondia convocar
| concilio? Al emperador no le era muy difícil hacerles concesiones cuando su
Intiija coincidia con Ia doctrina de ellos de medo tan patente.40 Esto encerraba
l Migro mayor de una escisión.
Entretanto los ânimos empezaron a agitarse también en Alemania. Gius-
jlínni asegura que el poder que el landgrave había adquirido a] colocarse a I
peza dei partido protestante desperto en otros Ia idea de lograr algo parecido
locándose ai frente dei partido católico. Un concurrente a Ia Dieta nos infor-
que los duques de Baviera eran enemigos de todo arreglo. También estaba
contra el príncipe elector de Maguncia. En una carta personal ai Papa, le
íía cn guardiã contra un concilio nacional y contra cualquier clase de con-
*" Sicmpre existió un partido imperial que defendió esta tendência. Y en ello reside, entre
ii cosas, todo el secreto de Ias negociadores emprendidas por el arzobispo de Lunden. Este
Ma liccho ai emperador Ia siguiente indicación: che se S. M. volesse tolerare che i Lutherani
««em ncJ/i ioro errori, disponeva a modo e voíer suo di tutta /a Germania. Instruzione di
ffa III a Montepu/ciano, 1539. También ahora deseaba el emperador Ia tolerância.
19 Habló sobre cl particular con el núncio pontifício en su corte: "II Cl. di Mantova ai Cl.
Mitini", cn Quirini, m, ccLXXVin: Loces 17 Maggio 1541. S. Ma. Chma. diveniva ogni di
urdcnre nel/e cose delia chiesa, le quali era risoluto di voíer difendere e sostenere con tutte le
N me e con Ia vita sua e de'figliuoli, giurandomi che da questo ii moveva principalmente a
i questo ollicio. Granvella, por el contrario, tenla otras informaciones: m'aí/ermò, dice Contarini
mm carta a Farnesio, ibidem, CCLV, con giuramento havere in mano lettere dei re christmo., il
$h tciive a questi principi protestanti che non si accordino in alcun modo e che lui aveva voluto
|K 1'opinioni /oro le quaíi non spiacevano. Según estas informaciones, Francisco I habria intri-
i en ambos bandos contra Ia reconciliación.
«» "Ardinghello al nome dei Cl. Farnese ai Cl. Contarini 29 Maggio 1541".
84 COMIENZOS DE RECENERAClÓN
r
^ • o divino podia obligar a Ia conciencia costumbre alguna; 5 2 pero querían
tregarse ai oficio clerical, Ia predicación, Ia administración de los sacramentos,
Cuidado de los enfermos.
Entonces se volvió a ver en Itália algo que ya no era acostumbrado: sacer-
• w que se presentan en ei púlpito con Ia capucha y Ia cruz. Primero en ei
Itorio y luego, a menudo, en misiones callejeras. Caraffa mismo predico con
|uclla elocuencia caudalosa que no le abandono nunca. En su mayoría gentes
I Ia noblcza que conocían los goces dei mundo, él y sus compafieros comen-
H>n a visitar los enfermos en las casas y en los hospitales y a asistir a los mo-
Kindos.
Restauración de los deberes sacerdotales que revistió gran importância. Esta
mVn no se convirtió en un seminário de sacerdotes, pues para eso no fué nunca
llnntc numerosa; pero se constituyó en u n seminário de obispos. Con ei tiem-
I, se convirtió en una orden aristocrática y, así como desde sus orígenes se ob-
ITVii que los nuevos miembros son de origèn noble, así también se ha solido
taucrir después, en ocasiones, pruebas de nobleza para ser admitido. Se com-
pele que ei plan primitivo de vivir de limosnas, pero sin pedirlas, no era posi-
1 sino en tales condiciones.
"'> De un escrito dcl datario pontifício dei 22 de septiembre de 1524 (Lettere di principi, i,
I), resulta autenticamente que ei Papa se habia negado durante largo tiempo a aceptar Ia renun-
III. n volendo privare queí/e chiese di cosi buon pastore). Solo cedió al fin ante las reiteradas
Mlim de Caraffa.
li Kl acta sobre ello se encuentra en ei commentariiis praevius AA. SS. Aug. n, 24°.
M Regia de los teatinos en Bromato, Vita di Pao/o IV, Lib. nr, J 25. Nessuna consuetiidine,
tin modo di vivere o rito che sia, tanto di queile cose che spettano al culto divino e in quafun-
i>i.ido /.innosi in chiesa, quanto di queile che peí viver commune in casa e fuori da noi si
Hftrio praticare, non permetiamo in veruna maniera che acquisfino vigore di procetto.
COMIENZOS DE * S C H N B * A C I 6 N
11
íL YJSÍ*
sacerdotales con'T" ^ T t S e Í m Í t Ó e s a N * * » de aunar los deberes I
"? monásticos.
los votos
Desde 1521 Ia Itália superior está a?r»t,j
Ia devastación, hambre y enfermedades Zl *". ^ ^ " ^ "AU Y f"
los huérfanos en peligro de perderse c Z l r T ^ ™ 1 ^ ' " n í
l
• t . i„ j „ • J - i P°ral V espiritualmente, relizmente, 1
junto a la desgracia se despierta Ia compa*;,^ n i • /->• i
n/i- • .", •_ i i / i i , x o n - Un senador veneciano, (jirolamo
Miam, recogio los ninos que Ia huida h a uk a 11 , , . , , x j i I
? u • , ia nevado hacia Venecia, acogiéndolos 1
en su casa; los anduvo buscando por Ias úia- c u e r id e a lia C1 •áadi i s m • i
mucho caso de Ias protestas de su cufiada vl l J , ° " » V ^ 7 I
„„„„ . , , . i , . ' endio la plata v la tapicena de la I
casa para proporcionar a los ninos habita™/ n •i ' •i
o~„ » „ c A J J- J • •• ° Y vestido, comida v ensenanza. I
roço a poço tue dedicando a esta mision r(V i„ ' . .» ,'.«• ' ,•
~,k. »«J~ ~ D - _ ei L i r i u a a su actividad. l u v o un gran êxito, 1
sobre tcdo en Bergamo. El hospital fundadoMO r, ,i r i J i
i/ , . » , , r por él fué tan socorrido, que esto le I
dio animo de extender su obra a otras vritiA ,u , , r . ,
i.,.,,», i x, „ . _ uades v asi tueron surgiendo otros 1
hospitalesen
r Verona, Brescia, Ferrara, Ckim,. mo .,..,•' n - r " t> -n- I
, > Milán, Pavía, Gênova. Por ultimo, I
íngreso con unos amigos en una congrega,,;*,,n n .* • i
, , 1 1 1 1 • ue ° ° que se llamo Somarca, organizada
segun ei modelo de los teatinos, v Q ao*,,,, ,^ , , . , o ? I JJI
° ., , , ., - , i i , s r u Paba elencos reeulares. Su hnahdad 1
esencial era Ia educacion. Iodos los hr™;. us , i • ,. • i_-
., , 1r„ Pttales que n administraba reabieron I
una organización comun. "'
Lo misrno que cualquier otra ciudad lMv l -l , , ., , , ,
, ^ i r ' lan conoeió todos los desastres que
acompanan a la guerra en los trecuentes sit.„ s . T
r • i •J J J i c s i i i J ° V conquistas por unos y otros. La I
hnalidad de los fundadores de la orden aj e, , ' . " T i , T • E • .1
» , . . , . , . , , los barnabitas, Zaccana, 1'erran y |
Morigia, tué aminorar estos males y h a c P rr f. i j » .: I
• - ° •• i . i j - • " e n t e a ]a consisuiente descomposi- i
cion mediante la ensenanza, la predicaciór, , , . • ,,° , • -,
, , . .. * , n V ei eiemplo. Una crônica milanesa
nos cuenta con que admiración se seguia *,,,, i „ , , ,i
.„ ^ ,. , i , " o r ias calles a estos sacerdotes, vestidos I
con sencillez, con su birrete redondo, la f.dQDi e . . . . , . . i
_j „. . ., , o A za inclinada, v de pareia íuvcntud
todos. Vivian en comunidad en San A»v,k„ UDrn . ' ., ' ., ,
, T i . T n i/ sio. Los protegió especialmente Ia
condesa Lodovica I orella, que vendió su 1n e1Br ,„ . A S^ i j„l
, ,. , , ?. ~. . . . . e n c i a paterna, (Juastalla, empleando
ei dinero en buenas obras."4 lambien lc» u_ ^. , , • >, 1
, D
* arndbitas adoptaron r Ia rtorma de clé-
rigos regulares. /
Pero por mucho que hicieran estas cm, i i i
... ., r , , r. ^, , , , ^"ngresaciones dentro de su campo, la
limitacion dei hn, en ei caso de los bah>~ví na i i- • - j i j--JÍ
. i i . bitas, o la limitacion de los médios
impuesta
r por Ia naturaleza de Ias cosas, C nmm „ , , i .. • j'„_
., , , , r. i • ° en ei caso de los teatinos, impedian
una acción de largo alcance. Son admiraW«» .- —•_ • J i
., , ° . , «oies porque su espontâneo naeimientti
es expresion d e una hierte tendência Hq ueP -: .* . K. . - r . , •i .1
. Y ,. ... sirvió infinitamente para ei restablecH
miento dei catolicismo, pero eran menesteP rr „ , S j u „ r J
, , •. i , °txas fuerzas para r poder hacer frenta
a Ia marcha atrevida dei protestantismo.
Por una via similar, rpero en forma ;„,. , ,. , . ,
„ '"esperada y pecuhansima, se desarro-
llaron estas rfuerzas. l
' r
53 Approbafio socielatis tain ceclesiasficarqm _ . ,
erigendum hospiialia pro subventione pauperum O I K 1 " s e c " , a r i u m pe"onarum, nuper inrtitutae *
mo fin se halla, en algunos silios, vinculado con T a n o r u , n e t inulierum convertitarum (este_ ÚM
de 1540. Buliarium Cocque/ines, iv, 173. Vemos ^ ' P " m e r o ) . Bula de Paulo 111, dcl 5 de )unM
diciembre de 1568, que solo entonces hicieran lcjj; „ l a b u l a d e P , ° V ' fn/nnetum nobis, dei 6 de
5* Crônica de Burigozzo de Custodc: Contin.. 1 ^ l o s miembros deesta congregación *
uac
' ó n de la Stona di Milano, iv, p. 88, de Vetn,
IGNACIO DE LOYOLA 89
4) Ignacio de Loyola
•ntrc Ias sociedades caballerescas dei mundo solo Ia espanola había conservado
figo de su fermento religioso. La guerra con los moros que prosiguió en África
•penas terminada en Ia península, Ia vecindad de los moriscos sojuzgados, con
M que se sostuvo continuamente Ia hostilidad religiosa, Ias campanas aventu-
fft Contra los infieles de Ultramar, mantuvieron este espíritu. Libros como ei
lis de Gemia, llenos de una bravura leal, ingênua y entusiasta, idealizaron
rasgos.
Don Inigo López de Recalde,65 ei hijo menor de Ia casa de los Loyola,
cido en ei solar de sus mayores entre Azpeitia y Azcoitia, en Ia província de
lipúzcoa, de una de Ias famílias más nobles dei país, "parientes mayores" —ei
de ellas solía ser invitado por un escrito especial a prestar acatamiento
[ley—, criado en Ia corte de Fernando ei Católico y en ei séquito dei duque
Najera, estaba animado de ese espíritu. Perseguia Ia gloria de Ia vida caba-
fiica: los bermosos caballos y Ias armas resplandecientes, Ia fama de bravura,
[•venturas de duelos y amores le atraíán como a cualquier otro joven, pero
fcbicn Io religioso se hacía sentir en él vivamente, y canto un romance caballe-
al primero de los apóstoles.66
Probablemente habríamos visto su nombre entre los de otros muchos no-
valientes a los que Carlos V ofrecía oportunidades para destacar, si no hu-
hi sido por una desgracia que le ocurrió en ei ano 1521 en Ia defensa de Pam-
iia contra los franceses, en Ia que fué herido con herida doble en ambas
ias. Aunque era tan resistente que mando abrir dos veces sus heridas, sin
reacción que cerrar ei puno en ei momento de mayor dolor, se curo de
!• manera.
Le gustaban los libros de caballerías, sobre todo ei Amadts, y mientras se
uba se entrego a Ia lectura de Ia vida de Cristo y de algunos santos.
Fantástico por naturaleza, cerrado ei camino de una carrera que le augu-
mayores triunfos, obligado a Ia inactividad y excitado por los padecimien-
| ie encontro en ei estado más extrano dei mundo. Los hechos de San Fran-
i y Santo Domingo, que se le presentan con toda ia gloria de Ia fama religiosa,
•ncitan a Ia imitación, y a medida que los va leyendo se siente con fuerzas
competir con ellos en renunciamiento y rigor.07 De seguro que estas ideas
[dlsiparon ante otras más mundanas. Se imaginaba como había de buscar en Ia
Jiiil a Ia dama de sus pensamientos —no una condesa ni una duquesa, sino
más alto—, con qué palabras bellas y graciosas se dirigiria a ella, como le
»* Asi rezan Ias actas judiciales; ei hecho de que no se sepa como le vino ei nombre de
•lilc no prueba nada contra Ia autenticidad de este nombre. Acra Sanctorum 31. Julii. Com-
jtfanut praevius, p. 410.
I M Maffei, Vita Ignarii.
I W líl acta antiquissima, a Lodovico Consalvo ex ore Sancfi excepta, AA. SS. I. I., p. 634, nos
jlliyc sobre ello de un modo autêntico. Loyola penso una vez: Quid, si ego hoc agerem quod
Wk ftanciscus, quid si hoc b. Dominicus? Y luego: "de muchas cosas vanas que se le ofrecían
íl«t>ta": precisamente aquel honor que pensaba rendir a su dama. "Non era condesa ni duquesa,
' lia tu estado más alto que ninguno destas". Confesión singularmente ingênua.
90 COMIENZOS DE RECENERACION
*0 Maffei, Ribadeneira, Orlandino y todos los demás, liablan de estas tentaciones. Pero ei
MIH iimcnto más autêntico Io constituyen siempre Ias actas que proceden dei mismo Ignacio. Des-
Ipllir su estado, por ejemplo, en ei siguiente pasaje: Cum his cogitationibus agitaretur, fentabafur
lltrpr graviter magno cum impetu ut magno ex foramine quod in cejíu/a erat sese dcjiceiet. Nec
[iriri.il foramen ab eo Joco ubi preces fundebat. Sed cum videret esse peccatum se ípsum oce/dere,
Miiiiui c/amabat: domine, non latiam quod te offendat.
k 01 Una de sus observaciones más originales y personales, cuyo principio atribuye él mismo a
MU* fantasias durante su enfermedad. En Manresa se convirtió para él en certeza. Se encuentra muy
Rrorrollada en los ejercicios espirituales. Aqui encontramos regias dctalladas/ad motus anúnae quos
H/versi excitant spiiitus discernendos, ut boni solum admittantur et pelíantur maJi.
92 COMIENZOS DE REGENERACION
Í 1 «» Scgún Ia más antigua crônica de los jesuítas, Chronicon breve, AA. SS. J, í, p. 525, Ignacio
ptnvo en Paris de 1528 a 1535. Ibi vero non sine magnis molestiis et persecutionibus primo gram-
^•jalicac de integro, (um philosophiae ac demuni theo/ogico síudio sednlam operam navavif.
r
90 Orlandinus, que escribió también una vida de Faber, obra que no vi, nos da en su gran
Historiae societaí/s Jesu, parte i, p. 17,. más detallcs sobre ello que Ribadeneira.
94 COMIENZOS DE REGENERACIÓN
jesuítas fueron más lejos.70 No les basto con renunciar a todo ei indumento
monástico: prescindieron de todos los ejercicios de comunidad que en los con-
ventos absorbían Ia mayor parte dei tiempo y, entre otras cosas, de Ias obligacio-
nes de coro.
De esta suerte pudieron dedicar todo ei tiempo y todas sus fuerzas a los
deberes esenciales. No a uno solo, como los bamabitas —aunque cuidaron tam-
bién de los enfermos, porque esto favorecia su prestigio—, ni tampoco bajo
condiciones limitadoras, como los teatinos, sino con toda su alma. En primer
lugar Ia predkación: cuando se separaron en Vicenza se comptometieron a pre-
dicar ai pueblo preocupándose más de producir impresión que de brillar por su
elocuencia, y esta fué Ia regia que siguieron. En segundo lugar, Ia confesión,
pues con ella se tiene mano para dirigir y dominar Ias conciencias; los ejercicios
espirituales, que les habían agrupado alrededor de Ignacio, ofrecían una gran
ayuda. Finalmente, Ia instrucción de Ia juventud, y para ello quisieron obligarse
por una cláusula especial de sus votos y, si bien esto no tuvo efecto, Io recalcaron
expresamente en Ias regias de Ia Companía. Ante todo les interesaba Ia gene-^
ración joven. En una palabra, renunciaron a todo Io accesorio y se dedicaron
de lleno a los trabajos esenciales, efectivos y prometedores de influencia.
De los empefios fantásticos de Ignacio había salido una obra perfectamente
práctica; de su conversión ascética, una institución calculada con un sentido <
político mundano.
Sus esperanzas fueron más que colmadas. Tenía en sus manos Ia dirección
ilimitada de una Companía que asimiló una gran parte de sus intuiciones y dió.j
cuerpo reflexivo a sus convicciones religiosas, ganadas por él con gênio y por;
accidente; una Companía que no llevó a Ia práctica su plan de cruzada un poccn
vano, pero que emprendió Ias misiones más lejanas y fecundas y, sobre todo,
una Companía que tomo a su cargo Ia cura de almas, que él había recomendado,!
en proporciones que no podia sospechar, y que le prestaba una obediência a Ia!
vez militar y religiosa.
Antes de estudiar Ia rápida acción de Ia Gímpanía debemos explicar una
de Ias más importantes circunstancias que condicionaron !Íu triunfo.
' t "Ardinghello ai Cl. Contarini 15 Giugno 1541", en Quirini, m, CCXLVI: Consideraro che
h concórdia a Chrisriani è suecessa e Ia toíeraníia [Ia cual se había propuesto en Regensburgo,
ip .|M( fué rechazada por ei consistorio de cardenalcs] è illccitissima e damnosa e /a guerra dií/i-
r pcricolosa, —pare a S. S. che si ricorra aí rimedio dei concilio.—Adunquc—S. Beatitudine
i lírlcmiinato di levar via Ia prorogatione delia suspensione dei concilio e di dichiararlo e con-
•lifo quanto piu presto si potrà.
Tü Llcgaron ei 22 de noviembre de 1542.
'" Un recurso propuesto por Thom. Campeggi, Pallavicini, vi, vn, 5. Por lo demás, fui
prelada, desde ei principio, una bula de reforma, pero esta nunca se publico. BuIIa reformationis
l/i popae III concepra non vulgata, primum edidit H. N. Ciausen. Havn. 1829.
98 COMIENZOS DE REGENERACION
con una gran mayoría enfrente. Se acordo poner en ei mismo rango de Ia Sagrada
Escritura a Ia tradición no escrita, surgida de Ia boca de Cristo y transmitida
con Ia asistencia dei Espíritu Santo hasta los últimos tíempos. En cuanto a h
Bíblia, ni siquiera se remitió ai texto original. Se reconoció Ia Vulgata como
traducción autêntica y solo se tuvo en cuenta que había de ser impresa con ei
mayor cuidado en Io futuro.74
Sentadas así Ias bases —no sin razón se dijo que se había andado Ia mitad
dei camino—, se llegó ai principio clave de Ia justificación y Ias doctrinas conexas.
En esta discusión se concentraba ei mayor interés.
No eran poços en ei concilio los que tenían una opinión no muy díspar de
Ia protestante. El arzobispo de Siena, ei obispo de Ia Cava, Giulio Contarini, j
obispo de Belluno y, con ellos, otros cinco teólogos, fundaban Ia justificación i
unicamente en los méritos de Cristo y en Ia fe. La caridad y Ia esperanza eran j
Ias companeras de Ia fe, y Ias obras Ia prueba misma y no otra cosa, pues eíj
fundamento de Ia justificación era unicamente Ia fe.
En un momento en que ei Papa y ei emperador combatían a los protestantes
con tcdo ei poder de Ias armas, {como se podia pensar que un concilio celebrado i
bajo los auspícios de ambos diera acogida ai principio fundamental de donde]
derivaban aquéllos toda su doctrina? En vano pedia Poole que no se rechazaraj
una opinión porque Lutero Ia sostuviera. Los ânimos se enconaron. El obispo I
de Ia Cava y un fraile griego vinieron efectivamente a Ias manos. No era posiblej
que ei concilio entrara ni siquiera a discutir seriamente una expresión tan inequí-
voca de Ia opinión protestante y, por esto, Ias discusiones giraron en torno —loj
que tampoco deja de tener importância— de Ia opinión mediadora que repre^j
sentaron Gaspar Contarini, ya fallecido, y sus amigos.
Presentó esas opiniones ei general de los agustinos, Sepirando, no sin antes
advertir que no sostenía Ias opiniones de Lutero sino Ias de dos de sus más famojj
sos contradictores, por ejemplo, Pflug y Gropper. Suponía/una doble justifica+j
ción:T5 una interna, inherente, por Ia cual dey pecadores nos hacemos hijos dei
Dios, también grada pura y no merecida, que actúa en obras, que se patentizal
en virtudes, pero que no es capaz de llevarnos a Ia gloria de Dios; Ia otra es Ia'
justificación por el mérito de Cristo, atribuída a nosotros, imputada, que suplffl
todas Ias deficiências totalmente y nos hace beatos. Esto era Io que había enseba
fiado Contarini. Dería este que si nos preguntamos sobre cuál de Ias dos justifi-j
caciones debemos apoyamos, sobre Ia que nos inhiere o "sobre Ia que nos es impu
tada por Cristo, el hombre piadoso contesta qué solo podemos confiar en là\
última. Nuestra justificación no es sino primeriza, imperfecta, llena de insufil
ciências; Ia justificación por Cristo es verdadera, perfecta, Ia única grata a los
ojos de Dios y solo pensando en ella se puede creer en una justificación ante É1.71
r
•tntra integro. Pero en 1589 cayó bajo Ia censura dei gran inquisidor de Venecia, Fra Marco
idlui, el cual no se contento con suprimir algunos pasajes, sino que Io transformo según el dogma
pado. Uno se asombra ai encontrar en Quirini, £pp. Poli, ra, ccxrrr, Ia colación. Es preciso
• Lu estas violências injustificables para explicarse un ódio tan amargo como el que abrigaba
Sirpi.
