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MURCIA Y EL TALLER DE LA GRACIA Prrgin cin, 1f0, Spliom UTE vizé la forma mas natural de comenzar esta conferencia sea recurrir a Fray Luis: *... decfamos ayer Ustedes no pueden saberlo, pero. en el fondo, esta conferencia es una vuelta a casa, a invitacidn de Ramén Jiménez Madrid, Regreso fisico, material, por unos dias; ya que, en el fondo, a pesar de las aparicneias, quiz nunca me marehé, 0 me obligaron a marcharme, las circunstancias de la vida. Intenia explicarme, En a vida de los hombres, de las familias, hay cosas materiales y cosas inmateriales. Las cosas materiales saltan a a vista: una casa, un trabajo, unas deudas. Las cosas inmateriales las guarda cada cual en el almario de su conciencia. Digo bien almario: algo asf como un ciminuto armario donde la memoria guarda las cosas nuestras que atafien a nuestra vida moral. La casa del alma, se hubiese dicho en otro tiempo. Luego, quizd tenga que volver sobre esa palabra, almario, que. si no recuerdo mal. le tomo prestada al poeta Luis Rosales, mi maestro. Ahora, me gustarfa detenerme unos instantes en esas cosas que se guardan en la conciencia y son parte esencial de nosotros mismos. Son cosas como las maneras con, Jas que un padre educa a sus hijos: cosas como el, arte de una madre a Ja hora de preparar la mesa y el mantel para su familia; o cosas como la alegria 6 la rebelién de un hombre joven, en el instante de contemplar una injusticia compartir el pan y el vino con otros hombres. Esas cosas, esas maneras de ser y de estar en la vida, que son bien visibles y materiales, son totalmente incomprensibles sin el auxilio de otras, cosas bien inmateriales, aunque no por eso menos, reales, como son la conciencia y las palabras. Las palabras, incluso estas modestas palabras fas con las que intento explicarles algo, las palabras, también tienen una historia. Y esa historia de las palabras es lo tinico que tenemos a la mano par -ntar comprender nuestro atribulado paso por la vida. Asien mi caso, hace muchos affos que la vida ime arrane6 de cuajo de mi casa, de mi pueblo, de mi tierra. Y seguramente Hevo muchos aio cspirando mal, desarraigado, desterrado, condenadlo a vivir en otras casas, en otros pueblos, buscando como he podido el aire y los alimentos imprescindibles para ir tirando. in nuestro tiempo, cémo olvidarlo, hay muchos hombres y mujeres desarraigados. Y quiza el desarraigo sea en bastante medida la condicién del hombre moderne. En mi caso, he intentado explicarme muchas veces de dénde venia mi desarraigo propio, peculiar, intimo. He intentado muchas veces desbrozar el camino que me condujo al desarraigo, sin que yo lo supiese. Y ese camino que, mal que bien, intentan desbrozar las palabras, ese camino que las palabras roturan, iluminan y construyen, ese camino siempre me conduce a los mismos lugares, que son lugares desaparecidos, en algunos casos, 0 lugares que han cambiado, con el paso del tiempo, para transformarse en cosas y Ingares bien distintos para las gentes, hombres y mujeres que vinieron después. Sin embargo, como las cosas de la vida son asf, sospecho que algunos de esos lugares fntimos de mi memoria también son lugares familiares para algunos de vosotrox. Por ejemplo: En el sal6n de mi casa hay una foto que reproduce el retrato de una mujer joven, de muy poco menos de veinte aftos. Esa mujer joven es mi madre. El cuadro pertenece a mi hermano y esté fechado en Murcia, el uno de enero de 1944, en la prisién de las Agustinas, donde lo pinté un compafiero de celda de mi padre, encarcelado afios atras, culpable de haber fundado una escuela racionalista, acompafiado de la que todavia no era mi madre, en Totana, En el comedor de mi casa, sobre el piano, hay otra foto. Es una foto sepia, sin fecha ni autor, apaisada. A la izquierda, en primer plano, est4 el casino de Totana. Al fondo de la imagen hay un. cdificio desaparecido. Exe edificio perteneci6 a mis abuelos y bisabuelos maternos, y se llamaba La Tercena. Hasia su muerte, muy lejos de su pueblo, mi madre fue siempre, para quienes la conocieron, “Luz, la de La Tereena” En el pasillo que une mi despacho con las habitaciones de mis hijos, en mi casa, hay una foto aérea, en color, que comienza a amarillear, con el paso del tiempo: es una foto aérea de Aguilas. En el pasillo que conduce al dormitorio de mi casa, hay otra foto en color, de la que soy autor. En pie, un hombre ya muy mayor, pero todavia esbelto, da la ‘mano a una mujer joven que puede ser su hija y es mi