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Regis Debray, “Vida y muerte de la imagen”.

Capítulo “Las 3 edades de la mirada”


trasladado al producto simbólico de
David Bowie.

Debray planta 3 eras a lo largo de la historia...

⇒ La logosfera: entendida como la era de los ídolos, inevitablemente asociada


con la mirada sobrenatural presente en los griegos. Mirada en la cual Dios es el
artista y se plantean conceptos tales como el “ser” o lo “religioso"...

La escogencia de David Bowie en esta edad es quizás la más clara pues finalmente
¿Para cuántos individuos en el planeta no es acaso Bowie el más gran icono del
rock? o ¿Para cuántos incluso este personaje no tiene alguna relación con lo divino?
Y más allá de lo divino no faltan aquellos que defienden la idea de que posiblemente
venga es de otro planeta (temática muy presente en algunos de sus trabajos como
Space Oddity o Ziggy Stardust ) y de que su ojo gris con leve estaticidad de la pupila
en contraposición al otro azul (resultado de una pelea de infancia) sea el signo de
una latente “superioridad”... y es que si no fuese así quizás no habrían surgido
terminologías para designarlo tales como “El camaleón de la música” o como la del
visionario o simplemente como la de aquel que se anticipó y/o pronosticó cada uno
de los géneros del rock desde el Folk Rock, el Hard Rock, el Glam Rock, hasta el
Soul o la música electrónica

Los grandes artistas del rock tienen en efecto una gran habilidad para mover masas
y crear en el fan una especie de adoración que se vuelve divina, que llega incluso a
los límites del fanatismo en los cuales el individuo desarrolla un seguimiento tal por
el artista que no sólo le venera, sino que acaso quisiera convertirse en él mismo,
desarrollando una cuestión por completo autobiográfica en donde en casos extremos
es quizás sólo él, su artista de cabecera, quien finalmente le entiende, quien
finalmente le acompaña...
Y David Bowie es posiblemente el artista que más ha logrado esto en el espectador,
cada una de sus etapas; cada uno de sus egos; cada rediseño de sí mismo; cada una
de sus relaciones con el mundo del arte no ha hecho más que engendrar más adeptos
en sus interminables listas de fans...
En efecto, la sola imagen de David Bowie se ha convertido en un mediador, acaso canal
de comunicación. Ha hecho que nazcan múltiples cultos y ritos a través de ella, es talvez
el símbolo del hombre de los tiempos contemporáneos. Ha sido la potencialización del
hombre a través de una imagen, imagen que ha mutado sin cesar, que ha demostrado
que el hombre no para de moverse y que el individuo debe estar en perpetua búsqueda
de sí mismo, rediseñándose día tras día o como bien lo diría su tema “Changes”
perteneciente a su 4º disco Hunky Dory, en donde la imagen por sí sola se metamorfosea
en ser vivo, “ser” condensador de tan variables significados, alusiones y códigos.

⇒ La grafosfera: edad marcada por la era del arte como tal. Indiscutible pasaje
de los Dioses al ser humano, a la tan temible introducción de la cotidianeidad en
el mundo del arte.
Ausencia de ídolos y connotaciones religiosas... es el turno del objeto; lo
histórico; la experimentación del placer.

Si bien es cierto que David Bowie por muchos ha sido atribuido a casi una religión,
en términos estrictos es claro que su papel primordial es la de hombre, la de artista.
Artista que de hecho se ha paseado por todas las ramas del arte: desde cantante;
compositor; multi-instrumentista; productor; actor de cine y teatro; director de
vídeos musicales hasta artista plástico. Su influencia ha sido infinita en la aparición
y consolidación de nuevos artistas que seguramente sin él no habrían surgido,
artistas nacidos bajo su influencia como lo son Nine Inch Nails, Pixies, Muse,
Suede, Coldplay y A.F.I. entre una interminable lista.
Y es así como Bowie ha decidido aparecer en todos los escenarios posibles,
volviéndose un artista por completo público y único a la vez /marcando así su
individualidad). Presente en la pantalla chica; en la grande; en las emisoras; en los
museos; en las listas británicas (y universales en términos generales); en un gran
auditorio; en un underground escenario... creando de esta manera nuevos lugares
para el arte o más bien unificándolos, creando un artista total; una nueva figura de
autor, un autor que “globaliza” el arte trasladándolo a todos los escenarios posibles
al mismo tiempo, incluso al de la vida misma, al de la vida cotidiana, a su intimidad,
proclamándose bisexual en compañía de su esposa Angela Bowie con quien
culminaría su relación cuando ésta lo encontraría en la cama con Mick Jagger (quien
le escribiría tiempo después el clásico “Angie”.)

⇒ La videosfera: La última edad hace alusión a la aparición de los medios


(desde el cinematógrafo y el video hasta las realidades virtuales) con conceptos
como la dualidad de la imagen (original- copia, negativo- digital).
La mass media como una manipulación de la realidad desembocando en la tan
temible imagen como producto influenciada por la competencia económica; la
obsesión con la reproducción y la batalla por la comercialización, cayendo en
ocasiones en la cancelación de los procesos mentales en donde si no se
consume... no se existe.

En términos de dualidad de imagen creo que nadie aventajará nunca al señor Bowie. No
yace ni ha yacido sobre la tierra personaje que logre con tal desparpajo jugar con su
propia imagen, con su propia identidad, con su propia realidad a través justamente de la
utilización de los medios. La invención de sus múltiples alter ego, desde el mismo
Bowie (siendo David Robert Jones su verdadero nombre pero a los 17 años adquiriendo
el alias de Bowie, aludiendo a un célebre cuchillo (The Bowie Knife)), hasta la
invención del personaje de Ziggy (correspondiente a su 5º disco The rise
and fall of Ziggy Stardust and the spiders from Mars de 1972 que narra la historia de
una estrella del rock venida de otro planeta a quien llamó Ziggy Stardust, bautizando a
su banda de acompañamiento como The Spiders From Mars) a los 35 años y el del
Duque Blanco a los 39 años cuando con su primera incursión en el mundo
cinematográfico protagoniza la película The Man Who Fell To Earth, en la que
interpreta a un personaje en el que se inspiraría para crear su siguiente alter ego, The
Thin White Duke (El Duque blanco) en su siguiente álbum Station To Station.

Es así como Bowie se sirve de los diferentes medias en paralelo a las múltiples ramas
del arte en las que participa para crear esta dualidad de la imagen, creando nuevas
tecnologías e identidades en donde naturalmente el papel de la publicidad no se queda

atrás:

Especie de manipulación de la realidad para seducir el consumo de los fans


desembocando así en el tema de la videosfera: nuevos medios y tecnologías que habitan
el mismo tiempo y espacio: el tiempo y espacio de David Bowie.

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