TT Bromato, Vita di PaoJo IV, t. n, p. 131.
t i Orlandinus, vi, p. 127.
T» Chcmnitius, Examen concilii Tridentini, i, 555.
ao Scssio VI, c. vil, x.
100 COMIENZOS DE REGENERAClÓN
6) La lnquisición /
Para propagar estas doctrinas y reprimir Ias contrarias se tomaron Ias medidas
convenientes.
Tenemos que volver una vez más a los tiempos de Ias conversaciones de
Ratisbona. Cuando se vió que no se llegaba a ningún acuerdp con los protestan-
tes y que en Itália empezaban Ias disputas sobre los sacramentos y Ias dudas sobre
ei fuego dei infierno, y que además asomaban otras opiniones peligrosas para ei
rito romano, ei Papa preguntó un dia ai cardenal Caraffa qué médio le aconse-
jaba para poner remédio ai mal. El cardenal le repuso que no veia otro que ei de
83 Por Io menos Jiubíera sido un extrsão azar que una enfermedad extraordinária los hubiera
imposibilitado de regresâi a Trento. Polo ai Cli. Monte e Cervini 15 Sett. 1546. Epp., t. rv, 189.
Esto hizo mucho dano a Poole. Mendoza ai Emperador Carlos 13 Jul. 1547. "Al Cardinal de In-
glaterra le haze danno Io que se ha dicho de Ia justificación".
82 Sessio VII. Prooemium.
88 Las discusiones sobre ei particular nos son contadas por Sarpi, Historia de? concilio Tri-
denrino, p. 241. (ed. de 1629). Pallavicini no nos ofrece sino datos insuficientes.
LA INQUISICIÓN 101
I
de julio de 1542.
Nombra a seis cardenales, entre los primeros Caraffa y Toledo, comisarios
de Ia Sede apostólica e inquisidores generales dentro y fuera de Itália. Les da
atribuciones para nombrar en todas Ias localidades que les parezca clérigos con
poderes delegados, para decidir Ias apelaciones contra Ias decisiones de estos y
para proceder sin intervención de los tribunales eclesiásticos ordinários. Todo
ei mundo, sin excepción, sin reparo de rango o dignidad, estará bajo su juris-
dicción; los sospechosos serán puestos en prisión, los culpables castigados con Ia
vida y sus bienes confiscados. Solo se les fija una limitación: ellos son los que
dcben condenar, pero a los culpables que se conviertan podrá agraciarlos solo
ei Papa. Harán todo Io que este en su poder para que los errores esparcidos
por Ia comunidad cristiana sean reprimidos y extirpados.85
Caraffa no perdió un momento para poner en ejecución Ia bula. No era un
hombre rico, pero no por eso espero a que Ia Câmara apostólica le proporcionara
los médios: alquiló una casa, arregló con sus propios médios Ias habitaciones
de los funcionários y Ias prisiones; Ias proveyó de cerrojos y fuettes candados, con
tormentos, cadenas y cuerdas y todo ei resto de implementos de tortura. Nombró
comisarios generales para los diferentes países. El primero en Roma fué su pro-
pio teólogo, Teófilo di Tropea, cuyo rigor pronto sintieron cardenales como
Poole.
La biografia manuscrita de Caraffa nos dice que ei cardenal se había sefia-
l.ulo Ias siguientes regias, entre Ias más importantes: 88
"primera: en cuestiones de fe no hay que esperar un momento sitio obrar con Ia ma-
yor energia a Ia menor sospecha;
"segunda: no hay que tener contemplaciones con ningún príncipe ni prelado por muy
altos que estén;
"tercera: hay que proceder con ei mayor rigor con aquellos que tratan de defenderse
bajo Ia protección de u n gobernante; solo si confiesan habrá que tratarlos con dulzura y
piedad paterna!;
"cuarta: frente a los herejes, y especialmente frente a los calvinistas, no habrá lugar
a ninguna tolerância".
aquélla produjeron muy mal efecto. En Siena y cn Pisa se arrogó más derechos
de los que lc correspondían frente a Ias universidades. En Venecia, ei inquisidor
estaba sometido a cierta inspección secular. En Ia capital, desde abril de 1547,
tenían asiento en ei tribunal cie Ia Inquisición três nobili venecianos. En Ias
províncias ei rettore de cada ciudad —que a veces se hacía acompanar de docto-
res y, cn casos difíciles, sobre todo si se trataba de personas de rango, hacía
intervenir en primer lugar ai Consejo de los Diez— tomaba parte en Ia pesquisa.
Pero todo esto no impedia que cn Io csencial se pusieran en práctica Ias ordenes
de Roma.
Y de este modo fueron sofocados en Itália los gérmenes de Ia divergência
religiosa. Casi toda Ia orden de los franciscanos se vió obligada a retractarse. La
mayor parte de los partidários de Valdés hubo de hacer Io mismo. Los extran-
jeros, los alemanes, concentrados en Venecia a causa dei comercio o de los estú-
dios, disfrutaron de cierta libertad, pero los nativos tuvieron que abjurar de sus
opiniones y fueron destruídos sus lugares de reunión. Muchos huyeron y trope-
zamos con estos fugitivos en todas Ias ciudades de Alemania y Suiza. Los que ni
cedieron ni pudieron escapar, fueron víctimas dei castigo. En Venecia fueron
sacados en dos barcas ai mar; entre ellas se colocaron unas tablas donde se agrupo
a los condenados; en ese momento los remeros de ambas barcas empezaron a
remar en dirección contraria; Ias tablas cayeron ai mar y los desdichados
se sumergieron con ei nombre de Jesus en los lábios. En Roma los autos de fe se
celebraban en toda regia delante de Santa Maria alia Minerva. Muchos huían
de pueblo en pueblo, con mujer y ninos. Los podemos acompanar un rato pero
desaparecen de pronto: probablemente han caído en Ias redes de los implacables
perseguidores. La duquesa de Ferrara —que de no haber existido Ia Icy sálica
hubiese sido Ia heredera de Ia corona de Francia— no estaba protegida por su
nacimiento ni por su rango. Su mismo esposo era un enemigo. "No hay nadie
—dice Marot— ai que pueda quejarse; entre ella y sus amigos están Ias monta-
nas y Ias lágrimas se mezelan en su vino." ^
108 Orlandinus, Lib. vi, 70. Sc pudicra hacer una comparación con Ias escuelas conventuales
de los protestantes en Ias que también llcgó a predominar por completo Ia tendência clerical.
S. Xturm en Ruhkopf, Geschichte des Schuíwesens, p. 378. Todo depende de Ia diferencia.
109 Regula sacerdotum, $$ 8, 10, 11.
110 Porque, según todo Io que se ha escrito en pro y en contra, resulta claro que Ignacio tuvo
«mio modelo un libro parecido de Garcia de Cisneros, pero Io más original parece proceder de
ê\ mismo. Comm. praev. n. 64.
110 COMIENZOS DE REGENERACIÓN
Nos basta con esta idea somera dei libro. Su composición está calculada
en forma que si bien permite ai pensamiento una actividad interna, Io acosa
también en un estrecho círculo. De Ia manera más perfecta cumple con su fin,
que es ei de una meditación dominada por Ia fantasia. Es tanto más certero
cuanto que se apoya en experiências personales. Ignacio ha incorporado a los
ejercicios los momentos vivos de su despertar religioso y de sus progresos espiri-
tuales desde los orígenes hasta ei ano 1548, en que los aprobó ei Papa. Se dice
que ei jesuitismo ha sabido aprovechar Ias experiências de los protestantes y
esto puede ser verdad en algún punto. Pero consideradas Ias cosas en conjunto
Ia oposición puede ser mayor. Frente ai método discursivo, demostrativo, funda-
mentador y polêmico de los protestantes, Ignacio presenta un método conciso,
intuitivo, que conduce a Ia visión, un método que cuenta con Ia fantasia y
trata de culminar en decisiones repentinas.
Así, cobro una significación y eficácia extraordinárias aquel elemento fan-
tástico que le animo desde un principio. Pero como también era soldado, con
ayuda de su fantasia religiosa había formado una compafiía, escogiendo hombre
por hombre, instruyéndoles individualmente para sus fines y poniéndola ai
«ervicio dei Papa. Este ejército se extendió ante sus ojos por toda Ia tierra.
Al morir Ignacio contaba Ia Compafiía trece províncias, sin incluir Ia de
Roma.112 Una inspección somera nos sefiala donde estaba ei nervio de Ia orga-
nización. La mitad mayor de estas províncias, siete, radicaba en Ia península
Ibérica y en sus colônias. En Castilla contamos diez colégios, cinco en Aragón
y otros tantos en Andalucía. El progreso era todavia mayor en Portugal, pues se
contaba con casas de profesos y novicios. Casi se habían hecho los amos de Ias
colônias portuguesas. En Brasil operaban veintiocho miembros de Ia Compafiía
y en Ias índias Orientales, desde Goa ai Japón, unos cien. Se hizo un intento
con Etiópia, a donde se mando un provincial y se abrigaron Ias mayores espe-
i m/as. Todas estas províncias de habla espafiola y portuguesa fueron regidas
por un comisario general, Francisco de Borja. La influencia máxima corres-
ponde ai país en que habían surgido Ias primeras ideas dei fundador. No muy
• ia zaga le iba Itália. Había três províncias de habla italiana: Ia romana, direc-
tamente sometida ai general, con casas de profesos y novicios, ei colégio romano
y ei germânico instituído especialmente para los alemanes por consejo dei car-
denal Morone, pero que no prospero por entonces: Nápoles pertenecía a esta
província; Ia de Sicilia, con cuatro colégios terminados y dos en preparación
(cl virrey, de Ia Vega, fué quien llamó a los primeros jesuítas. Mesina y Palermo
compitieron para fundar colégios y de estos salieron los restantes); y, final-
mente, Ia província propiamente italiana, que comprendía Ia Itália superior, con
cliez colégios. En otras naciones su êxito no fué similar: por doquier encontro
In oposición de protestantismo o de tendências cercanas a él. En Francia no con-
taba más que con un solo colégio y, aunque respecto a Alemania se habla de
dos províncias, estaban en sus puros comienzos. La de Ia Alemania alta se com-
ponía de Viena, Praga e Ingolstadt, pero estaba en situación precária; Ia de Ia
lia En ei afio de 1556. Sacchinus, Historia societatis Jesu. p. n, sive Lainius, desde ei principio.
112 COMIENZOS DE REGENERAClÓN
baja debía comprender los Países Bajos, pero Felipe II no había reconocido to-
davia allí a los jesuítas una existência legal.113
Este rápido crecimiento de Ia Companía era indicio dei poder que ei futuro
le reservaba. Y tiene Ia mayor importância que lograra tan poderoso influjo en
Ias dos penínsulas, es decir, en los países propiamente católicos.
8) Conclusión
Frente a los movimientos protestantes que iban prosperando por momentos, he-
mos visto como se produjo dentro dei catolicismo un nuevo movimiento en
torno ai Papa. ,.
Como aquéllos, este también encuentra un motivo en Ia secularización de
Ia Iglesia o, mejor dicho, en Ia necesidad nacida por esta circunstancia en los
espíritus.
Ambos movimientos se aproximan ai principio. Hubo un momento en Ale-
mania en que no se estaba todavia decidido a renunciar por completo a Ia jerar-
quía, ei mismo en ei que Itália se inclinaba a introducir reformas racionales
en ella. Pero este momento se esfumó.
Mientras los protestantes caminaban cada vez con mayor osadía hacia Ias
formas primitivas de Ia fe y de Ia vida cristianas, apoyados en Ia Bíblia, en el
otro lado se decidió mantener y renovar Ia institución eclesiástica desarrollada
a Io largo de los siglos, insuflándole nuevo espíritu y rigor. Allí el calvinismo
evolucionó en un sentido todavia más anticatólico que el luteranismo; con cons-
ciente anímadversíón, se elimino aqui todo Io que de cerca o de lejos olía a
protestantismo y se le hizo frente con resolución.
Así, dos manantiales surgen vecinos en Io alto de Ia montaiia y cmprenden
direcciones contrarias ai verterse rpor laderas diferentes.
LIBRO TERCERO
LOS P A P A S A M E D I A D O S D E L S I G L O XVI
El siglo xvi se caracteriza sobre todo por ei espíritu de creación religiosa. Hoy
vivimos todavia en ei antagonismo de Ias convicciones que por entonces se
abrieron paso.
Si pretendiéramos senalar con mayor exactitud el momento de significa-
ción histórica universal en que tuvo lugar Ia separación, ese momento no habría
de coincidir con Ia entrada en escena de los reformadores, porque Ias opiniones
no se perfilaron en seguida y se abrigo Ia esperanza de una conciliación durante
mucho tiempo. Pero en el ano de 1552 todas Ias tentativas en este sentido esta-
ban totalmente agotadas y Ias três formas dei cristianismo occidental habían
cobrado su aspecto duradero. El luteranismo era más riguroso, más agrio y cerra-
do; el calvinismo se separo de él en los artículos más importantes, habiendo
pasado antes Calvino por un luterano; enfrente de los dos, el catolicismo adqui-
rió su forma moderna. Y, a partir de los princípios asentados, se fueron formando
três sistemas teológicos con Ia pretensión de desplazarse mutuamente y someter
ai mundo.
Parece que Ia dirección católica, que pretendia sobre todo Ia renovación
de Ia Iglesia establecida, habría de tener tarea más fácil en su expansión. Pero
su ventaja no era mucha. También estaba rodeada y presionada por otras fuer-
zas seculares, como Ia ciência profana y Ia convicción teológica disidente, y se
presentaba más bien como matéria de fermentación. Era caso de preguntarse si
seria capaz de dominar los elementos en cuyo centro había nacído o si seria
vencida por ellos.
La primera resistência Ia encuentra en los Papas mismos, en su persona
y en su política.
Ya hicimos observar como un sentir profano había hecho presa en los jefes
de Ia Iglesia, había provocado Ia oposición y fomentado en tan gran medida
el protestantismo.
Había que ver ahora en qué medida el movimiento rigorista llegaría a do-
minar y transformaria este estado de espíritu.
114 LOS PAPAS A MBDIADOS DEL SIGLO XVI
1) Paulo III
En Ia actualidad se presta a menudo demasiada atención a los propósitos y a
Ias influencias de altos personajes, de príncipes y de gobiemos, y su recuerdo
no poças veces padece con Ias culpas de todos, pero también ocurre que a ellos se
atribuya Io que es mérito de Ia generalidad.
El movimiento católico estudiado per nosotros en ei libro anterior comien-
za bajo ei Papado de Paulo III, pero seria un error ver en este Papa a su ini-
ciador. Se dió muy bien cuenta de Io que ei movimiento significaba para Ia Sede
romana, y no solo dejó que tuviera lugar sino que Io estimulo en muchos as-
pectos. Pero podemos decir, sin preocupación alguna, que ei espíritu de ese mo-
vimiento no formaba parte dei suyo.
Alejandro Farnesio —este era ei nombre de Paulo III— era un hombre
de mundo en no menor grado que otros antecesores suyos. Se lia formado por
completo en ei siglo xv —había nacido en ei aho 1468—. Estúdio en Roma
con Pomponio Laetus y en Florencia en los jardines de Lorenzo de Médicis, y
se apropió Ia erudición elegante y ei sentido artístico de aquella época, sin ser
ajeno tampoco a sus costumbres. Su madre considero conveniente una vez
mantenerlo prisionero en ei castillo de Sant'Angelo y, cuando pasaba Ia prece-
sión dei Corpus, aprovechó un momento de descuido para deslizarse por una
cuerda y escapar. Tenía un hijo y una hija naturales. A pesar de todo, y en
edad relativamente joven, pues aquella época no se asustaba por gran cosa, fué
nombrado cardenal. En su condición de tal, mando construir los más bellos
palácios romanos, los Farnesinos. En Bolsena, donde radicqfca su patrimônio,
construyó una viüa que ei Papa León encontrójo bastante atractiva para visi-
taria unas cuantas veces. A esta vida magnífica junto él /(trás actividades. Desde
un principio penso en ia suprema dignidad y le caracteriza bastante que Ia
tratara de alcanzar mediante una neutralidad completa. Las facciones francesa
e imperial se repartían Itália, Roma y ei colégio cardenalicio. Se cendujo con
tal cautela, con tal sagacidad, que nadie podia decir con qué partido simpatizaba
más. A Ia muerte de León, y todavia más a Ia de Adriano, estuvo a punto de ser
elegido Papa. Le enfadaba ei recuerdo de Clemente'VII, que le había sustraído
doce anos de Papado que le pertenecían. Por fin, en octubre de 1534, a los
cuarenta afies de cardenal y setenta y siete de su vida, vió colmados sus deseos.1
Ahora le afeçtaban de otro modo las grandes contradieciones dei mundo
contemporâneo: Ia disputa de aquellos dos partidos, en médio de los cuales acaba,
de crearse una posición tan importante; Ia necesidad de lucha contra los pro-
testantes y Ia alianza secreta que por razones políticas mantuvo con ellos: Ia incli-
nación natural, debida a Ia situación de su principado italiano, a debilitar ei
* Onuphrius Panvinius, Vita Pau/i 111.
PAULO III 115
poderio espanol, y ei peligro que inhería a cada una de estas tentativas; Ia nece-
sidad urgente de una reforma y Ia poço deseable limitación dei poder papal, que
parecia su consecuencia.
Es admirable como pudo transcurtir su política en médio de tantas exi-
gências contradictorias.
Paulo III tenía maneras agradables y acogedoras. Rara vez un Papa ha sido
más querido en Roma. Es magnífica aquella elección para cardenales de cuatro
personajes extraordinários, sin conocimiento de los interesados; este proceder
generoso está muy lejos de aqucllas pequenas consideraciones personalcs que
cran Ia regia. Pero no solo los nombró sino que les reconoció una desacostum-
brada libertad, soportando que le contradijeran en ei consistorio y animándoles
para una discusión sin reservas.2
Pero si respetaba Ia libertad de los demás y les dejaba gozar de Ias prerro-
gativas de su cargo, no era menor ei empeno que ponía en mantener Ias suyas.
Cuando ei emperador se le quejó de que hubiera hecho cardenales a dos nietos
suyos en temptana edad, tepuso que haría Io que sus antecesores, y había ejem-
plos de ninos de pecho hechos cardenales. En cuestión de nepotismo parecia
exceder tedo Io conocido. 3 Lo mismo que otros Papas, estaba decidido a obtener
principados para sus familiares.
N o es que todo lo demás lo subordinara a este propósito, como un Alejan-
dro VI. No se puede decir esto, porque pensaba seriamente en promover Ia paz
entre Francia y Espana, en someter a los protestantes, luchar contra los turcos
y reformar Ia lglcsia; pero tampoco descuidaba, ni mucho menos, Ia presperi-
dad de su casa.
Al proponerse tantas metas contradictorias y ai mezclar finalidades públi-
cas y privadas, se vió forzado a adoptar una política cautelosa, morosa y mante-
nida siempre a Ia expectativa. Lo que le importaba era Ia ocasión, Ia cembinación
de circunstancias que él trataba de provocar con parsimonia para, rapidamente,
tomar el asunto por el punto más ventajoso.
Los embajadores encontraban difícil tratar con él. Les extranaba que no
diera muestra alguna de falta de valor y que, sin embargo, rara vez se le hiciera
tomar una decisión. Por el contrario, él era quien trataba de sujetar a los de-
2 En el ano 1538 habló Marco Antônio Contarini ante el senado veneciano sobre Ia corte
pontifícia. Desgraciadaiiicntc no lie podido encontrar'este discurso en el arcliivo veneciano ni en
mnguna parte. En un MS. sobre Ia guerra contra los turcos de aquella época, con el título Trc
libri del/i coinmcnrari dcl/a guerra J537, 38, 39, que se halla cn mis manos, encuentro un breve
extracto de él, dei cual tome el dato citado más arriba. Disse de/ stato dcJfa corlc, che mo/ti anni
MI.MI/1 íi prclati non erano síaíi in que/Ia riíorina di vila ch'eran aílora, e clie Ji cardina/i havevano
Jibcrtá maggiore di dire /'opinion /oro in consistoro ch'avesser avuro gia mai da gran tempo, e che
di cio ií ponteíicc non solamcjitc non si do/eva, ma se n'era studiaíissimo, onde per quesía ragione
li poteva sperare di giorno in giorno rnaggior riforma. Considero che tra cardina/i vi erano tali
nomini celebeirimi che per opinione comniuiie it mondo non n'avria altietanti.
3 Soriano, 1535. E Romano di sangue et è d'animo mo/to gagliardo: stima assai J'ingiurie
Che g/i si fanno, et é inc/inatissirno a far grandi i suoi. Varchi (íslorie /iorentine, p. 636) nos
liahla dei priincr secretario de Paulo. Mcsser Ambrogio, "que pudo todo lo que queria y queria
todo lo que pudo": entre otros muchos rcgalos recibió una vez sesenta jofainas de plata con sus
|iirros. "^Y cónio cs posible —se preguntaba Ia gente entonces— que con tantas jofainas no pueda
conservar Ias manos limpias?
116 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Consiguió en sus primeros anos una alianza con Carlos V y los venecianos
contra los turcos. Insto con vehemencia a los venecianos, y se levanto otra vez
Ia esperanza de ver Ias fronteras cristianas desplazarse hasta Constantinopla.
Pero Ia renovada guerra entre Carlos V y Francisco I constituía un obstácu-
lo peiigroso para cualquier empresa. El Papa no escatimó esfuerzo alguno para
allanar Ia enemistad. La entrevista de los príncipes en Niza, a Ia que asistió, fué
su obra. El embajador veneciano, que también estaba presente, no encuentra
palabras bastantes para loar ei ceio y Ia paciência mostrados en esta ocasión por
ei Papa. Después de grandes esfuerzos, y solo en ei último momento, cuando
amenazó con marcharse, consiguió que se llegara a Ia firma de un armistício.7 Lo
utilizo para trabajar en Ia aproximación de ambos monarcas, aproximación que
parecia destinada a convertirse en confianza.
Mientras ei Papa cuidaba así de los negócios generales, no por eso descui-
daba los suyos propios. Se observaba que entretejía ambos intereses y que lo
liada con ventaja para los dos. La guerra contra ei turco le proporciona ocasión
iara apropiarse de Camerino. Esta ciudad estaba a punto de aliarse con Urbino;
f a última Varana, heredera de Camerino, se hallaba casada con Guidobaldo II,
que subió ai gobierno de Urbino en ei ano 1538.8 Pero ei Papa declaro que
Camerino no podia ser heredado por mujeres. De buena gana los venecianos
hubieran apoyado ai duque, cuyos antepasados habían estado siempre bajo Ia
protección de Venecia y servido en su ejército; también ahora se pusieron
de su parte, pero tenían reparos a consecuencia de Ia guerra. Temían que ei
Papa llamara en su auxilio aí emperador o ai rey de Francia y veían muy bien
que, caso de ganar ai emperador, tanto menos podría hacer este contra los tur-
cos; si ganaba a Francia, Ia paz de Itália se veria en peligro y su situación seria
más precária y solitária;9 con ei peso de estas consideraciones abandonaron a
su suerte ai duque, y este se vió obligado a entregar Camerino, que ei Papa
cedió a su sobrino Octavio. Porque ya entonces su casa cobraba poder y pres-
tigio. jCuán provechosa fué para él Ia reunión de Niza! Mientras trabajaba en
cila consiguió dei emperador Novara y sus domínios para su hijo Pier Luigi,
y Carlos V decidió casar a su hija natural, Margarita —después de Ia muerte
de Alejandro de Médicis—, con Octavio Famesio. Podemos creer ai Papa cuando
nos asegura que no por eso se había pasado definitivamente ai partido dei empe-
rador. Por ei contrario, deseaba entablar con Francisco I relaciones no menos
íntimas. También ai rey le interesaba y por eso le prometió en Ia entrevista de
Niza un príncipe de Ia sangre, el duque de Vendôme, para su nieta Victoria.10
1 "Relatione dei Cimo. M. Niccolo Tiepolo dei convento di Nizza", Informar. poJit. VI
(Bibl. Berlin). Existe también una edición vieja de esta relación, reproducida en Du Mont, iv, n,
con un titulo algo distinto.
8 Adriani Istoiie 58 H.
3 Se cnentan Ias delibeiaciones en el comentário ya citado sobre Ia guerra contra los turcos,
cl cual cobra por ello un interés social.
10 "Grignan, Ambassadeur du roi de France à Rome, au Connetable". Ribier, i, 251.
Monseigneur, sadire Sainteté a un merveilleux désir du mariage de Vendôme: car il s'en ett
entiérement declare a moy, disant que pour estre sa niece unique et tant aimée de luy, ü ne désiioit
apres le bien de Ia Chrestienté autre chose plus que voir sadite niece mariée en France, dont ledit
teigneur (le roí) luy avoit tenu propôs a Nice et apres Vous, Monseigneur, luy en aviez pule.
118 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Paulo III se sentia feliz con esta alianza con Ias dos famílias más poderosas
de Ia tierra, le halagaba ei honor que para él representaba y habló de ello en
ei consistorio. También su ambición espiritual se veia halagada por Ia postura
pacificadora, mediadora, entre Ias dos potências, adoptada por él.
Pero estos negócios no se desarrollaron de modo perfecto. Se cstuvo muy
lejos de conseguir algo contra los turcos, y Venecia tuvo que aceptar una paz
desventajosa. Francisco I retiro aquella su promesa y, aunque ei Papa nunca
perdió Ia esperanza de llevar a cabo una alianza de família con los Valois, Ias
negociaciones se fueron demorando. La inteligência entre ei emperador y el rey,
que él había conseguido, parecia consolidarse cada vez más y el mismo Papa
llegó a estar celoso de su obra, puesto que se quejaba de que, siendo^í ei autor,
los favorecidos le olvidaban;" pero pronto se disiparon Ias esperanzas y Ia
guerra prendió de nuevo. El Papa abrigo entonces otros propósitos.
Siempre había solido decir a sus amigos, y hasta se Io había dado a enten-
der ai emperador, que Milán pertcnecía a los franceses y que había que devol-
vérselo cn justicia. 12 Poço a poço abandono esta opinión. Se conserva una
propuesta de] cardenal Carpi, que gozaba de su mayor confianza, cuyo tono
es muy diferente. 13
"Ei emperador —se dice en elía— no debe pretender ser conde, duque o
príncipe, sino solo emperador, y no debe tener muchas províncias sino grandes
vasallos. Su fortuna se eclipso cuando se apoderó de Milán. N o se le puede
aconsejar que Ia devuelva a Francisco I, pues no haría sino aumentar con eso
Ia avidez de tierra de ese rey, pero tampoco debe mantenerla en su posesión.' 4 Si
tiene enemigos es porque se sospecha que trata de apoderarse de territórios extran-
jeros. Si desvanece esta sospecha, si cede Milán a un duque, entonces Fran-
cisco I no encontrará ningún partidário, en tanto que el emperador tendrá con-
sigo a Alemania y a Itália, sus banderas se desplegarán en Ias naciones má
apartadas y su nombre —podemos decir— se hará inmortal."
Si el emperador no ha de abandonar Milárf a los franceses ni retencrl;
para si, c quién había de ser el agraciado con el ducado? Âl Papa no le parecia
impropio, como solución media, que ese ducado fuera a parar a su nicto,
yerno dei emperador. Ya Io había dado a entender a algunas embajadas. En una
nueva entrevista con ei emperador —en Busseto, en 1543— presentó Ia propuesta
formal. Los pensamientos dei Papa apuntaban muy alto, si es cierto que se pro-
ponía también casar a su nieta con cl heredero de, Piamonte y Saboya: sus
Jl "Gtígnan 7 Mars 1539". Ribicr, i, 406. "Le cardinal de Boulogne au roi 20 Avri] 1539".
ífc/d., p. 443. El Papa le dijo qu'il esloit íort estonnc, veu Ia peine et travai! qu'il avoit pr/s pour
vous appointer, VOIIS et 1'Empeicut, que vous /e laissiez ainsi arriere.
12 También M. A. Conlarini Io confirma cn su rclación.
13 Discurso dcl Rmo. Cie. di Caipi dei 1543 [tal vez ya un afio antes] a Cario V Cesare dei
modo dcl doininare. Bibl. Corsini n" 443.
U Se Ia M. V. dello Mato di Milano íe usasse cortesia, non tanto si spegnerebbe quanto si
accendercbbc 'a sele sua: si cbe e rncglio di anuarsi di qucl dncato contra di lui.—V. JvJ. ha d»
esser carta, cbe, non per alíctlionc clie altri abbia a qticsto ore, ma per interesse particolaro, e Ia
Certnania e T/talia, sinche da tal sospctto non saranno iiberate, sono per sostentare ad ogni Io
poteie Ia poteulia di Fiattcia.
PAULO III 119
nietos hubieran dominado a ambos lados dei Po y de los Alpes.18 En Busseto
se negocio seriamente sobre Milán y ei Papa abrigaba Ias más vivas esperan-
zas. El gobernador de Milán, marquês dei Vasto, ganado a su favor, bastante
crédulo y magnificente, apareció un dia, con bien preparadas palabras, para
conducir a Margarita a Milán como su futura Sefiora. Se dice que Ia negocia-
ción falló por algunas pretensiones excesivas dei emperador.16 Pero me parece
que ei emperador no hubiese estado dispuesto en ningún caso y a ningún precio
a abandonar un principado tan importante a Ia influencia extranjera.
Ya, sin más, Ia posición adquirida por los Famesio era peligrosa para él.
Entre Ias províncias italianas dominadas por Carlos o sobre Ias que ejercía in-
fluencia, ninguna había en Ia que ei gobierno no se hubiera establecido o, por
Io menos, consolidado per médio de Ia violência. En Milán, en Nápoles, en Flo-
rencia, en Gênova y Siena, por todas partes había gentes descontentas ciiyo
partido había sido vencido, y Roma y Venecia estaban llenas de refugiados. A
pesar de su estrecha relación con ei emperador, los Farnesio no descuidaron
entenderse con estos partidos que seguían siendo poderosos por Ia importância
de sus jefes, de sus riquezas y de sus partidários, a pesar de haber sido sometidos.
El emperador se hallaba a Ia cabeza de los vencedores y los vencidos buscaban
amparo en ei Papa. Infinidad de hilos secretos los unían entre si, y se mantu-
vicron cn conexión visible o secreta con Francia. Constantemente elaboraban
nuevos planes y se proponían nuevos golpes. Unas veces pensaban en Siena,
otras cn Gênova, otras cn Lucca. jCuántas veces ei Papa trato de obtener un
apoyo de Florencia!' Pero en ei joven duque Cósimo tropezó con ei hombre
que le podia hacer frente. Con áspera seguridad, Cósimo se expresa en estos
términos: "El Papa, ai que le han salido bien tantas empresas, no abriga otro
deseo más vivo que ei de hacer algo también en Florencia, de arrebatar ai empe-
rador esta ciudad, pero irá ai sepulcro con estos deseos." "
En cierto aspecto ei emperador y ei Papa se enfrentan como jefes de dos
lacciones. Si ei emperador ha casado a su hija con un pariente dei Papa h ha
hecho para tenerlo a recaudo, para consolidar su situación cn Itália. Por su lado,
cl Papa trata de utilizar su alianza con ei emperador para menoscabar un poço
su poderio. Pretendia realzar su casa bajo Ia protección dei emperador y con Ia
16 Dandolo, Rchtione di Francia 1545: si i dubitato, che S. Stà. fosse per tener con Cesare
lli queste Iraftationi massime a beneficio de ií dtica di Savog/ia, coi qua/c gii voJcva dar Ia nepote.
Rn Francia tuvieron lugar manifestaciones violentas -por cllo (gagliarde paro/e).
1« Pallavicini niega rotiindamcntc estas negociaciones. También, según Io que dice Muratori
(Anna/i d'lralia, x. n, 51), aun se pudicra dudar. Este se apoya cn historiadores que bien han
podido escribir según Io que oycron decir. Pero de importância decisiva cs un escrito de Girolamo
Cuicciardini a Cósimo Mediei, Crcinona 26 Giugno 1543, que se encuentra cn ei Arcliivo Mcdícco
cn Florencia. Et rtifsmo Cranvclla habló de <íi. S. Mà. mostrava non esser aliena, quanefo per Ia
parle de/ papa fussino adcnipiute le larghe offerfe cíie eran state pwtcTte dal duca di Castro sin a
Gênova. No sé cuáles han podido ser Ias proposiciones, pero eran demasiado fuertes para cl Pana.
Icgún Gosscliui, secretario de Fcrrante Gonzaga, cl emperador temió, ai marcharse che in volgendo
eg/i le spaJ/e (i Farnesi) non pensassem ad ocupar/o (Vita di Don Ferrando, p. iv). De un
liiodo dctallado y ameno habla de cllo también una biografia napolitana, aún sin publicar, de
Vasto, que se ltalla cn Ia Biblioteca Chigi cn Roma.
1T Escrito de Cósimo encontrado en ei archivo de los Médicis, Data dei ano 1537. A! papa
POn c restara altra vog/ia in quesfo mondo se non disporre di questo stato e levarío dal/a divotionc
íif/l imperatore, etc.
120 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
biera deseado ei Papa que Alemania entera fuera vencida y sometida ai empe-
rador. Había calculado Ias cosas de otro modo. Seguramente creyó que ei em-
perador conseguiria algunas ventajas para Ia Iglesia católica, pero como él
mismo confiesa,18 tampoco dudó de que tropezaría con numerosas dificultades
y complicaciones, que le proporcionarían a él una completa libertad para pro-
icguir sus fines. El destino se burlo de sus previsiones. Ahora tenía que temer
—y Francia se Io advirtió en seguida— que este poderio dei emperador reper-
cutiera en Itália y que muy pronto Io sintiera él mismo en Io espiritual y en Io
temporal. Pero, además, crecieron también sus preocupaciones con ei concilio.
Ya le estaba pesando 20 y había pensado en disolverlo, pero los prelados simpati-
zantes con ei emperador, envalentonados por Ia victoria, dieron unos pasos
atrevidos. Bajo ei nombre de censuras, los obispos espafioles presentaron algunos
artículos que significaban un menoscabo dei prestigio papal y, así, parecia inevi-
table Ia reforma tan temida por Roma.
Parece extrano, pero no deja de ser verdad: en ei momento en que toda Ia
Alemania dei Norte temblaba ante Ia perspectiva de un restablecimiento dei
poder papal, ei Papa se sentia como aliado de los protestantes. Manifesto su ale-
gria por Ias ventajas dei elector Juan Federico frente ai duque Maurício; su
mayor deseo era que aquél se pudiera también sostener frente ai emperador; y a
Francisco I, que ya trataba de concertar una unión mundial contra Carlos, le
•consejó expresamente "que apoyara a aquellos que no estaban todavia venci-
dos".21 De nuevo le. pareció verosímil que ei emperador, tropezando con Ias
mayores dificultades, tendría todavia mucho que haeer. "Cree esto —dice ei
embajador francês— porque Io desea."
Pero volvió a equivocarse. La fortuna dei emperador hizo que todos sus
cálculos se volvieran contra él. Carlos V venció en Mühlberg y se llevó prisio-
neros a los dos caudillos dei partido protestante. Ahora podia dedicar mayor
•tención que nunca a los asuntos de Itália. H J P ( J * \t£, £\o
La conducta dei Papa le indigno de Ia manera más profunda. Penetro sus
Intenciones. "El propósito de Su Santidad desde un principio —escribe a su
embajador— ha sido embarcamos a nosotros en esta empresa y dejarnos luego
en Ia estacada."22 La retirada de Ias tropas pontifícias no tenía mayor importân-
cia. Mal pagadas y, por Io mismo, de no muy lúcida disciplina, no habían servido
para mucho. Pero ei traslado dei concilio si. Ia tenía, y muy grande. Sorprende
también esta vez como Ia disensión entre ei Papado y ei Império, provocada
por Ia posición política de aquél, vino en ayuda de los protestantes. Se hubiera
1» "Charles Cl. de Guise au roy 31 Oct. 1547" (Ribier, u, p. 75), después de una audiência
con ei Papa, este invoca Ias razones que motivaron su participación en Ia guerra alemana: Aussi
I dire franchement qu'il estoit bien mieux de 1'empescher (1'empereur) en un lieu dont ii pensoit
qu'aisemenr il ne viendroit a bout.
20 "Du Mortier au roy 26 Avril 1547". ]e vous asseure, Sire, que pendant il estoit à Trente,
c'etíoit une charge qui íe pressoit íort.
21 "Le même au même". Ribier, i, p. 637. S. S. a entendu que le duc de Saxe se trouve
íort, dont e//e a te/ contenfement, comme celuy qui estime Je commun ennemy estre par ces moyeru
• • fí-nti d'executer ses entreprises, et connoist-on bien qu'i/ seroit utile suosmain d'entretenir ceux
>|iii /iiy resisfent, disant que vous ne sçauriez faire dé"pense p/us utile.
22 Copia de h carta que S. M. scriviò a Doo Diego de Mendoça a xi de Hebrero 1547 aos.
122 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
dispuesto de los médios para someterlos ai concilio, pero como ei mismo concilio
se había dividido —los obispos partidários dei emperador quedaron en Trento—,
y como no se podia tomar ningun acuerdo válido, no era cosa de forzar Ia adhe-
sión de nadie. El emperador vió como Ia parte esencial de sus planes fracasaba
por Ia defección de su aliado. N o solo insistió en que ei concilio volviera a
Trento sino que dió a entender que iria a Roma para celebrar allí ei concilio.
Paulo III se rehizo: "El emperador es poderoso —decía—, pero también
nosotros podemos algo y tenemos algunos amigos." En este momento cuaja Ia tan
negociada alianza con Francia. Horacio Farnesio se desposa con Ia hija natural
de Enrique II y no se escatima médio alguno para ganar a los venecianos hacia
una alianza general. Todos los refugiados se agitaron. En momento oportuno
estallaron revueltas en Nápoles, apareció un delegado napolitano pidiendo pro-
tección ai Papa para sus vasallos de Ia localidad y hubo cardenales que le acon-
sejaran dar este paso.
Nucvamcntc se enfrentan Ias facciones italianas. Con tanto mayor encono
cuanto que los caudillos respectivos rinen también con frecuencia. A un lado,
los gobernadores de Milán y de Nápoles, los Médicis en Florencia, los Doria cn
Gênova. Como centro de todos ellos, Don Diego de Mcndoza,' embajador dei
emperador en Roma, que dispone de muchcs partidários gibelinos. Al otro lado,
ei Papa y los Farnesio, los emigrados y descontemos, un nuevo partido de los
Orsini y los partidários de los franceses. La parte dei concilio que se quedo en
Trento, en favor de los primeros, y Ia que marcho a Bolonia, de los segundos.
El ódio con que se miraban los dos partidos estalló por fin violentamente.
Su estrecha relación con cl emperador Ia había utilizado ei Papa para
ganar Parma y Plasencia, en calidad de ducado enfeudado a ia Sede apostólica,
para su hijo Pier Luigi. No podia proceder con Ia falta de escrúpulos de un
Alejandro VI o de un León X en iguales circunstancias. En compensación, puso
Camerino y Napi a disposición de Ia Iglesia. Mediante un cálculo de los gastos
que Ia vigilância de aquellos puestos fronterizos ocasionaba, "as tasas con que
había de contribuir su hijo y los ingresos provenientes de,los territórios devuel-
tos, trato de demostrar que Ia Iglesia no sufría perjuicio alguno. Pero tuvo que
hablar personalmente con cada cardcnal, sin lograr convencer a todos. Algunos
se opusieron abiertamente, otros dejaron de asistir ai censistorio en que se discu-
tió ei asunto y se vió en ese dia a Caraffa girar una visita solemne a Ias siete
iglesias."3 Tampoco ai emperador le gustó, pues por Io menos hubiera deseado
que se hubiese transferido ei ducado a su yerno Octavio, a quien también
pertenecía Camerino. 24 Dcjó pasar Io hecho porque necesitaba de Ia amistad dei
Papa, pero nunca consintió, pues conocía demasiado bien a Pier Luigi. Todos
"Quanto mas yva cl diclio [próspero suceso] adclantc, mas nos confirmávamos cn ercher que fuese
verdad Io que antes se havia savido de Ia intencion- y inclinacion de S. S., y Io que se dezia [cs]
que su fin havia sido pot embaraçar nos en Io que estávamos y dexarnos cn cllo con sus fines,
dcsiiíos y p'aticas, pero que, nunque pesasse a S. S. y a otros, esperávamos con Ia ayuda de N. S.,
aunque sin Ia de S. $., guiar esta impresa a bucn camino".
*» liromato, Vita di PaoJo IV, n, 222.
M Las ncgociacioncs sobre esto resultan claras Icycndo cl escrito de Mcndoza dei 29 de no-
vicinbrc de 1 547. El Papa dice haber dotado a Pier Luigi, porque esto fué Io que prefirieron los
cardenales: y "haviendo de vivir tan poço como mostrava su indisposición".
PAULO III 123
los hilos de Ia secreta trama de Ia oposición italiana los tenía ei hijo dei Papa
cn sus manos. No se pone en duda que supo de Ia acción de Fiesco en Gênova
y que auxilio en ei Po ai violento caudillo de los emigrados florentinos, Pietro
Strozzi, en un momento de peligro, después de su fracaso en ei ataque a
Alil.in, salvándolo. Hasta se sospechaba que tenía sus miras puestas en Milán. 25
Un dia ei Papa, que se sentia con buena estrella y seguro de conjurar todas
Ins tormentas que le amagaban, se hallaba en Ia audiência de buen humor:
contaba Ias buenas fortunas de su vida y se comparaba, en este aspecto, con cl
emperador Tiberio. En ese mismo dia, su hijo, a quien habían ido a parar todas
«us ganâncias, ei favorecido en verdad por su fortuna, era asesinado por unos
conjurados en Plasencia. 26
Los gibelinos de Plasencia, agraviados y excitados por Ias violências dei
l duque, que figuraba en Ia estirpe de los príncipes de mano dura de Ia época, y
que había tratado de sujetar a Ia nobleza, fueron los autores de su muerte; por
entonces todo ei mundo creía que Ferrante Gonzaga, gobernador de Milán, ha-
bia tomado parte en ei asesinato, 27 así que Io podemos dar por bueno. EI biógra-
I'i de Gonzaga, su secretario de confianza en aquellos dias, asegura, tratando de
cxculparlo, que ei propósito fué ei de hacer prisionero y no ei de matar ai
Farnesio.28 En algunos manuscritos encuentro Ia indicación —que no puedo
ituscribir sin más— de que ei emperador tuvo conocimiento de Io que se tramaba.
I " cierto es que Ias tropas imperiales se apresuraron a tomar posesión de Pla-
irncia, haciendo valer los derechos dei Império sobre Ia ciudad. En cierto sentido
[ern Ia réplica por Ia defección dei Papa en Ia guerra contra Ia Liga de Es-
•nalcalda.
La situación que se creó no tiene par.
Se creía saber que ei cardenal Alejandro Farnesio había dicho que no ha-
bía más remédio que matar a algunos ministros dei emperador y, como no cabia
| hncer uso de ia violência, había que buscar ei remédio en ei arte. Mientras los
•ministres tomaban sus precauciones para ponerse a salvo dei veneno, se prendió
• n Milán a unos bravucones corsos de los que se obtuvo Ia confcsión, no sé si
fnlsn o verdadera, de que habían sido comprados por los familiares dei Papa con
•ti objeto de asesinar a Ferrante Gonzaga. Lo cierto es que Gonzaga se encole-
[ri/ó cie nuevo. "Tenía —decía— que asegurar su vida como pudiera y no le
ipuiliba más remédio que deshacerse, por si o por otros, de dos o três de sus
fcimigos."M Mendoza opina que, en este caso, se asesinaría a todos los espa-
flnlcs de Roma, se incitaria secretamente ai pueblo y se trataria luego de excusar
ei liccho con Ia fúria incontenible dei populacho.
'-'K Gossclini, Vita di Fcrr. Gonzaga, p. 20. Scgni, Storie Fiorentine. p. 292.
"<> fVfcridoça aí Emperador 18 septiembre 1547: "Gasto Ia mayor parte dcl tempo [de aquel
tn contar sus felicidades y coinpaiarse 3 Tiberio imperador".
ü? Coniperturn habermis Fcrdinandum ase aurorem, dice cl Papa en ei consistorio. E.ttrait clu
htljijtoirc temi par N. S. Pcre, en un despaclio de Morvillicr, Vcnisc 7 sept. 1547. Ribicr, n, 61.
ÜH Gossclini, p. 45. Nè i'iniperarore nè D. Fernando, como di natiira niagnaniiiii, consentirono
alia morte dcl duca Pier Luigi Farnese, anzi fecero ogni opera di salvarjo comandando in
i.ililà a congiurati che vivo il fenessero.
21) Mendoça a/ Emp. "Oon Mcrnando procurara de asegurar su vida como mejor pudicre, hc-
nndo a parte dos o três de estos o por su niano o por mano de otros."
124 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Así de violenta era Ia enemistad dei Papa con ei emperador, así de estrecha
lu alianza con los franceses y tan grandes sus esperanzas; sin embargo, jamás
llegó a firmar ei acuerdo, nunca se decidió a dar ei último paso.
Los venecianos se asombran. "El Papa ha sido atacado en su dignidad,
ofendido en su sangre, despojado de ias porciones más preciadas de su patrimô-
nio; tendría que establecer esa alianza a cualquier precio, y, sin embargo, des-
pués de tantas ofensas, le vemos dudar y vacilar."
Por Io general Ias ofensas suelen provocar resoluciones extremas, pero hay
[caracteres en que esto no ocurre, que siguen calculando en ei momento en que
|ft sienten más profundamente heridos, no porque ei sentimiento de venganza sea
! menos fuerte en ellos, sino porque Ia conciencia que tienen de Ia superioridad
drl enemigo se sobrepone a todo. Domina en ellos ei cálculo que consiste en Ia
revisión dei futuro y Ias grandes contrariedades no les sublevan sino que les
E Bccn cobardes, taimados y débiles.
El emperador era demasiado poderoso para que pudiera temer algo serio
los Famesio. Prosiguió su camino sin reparar en ellos. Protesto de manera
llemne contra Ia sesión dei concilio en Bolonia declarando nulas de antemano
actas de los acuerdos. En el ano 1548 publico ei ínterim en Alemania. Y
inque ai Papa le pareció intolerable que el emperador prescribiera normas
fe y se quejó vivamente de que los bienes de Ia Iglesia fueran abandonados
tus actuales poseedores —ei cardenal Famesio aíiadía que veia en el Ínterim
siete a ocho herejías—,33 no por eso se inmutó el emperador. Tampoco en el
hunto de Plasencia dió su brazo a torcer. El Papa exigia el restablecimiento
Ia situación y el emperador afirmaba su derecho por parte dei Império. El
Pipa se refirió a Ia alianza de 1521 en Ia que se garantizaba esa ciudad a Ia
Je apostólica y el emperador aludió a Ia palabra "investidura", por Ia que
Império mantiene derechos soberanos. Replico el Papa que en este caso Ia
ilabra se tomaba en un sentido distinto dei feudal y el emperador ya no discutió
lis, pero declaro que su conciencia le prohibía devolver Plasencia.34
Con gusto hubiera el Papa acudido a Ias armas, y se hubiera alistado ai
de Francia, levantando a sus amigos y a su partido —en Nápoles, Gênova,
ena, Plasencia y hasta en Orbitello se notaba Ia agitación de sus partidários—,
• gusto también se hubiera vengado con un golpe inesperado, pero temia Ia
liperioridad dei emperador y, sobre todo, su influjo en Ias cuestiones eclesiás-
|cas; temia que se convocara un concilio que se declarara contra él e incluso
•Wttrc en paix pour quelque temps avec les Ang/ais, afin que n'estant en fant d'endroits empeché
I Vim» puiss/ez pJus íacilement erecurer vos desseins et entreprises pour ie bien puWic de Ia
^ttitílicnlé.
M "Hazer intender a V. M. como en el intetim ay 7 o 8 heregias". Mendoza 10 junio 1548.
Ias Letteie de/ commendarorc Annibal Caro scritre ai nome dei Cl. Farnesc, Ias cuales son re-
iinl.is en general con gran reserva, se encuentra (r, 65) un escrito ai cardenal Sfondrato referente
Ínterim en el que se dice que "el emperador había dado lugar a un escândalo en Ia cristiandad,
[que hubiera podido hacer algo mejor".
N "Lettcre dei Cardinal Famese scrite ai vescovo di Fano, nuntio all'impcratore Cario". Infor-
llioni politiche xix, y algunas instrueciones dei Papa y de Famesio, ibid., xn, revelan estas nego-
ones, de Ias que solo pude tratar los puntos más importantes.
126 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Ie depusiera. Dice Mendoza que Ia acción de los corsos contra Ferrante Gon-
zaga le habia insuflado todavia más miedo.
Sea como sea, ei caso es que supo contenerse y disimular su cólera. A los
Farnesio no les desagrado que ei emperador se apoderara de Siena, pues espe-
raban que se les entregaria como compensación de sus perdidas. Con esta ocasión
se hicieron Ias propuestas más extranas. "Si ei emperador se aviene —se dijo a
Mendoza—, ei Papa volverá a llevar ei concilio a Trento y no solo lo conducirá
a gusto dei emperador —por ejemplo, reconociendo soleninemente su derecho
sobre Ia Borgoría— sino que nombrará a Carlos V sucesor suyo en Ia Silla de
San Pedro. Pues —decían—, Alemania tiene un clima frio e Itália caliente y
para Ia gota que padece ei emperador los países calientes son más sanos." 35 No
quiero decir que pensaran en ello seriamente, ya que ei viejo Papa creía que
ei emperador moriría antes que él, pero vemos por qué caminos tortuosos, apar-
tados dcl curso ordinário de Ias cosas, orientaba ei Papa su política.
No escaparon a los franceses Ias negociaciones dei Papa con ei emperador.
Conservamos una carta dei condestable Montmorency, llena de indignación, en
Ia que habia claramente de "hipocresía, mentiras, de golpes traicioneros" que
los de Roma asestan ai rey de Francia.38
Finalmente, como ei derecho sobre Plasencia no solo se disputaba a su
casa sino también a Ia Iglesia, para hacer algo y por lo menos ganar un punto
firme en todo este altercado, decidió entregar ei ducado a Ia Iglesia. Era Ia
primera vez que emprendía algo contra ei interés de su nieto, pero no dudaba
que este lo aceptaría a gusto. Creía disponer de una indiscutida autoridad
sobre él y así habia hecho su elogio y manifestado su contento. Pero habia una
diferencia: en otras ocasiones habia perseguido siempre Ia ventaja patente de
su nieto mientras que ahora queria realizar algo que le perjudicaba.37 Quiso
evitar ei golpe de manera indirecta. Se le dió a entender que ei dia fijado para
ei consistorio era nefasto; ei cambio con Camerino, que se le daria en compen-
sación, significaria para Ia Iglesia una perdida, y se argumento con les motivos
utilizados por él en otra ocasión. Con todo esto no hacían más que demorar Ia
acción, pero no podían impediria: ei comandante de Parma, Camillo Orsino,
recibió Ia orden dei Papa de mantener Ia ciudad a nombre de Ia Iglesia y de
no entregaria a nadie, cualquiera que fuese. Después de esta declaración, que no
dejaba lugar a dudas, los Farnesio no pudieron contenerse. De ningún modo
querían dejarse arrebatar un ducado que les colocaba ep ei rango de los prín-
cipes independientes de Itália. Octavio intento apqderarse de Parma contra Ia
voluntad dei Papa, con astucia o con violência, y solo Ia habilidad y decisión
dei nuevo comandante hizo abortar Ia tentativa. Cabe imaginarse los sentimien-
tos que en ei ânimo de Paulo III provocaria este incidente. Su nieto, ai que
35 El caidenal Gambara hizo esta propuesta a Mendoza, con ocasión de una reunión secreta
cn una iglesia. Al menos dice "que havia scripto ai papa algo desto y no lo havia tomado mal".
30 "Le connestable au roy 1. Sept. 1548" (Ribier, n, 155). Le pape avec ses ministres VOUJ
ont /usques-icy usé de toutes dissimu/afions, /esqueíles ils ont depuis quelque temps voulu couvrir de
pur mensonge, pour en/ormer une vraye meschancetí, puisqu'// /aut que ;e J'appel/e ainsi.
37 También Dandolo asegura que estaba firmemente decidido. S. S. era ai tutto volta a res-
tituir Parma alia chiesa.
PAULO HI 127
había dedicado todas sus preferencias, por cuyo bien se había comprometido
nnte el mundo, se volvia contra él al final de sus dias. Ni siquiera ei fracaso
de su tentativa hizO cejar a Octavio. Escribió al Papa que si no volvia a reco-
brar Parma, celebraria Ias paces con Ferrante Gonzaga e intentaria conquis-
taria con Ias armas imperiales. Y, de hecho, Ias negociaciones cen el enemigo
mortal de su casa habían progresado mucho: fué enviado un correo al empe-
rndor con proposiciones secretas.88 El Papa se lamento de haber sido traicionado
por les suyos: sus acciones eran de tal índole que de ellas se seguiria Ia muerte
dcl Papa. Lo que le hirió más profundamente fué el rumor de que él tenía cono-
cimiento secreto de Ias maquinaciones de Octavio y también una parte en ellas
que estaba en flagrante contradieción con sus palabras. Dijo al cardenal de
Este que nada en su vida le había dolido tanto, ni Ia muerte de Pier Luigi ni Ia
Ocupación de Plasencia, pero que el mundo veria claramente cuáies eran sus
[intenciones.39 Le cabia el consuelo de que, por lo menos, el cardenal Alejandro
Furnesio no había participado en Ia conjura y se hallaba totalmente entregado
|ft él. Pero se dió cuenta poço a poço de que también él, que gozaba de toda su
(«onfianza y que tenía en sus manos el canamazo de los negócios, estuvo ente-
ndo dei asunto y en pleno acuerdo. Este descubrimiento le quebrantó. El dia
Me Ias animas (2 de noviembre de 1549) confio al embajador de Venecia su
imargo sufrimiento. Para distraerse un poço, se dirigió al dia siguiente a su Vigna
i n Monte Cavallo. No encontro reposo. Mando llamar al cardenal Alejandro,
lurgió Ia disputa y el Papa se enfureció de tal suerte que le arrebato a Alejan-
dro el capelo de Ias manos y se lo arrojo al suelo.40 La corte supuso que vendría
ii n cambio y que el Papa alejaría al cardenal dei gobierno de los negócios,
fpeno no pudo llegar a esto. Aquella violência de ânimo a los ochenta y três
[âftos pudo con él. En seguida se sintió enfermo, para morir a los poços dias: el
|I0 de noviembre de 1549. En Roma todo el mundo acudió a besar sus pies.
Era tan querido como ediado su nieto, y se le tuvo compasión porque había
•ufrido Ia muerte por causa de aquel a quien más servidos había rendido.
Í
dòn de abandonaria.
<S "Julius Papa III manu própria: Instruttione per voi Monsignor d'Imola con l'imperatore;
Átimo di Marzo" (Informar, polir., xn). También explica Ia razón de esta unión esrrecha: non
lf ilícito alcuno humano, ma perche vedemo Ia causa nostra esse con S. Mà Cesiiea in tutti li
brf e massimamente in quel/o delia religione.
«« "Al Cl. Crescentio 15 Abril 1552".
130 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
47 "Lettera dei Papa a Mendoza 26 Dec. 1551". (Inf. pol. xrx): "Sea dicho jin orgullo:
No nos cs mcnester ningún consejo, nosottos mismos pudiéramos dar conscjos; pero Io que cs
menester es ajuda".
48 "Al Cl. Crescentio 16 Gcnn. 1552". Exclama: non sara vero, non comportaremo mai,
prima lassaremo ruinare il mondo.
40 Vasari. Boissard habla de su extensión de entonces: occupat fere omnes col/es qui ab urbe
ad pontem Milvium protenduntur —describe su esplendor y cita algunas inscripeiones, p. e. honesta
voluptarier conetis fas honestis esto, y, sobre todo, Dehinc próximo in templo Deu ad divo Andreae
gratias agunto [yo entiendo, los visitantes] vitamque et saiu tem Júlio I/I Pontefici Máximo Baldui-
no ejus fralii et eorum íamiliae universae plurimam et aeternam precantor. Júlio murió ei 23 de
marzo de 1555.
JÚLIO III. MARCELO II 131
J IV
Muchas veces nos hemos ocupado de él. Es ei mismo que fundo Ia orden de
los teatinos, restableció Ia Inquisición y promovió tan energicamente en Trento
Ia consolidación dei viejo dogma. Si existia un partido que reclamaba Ia restau-
ración dei catolicismo en todo su rigor, Ia Silla de San Pedro estaba ocupada
ahora no por un miembro de ese partido, sino por uno de sus fundadores y
caudillos. Paulo IV contaba ya con setenta y nueve afios. Pero su mirada pene-
trante conservaba todo ei fuego de Ia juventud; era alto y delgado, de rápido
andar, todo nervio. Así como en su vida diária no se sometía a ninguna regia y
a menudo dormia de dia y estudiaba de noche —y jay dei criado que entrara
en Ia habitación sin que él hubiera llamado!—, también en Io demás se guiaba
dei impulso dei momento.68 Pero estos impulsos le orientaban según un sentir
formado a Io largo de su vida y convertido en segunda naturaléza. No parecia
conocer otro deber ni otra ocupación que ei restablecimiento de Ia vieja fe en su
esplendor antiguo. De tiempo en tiempo suelen formarse caracteres de esta clase,
con los que tropezamos todavia alguna vez. Han comprendido Ia vida y ei
mundo desde un solo centro y su tendência individual y personal es tan pode-
rosa, que todos sus puntos de vista se hallan completamente dominados por
ella; hablan sin descanso y conservan siempre cierta frescura; expresan sin césar
sus opiniones, que se van desenvolviendo en ellos con una espécie de fatalidad.
Adquieren máxima significación cuando vienen a ocupar un puesto en que su
actividad depende simplemente de su opinión, y ei poder y Ia voluntad coinci-
den. jQué no se podría esperar de Paulo IV, quien nunca; había guardado
contemplaciones y había impuesto siempre su oninión con extrema violência,
ahora que se hallaba en Ia cúspide! M El mismo estaba sprprendido dei lugar a
que había Hegado, pues nunca había hecho Ia menor concesíón a ningún car-
denal ni dejó sospechar en él más que un extremado rigor. Por eso no se creía
elegido por los cardenales, sino por Dios mismo, y llamado a cumplir sus in-
tenciones.55
58 "Relatione di M. Bernardo Navagcro (che fu poi cardinajc) alia Serma. Pepca. di Venetia
tomando di Roma Ambasciatore appresso dei Pontcfice Paolo IV 1558". Se encuentra en nume-
rosas bibliotecas italianas, y también en Ias Jnformatione po/ifiche. en Berlín. La complessione di
questo pontefice è colérica adusta; ha una incredibil gravita e grandczza in tutte ie sue azioni et
veramente pare nato ai signoreggiare.
54 Se puede suponer que su manera de ser no agradaba a todo ei mundo. En ei Copitoio ai re
di Francia, Aietino le desciibe dei modo siguiente:
Caraffa ipocrita infingardo
Che tien per coseienza spirituaie
Quando si mette dei pepe in sul cardo.
05 Relatione de/ Cimo. M. A/uise Mocenigo K. ritomato daila corte di Roma 1560. (Arch.
Venez.) Fu eietto pontefice contra i) parer e credere di ogn'uno e forse anco di se stcsso, coma
S. S. própria mi disse poço inanzi morissc, che non avea mai compiaciuto ad alcuno, e che se un
PAULO IV 133
r iana a dos frailes de Monte Cassino, para restablecer allí Ia decaída disciplina,
nstituyó una congregación para Ia reforma, comprendiendo três departamentos,
cada uno compuesto de ocho cardenales, quince prelados y cincuenta varones
doctos. Los artículos que habían de ser discutidos, y que se referían a Ia pro-
moción de cargos, fueron comunicados a Ias universidades. Como se ve, se puso
j u Ia obra con gran seriedad.56 Parecia que Ia tendência eclesiástica que hacía
ticmpo había ganado Ias zonas bajas, se apoderaba también dei Papado e ins-
[ pirata los desígnios de Paulo IV.
Pero había que preguntarse qué posición iba a tomar en los movimientos
I universales.
No es tan fácil cambiar Ias grandes direcciones adoptadas por una potência,
porque poço a poço se han fundido con su esencia propia.
Por ia naturaleza de Ias cosas, tenía que ser un àeseo dei Papado tratar de
•istraerse a Ia supremacia espanola y ahora era un momento en que ello volvia
u parecer posible. Aquella guerra que vimos surgir de Ia revuelta farnesina fué Ia
irás desdichada de Ias emprendidas por Carlos V. Se hallaba en apuro en los
Países Bajos; Alemania se había separado de él; Itália ya no le era fiel, y ni
llquiera podia confiarse en los Este y los Gonzaga. Él mismo se hallaba agotado
, y enfermo. De no pertenecer ai partido dei emperador, no sé si otro Papa hu-
['Dicra resistido ia tentación que Ia situación ofrecía.
Esta era especialmente fuerte para Paulo IV. Había visto a Itália con Ia
1'lx'rtad que gozo en ei siglo xv (había nacido en 1476) y su alma anoraba este
fecuerdo. Comparaba Ia Itália de entonces con un instrumento de cuatro cuer-
• l.r. bien acordado. Las cuerdas eran Nápoles, Milán, Ia Iglesia y Venecia, y
Blldecía Ia memória de Alfonso y de Ludovico ei Moro, "almas desdichadas
y perdidas —decía— cuya escisión destruyó esta armonía".57 A partir de enton-
ces los espanoies se a]zaron con ej senorío de Itália, situación a Ia que no pudo
•vtnirse. La familia Caraffa pertenecía ai partido francês y muchas veces había
tomado las armas contra los castellanos y catalanes; todavia en 1528 se ha-
bía aliado con los franceses y fué Pedro Caraffa quien aconsejó a Paulo III
<|ii<' se apoderara de Nápoles durante las révueltas de 1547. A este ódio parti-
flarista se vino a juntar otro. Caraffa había afirmado siempre que Carlos V
había favorecido a los protestantes por celos contra ei Papado y achaco ai empe-
t "Ir Ia culpa dei progreso de este partido.88 El emperador Io conocía muy
bien. Le expulso una vez dei Consejo formado para Ia administración de Nápo-
MrdinaJe gíí avea domancíafo quaiche grafia g/i avea sempre rísposto aHa ríversi rrè mti compacta-
lii/o, onde disse: io non sn come mi habbiano elerto papa e concludo che Iddio faccia Ij poiitefici,
»« Bromato, Vita dl Paolo ÍV, Lib. DC, J 2, J 17 (n. 224, 289).
B7 Infelici quelle anime di Alfonso d'Aragona e Ludovico Ouça di Milano, che fumo li primi
i t tuastarono cosi nobíl instrumento d'|ra/ia. En Navagero.
k
M "Memoriale dato a Annibale Rucellai Sett. 1555". (/nformat. pol. xxiv). Chiamava libe.
Minite Ia mi. S. Cesarc» /aurore di hiretíci e scismatici.
134 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
les y no permitió que llegara a tomar posesión de sus cargos eclesiásticos napoli-
tanos, y en alguna ocasión le pasó aviso a causa de algunas declamaciones suyas
en ei consistorio. Como puede imaginarse, Ia resistência de Caraffa se hizo con
esto más violenta. Odiaba ai emperador como napolitano y como italiano, y
también como católico y como Papa. Junto a su ceio reformadof, no conocía
más pasión que este ódio.
Apenas había tomado posesión dei pontificado —no sin cierto orgullo cuan-
do vió que los romanos le erigían una estatua por dispensarlos de ciertas tasas
e importar trigo, y cuando recibió, con ei fasto de una corte regida por aristocra-
tas napolitanos, Ias embajadas que se apresuraban a rendirle acatamiento—, y j
ya se vió enredado en mil disputas con ei emperador. Ya este se había quejado
ante los cardenales partidários suyos de Ia elección que había tenido lugar; sus
partidários celebraron reuniones sospechosas y algunos de ellos se apoderaron
en ei puerto de Civitavecchia de unos barcos que les habían sido arrebatados
por los franceses.59 El Papa entro en furor. Hizo prisioneros a los vasalios dei
emperador y a los cardenales de su partido que no pudieron huir, y confisco
sus propiedades. Pero no le basto esto. Celebro Ia alianza con Francia, por Ia que
Paulo III nunca había podido decidirse. Decía ei Papa que ei emperador pre-
tendia acabar con él por una espécie de fiebre espiritual; pero ahora se iba a j
decidir a un juego franco y queria libertar a Ia pobre Itália de Ia tirania de los
espanoles con Ia ayuda dei rey de Francia, esperando ver a dos príncipes fran-
ceses en Milán y Nápoles. Pasaba Ia larga sobremesa bebiendo ei negro y espeso
vino volcánico de Nápoles60 —ei Mangiaguerra— y despotricaba de Io lindo
contra esos cismáticos y herejes, condenados de Dios, casta de judios y marranos,
desperdícios dei mundo, y otras cosas por ei estilo que decía de los espanoles.81
Pero se consolaba con los versículos de Ia Biblia: caminarás sobre serpientes,
pisotearás leones y dragones; había llegado ei momento en que ei emperador
Carlos y su hijo recibirían ei merecido por sus pecados; él, ei Papa, iba a ser ei
ejecutor: libertaria a Itália. Si no se le escuchafca, si no se le queria hacer
caso, algún dia se diria que un viejo italiano, tan cerca^de Ia muerte que le
hubiera sido mejor descansar y prepararse a bien morir, tuvo planes tan subli-
mes. No es menester examinar ai detalle Ias negociaciones que llevó a cabo
69 "Instruttioni e lettere di Monsignor delia Casa a nome dei Cl. Caraffa, dove ti contiene
d principio delia rottura delia guerra fra papa Paolo IV a l'iniperatore_Carlo V 1555". También I
en Ias fnformat. po/., 24.
80 Navagero: L'ordine suo è sempre di mangiare due volte ü" giorno: vuol esser servito mo/to
delicatamenle, e neJ principio de/ ponteficato 25 piatti non bastavano: bebe molto piu di quel/o che
mangia: il vino è potente e gagliardo, negro e tanto spesso che si polria quasi tagliare, dimandasi
mangiaguerra, che si conduce de/ regno di Napoli: dopo pasío sempre beve ma/vagia, che i suoi
chiamano iavarsi i denti. Stava a mangiare in publico come g/i a/tri pontefici sino a/J'u/tima ,
indisposilione, che /u riputata morta/e quando perdette Vappetito: consumava qua/che volta tre hore
di tempo dal sedeze ai /evarsi da mensa entrando in varii ragionamenti secondb /'occasione ef usando
mo/te volte in que/ ímpeto a dir mo/te cose secrete d'importanza.
«l Navagero: Mai par/ava di S. Ma. e de/Ja natione Spagnoia; che non g/i chiamassa cretici,
scismatici e maledetti da dio, scme di Giudei e di Mori, feccia de/ mondo, dep/orando )a miséria
d"ira/ia, che fosse asfretra a servire gente cosi ad/etfa e cosi vi/e. Los despachos de los embajadorej
franceses estin llenos de tales manifestaciones violentas, por ejemplo los de Lansac y de Avançon.
(Ribier, n, 610-618.)
PAULO IV 135
inspirado por estas ideas. Cuando los franceses, a pesar de un acuerdo convenido
um cllos, llegaron a un armistício con Espana,62 envio a Francia a un sobrino
luyo, Carlos Caraffa, que consiguió atraerse a los diferentes partidos que se
disputaban ei poder —los Montmoiency y los Guisa— y a Ia esposa y Ia amante
dei rey, para provocar una nueva ruptura de hostilidades.63 En Itália logro un
tudo aliado en ei duque de Ferrara. Se pretendia un cambio completo de Ia
lituación italiana. Los refugiados florentínos y napolitanos pululaban por Ia cu-
ii.i. pues parecia llegado ei dia de su triunfo. El fiscal pontifício formulo una
tcusación contra ei emperador Carlos y ei rey Felipe que implicaba una exco-
iiniiiión de estos dos monarcas y una dispensa a sus súbditos dei juramento de
fidelidad. En Florencia se afirmaba tener Ias pruebas de que también Ia casa
de los Médicis estaba condenada a Ia perdidón.64 Todos se aprestaban a Ia
guerra y se ponía una vez más en cuestíón ei curso íntegro dei siglo.
Pero jqué camino más distinto dei que se esperaba tomo ei Papado! Los
[impérios reformadores se pospusieron a los guerreros y estos trajeron consigo
resultados bien contrários.
Se vió a quien había condenado con ei mayor ceio, y hasta con propio
peligro, ei nepotismo como cardenal, entregarse de Ueno a él como Papa. Su
Sobrino, Carlos Caraffa, que había llevado siempre una vida bárbara y escan-
dalosa de soldado65 •—ei mismo Paulo IV deda que su brazo estaba manchado
de sangre hasta ei codo— fué hecho cardenal. Carlos había encontrado mane-
ia de captar ai débil anciano: se habia dejado sorprender implorando ante un
11 iu-ifijo con muestras de desesperado arrepentímiento.'* Pero Io decisivo fué
I que ambos coincidian en ei mismo ódio. Carlos Caraffa, que habia servido a Ias
Ordenes dei emperador en Alemania, se quejaba de que este le habia pagado
con su desvio. El hecho de que se le arrebatara a un prisionero por ei que espe-
iiba un gran rescate y de que no hubiera podido tomar posesión de un priorato
tn Malta para ei que ya estaba nombrado, le colmaron de rencor y de deseos de
Venganza. Esta pasión suplía ante ei Papa a todas Ias virtudes. No sabia como
•nsalzarlo y aseguraba que jamás Ia Sede apostólica habia dispuesto de un
aarvidor más capaz. No solo le cedió Ias sumas de los negócios seculares, sino
también de los espirituales, y vió complacido que se consideraba a su sobrino
como ei donante de Ias mercedes que se distribuian.
De sus otros dos sobrinos no hada ei Papa gran caso, hasta que coinddie-
II Muy característica es Ia descripeión que hace Navagero de Ia incredulidad que mostraron
|1 principio los Caraffa. Domandando io ai pontefice et ai Cl. Caraffa, se havevano awiso alcuno
dflle rregue [de Vaucelles], si guardorno I'un 1'altro ridendo, quasi volícssero dire, si como mi
dliie anche apertamente il Pontefice, che questa speranza dí tregue era assai debole in lui, e non-
dimeno verme I'awiso il giorno seguente, il quale si come consolo tutta Roma cosi diede tanto
tffvaglio e tanta moléstia a! papa et ai cardinaíe che noa Io poterono dissimulare. Diceva il papa
lhe queste rregue sarebbero Ia ruína dei mondo.
• I Rabutin, "Mémoires", Collect. univer»., t. 38, 358. Principalmente Villars, "Mémoires",
PU., t. 35, 277.
«« Cussoni, Relatioue di Toscana.
08 Babon, en Ribier, u, 745. Villars, p. 255.
•• Bromato.
136 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
ron con Ia hispanofobia dei tio. 67 ^Quién hubiera esperado Io que hizo? Declaro
que con frecuencia se habia desposeído de sus castillos a los Colonna, perpétuos
rebeldes contra Dios y Ia Iglesia, pero que no se habia sabido conservados, y
que ahora los encomendaria a vasallos suyos que los supieran defender. Los
repartió entre sus sobrinos, nombrando ai mayor conde de Pallianó y marques
de Montebello ai más joven. Los cardenales guardaban silencio y miraron ai
suelo cuando ei Papa les manifesto su voluntad. Los Caraffa abrígaron los
proyectos más atrevidos. Las hijas habrían de entrar en Ia família, si no dei rey
de Francia, por Io menos dei duque de Ferrara. Los hijos esperaban apropiarse
por Io menos de Siena. Alguien que bromeaba sobre ei gorro incrustado de
pedrerías de un hijo de Ia casa, recibió Ia corrección de Ia madre de los sobrinos
dei Papa: era ei momento de hablar de coronas. 68
De hecho todo dependia dei êxito de Ia guerra que acababa de estallar y
que no presentó muy buen cariz desde un principio.
Después de aquella acusación dei fiscal, ei duque de Alba pasó dei domí-
nio napolitano ai de Roma. Le acompanaban los vasallos dei Papa, que se daban
cuenta de Ia situación. Nattuno expulso Ia guamición pontifícia y llamó a los
Colonna. Alba ocupo Frosignone, Anagni, Tívoli en Ia montaria, Ostia en Ia
costa, y cerco a Roma por ambos lados.
El Papa confio ai principio en sus romanos. Él personalmente, habia pasa-
do revista a las tropas. Desde Campofiore, pasando por delante de Sant'Angelo,
que saludaron con salvas, llegaron a Ia plaza de San Pedro, donde estaba ei
Papa a Ia ventana con sus sobrinos. Componían 340 filas de arcabuceros, 250
de picas, cada fila de nueve hombres, bien equipados, ai mando de nobles
capitanes; cuando los abanderados pasaron por delante, ei Papa dió su bendi-
ción. 69 Todo parecia muy bonito, pero estas gentes no eran muy aptas para
defender Ia cíudad. Cuando se supo que los espafioles se encontraban tan cerca,
bastaba un falso rumor, un grupo de jinetes, para que se produiera tal confusión
que no habia manera de encontrar a nadie en su puesto. El Papa tuvo que bus-
car otro apoyo. Pietro Strozzi le llevó las tropas fjue habían servido en Siena,
rescató Tívoli y Ostia y alejó ei peligro inmediato.
Pero era una guerra extraria.
En ocasiones parecia como si las ideas, que mueven los acontecimientos,
que constituyen los fundamentos ocultos de Ia vida, se enfrentaran visiblemente.
En un principio, ei duque de Alba pudo haberse apoderado de Roma
sin gran dificultad; pero su tio, ei cardenal Giacomo, le recordo ei mal fin que
tuvieron todos los que habían tomado parte en ia conquista de Ia Cíudad
Eterna por ei condestable de Borbón. Como buen católico, ei de Alba condujo
Ia guerra con extrema prudência: combatia ai Papa pero sin césar de venerarle y
solo queria arrebatarle Ia espada de las manos; no tenía ei menor deseo de ganar
«7 Ertractuí processus Cardinalis Caraffae. Simíliter dux Palliani deponit, quod donec se decla-
ravit contra imperiales, papa eum nunquam vidif grato vuJtu et bono óculo.
«8 Bromato. J", 16- u. 236. Literalmente: non esser quel tempo da parlar di berette, mj
di corone.
69 Diário di Cola Calleine Romano dei rione di Trastevere dall'anno 1521 fino alfanno
1562. MS.
PAULO IV 137
tenía que temer ningún movimiento mientras fuera ei más fuerte en ei país.
En ei parlamento de nobles recibió un importante donativo; Ia reina Bona de
Polônia, de vieja estirpe aragonesa, que había llegado hacía poço con muchas
riquezas a su ducado de Bari, y que odiaba cordialmente a los franceses, puso
a su disposición médio millón de escudos; se aduenó también de los dineros
eclesiásticos que tenían que ir a Roma y hasta echó mano dei oro y Ia plata
de Ias iglesias y de Ias campanas de Benevento.72 Pudo fortificar todas Ias plazas
napolitanas y todos los puestos fronterizos romanos que estaban en su poder,
y juntar, ai viejo estilo, un. considerable ejército de alemanes, espafioles e ita-
lianos. Formo también centúrias napolitanas ai mando de Ia nobleza. Civitella
fué defendida valientemente por ei conde Santafiora, que había movido a los
habitantes a participar en Ia batalla y que rechazaron un asalto.
Mientras ei reino de Nápoles resistia de esta manera y no mostraba sino
lealtad por Felipe II, dei lado de los atacantes se produjeron vivas disensiones
entre franceses e italianos, entre Guisa y Montebello. Guisa se quejaba de que
ei Papa no cumplía ei tratado celebrado con él ni le prestaba Ia ayuda prometida.
Cuando ei duque de Alba apareció con su ejército en los Abruzos a mediados de
mayo, considero Guisa conveniente levantar ei sitio y repasar ei Tronto. La
guerra se traslado de nuevo a terreno romano.
Era una guerra en que se avanzaba y retrocedia, en que se ocupaban ciu-
dades y se volvían a perder, pero una vez conoció una batalla de importância.
Marco Antônio Colonna amenazaba a Palliano, que le había sido arrebata-
da por ei Papa, y Giulio Orsino acudió con víveres y tropas de refresco. I Iabían
llegado a Roma 3,000 suizos, bajo ei mando de un nativo de Unterwalden. El
Papa los recibió con alegria, regalando a sus capitantes cadenas de oro y títulos
de nobleza. Hablaba de Ia legión de ángeles que le había enviado Dios. Giulio
Orsino acaudilló estas tropas y algunas orras italianas de a pie y de a caballo.
Marco Antônio le cerro ei paso. Fué una batalla ai estilo de Ias que conocieron
Ias guerras italianas entre 1494 y 1531. Tropas pontifícias e imperiales, un Co-
lonna y un Orsino; como tantas veces, a los suiabsse enfrentaron los lansque-
netes alemanes bajo ei mando de sus últimos caudillos de^ama, Caspar von Felz
y Hans Walter. Una vez más los viejos enemigos luchaban por un asunto en
que les iba bien poço, pero no por eso dejaron de pelear con su proverbial bra-
vura.73 Por último, àicen los espafioles, Hans Walter, grande y fomiào como
un gigante, se arrojo en médio de una companía de suizos con Ia pistola en una
mano y Ia espada en Ia otra, cayendo sobre ei abanderado, dei que se deshizo
de un disparo ai costado y un poderoso tajo en Ia cábeza; toda Ia companía se
arrojo sobre él, pero sus lansquenetes acudieron a tiempo. Los suizos fueron
totalmente derrotados. Sus banderas, en Ias que en grandes letras se leia "De-
fensores de Ia fe y de Ia Santa Sede", mordieron ei polvo. Su jefe no pudo
volver a Roma más que con dos de sus once capitanes.
72 Giannone, ístoria di Napoli, Lib. xxxin, cap. i. No solo Gosseimi, sino también M.im-
brino Rosco, DeJ/e historie dei mondo, Lib. vn, iclatan esta guerra detalladamente y con buenai
fuentes; otros atribuyen a Ferrante Gonzaga gran parte en Ias hábiles medidas que tomo Alba.
73 Las circunstancias particulares de este pequeno encuentro Ias tomo de Cabrera, Don Felipe
Segundo, Lib. ra, p. 139.
PAULO IV 139
vez a Paulo IV y podemos imaginar Io penoso que seria para él. Alguien habla-
ba de Felipe II como de un amigo y ei Papa exclamo: "jSí, mi amigo, ei que
me ha tenido sitiado y ha buscado mi perdición!" Frente a extranos Io comparo
un dia con ei hijo pródigo dei Evangelio, pero en ei seno de lá\ confianza
ensalzaba a aquellos Papas que habian pretendido hacer emperadores a los
reyes de Francia. 78 Su ânimo seguia siendo ei mismo, pero Ias circunstancias
le acosaban: ya no tenía nada que esperar y no digamos que emprender, y
hasta ei lamentarse debía hacerlo en secreto.
Es inútil tratar de resistir a Ias consecuencias de los acontecimientos col-
mados. Después de cierto tíempo, repercutíeron sobre Paulo IV con un efecto
que es de Ia mayor importância Io mismo para su gestión que para ei cambio
operado en su caracter.
Su nepotismo no se basaba en ei egoísmo familiar que distinguió a Papas
anteriores, ya que favoreció a sus sobrinos porque apoyaran su batalla contra
Espana y los consideraba como sus naturales auxiliares en ia contienda. Como
había terminado esta. desapareció su interés por ellos. Sobre todo si no ha |
sido ganada en forma muv legal, cualquier posición destacada tiene necesidad
de êxitos. El cardenal Caraffa. pensando sobre todo en ei interés de su casa
por conseguir Ia compensación por Ia perdida de Palliano. aceptó una cmba-
jada ante Felipe II. Al volver de ella sin haber obtenido gran cosa. se vió como
ei Papa le trataba cada vez con mayor frialdad. Pronto no le fué posible ai
cardenal disponer dei séquito de su tio como hasta entionces, reservando ei acce-
so a los amigos íntimos. A oídos dei Papa llegaron también malediceneias que
pudieron reavivar Ias impresiones penosas de tiempos pasados. El cardenal
enfermo una vez y ei Papa le visito inesperadamente; se encontro con unos
cuantos indivíduos de Ia peor fama. "Los viejos son desconfiados —dijo— me
he dado cucnta de cosas que me abren de nuevo los ojos." Como vemos, bas-
taba Ia menor chispa para que estallara ei incêndio. Un suceso insignificante
Io provoco. En ei Afio Nuevo de 1559 se produjo un tumulto callejero en ei
que un joven cardenal. ei favorito de Júlio III, cardenal Monte, había sacado
ei punal. El Papa Io supo a Ia manana siguiente y le disgustó que su sobrino
no le hubiera dicho una palabra. Espero unos dias y, por fin, dió rienda suelta
a su cólera. La corte, ya por otra parte impaciente a Ia espera de câmbios, se
alborozó con este signo de desgracia. El embajador florentino, que había sido
ofendido mil veces por Caraffa, se apresuró a ir ai Papa con Ias más amargas
quejas. La marquesa delia Valle, también una parjente, a Ia que no se quiso
permitir Ia entrada, encontro ei médio de colocar en ei breviario dei Papa un
billete en que se contaban algunas acciones feas de los sobrinos: "Si su Santí-
dad desea conocer más detalles, escriba su nombre debajo"; Paulo IV firmo
y es de suponer que no faltarían Ias informaciones. Con ei ânimo tan mal dis-
puesto acudió ei Papa ei 9 de enero a Ia reunión de ia Inquisición. Habló
7» "I/cvcsqne iVAngoulesme au roy 11 Juin 1558", Ribier, n, 745. El Papa habría dicho:
que votis Sire rTcstiez pas pour degenerer de vos predecesseurs, qui avoient toujouts este conserva-
teurs et defcnsetirs de ce Saint siege, comme au contraire que /e roy Philippe tenoit de race de te
vou/oir rainer et confondre entierement.
PAULO IV 141
otros asuntos. "En médio de câmbios tan repentinos —se decía de él— de nue-
vos ministros y servidores, se mantiene firme, obstinado e inflexible; no siente
compasión alguna y parece como si no conservara recuerdo algumo de los su-
yos." Ahora se entregará a otra pasión muy distinta. \
Este cambio tiene una importância definitiva. El ódio contra los espa-
fioles, Ia idea de poder convertirse en ei libertador de Itália, habían conducido
a Paulo IV a empresas seculares, a otorgar a sus familiares territórios de Ia
Iglesia, a promover a soldados suyos a Ia administración de negócios eclesiás-
ticos, a enemistades y a derramamientos de sangre. Los acontecimientos le
obligaron a renunciar a estas ideas y a sofocar aquel ódio y así, poço a poço,
se le fueron abriendo los ojos a Ia conducta reprobable de sus familiares y se
desentendió de ellos con un sentido justiciero vehemente, después de una
fuerte lucha interior. Desde ese momento volvió a sus viejas intenciones de
reformador y empezó a gobemar como se sospechó ai principio que empezaría
gobemando. Y con ia misma pasión con que había llevado ia enemistad y ia
guerra condujo Ia reforma dei Estado y, más que nada, de Ia Iglesia.
De arriba abajo, los negócios seculares se encomendaron a manos nuevas.
Perdieron sus puestos los viejos Podestà y gobernadores. Tal como se llevó
a cabo este cambio no dejó de tener, en ocasiones, algo de extraordinário. En
Perugia, ei nuevo gobemador se presentó de noche y convoco a los Ancianos,
sin esperar ai dia, les mostro sus credenciales y les ordeno prender inmedia-
tamente ai gobemador antiguo, que se hallaba presente. Desde tiempos inme-
moriales fué Paulo IV ei primer Papa que rigió sin familiares. En su lugar
encontramos los cardenales Carpi y Camillo Orsino, que ya con Paulo III
habían gozado de mucha influencia. Con ei cambio de personas entro tam-
bién un cambio en Ias maneras y sentido dei gobiemo. Se ahorraron sumas
considerables y se rebajaron los impuestos. Se instalo un buzón, cuyas llaves
guardaba ei Papa y en ei que cada persona podia depositar sus quejas. El
gobemador hacía comunicaciones diárias. Se administro con ei mayor escrú-
pulo y sin ninguno de los viejos abusos. -
Áunque ei Papa, entregado a otras empresas, no había perdido nunca de
vista ia reforma de Ia Iglesia, ahora se dedico a ella con toda su alma y sin)
otra preocupación por delante. Introdujo una mayor disciplina en Ias iglesias;
prohibió toda mendicidad, hasta Ias limosnas recogidas por los sacerdotes para
Ia misa; suprimió Ias imágenes impropias. Se grabó un mcdalla con su efígie
y con Cristo arrojando a los mercaderes dei templo, pesterró de Ia ciudad y dei
Estado a los frailes que habían abandonado ei convento. Obligó a Ia corte
a observar ordenadamente los avunos y a celebrar Ia Pascua con Ia comunión.
Hasta los cardenales tuvieron que predicar de vez en cuando. También él
predico. Trato de extirpar muchos abusos de caracter lucrativo. Nada quiso
saber de dispensas matrimoniales ni de su precio Toda una serie de puestos,
que hasta entonces habían sido vendidos, entre ellos los Chiericati à% Carne
d'alcune attioni piu notabili nel pontificato di Paolo IV 1'anno 1558 sino alia sua morte" [desde
ei 10 de Sept. de 1558], que no conoce ninguno de los dos primeros autores y que, siendo piuducto
de obsetvaciones personalcs, me ofreció nuevas informaciones.
PAULO IV 143
I
En muchos de sus decretos se reconocen los rasgos de los ordenamientos a
que más tarde había de otorgar su sanción ei concilio de Trento.83
Como era de esperar, también en esta dirección mostro aquel caracter
inflexible que era su natural.
Entre todas Ias instituciones favoreció a Ia Inquisición, que había restau-
lido. Muchas veces dejó pasar los dias destinados a Ia signatura y al consis-
Orio, pero jamás los jueves en los que se reunia ante él Ia congregación de Ia
nquisición. Queria en estos asuntos mano firme. Le sometió nuevos delitos
] le otorgó ei derecho cruel de aplicar Ia tortura para ei descubrimiento de los
«ómplices. En él no había excepción de personas y Ias gentes más encopetadas
ueron llevadas ante ei tribunal: cardenales como Morone y Foscherari, que
labían sido empleados antes para examinar ei contenido de libros importantes
"mo, por ejemplo, los Ejercicios espiritucdes de Ignacio, fueron llevados a
prisión porque ei Papa empezó a dudar de su ortodoxia. Instituyó Ia fiesta de
•nto Domingo en honor de este gran inquisidor.
De esta suerte fué prevaleciendo en ei Papado Ia dirección religiosa ri-
gurosa y restauradora.
Paulo rV pareció olvidar que había tenido otras preocupaciones. El re-
Clierdo de los tiempos pasados había desaparecido en él. Vivia entregado a Ias
Informas y a Ia Inquisición; dictó leyes, encarceló gentes, excomulgó y presidio
iiiiins de fe. Finalmente, cuando le postró Ia enfermedad —una enfermedad
• u c también hubiera acabado con Ia vida dè un hombre joven— llamó a los
Mirdenales, encomendo su alma a sus oraciones, y a su cuidado Ia Santa Sede
M Caracciolo, Vita di Paolo IV, MS. los menciona particularmente. El Papa dijo: che simiJi
QlUài d'amministratione e di giustitia conveniva che si dassero a peisone che ii facessero, e non
^ ^ M t r l i a chi avesse ocassion di volerne cavare il suo danaro.
I »» Bromato, n, 483.
i M Mocenigo, Relatione di 1560. Nelíi officii divini poi e nelle ceremonie procedeva questo
I p , l , e ' ' c e c o n • s n t * graviti e devotione che veramente pareva degnissimo vicario di Gesu Christo.
I H*"e cose poi delia religione si prendeva tanto pensiero et usava tanta diligencia che maggior non
^ P poteva desiderare.
i •» Mocenigo: Papa Paolo IV andava continuamente facendo qualche nova determinatione e
•Forma, e sempre diceva preparare altre, acciò che restasse manco occasione e menor necessita di /ar
144 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO JT.VT
r
"T Vivia entonces entregado a estas ideas. Publico su bula: "Rcscissio alienationum" (Bnlh-
, ív, 4, 319) en Ia que anulo todas Ias enajenaciones de los antiguos bienes de Ia Iglesia en
ml.
*>n También Goodwin, Annalei AngJiae, etc., p. 456.
146 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
5) Pio IV
cuenta que cierto dia, en un banquete de cardenales, Alejandro Farnesio
tregó una corona a un muchacho que improvisaba con Ia lira para que se Ia
nitiera a aquel de los presentes que iba, ei primero, a ser Papa. El muchacho,
)vio Antônio, más tarde varón famoso y cardenal, se acerco a Giovanni Ângelo
heis v le dedico ia corona cantando sus alabanzas. Este Médicis fué ei
cesor de Paulo con ei nombre de Pio IV. 94
04 Nicius Erythraeus cuenta esta anícdota cn ei artículo sobre Antoniano: Pínacotheca, p. 37.
Pftnibién Mazzucnelli Ia repite. La elección tuvo lugar ei 26 de diciembre de 1559.
148 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
t proccdcre per 1'ordmano con tanto rigore contra gl'inquisiti, e che si hscia intendera che piu
piaceria che usassero tcrmini da cortese genti/uomo che da /rate severo, non di meno non ardisce
«on vuolc mai opponersi ai giudicii loro.
150 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
I
la Europa. Y hasta para él mismo era urgente tal medida, puesto que los
nceses amenazaban con un concilio nacional que facilmente podia provocar
mi Son las Nocfes Vaticanae, las que menciona Glussianus, Vita CaroJi Borromei, i, iv, 22.
102 Mula: 4 de febrero de 1561. Pio le rogo de dar ei informe: che havemo animo d» sfare
puce, e che non sapemo niente di questi pensieri dei duca di Savoia, e ei maravigfiamo che vada
rando qiiestc cose: non è lempo da fare 1'impresa di Ginevra ne da far gencraii. Scrivete che
no constanti in questa opinione di star in pace.
152 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
un cisma. Pero, a decir verdad, tengo que anadir que, además de todas estas
circunstancias, existia su buena voluntad. Escúchese como se expresa: "Que-
remos ei concilio, Io queremos sin duda, Io queremos todos. De no quererlo
podríamos escudamos ante ei mundo con mil dificultades, pero más bien nues-
tro deseo es acabar con ellas. Hay que reformar Io que tiene que ser refor-
mado, también en nuestra persona y en nuestras propias cosas. Si albergamos
alguna otra intencíón que Ia de servir a Dios, que Él nos castigue." A menudo
parece como si los príncipes no le apoyaran Io bastante para una empresa de
tal envergadura. U n a manana ei embajador veneciano le visita en su lecho,
donde se hallaba postrado por Ia podagra; le encuentra ocupado con sus pen-
samientos. "Tenemos buenas intenciones —exclama— pero estamos solos."
"Me dió compasión —dice ei embajador—, verle en Ia cama y escuchar Io que
decía: estamos solos para sostener una carga tan pesada." Pronto se puso manos
a Ia obra. El 18 de enero de 1562 se reunieron tantos obispos y delegados en
Trento que se pudo reanudar de nuevo ei dos veces interrumpido concilio.
El Papa tuvo Ia mayor intervención en ello. "Es cierto —dice Girolamo Soran-
zo, que no estaba ai lado dei Papa— que Su Santidad mostro en ei asunto
todo ei ceio que se podia esperar de un tan gran pastor y nada ha descuidado
que pudiera conducir a una obra tan santa y necesaria."
I
6 ) Las últimas sesiones dei Concilio de Trento
(
jCómo había cambiado ia situación dei mundo desde Ia primera convocatória
dei Concilio! El Papa no tenía que temer ahora que un emperador poderoso
utilizara Ia rcunión para dominar ai Papado. Fernando I no poseía poder alguno
en Itália. Tampoco había que temer errores graves sobre puntos esencialcs dei
dogma. 103 Como ya se había puesto de manifiesto en las primeras sesiones,
c-1 dogma, aunque no formulado por completo, dominaba ya sobre una gran
parte dei mundo católico. No era posible pensar seriamente en una unificación
con los protestantes. En Alemania habían adquirfBo una jrosición muy fuerte,
de Ia que no era posible desalojados; en ei Norte, Ia nueva orientación religiosa
se había fundido con ei poder estatal y Io mismo estaba ocurriendo en Ingla-
terra. El Papa, ai declarar que ei nuevo concilio no era más que una conti-
nuación dei anterior y ai acallar las vocês que se levantaron en contra de este
critério, renuncio a tales esperanzas. ^Cómo podían los protestantes libres
adherirse a un concilio cuyas resoluciones anteriores habían condenado ya los
artículos más importantes de su credo? " , 4 Con esto Ia eficácia dei Concilio
se limitaba de antemano ai mundo, tan consíderablcmente disminuído, de las
naciones católicas. Su propósito tenía que concentrarse en componer las dife-
10» Así considero Fernando I ei asunto. "Litterae ad Icgatos 12 Aug. 1562", en Lc Plat:
Monum. ad. Iiisí. cone. Tridenfini, v. p. 452. guiei eniin attinct —disquírere de Jiis dogmatibus, de
quibus apud omites non solum príncipes, vertim criam privatos homines catliolicos, nu//a mine
penitus existit disceplario?
104 La cansa principal dei escrito de recusación de los protestantes: Causae cur ciccíores prín-
cipes aiiiqiie Aiigusíanac confessioni ndjimcti status recusent adirc concibum. Le Plat, iv. p. 57.
Dcstacan ya cn cl primer aviso las palabras omni supensioiie subiara. Rccucrdan Ia condenación que
sufrieron anteriormente sus princípios y explican ai detallc quae maJa sub ca confirmatione lateant.
pio iv 153
tencias surgidas entre estas naciones y Ia suprema autoridad eclesiástica, en
formular ei dogma en algunos puntos que no habían sido fijados todavia, y
MIIHC todo, en dar término a Ia reforma interior ya iniciada y prescribir normas
disciplinadas de caracter general.
Pero también esta tarca se mostro muy dificultosa y pronto se originaron
|us más vivos altercados entre los teólogos allí reunidos.
Los espanoles plantearon Ia cuestión de si Ia obligación de residência de
(bispos en sus diócesis era de derecho divino o solo de derecho eclesiástico.
• I t c í a una disputa ociosa puesto que, por todas partes, se reclamaba ei deber
residência. Pero los espanoles sostenían de una manera general que ei poder
.copai no era emanación dei poder papal, como se pretendia en Roma, sino
su origen descansaba inmediatamente en Ia institución divina. Con esto
on en ei nervio de toda Ia organización eclesiástica. Aceptado ese principio,
mbiera restablecido Ia independência de Ias potestades eclesiásticas subal-
las, cuya dominación habían cuidado tanto los Papas. Estando en Io más
» de Ia discusión, llegaron los delegados dei emperador. Sorprendcn los
tulos que presentan. "También ei Papa —reza uno— tiene que humillarse
iiendo ei ejemplo de Cristo y someterse a una reforma en su persena, en su
go y en su cúria. El concilio debe reformar ei nombramiento de los carde-
:s y ei cónclave." Fernando solía decir: "Si los cardcnales no son buenos
no van a elegir un buen Papa?" Para Ia reforma pretendida por él queria
•U<* sirviera de base ei proyecto dei Concilio de Costanza, que allí no pudo
•evarse a efecto. Las resoluciones debían ser preparadas por Ias diputaciones
l e las diferentes naciones. Además pedia: que se autorizara Ia comunión cn
dos espécies y el matrimônio de los clérigos; dispensa dei ayuno para algunos
sus súbditos; institución de escuelas para los pobres; depuración de los bre-
Vlurios y santorales; un catecismo inteligible; himnos religiosos en alemán; re-
farma de los conventos, entre otras cosas "para que sus grandes riquezas no se
PMplcaran de manera tan desastrosa".105 Como vemos, proposiciones todas muy
105 Pallavicini, xvir, i, 6, omite casi por completo estos postulados. Son molcstos para él.
I ii efecto, nunca han sido conocidos cn su forma autêntica. Los tenemos ante nosotros en três
nliuliis. Un extracto se encuentra en P. Sarpi, Lib. vi, p. 325, e, idénticamente, aunque en latín,
Kainaldi y Goldast; un segundo, más extenso, cn Bartolomé de Martyribus, el tercero, más
pleto, cn Schelhorn. No concuerdan bien. Mc he atenido a Io que se encuentra en Schclhorn.
i (|uc cn las ediciones anteriores hubiesc sido muy deseablc una información de Viena, y una tal
ii| nación se encuentra justamente aliora en Ia gran colección de documentos para Ia historia dei
(•un [lio de Trento, de Sickel, y cn un artículo que Io completa en el tomo 45 dcl Archiv fiir
dilinc/i. gesch. Por las actas icproducidas allí dcl gabinete dei emperador Fernando I conocemos
lii npmión moderada, acertada, de este príncipe, de acuerdo con las tendências alemanas gcnerales.
l i primera instrueción a sus embajadores en Trento, dei 1° de encro de 1562, tal como está escrita,
.mu lioy Ia atención. Es esta trabajo dei vicecanciller Seld, ayudante dcl emperador y muy
llilhil cn el maneio de Ia pluina. Pero tampoco esta instrueción contienc Io que buscamos, que es cl
lliiin.iili) "libelo de reforma" de Fernando, un proyecto que fué resultado de muclias consultas, y
()MP contienc Io que ya hcnios leído en Shclhorn. No se creyó necesario repctirlo por entero, sino que
I líiivtii Ia indicación de las diferencias poço importantes con respecto ai manuscrito autógrafo. Sickel
Um li.ibla con ceio cscrupuloso, en el artículo citado, sobre su origen. Be cllo resulta que Io misino
i|in li instrueción primera, también cl libelo de reforma lia de considerarse como manifiesto dcl
|iiiiil.i medio, pero católico aún, que insistia cn una aproximación a los protestantes en Alemania.
También se han utilizado los proyccros de Jnlio Pflug. Su cnnteniclo será importante para
lb> épocas posteriores a esta, c incluso, si no nos equivocamos, para hoy dia.
154 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
I
I, por el contrario, es disuelto sin resultado alguno, los fieles se sentirán de-
uudados y los dudosos se encontrarán en grave peligro de perderse dei todo."
Si contemplamos Ia situación, parece imposible que en el seno dei Concilio
108 "Lettera dei Clc. di Mantua, legato ai concilio di Trento, scritta ai papa Pio IV li 15
«nn. 1563." Quando si havesse da dissolversi questo conci/io —per causa d'a/tri e non nosfra—,
i piaceria piu che Vra. Beafitudine íusse restata a Roma.
100 Li Card/nali di maggior autoritâ dcploravano con tutti a futte í'ore ia íoro miséria, ia qua/e
(mano (anto maggiore che vedono e conoscono assai chiaro, non esservi rimedio alcuno se non
•»«licl/o che piacesse dare a) Sr. Dio con Ja sua santíssima mano! Cerco non si può se non temere,
I inucle cl mismo Soranzo, Sermo. Príncipe, che Ia povera Itália afflitta per aítre cause habbi ancox
I • irntire aff/ittionc per qnesto particularmente: Io vedono e Io conoscono tutti i sav/.
156 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
prometió una reforma verdadera en todos los demás aspectos. El proyecto que
presentó a este particular alcanzaba ai mismo cónclave.
Una vez resueltas estas cuestiones capitales facilmente se pusièron de acuer-
do sobre Ias accesorias. El emperador renuncio a muchas de sus exigências y
dió instrucciones a sus embajadores de mantener buenas relaciones con los
legados pontifícios sobre todo. Después de conseguir este arreglo Morone volvió
a Itália. "Cuando se supo en Trento —nos dice él mismo— ei buen acuerdo dei <
emperador y se percataron de Ia inteligência existente entre sus embajadores y]
los dei Papa, ei Concilio empezó a cambiar de aspecto y a ser mucho más
tratable."
A esto coadyuvaron otras circunstancias.
Los espanoles y los franceses se habían peleado por ei derecho de prece-
dência de los representantes de sus reyes y, a partir de este momento, coincidie-j
ron muchas menos veces.
Además, se habían iniciado gestiones especiales con ambas partes.
La misma naturaleza de Ias cosas obligaba a Felipe II a buscar una inteli-
gência. En gran parte su poderio en Espaiia se apoyaba en intereses eclesiásticos]
y tenía que procurar, sobre todo, tenerlos a mano. La corte de Roma sabia nmy
bien, y ei núncio de Madrid Io decía a menudo, que una clausura apacible dei
Concilio era tan deseable para ei rey como para ei Papa. Los prelados espanolejj
habían protestado en Trento contra ei gravamen de los bienes eclesiásticos, q u d
representaba una parte importante de los ingresos dei Estado; ei rey quedo I
preocupado y rogo ai Papa que impidiera discusiones tan desagradables. u fl
iCómo iba a ocurrírsele, en estas circunstancias, trabajar en favor de Ia iniciativa]
de sus prelados? Por ei contrario, trato de sujetarlos un poço. Pio IV se quejó de
Ia oposición violenta y continua que le hacían los espanoles y ei rey le prometió]
apelar a médios que pondrían término a aquella desobediência. En una pala-
bra, ei Papa y ei rey se dieron cuenta de que sus intereses eran los mismos.
Debieron de tener lugar otras negociacicnes. El Papa se arrojo por completo em
brazos dei rey y este prometió solemnemente venir en ayjida dei Papa con todas
Ias fuerzas de su reino en cualquier momento de necesidad.
Los franceses también se aproximaron por su lado. Los Guisa, que ejercían |
en Francia tan gran influjo sobre ei Gobierno y en Trento sobre ei ConcilioJ
fueron orientando su política en una dirección cada vez más católica en amboij
campos. Se debe a Ia transigência dei cardenal de Guisa, que se reanudanin Ias
sesiones dei Concilio después de una suspensión de diez meses y después da
ocho aplazamientos. Pero se trataba de llegar a una unión más estrecha. Guisa
presentó Ia proposición de un encuentro de los príncipes católicos poderosos,
dei Papa, dei emperador y de los reyes de Francia y Espaiia. 110 Marcho a RomaJ
para tratar dei asunto y ei Papa no encontro palabras bastantes para loar "ell
ceio cristiano dei cardenal por cl servicio de Dios y Ia tranquilidad pública,!
no solo en Ias cuestiones dei Concilio, sino también en otras que se refieren ai
ijue había de ser para Ia cúria cualquier innovación en este sentido; se temia
ya cl tratar seriamente dei asunto y por cso se eludió. También es muy par-
ticular Ia solución propuesta por Morone. Presentó juntas Ia reforma dei car-
clcnalato con los artículos sobre los obispos. "Poços se dieron cuenta —nos
dice— de Ia importância dei asunto y de esta forma se sortearon los escollos."
El Papa consiguió de esta suerte conservar Ia corte romana en su forma
tradicional y también se mostro dispuesto a abandonar Ias reformas pedidas
bor los príncipes, tal como se pensaba, ccdiendo así a indicaciones dei em-
fccrador.124
En realidad aquello parecia un congreso de paz. Mientras Ias cuestiones
He importância subordinada fucron preparadas por los teólogos hasta recibir Ia
forma de resolución general, Ias cortes negociaban sobre Ias grandes cuestio-
Jlcs. Los mensajeros iban sin césar de un sitio a otro y se pagaba una conce-
MUII con otra.
Al Papa le interesaba terminar pronto. Los espanoles se resistieron duran-
cierto tiempo, pues Ia reforma no les parecia bastante, y ei embajador espa-
ol hizo ademán una vez de que iba a protestar. Pero como ei Papa se declaro
itpuesto a convocar en caso necesario un nuevo sínodo, 125 como preocupaba
dea de Ia posibilidad de una vacante de Ia Sede sin estar clausurado ei
poncilio, y como cada quien estaba ya cansado y queria marcharse a su casa,
los espanoles tuvieron que ceder ai final.
En Io esencial estaba vencido ei espíritu de oposición. Precisamente en su
Último período ei Concilio mostro Ia mayor sumisión. Se avino a pedir ai Papa
IIii i cnnfirmaeión de sus resoluciones y declaro expresamente que todos los
Mccrctos de reforma, cualesquiera fueran los términos en que se expresaran,
lialnin sido redactados en ei supuesto de que no padeciera con ellos en Io más
mínimo ei prestigio de Ia Sede apostólica.12" Cuán lejos se estaba por entonces
In Trento de aquellas pretensiones de Costanza y Basilea sobre Ia superioridad
• I« -1 concilio. En Ias aclamaciones redactadas por ei cardenal de Guisa, con
mu' sc puso término a Ia sesión, se reconoció especialmente ei episcopado uni-
ttrsal dei Papa.
Había Hegado, pues, a feliz término. El Concilio, reclamado con tanta
Mlicmencia, eludido durante tanto tiempo, disuelto dos veces, sacudido por
Imitas tormentas, en grave peligro en su tercera etapa, se clausuraba ai fin con
|N unanimidad dei mundo católico. Se comprende que ei 4 de diciembre de
• 563, ai reunirse por última vez los prelados, se sintieran conmovidos y dicho-
• » . Los hasta entonces enemigos, se congratulaban mutuamente, y se vieron
•«rimas en los ojos de muchos ancianos.
Mas si fueron menester tanta flexibilidad y tanta destreza política para
Mm eguir este resultado, t n o podemos preguntarnos si no padeció de este modo
• I Concilio en Ia eficácia de su acción?
IM El que no se llcgara a una severa reforma de Ia cúria, de los cardenales, dei cónclave, dc-
I
imlio exactamente de Ia omisión de Ia reforma de los príncipes. Extractos de una correspondência
p H» legados, en Pallavicini, 23, 7, 4.
i»n Pallavicini, 24, 8, 5.
•
>••"> Scssio XXV, c. 21.
162 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
V a m o s q u é espíritus se a g í t a b a n en a q u e l l a m o v i d a e t a p a . A p e s a r d e t o d o
Io q u e P i o I V h a b í a h c c h o por Ia r e c o n s t r u c c i ó n d e Ia Iglesia, h u b o m u c h o s a los
q u e e n modo a l g u n o les pareció bastante y abrigaban m u y distintos proyectos.
7 ) Pio V
!-'!' "Clis, Borromcus llcnrico Cli. Infanti Portugalliac Romae d. 26. Fcbr. 1Ç66". Glussiani,
Vita C. Borroroci, p. 62. C. Ripmnonti, Historia mbis Medio/ani, Lib. XII, p. 814.
|;f
" Lo encuentro en un Dispaccio di Soranzo ambre. in Spagna. Non essendo conosciufe le
qua/ifà di S. Si. da .qwcsto Strmo. :c, mentre era in cardina/ato, ií detto commendator (Luigi
Rec/iicsc;is. Coimii. maggiof] sempre (o /aiidrt mo/ío, predicando questo soggeto esser degno dfl
ponliíicato, con il che S. St. si mosse a dargli ordine clic con ogni suo potere Ji desse hvore.
Y con eslo pierde valor Ia historieta que cuenta Oltrocchi en Ias notas a Giussano, p. 219. La
elección tuvo lugar cl 8 de encro de 1566.
1*1 Puolâ lic-polo. Rc/a?ione di Roma in tempo di Pio ÍV et V. In Bergamo Ji fn /evato
per forza dj//e prigioni dei rnonastero di S. Domenico, dove aIJora si so/evano mettere i rei, un
rio v 165
[en Ias que no se podia evitar ei trato con suizos y alemanes; Ia Valtelina, que
GMaha sometida a Graubünden. Dió muestras en esa ocasión de Ia obstinación
• dei valor de un fanático. Algunas veces fué recibido a pedradas a Ia entrada de
I bmo; a menudo, para salvar su vida, se tuvo que guarecer de noche en los
[albergues de los campesinos y hubo que huir como un fugitivo, pero no se dejó
•redrar por ningún peligro. El conde delia Trinita le amenazó con arrojarle a un
Kr/o y contesto que ocurriría Io que Dios quisiera. Estaba tambíén enredado
Ia Iucha de Ias fuerzas religiosas y políticas que agitaban por entonces a íta-
la, Como ei partido por ei que luchó salió victorioso, prospero él también. Fué
Dinbrado comisario de Ia lnquisición cn Roma tf, poço después, Paulo IV decía
ic I ri Michele era un gran servidor de Dios y merecedor de grandes honores:
nombró obispo de Nepi —pues queria sujetarlo para que, cualquier dia, no se
i Itara a Ia tranquilidad dei convento 132 — y en 1557 le hizo cardenal. Ghislieri
lintuvo su rigor en su nueva dignidad y también su pobreza y su sencillez;
i Ia a su eompanero de habitación que tenía que figurarse que vivían en un
ivento. No pensaba sino en sus práctícas piadosas y en Ia lnquisición.
En un hombre de este temple creían ver Borromeo, Felipe II y todo el
ri ido extremista, Ia salvación de Ia Iglesia. Los romanos no estaban quizá tan
ütentos. Pio V se dió cuenta y decía: "Tanto más me cchatán de menm cuarv
muera."
Gomo Papa seguia viviendo con todo cl rigor monacal; no dejó de practicar
fayuno cn toda su amplitud ni se ponía ningún vestido de traza fina; 133 a me-
• 0 decía misa y todos los dias Ia oía; pero cuidaba que sus prácticas religiosas
le distrajeran demasiado de los negócios públicos; no hacía siesta y se levan-
• muy temprano. Si dudáramos de Ia profundidad de su rigor religioso ten-
• m o s una prueba en el hecho de que no creía que el Papado favorecia su
J.KI, ni le ayudaba en nada a Ia salvación de su alma y a alcanzar Ia gloria dei
MÍso. Pensaba que sin el auxilio de Ia oración no hubiera podido sobrellevar
carga. Saborcó hasta el fin de sus dias )a dicha de una piedad ferviente, única
[a que era capaz, piedad que a menudo se deshacía en lágrimas y le dejaba Ia
Ihvicción de haber sido escuchado. El pueblo se arrebataba ai verlo en Ia proce-
Sn descalzo y descubierto, con Ia expresión pura de una piedad sincera, con sus
Brgis barbas blancas como Ia nieve; no rccordaban jamás que hubiera habido
in Papa tan piadoso y contaban que su solo aspecto nabía convertido protestan-
te Iira también bondadoso y campechano ytrataba a sus viejos servidores con
nayor confianza. Y cuando aquel conde delia Trinita se le presentó como
ujador, le dirigió, ai reconocerle, estas hermosas palabras: "Mira como Dios
ila ai inocente", y no le guardo ningún rencor. Era caritativo y tenía una lista
ns menesterosos de Roma a los que hacía socorrer según su condición social.
i|i,i/c herético, nominato Giorgio Mondaga [otro nombre para el índice de los protestantes
(un gr.in per/colo suo e de'l>ati. Nel/o medesima città poi travagfiò assai per /orrnare
•«cesso contra i/ vescovo aliora di Bergamo.
IAS Catcna, Vila di Pio V, obra de Ia cual liemos tomado Ia mayor parte de Ias informaeio-
t.nnbién contiene aquélla. Pio V mismo Ia reficre a los embajadores venecianos. Mich.
|rimio, Pablo Ticpôlo, sepiín óstos cuentan, cl 2 de octuore de 1568.
Inn Catcna. Tiepolo: Ne mai ha iascialo /a camisia di rassa, che come frafe incominciô di
Itlire. Fa le oralioni diVotissimamenle et aJcune volte coJJe íacrime.
166 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
L I.W Pfohibitio a/ienandi et infeudandi civitates et loca S. R. E. Admonet nos: 1567 29 Mart.
168 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Ia dcposición de los desobedientes. 139 Bajo severas penas, mando a todos los
párrocos que se mantuvieran en sus iglesias parroquiales y que se oéuparan dei I
culto, y revocó Ias dispensas que en este sentido hubieran recibido. 140 También
trato de restablecer ei orden en los conventos. Por un lado les confirmo Ias exen-
ciones de impuestos y otras cargas, como, por ejemplo, Ia de alojamiento militar; !
no queria que se les perturbara en su tranquilidad, pero prohibió a los frailes !
confesar sin ei permiso y ei examen dei ordinário y, con cada nuevo obispo, debían
repetir ei examen. 141 Ordeno rigurosa clausura, también para Ias monjas. N o
siempre recibió alabanzas por ello. Se elevo Ia queja de que imponía regias más
rigurosas que aquellas a Ias que uno se había comprometido; algunos se desespe-
raron y otros huyeron. 142
Estas medidas Ias puso en ejecución por primera vez en Roma y en ei Estado ,
pontifício. Obligó a Ias autoridades eclesiásticas y civiles a Ia ejecución de sus '
disposiciones eclesiásticas.143 Él mismo procuro que Ia administración de justicia [
fuera rigurosa e imparcial. 144 No se contento con advertir a los magistrados en ]
particular, sino que celebraba una audiência pública con los cardenales cada ;
último miércoles de mes, en Ia que todo ei mundo podia presentar sus quejas j
contra los tribunales. Por Io demás, era incansable en tener audiências. Desde J
muv de manana se sentaba en su silla y recibía a todo ei mundo. De hecho, este j
ceio trajo consigo una reforma total de Ias maneras romanas. "En Roma —dice,'
Pablo Tiépolo— Ias cosas marchan ahora de otra manera. Los hombres se hana
hecho mucho mejores, o Io parecen por Io menos."
Poço más o menos ocurrió algo parecido en toda Itália. Por todas partes
coincidió Ia publicación de los decretos dei concilio con ei reforzamiento de fl
disciplina eclesiástica y se presto ai Papa una obediência como ninguno de suM
antecesores había disfrutado.
El duque Cósimo de Florencia no tuvo reparo alguno en entregado los
acusados por Ia Inquisición. Carnesecchi, uno de los literatos aue habían parti-
cipado en los primeros movimientos dei protestantismo en Itália, había sal ido
bien hasta entonces, pero ya no le valieron su prestigio personal, Ia reputación ]
de su família ni los vínculos con Ia casa reinante y, atado, fué puesto en manos de
Ia Inquisición romana para ser quemado vivo. 145 Cósimo se hallaba totalmente,
entregado ai Papa. Le apoyó en todas sus empresas y accedió a todas sus recla-ví
maciones eclesiásticas. En recompensa, ei Papa se sentia movido a nombrarle
gran duque de Toscana y a coronarle con este rango. Eja más que dudoso cl
" 9 Cuin nuas: 1566 10 funii Buli., iv, II, 303. /
140 Cupicntcs: 1568 8 Julii. Ib., iv, m, 24.
H l Romani: 1571 6 Aug. Ib., iv, m, 177.
142 Ticpolo: Spesse voílc nel dar rimedio a quclche disordine incorre in un'a/fro maggio
procedendo niassimainente per via degli estrcmi.
143 Buli. iv, in, 284.
14 i fnforniafionc de//e qualitá di Pio V e del/e cose che da quelíe dependono. (Bibl. de
lín). N'el conferire le gratie iion si cuia deííe circonsranze, secondo che a//e voltre sarebbe neces!
per qufl|sivpg/w rispelto considerabi/c, nè a requisition d'a)cuno Ja giustiíia si lia punlo alter;
ancora che sií senza dar scandalo e con csempio d'alrri ponte ficipofesse /are. Soriano encuentra •
no otorga ninguna gracia sin advertências: ii che mi parse próprio ií sfi/o de'coníessori, che fan
una gr.ui riprensione a/ penitente, quando sono per assoíverío.
145 1567. Cantini, Vita di Cósimo, p. 4Í8.
PÍO V 169
(trecho de Ia Santa Sede para una medida semejante; Ias costumbres dei príncipe
Kl .mdalizaban con razón, pero Ia sumisión a Ia Santa Sede demostrada por
, "Mino y Ias rigurosas instituciones eclesiásticas que introdujo en ei país, pare-
,ii i"ii ai Papa un mérito superior a todos.
Los viejos enemigos de los Médicis, los Famesio, competían con ellos en
p»u dirección, y también Octavio Farnesio ponía todo su honor en dar cumpli-
• nio, a Ia menor senal, a Ias ordenes dei Papa.
Con los venecianos sus relaciones no eran tan buenas. No eran tan enemi-
><. de los turcos, ni tan indulgentes con los conventos, ni tan bien dispuestos con
Inquisición como él deseaba. Pero se guardo muy bien de romper con ellos.
I parecia "que Ia República estaba fundada sobre Ia fe y se había mantenido
tmpre católica y era Ia única que se había conservado libre de Ia inundación
| los bárbaros. El honor de Itália descansa sobre cila"; y declaro que Ia amaba.
•mbién es verdad que los venecianos hicicron por él más que por ningún otro
|pu. De otro modo nunca hubicran procedido, en Ia forma que Io hicieron,
ii i I pobre Guido Zanctti de Fano, quien, habiendo sido sometido a pes-
n i por virtud de sus opiniones religiosas y huído a Parma, fué entregado
ír ellos ai Papa. Pusieron bastante orden en ei clero de Ia ciudad, que desde
leia tiempo no se preocupaba demasiado de los cânones eclesiásticos. Tierra
Icntro, Ia Iglesia de Verona fué reorganizada de Ia mejor mancra por Mattco
jiberti. Con su ejemplo ha querido mostrar como debe vivir un verdadero
Mspo11" y sus disposiciones han servido de modelo a todo ei mundo católico,
arque ei concilio tridentino Ias acogió una trás otra. Carlos Borromeo mando
|ntar su retrato para tener siempre presente su proceder.
i Pero Ia influencia dei mismo Carlos Borromeo fué todavia mayor. Con
Rins Ias dignidades y cargos que poseía —entre otras cosas era penitenciário
liivor—, y a Ia cabeza de los cardenales, donde le había colocado su tio, pudo
|brr logrado en Roma una posición brillantísima. Pero renuncio a todo,
kn objeto de dedicarse a sus funciones eclesiásticas en cl arzobispado de
lilán. Se entrego a ellas con verdadera pasión. Viajaba continuamente por
| diócesis y ninguna localidad había donde no htibiera estado dos o três
|»TS; se desplazó a Ias montaflas más altas y a los valles más apartados. Gene-
llimnte, le había precedido un visitador y él llegaba ya con su informe; Io
lipeccionaba todo con sus propios ojos y fijaba los correctivos e implantaba
M mejoras.147 De igual modo dirigió ai clero y se celebraron seis concilios pro-
llicialcs bajo su presidência. Además, era incansable en sus deberes sacerdo-
llis. Prcdicaba y decía misa y, durante dias enteros, daba Ia comunión, orde-
iiln sacerdotes, asistía a Ia toma de hábito de Ias monjas y consagraba
(trtivs. La consagración de un altar exigia una ceremonia de ocho horas y se
ucntan 300 consagraciones. Muchas de sus intervenciones se refieren a Io
xinior, especialmente restauración de edifícios, unificación dei rito, exposi-
'•* "Pctri Francisci Zini, bom pastoris cxcmplum ac specimen singulare ex Jo. Matthaeo
ciln cpiwopo expresstim atque propositum". Escrito en 1556 y destinado, ai principio, a Ingla-
|fti Opera C/bcrti, p. 252.
117 G/us.rânm de vita et rcbns gestis S. Carofi Borromaei Mcdioí., p. 112. habla muy deta-
Oincnlc sobre cl r/tns visitationis v todas Ias demás cosas.
L
170 ° S PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
viva. A partir dei ano 1570, no vemos casi más que extranjeros juzgados a
causa de protestantismo por Ia Inquisición. 152
En Espana ei Gobíemo no favorecíó a los jesuítas. Se decía que Ia mayo-
ría era judeo-cristiana, y no de pura sangre espanola o eompuesta de cristianos
viejos, y se le atribuía Ia idca de vengarse algún dia de todo ei mal trato que
estaba recibiendo. Por ei contrario, en Portugal llegaron muy pronto los miem-
bros de Ia orden a gozar de un poder casi ilimitado, y gobernaron ei país en
nombre dei rey Sebastián. Como también en Roma, bajo ei Papado de Pio V,
gozaban de crédito, utilizaron Ia autoridad de que disfrutaban en cada país a
tenor de Ias inspiraciones de Ia cúria.
Y de este modo Pio V dominó en Ias dos penínsulas como nunca había
dominado ningún antecesor suyo; por todas partes entraron en vigor Ias dispo-
sicioncs de Trcnto; todos los obispos juraron Ia Professio fidei, que contenía
un resumen de los princípios dogmáticos dcl Concilio; ei Papa Pio V dió a
conocer ei catecismo romano, en ei que se desarrollaban aquéllos; anulo todos
los breviarios que no emanaran expresainente de Ia Santa Sede o tuvieran una"''
tradición de doscientos anos, y dió a conocer otro nucvo, concebido según Joí"
más viejos breviarios de Ias iglesias de Roma y deseando que se extendiera poíl
todas partes; 153 tampoco olvido Ia publicación para uso general de un misai
nucvo "según Ia norma y ei rito de los Santos Padres"; 104 los seminários se lleh»*|
ron, los conventos fueron reformados de verdad y Ia Inquisición velaba con rigofl
implacable por Ia unidad e intangibilidad de Ia fe.
Esta misma política es Ia que establece una estrecha relación entre todos ct-j
tos países y Estados. Mucho contribuyó en ello que Francia, entregada a Ia guej
rra civil, desístíera de sus víejas diferencias con Espana o no Ias hiciera valer conj
Ia misma fuerza. Los distúrbios franceses tuvieron también otros efectos. D *
los acontecimientos de una época emergen siempre unas cuantas conviecione»
políticas generalcs que Uegan a dominar prácticamente ei mundo. Los prín^
cipes católicos tenían ei convencimiento de que un Estado se malbarata desdi
ei momento en que permite câmbios en Ias ideas relígipsas. Si Pio IV había
dicíio que Ia Iglesia no se podia soscener sin los príncipes, ahora eran los prín<]
cipes los convencidos de que su inteligência con Ia Iglesia era también de necafl
sidad. Sin césar les predicaba esto Pio V. Y de hecho vió como este m u n d a
cristiano meridional se agrupaba alrededor de él para una empresa común.
El poder turco seguia prosperando cada vez más; .dominaba ei MedilB
rráneo y sus ataques a Malta y luego a Chipre mostraban cuán seriamentí|
pensaba en una conquista de esas islãs, hasta entonces invictas; desde Hungria
y Grécia amenazaba a Itália. Pio V consiguió que los príncipes católicos sd
dieran cuenta dei peligro y, con ocasión dei ataque a Chipre, le asaltó Ia idca
de trabajar por una alianza que fué propuesta por él a los venecianos, por un
lado, y a los espanoles, por otro. "Cuando recibí autorización para entrar cn
152 M'Cric, líistory oi the progress and suppresion of the reformafion in Spain, p. 336.
1.13 Rcjnotís iis quac aíiena et incerta essent. Quoniam nobis: 9 /ulii 1568.
1M CoJ/atis omnibus ciim vefustissimis nostrac. Vaticanac bibliothecae aliisque undique con-
•juisitis emendatis afgue incorruptis codicibus.
pio v 173
ncgociaciones y se Ia comunique a él —nos dice ei embajador veneciano— le-
vanto sus manos ai cielo, dió gracias a Dios y prometió dedicar todo su espíritu
y Iodos sus pensamientos a esta empresa." lr ' : ' Le costo mucho trabajo allanar íos
.obstáculos que se oponían a una unión de Ias dos potências marítimas; Ias res-
liintcs fuerzas de Itália Ias atrajo en seguida y él mismo, que no tenía dinero,
mi barcos, ni armas, encontro médios para enviar galeras pontifícias a Ia flota
liliada; tuvo parte en Ia elección dei almirante, don Juan de Áustria, cuya scd
de gloria y picdad supo inflamar ai mismo ticmpo. Y, así, tuvo lugar en Lepanto
lu batalla más dicbosa que han conocido los cristianos. El Papa estaba tan ab-
•orto por esta empresa que, ei dia de Ia batalla, le pareció contemplar Ia victoria
ni una espécie de arrebato. Conseguida esta, le creció Ia confianza en si mis-
iini y se atrevió con proyectos mayores. En unos cuantos anos esperaba poder
•ciliar completamente con cl poderio de los turcos.
Pero no sóío medió en empresas tan gloriosas. Su religiosidad era tan ex-
icliisivista y despótica que distinguió con su ódio más violento a los cristianos
B r olra confesión. jQué contradieción que Ia religión de Ia inocência y de Ia
Buinildad persiga a Ia verdadera picdad! Pio V, educado cn Ia ínquisición,
•Cgado a madurez con sus ideas, no encontraba contradieción en ello. Si trato
• J extirpar con ceio infatigablc los restos de disidencia que todavia podían
HcmUrarse en los países católicos, persiguió también con enconado ahinco
los protestantes ya emancipados o que todavia se encontraban cn lucha. No
tl«» ayudó con una pequena fucrza a los católicos franceses, sino que, ai cau-
IIIo que los mandaba, ei conde Santafiore, le hizo Ia indicación extraordina-
I de "no coger ningún hugonote prisioneio y matai «imediatamente a todo
que cayera cn sus manos". ir '° Guando estallan los distúrbios en los Países
(jos, Felipe II duda de como tratar a Ias províncias y ei Papa le aconseja Ia
•rrvención armada. Su razón era que, cuando se negocia sin ei apoyo de
II armas, se reciben leyes, pero, con ias armas en Ia mano, se prescriben. Apro-
i Ias medidas sanguinárias dei duque de Alba y bendijo su sombrero y su
kgn. No se puede demostrar que conociera los preparativos de Ia noche de
mi Uurtolomé, pero ha cometido acciones que no permiten dudar que él hubie-
I nprobado Ia matanza, Io mismo que su sucesor.
jQué mezcla más sorprendente d e sencillez, arrogância, rigor personal,
•negación religiosa y áspera exclusividad, .de ódio violento y persecución
tlt^iicnta)
Con este ânimo vivió y murió Pio V . 1 " Viendo venir Ia muerte, visito
tini vez más Ias siete iglesias "para despedirse —como él decía— de tan santos
Ignres"; besó três veces los últimos escalones de Ia Scala Santa. LIna vez había
fiunetido emplear para una empresa contra Inglaterra los bienes de Ia Igle-
"15 Soriano: Haviita Ia riso/uíione —andai súbito alia audienza, benche cia di noite ei 1'hora
BOimoda et S. Si. travagliata per Ji accidenti seguifi que? giorno per )a coronatione dei diica di
Inrrn/a ed ií protesto deJi'ambasciatore Cesareo: (contra) e coiimiunicato ia commissione ciic
IWvu, S. Sa. si aiíegrò tutta.
i 160 Catena, Vita di Pio V, p. 35. Pio si doíse dei conte che non havesse il conun-
lUiriito di lui osservato d'ammazzar súbito qiialunquc herético gli fosse venuto alie niani.
F IS7 Murió ei 1' de mayo de J 572.
174 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
ESTADO Y CORTE
.. A E P O C A D E G R E G O R I O X I I I Y D E S I X T O V
I. A D M I N I S T R A C I Ó N D E L E S T A D O P O N T I F Í C I O
Los Papas habían recibido una región bien situada y rica.
La "relaciones" dei siglo xvi no encuentran palabras bastantes para ensal-
/11 Ia fertilidad de Ia región. Los hermosos valles que rodean a Bolonia, por toda
176 ESTADO Y CORTE
existia una notable articulación de diversos estamentos: los nobili de una ciu-
dad frente ai poder dei Estado, los cittadini en relación a los nobili, Ias comu-
nidades sometidas frente a Ias principales, los aldcanos frente a Ia ciudad. Lo
ejue llama Ia atención es que casi en ninguna parte de Itália se produjeron
instituciones de tipo provincial. En ei Estado pontifício hubo reuniones pro-
Vinciales a Ias que se da ei importante nombre de parlamentos, pero algo debía
de haber en estas reuniones que no se compaginaba con Ias costumbres y ca-
jláctcr de los italianos, puesto que jamás ejercieron influencia alguna.
De haberse desarrollado por completo Ia constitución municipal, para lo
uc tenía posibilidades y basta parecia estar en camino, hubiera representa-
3 ii, con Ia mayor fuerza —en virtud de Ia limitación dei poder dei Estado,
Sracias a los derechos, y ai gran poder de Ias comunidades, y a Ia pluralidad
• los privilégios particulares— ei principio de estabilidad, es decir, un derecho
público fijado mediante atribuciones particulares y Ia recíproca limitación.
En Ia constitución de Venecia se llegó muy lejos en este sentido, pero
•Bucho menos en ei Estado pontifício.
Esto obedece a ia diferencia originaria de Ias formas de gobierno. En
venecia es una corporación hereditária y autônoma Ia que se considera titu-
l.ii de los derechos públicos. Frente a esto, Ia cúria romana es demasiado
faióvil, pues entran indivíduos nuevos después de cada cónclave y los paisanos
Mc los diferentes Papas cobran cada vez una gran participación en los nego-
(Ki,. La elección para cualquier cargo administrativo en Venecia tenía lugar
i ii Ias mismas corporaciones, mientras en Roma dependia de Ia discreción dei
Papa. Allí los gobernantes estaban contenidos por leyes rigurosas, por una
vigilância estrecha y por un control corporativo; aqui, Ias personas que admi-
nistran están retenidas menos por ei temor ai castigo que por Ia esperanza de
avance, que depende mucho dei favor y buena voluntad, y, así, queda mayor
| campo abierto a su actividad.
Además, desde un principio ei gobierno papal había estipulado para si
1111,1 posición más libre.
En este aspecto tenemos un ejemplo ilustrador si comparamos Ias circuns-
Inncias romanas con Ias venecianas. La comparación es fácil en ei caso de
[ I'acnza, que poços anos antes de entrar bajo ei poder dei Papa se había some-
la In a los venecianos y celebro capitulaciones con ambos. 14 En Ias dos ocasiones
estipulo, por ejemplo, que no se introduciría ningún nuevo impuesto sin su
me ptación por Ia mayoría dei Gran Consejo de Faenza. Los venecianos lo
concedieron sin mas, pero ei Papa agrego Ia siguiente cláusula: "Siempre que,
iicu motivos importantes y razonables, no le plugicra otra cosa." No quiero
•laminai ai detalle este tema, pero por todas partes se ve lo mismo y bastará
con otros cuantos ejemplos. Los venecianos habían concedido, sin más, que
1 Iodos los juicios criminales serían de Ia competência dei yoãestà y de su cúria;
E
Papa hizo Ia misma concesión en términos generales, pero puso una excep-
ón: "En delitos de lesa majestad y otros crímenes parecidos, que pueden
14 Historie di Faenza, iatica di Giu/io Cesare Tonduzzi, Faenza, 1675, contiene Ias capitu-
;ioncs concluídas con los venecianos, p. 569, y Ias otoigadas por Júlio II en 1510, p. 587.
180 ESTADO Y CORTE /
íbieita y gastaban más de Io que podían casi sin excepción. Tenían partidários
cn Ias ciudades, de los que se servían a veces para cometer actos contra Ia ley.
IVro su empeno mayor consistia en mantener buenas relaciones con sus cam-
pcsinos, de los cuales Ia mayoría poseía también un pedazo de tierra, que no
merecia ei nombre de riqueza. En los países dei Sur se tiene en cuenta ei
prestigio de Ia cuna y Ias prerrogativas de Ia sangre, pero Ia diferencia entre
lus clases no es ni de lejos tan grande como en los dei Norte; no excluía una
•itrccha confianza personal. También estos barones convivían con sus cam-
pesinos en un sistema de subordinación fraternal, y no se podia decir si los
Viisullos obedecían y servían con mejor voluntad que sus senores les prestaban
•yuda; había algo de patriarcal en Ia relación que les unia. 18 Esto se debía,
bntre otras razones, a que ei senor queria evitar de cualquier manera que sus
Ifúbditos recurrieran ai poder dei Estado. No queria saber gran cosa de Ia
loberanía senorial de Ia Sede apostólica. Que ei legado pretendiera arrogarse
l.i tegunda instância y a veces Ia primera, no Io consideraban estos feudatarios
como un derecho sino, más bien, una coyuntura política desgraciada, que
Mtnría pronto.
Además tenemos aqui y allá, principalmente en Ia Romana, localidades
Míticas completamente libres. 19 Se trata de grandes linajes; senores en su
•ropia aldea, todos armados y especialmente diestros en ei empleo dei arcabuz,
por Io general bastante rudos. Se les puede comparar con Ias comunidades
•bres griegas o eslavgs, que conservaron su independência con los venecianos
I que lucharon por recobraria con los turcos, tales como los encontramos to-
Itvía hoy en Candía, Morea y Dalmacia. En ei Estado pontificio se arrimaron
| Ias diversas facciones. Los Cavina, Scardocci y Solaroli eran gibelinos; los
Mumbelli, Cerroni y Serra, güelfos. Los Sena tenían en su dominio una co-
lina que servia de asilo para todos los que habían cometido algún desaguisado.
LIH más fuertes de todos cran los Cerroni, que se extendían hasta los domínios
porentinos. Se habían dividido en dos ramas, los Rinaldi y los Ravagli, que
Hiiintenían una enemistad perpetua, a pesar de su parentesco. Conservaban
•nu espécie de relación hereditária, no solo con Ias famílias más distinguidas
l i Ias ciudades, sino también con abogados, que apoyaban a una facción u
01 M en sus altercados. En toda Ia Romana no había ninguna família tan pode-
Bin que no hubiera podido ser perjudicada facilmente por estos rústicos. Los
trrnccianos tenían siempre a su servido a uno u otro de los caudillos, para
•II.ir seguros de su asistencia en caso de guerra.
Si todos estos habitantes se hubieran entendido le hubiera sido difícil a
M prelados romanos hacer valer ei poderio de Roma. Pero sus disensiones
•restaron fuerza ai Gobiemo. En una "relación" de un presidente de Ia Ro-
kuna ai Papa Gregorio XIII, encuentro Ias palabras siguientes: "Es difícil
I
alternar cuando ei pueblo está demasiado unido, pero, si se halla dividido,
1* Relalione del/a Romagna: Essendosi aggiusrali gJi uni aWhumorc deg/i altri.
I 1* Los campesinos acababan de librarse dcl dominio de muchas ciudades. Ghisilicri: Scossi da
Ml liogo e recati quasi corpo diverso da queJIe ciftá (p. cj. Forli, Cescna) si governano con certe
»o leggi separate sotto il governo d'un protertore eiefro da /oro medesimi, U qua/i hanno ampJis-
|M tutorità di far le resoJutioni necessário per li casi occorenli aJ/i contadini.
182 ESTADO Y CORTE /
entonces es fácil." 20 Además, nos encontramos con que se formo en estos países
un partido favorable ai Gobierno. Se trataba de gentes de paz que deseaban
tranquilidad, de aquclla clase media en que no habían penetrado Ias faceio-
nes. En Fano formaron una unión que se denomino santa; se vieron obligados
a unirse, como se nos dice en el acta de fundación, "porque toda Ia ciudad
está infestada de robôs y asesinatos, y se encuentran en peligro no solo aquellos
que se hallan mezclados en Ias luchas, sino también los que comen su pan
con cl sudor de su rostro." La alianza Ia celebraron juramentándose en Ia
iglesia, como hermanos a vida y muerte, a mantener el orden en Ia ciudad y a
destruir a los que Io perturbaran. 21 El Gobierno les protegia y les otorgó el
derecho a llevar armas. En toda Ia Romana los encontramos bajo el nombre
de jracifíci y poço a poço forman una espécie de magistratura plebeya. Tam-
bién entre los campesinos ei Gobierno tiene sus partidários. Los Mambelli
apoyan a Ia corte dei legado. Perseguían a los bandidos y vigilaban Ias fronteras
y esto les proporciono bastante prestigio entre sus vecinos. 22 Por otra parte,
vinieron a favorecer ai Gobierno los celos vecinales, Ia oposición entre el campo
y Ia ciudad y otras disensiones internas.
Y, así, en lugar de Ia legalidad, tranquilidad y estabilidad a que debía
haber llegado esta constitución en razón de su idea, encontramos: una graii
agitación de Ias facciones, de Ia que se aprovecha el Gobierno; el contrapeso
de Ias municipalidades, cuando consiguen entenderse; en una palabra: violên-
cia en favor de Ia lcy y violência en contra de ella. Cada uno mira hasta donde
puede llegar.
Ya con León X, los florentinos, que tenían en sus manos Ia mayor parte
dei Gobierno, hicieron valer los derechos de Ia cúria de manera muy sensible.
Se vió a los enviados de Ias ciudades llegar uno trás otro a Roma con el objetoj
de que se atendieran sus quejas. Rávena declaro que preferia entregarse a l o i
turcos que continuar con un Gobierno semejante. 23 La vacante de Ia Sede Ia
aprovechaban a menudo los viejos senores y esfuerzo le costaba ai nuevo Papa
desalojados. Ya es un cardenal, un familiar dei Papa^ un príncipe vecind
quien trata de arrogarse el gobierno de una u otra ciudad mediante una suma
entregada a Ia Câmara. Por eso Ias ciudades mantienen agentes y embajadores
en Roma, para que tengan conocimiento inmediato de cualquier plan de esfflf
índole c impedir así que se llcve a ejecución. En general suelcn lograrlo. Perfl]
en ocasiones se ven en el trance de apelar a Ia fuerza contra Ia autoridad papal
y hasta contra Ias tropas pontifícias. Casi en todas jas historias de estas ciuda-
20 Gliisilicri: S/ccome li popofo disimito facilmente si domina, cosi diíficilmenfc si regge
q u a n d o è froppo unito.
21 Es como )a Hcrmnndad. Amiani, Mcmoric di F a n o , ti, H 6 , nos da su lema, bnsado cn un
refrán: Beati paci/ici, quia filii dei vocabtiiifur. De esle lema tal vez provenga cl nombre que t u v »
en otras ciudades.
22 Scgún Ia Rc/afionc de Ja Romagna, también se llamaban, por su residência, h u o m i n i d.i
Schicío: huomini, dice esta rclación, che si fanno mo/to riguardare.- sono Gue/fi: h coile di R o í
magna si è valtifa dci/'opera íoro molto iitiiincnrc, massime in havere in mano banditi et in ovvianl|
al/e fratidi che si fauno in estrarre bestiami daí/e montagne.
23 Marino Zorzi, Re/atione di 1517. Le terre di Romagna è in gran combtisfíone e desordine:
li vien fatia poça /usfitia: e hii nrator ha visto ta/ x man di oratori a/ cardin.il di Mediei, cll#|
negotia íc /acende Jamentandosi di mali portamenti lanno quelli rettori íoro.
ADMIN1STRACIÓN DEL ESTADO PONTIFÍCIO 183
i «les encontramos un ejemplo u otro de una ruda oposición. El verano dei ano
L 1521 hubo en Faenza una espécie de batalla callejera entre los suizos dei Papa
I Lcrón y los habitantes de Ia ciudad. Los suizos pudieron reunirse en Ia Piazza
JKTO los ciudadanos bloquearon todas Ias salidas de Ias calles que desemboca-
[pun en ella y aquéllos tuvieron que darse por satisfechos con que se les abriera
una salida y se les dejara marchar sin dano. Faenza ha celebrado después ese
• li.i durante largos anos con fiestas religiosas.24 Jesi, ciudad no muy importante,
Ittivo ei valor de atacar en su palácio ei 25 de noviembre de 1528 ai vicego-
I" rnador, que reclamaba ciertas demostraciones de honor que los vecinos le
nr^iban. Se unieron ciudadanos y campesinos y se tomo a sueldo a cien alba-
Bícses que se hallaban en Ias proximidades. El vicegobernador emprendió Ia
lundu con todos sus funcionários. "Mi pátria —dice ei cronista de esta ciudad,
(por Io demás católico muy piadoso—, que recobro así su primitiva libertad,
cordó celebrar este dia todos los anos a costa dei erário público." 2 5
Como se comprende, Ia consecuencia de estos actos no podia ser otra
ue castigos y sojuzgamientos mayores. El Gobierno aprovechaba estas ocasio-
m para arrebatar sus viejas libertades a ciudades que conservaban importantes
Bstos todavia y someterlas así completamente.
Como ocurrió esto, nos Io ensenan los casos notables de Ancona y Pe-
lUgia.
Ancona solo pagaba ai Papa un tributo anual. Fué pareciendo más insu-
Icicnte a medida que aumentaban sus ingresos. En Ia corte de Roma se
Jalculaban estos en 50,000 escudos y se consideraba intolerable que Ia nobleza
kal se los repartiera entre si. Como Ia ciudad se sustrajo a nuevos tributos
r se apoderó de un castillo que pretendia, esto ocasiono un franco rompi-
niinio. Véase como los Gobiemos hacían valer sus dcrechos ya por cntonces.
«m funcionários dei Papa recogieron todo ei ganado de Ia comarca anconitana
mi.i compensar Ia suma que importaban les tributos. A esto se llamaba re-
Kialias.
Pero Clemente VII no se dió por satisfecho con esto. Espero una oca-
Jon favorable para proclamarse senor efectivo de Ancona. Y preparo ei mo
Bento con no poça malícia.
Mando construir una fortaleza en Ancona bajo Ia excusa de que, estando
•1 poder turco en gran adelanto en todo ei Mediterrâneo, después de sus
êxitos en Egipto y en Rodas, muy pronto se habría de arrojar sobre Itália.
J ü u é peligro no seria para Ancona, que ya tenía en su puerto una serie de
onreos turcos, si no estuviera protegida por obra alguna! Mando a Antônio
.Bnngallo construir Ia fortaleza. Los trabajos se efectuaron con Ia mayor rapi-
dez, y pronto fué ocupada Ia fortaleza por una pequena guarnición. Era ei
momento que esperaba ei Papa. En este punto Ias cosas, en septiembre de
15^2, apareció un dia ei gobernador de Ia Marca, Monsignor Bernardino delia
purha, sacerdote, pero de temple guerrero, con un ejército de consideración,
que pudo reunir gracias a Ia malquerencia de Ias localidades vecinas, se hizo
2< Tonduzzi, Historie di Faenza, p. 609.
ü5 Baldassini, Memorie istoriche deWantichissimi città di Jesi. Jesi, 1744, p. 256.
184 ESTADO V CORTE
'M
dueno de una de Ias puertas, llegó ai mercado y avanzó con sus tropas a palá-
cio. En él vivían, revestidos con los signos de Ia máxima dignidad, los "an-
cianos" bacia poço elegidos por insaculación. Monsignore delia Barba entro con ;
su séquito militar y les declaro sin ambajes que "ei Papa queria tener el:j
gobiemo ilimitado de Ancona en sus manos". No era posible oponer ninguna
resistência. Los nobili jóvenes hicieron venir a toda prisa dei campo a sus
leales, pero iqué se iba a hacer, si Ias tropas dei Papa eran superiores s i n
disputa con Ias nuevas fortificaciones? Los ancianos no querían exponer Ia |
ciudad a los peligros de ia destrucción y ei saqueo y se sometieron a ia fatalidad;
Los ancianos abandonaron ei palácio y, a poço, apareció ei legado dei
Papa, Benedetto delle Accolti, ei cual había prometido a Ia Câmara 20,000;
escudos anuales en calidad de derechos por ei gobiemo de Ancona.
Toda ia situación cambio. Hubo que entregar Ias armas y fueron deste-
rrados sesenta y cuarro nobili prestigiosos. Se reorganizo ia administración,,
una parte de los cargos se otorgó a los no nobles, a los habitantes de Ia comarca
y Ia justicia ya no se administro con arreglo a los viejos estatutos.
jAy dei que se levantara contra estas disposiciones! Algunos principalei
fueron sospechosos de conspiración y, en seguida, encarcelados, encadenados.1
y ejecutados. Al dia siguiente, en médio de Ia plaza dei mercado, se extendüí
un tapiz sobre ei que se tendieron los cuerpos de los ajusticiados, colocándose
una antorcha junto a cada cuerpo. El espectáculo duro todo ei dia.
Es verdad que Paulo III alivio un tanto Ia situación, pero ei sojuzga-
miento continuo, pues estaba muy lejos de querer restablecer Ias viejas 1
bertades.2*
Por ei contrario, se sirvió dei mismo Bemardino delia Barba para acaba
con ias de otras ciudades.
El Papa había elevado ei precio de ia sal en una mitad. La ciudad de Pe-
rugia se creía autorizada, por sus privilégios, a oponerse a ^ s t a medida. E
Papa pronuncio Ia interdieción y los ciudadanos, reunidos en Ia iglesia, eli-
gieron una magistratura de "veinticinco defensores". Qepositaron Ias Havei 1
de Ias puertas ante un crucifijo colocado en Ia plaza. Ambas partes se apresta-'
ron a Ia lucha.
El hecho de que una ciudad tan importante se levantara contra cl seno-
río dei Papa produjo una agitación general. Hubicra tenido consecuencia^
notables de haber existido por entonces en Itália una guerra. Pero, como todo es-
taba en paz, nipgún Estado podia prestar Ia ayuda cn que Perugia había pensado,'
Si bien Ia ciudad no dejaba de tener cíerto poder, no era este, sin embar»
go, de proporciones suficientes para hacer frente a un cjército como cl qutt
reunió Pedro Luis Famesio, de 10,000 italianos y 3.000 espanoles. El Gobiernq
de los veinticinco se mostro más violento que conciliador. N i siquiera tiivicroa
dinero para pagar a Ias tropas que puso a su disposición Baglionc. Su únio
aliado, Ascanio Colonna, que también se opuso ai gravamen, se contento coi
retirar ganado de los domínios eclesiásticos, pero no dió una ayuda seria.
II. LA H A C I E N D A PAPAL
que importa, en primer lugar, es que nos hagamos presente el sistema de
hacicnda papal, sistema que no solo es importante para su Estado, sino para
i Europa por el ejemplo que estableció.
Si se ha observado que Ias actividades cambistas en Ia Edad Media deben
lincipalmente su desarrollo a Ia naturaleza de los ingresos papales que, sien-
cobrables en todos los países, habia que mandarlos desde todos ellos a Ia
iria, tampoco hay que descuidar que el sistema de Ia deuda pública, que
finalmente nos afecta a todos y condiciona todo el tráfico, también se desarro-
)or primera vez de manera sistemática en el Estado de Ia Iglesia.
Aunquc fueran muy fundadas Ias quejas contra Ias extorsiones que se
nitió Roma durante cl curso dei siglo xv, también es evidente que dei mon-
lc Ias mismas muy poço llegó a manos de los Papas. Pio II disfrutó de Ia
liencia general de Europa y, sin embargo, una vez tuvo que limitarse
su séquito, por falta de dinero, a no hacer más que una sola comida diária.
200,000 ducados que necesitaba para Ia guerra en preparación contra los
ws, tuvo que pedidos prestados. Rcvelan cuán pobre era en realidad Ia
Dnomia de Ia casa aquellos médios mezquinos de que se servían algunos
'J1 Mariotti, Memorie istoriche cívili ed ecclcsiastichc delia città di Perugia c siio contado,
II(IJ, 1806. relata estos sucesos. i, p. 113-160. de un modo fidedigno y dclallado. También más
iinlc hacc alusión a cllos. p. cj. cn t, m. p. 634.
186 ESTADO Y CORTE \
28 Voigt, "Vocês de Roma sobre Ia cúria pontifícia en ei siglo xv" (Srimmen aus Rom ttebci
c/en pacpstlichen l/o/ ini /iien/zchnfen /alirhundert) en Fr. von Raumer, Hislorische Taschenbuch,
1833, contiene muclias informaciones sobre ello. Quien tenga a mano cl libro Schlcsxn vor unrf
scíl dem /ahie 1740, encuentra en él, 11, 483, una sátira bastante buena sobre ei abuso de los re-
gaios cn cl siglo xv: Passio domini papac secundum marcam auri et argenti.
20 C/i uííicii mu antichi. MS. Biblioteca Chigi N. II. 50. Son 651 cargos y 98,340 escudos
fin a)/a cre.ifione rli Sisto IV. Tan no es cierto Io que dice Onuplirius Panvinus, que Sixto IV fué
cl prinicro cn venderlos: p. 34S.
30 EntTC cllos se encontraban también stradioti y mamelucos, pero más tarde fucron supri-
midos. Adstipulatorcs. sine quibus milhe possent confiei fabu/ae. Onuphrius Panvinius. Según d
registro uíficii antichi esta creación liabría producido tan solo 40,000 ducados.
HAC3ENDA PAPAL 187
Paulo III Ias prosiguió moderadamente. Se contento con rebajar los inte-
es dei Monte clementino; como pudo asignar ingresos a menos intereses
In, también, hacer subir ei capital casi en una mitad. Pero no instituyó
i' un nuevo Monte. Es posible que Ia creación de seiscientos cargos nuevos
Mimpcnsara de esta moderación. Pero Ias medidas que han hecho famoso
nombre en Ia historia financiera dei Estado pontifício fueron otras.
Ya vimos los resultados que produjo Ia elevación dei precio de ia sal.
1'uvo cjue renunciar. En su lugar, y con Ia promesa expresa de derogarlo, in-
lujo ei impuesto directo de "subsidio". Se trata de aquel impuesto directo
DIIInido por entonces en muchos países meridionales, que encontramos en
Ipiina con ei título de servido, en Nápoles con ei de donative y cn Milán
|>n ei de mensuale, y con otros títulos en otros lugares. En ei Estado pontifício
K introducido por três anos y fijado en 300,000 escudos. Se estableeió Ia
• t e (orrespondiente a Roma y a Ias províncias, y se reunieron los parlamentos
•Vinciales para hacer ei reparto por ciudades. Estas, a su vez, Io volvieron a
llMiiluiír entre Ia ciudad y ei campo. Todo ei mundo debía contribuir. La
llil.i decía expresamente que todos los súbditçs seglares de Ia Iglesia romana,
«un los eximidos o privilegiados, incluídos marqueses, barones, feudatarios y
jncionarios, tenían que entregar su parte para esta contribución. 38
No se pago sin una viva protesta, sobre todo cuando se vió que iba pro-
Mândose de três en três anos, sin que se derogara jamás. Pero tampoco llegó
J»(T cobrada por completo en ningún caso.37 Bolonia, a Ia que se había fijado
ilni , nota de 30,000 escudos, fué Io bastante avisada para eximirse de una
por todas con una suma global. Parma y Plasencia fueron traspasadas y no
In Bailar. En cl aflo 1557 declara cl embajador francês: La debilite efu revenu de 1'eglisc
Kstado), doní e//e n'avoi't poinf ma/ntenant -fOni. escus de rente par an de quoi eííe puisse
pt tstat. Ribier, i, 69.
Bula Dcccns esse censemus: 5 Scpt. 1543. Buli. Cocq., rv, i, 225.
190 ESTADO Y CORTE
pagaron más. Fano nos ofreee un ejemplo de Io que pasó en otras ciudades.
Bajo Ia excusa de que su cuota era excesiva, Ia ciudad se nego durante cierto
tiempo a pagaria. Paulo III decidió perdonarles Ias cantidades vencidas, pero j
bajo Ia condición de emplear una cantidad igual en Ia reconstrucción de sus i
muralias. Más tarde siguió aplicándose una tercera parte de su cuota a este.]
fin. A pesar de ello, generaciones sucesivas se han quejado de Ia cuantía exce- j
siva de Ia cuota; también se quejaron sin césar Ias comunidades rurales, por
Ia porción que Ias fijaba Ia ciudad, e intentaxon sustraerse a Ia obediência ]
dei consejo municipal; mientras este defendia su autonomia, ellas con gusto sei
hubieran entregado ai duque de Urbino. Nos llevaría demasiado lejos entrar.]
en ei detalle de estos pequenos intereses. Bástenos con saber que dei subsidio]
apenas si se cobro más de Ia mit