mujer, Carmen, Ambos estan posando hacia cl final de un paseo, ala orilla det mar, y, como fondo, el aprendiz de fot6grafo ha escogido una de las curiosidades del lugar, que algunos de vosotros reconoceréis sin dificultad: es el Pico del Aguilica. en Aguilas. Ustedes me dirdn que de la cércel de las Agustinas al pico del Aguilica, pasando por el casino y la Tercena, en Totana, no hay mucho trecho. No lo. hay, en efecto. Pero, para poder seguir cl camino que me he propuesto desenmaranar, quiza deba hablarles, todavia, de otra fotografia, Es la fotografia de un nifio que apenas tiene dos afios y hace un cierto esfierzo para mantenerse en pie, en la playa, donde juega con la arena y chapotea con la finisima espumu de las olas de una mar muy quiet, tranquila, que se pierde en el horizonte calino y azul. Esa playa es la de Calabardina, donde el nifio, su abuelo y sus padres pasaban aquel verano, en Ia calle Jorge Luis Borges. Coincidencia, la de vivir en una calle consagrada al gran poeta argentino, que me permite recordar un Poema suyo que yo mismo he citado en el umbral de uno de mis libros y eva por titulo Juan 2, 14. De hecho, hay varios poemas de Borges que llevan ese titulo. Y, en verdad, la historia de todas las literaturas, el enigma ttimo del origen y fin de Ia cultura, quiz sea una large, inconclusa, atormentada y gloriosa metamorfosis de este versiculo de Juan: Yel Verbo se hizo carne. ‘Tras esas intimidades, me permitiran que utilice ‘una sola palabra en aleman. Es una palabra familiar y oscura. Los diccionarios suelen traducir la palabra alemana heimar por tierra o pais natal, patria chica, terrufio... Sin embargo, utilizada por Nietzsche, esa misma palabra es indisociable de “Ia casa del ser” heideggeriana 0 “la casa encendida” de Luis Rosales: morada del ser. En sus comentarios sobre el fin 0 la consumacién tiltima de Ja metafisica y la poesfa, Heidegger subraya que el hombre moderno vive la tragedia de la pérdida, el destierro 0 el fin de la heimat, justamente, condenado a un desarraigo mortal. En cierta medida, Ta supervivencia misma de todas las cosas del espiritu pasa por la biisqueda y reconsiruccién de esa morada {ntima, moral y material, terrenal y espiritual, cuya ausencia es un tormento féustico para el hombre So Fictiativa condenado a morar en el desarraigo, sin Dios ni heimat. Jlinger decfa que la gran tarea del hombre del siglo XXI serfa la “repoblacién espiritual” del mundo, vietima de la desalmada colonizacién y desertizacicn industrial del planeta. En ésas estamos, Lamilenaria guerra entre los‘Titanes y los Inmortales, prosigue en muchos frentes, en detrimento de estos diltimos, que muchos consideran definitivamente amenazados. Quizé. En mi caso, Ramon Jimenez Madrid, que es de Aguilas, y José Luis Molina Martinez, que es de Lorea, me han ayudado como nadie a reconstruir mi heimat intima. Gracias a José Lis, buena parte de mi biblioteca personal ha sido acogida y es hoy propiedad de Lorca y su biblioteca municipal. Creyente sin falla en las cosas de la palabra, los libros y la cultura, esa nueva relacién con mi tierra natal (nacf en Totana, a 11 kilémetros de Lorca) se me antoja el cimiento del hogar mas hondo: compartir el pan y Ja palabra con otros hombres de la misma tierra, Gracias a Remén, esa comunién —que leva muchos afios germinando, sin que yo lo supiese: desde que él publicé sus Novelistas murcianos actuales, en 1982; ensayo que yo he tardado veintitrés langos afios en descubrir-, gracias a Ramén, digo, esa comunién de las palabras y la tierra da nuevos frutos en su generosa visién de las cosas de Ja lengua y la literatura asociadas a Aguilas, por donde pasan y se detienen personajes como Eliodoro Puche, Antonio Prieto, Juan Goytisolo, Manolo Varquez Montalbin, Carlos Clementson, Berta Manzanares, Pedro Cobos y Suan Quifionero, mi padre. Asi, Ios libros, los frutos y los dones recogidos por los caminos del desarraigo vuelven a la patria natal, la heimar holderliniana, ofteciendo un hogar al desterrado. Que soy yo. E] camino que va de esa tierra, esa casa, ese pais natal, esa helmar, ala tierra, Ia casa, el pals extranjero donde yo vivo, es el camino que he intentado repoblar escribiendo libres, que es una de las maneras mis tradicionales de ameblar la casa vacfa del ser. No fue ni es cosa ficil. Y sospecho que todavia me queda basi ino por andar. nte ‘Cuando yo comencé a escribir, mi tnico bagaje era un montén enorme de lecturas, desordenadas pero esenciales: Baroja, Azorin, Gabriel Mir6, Telstoi, Dostoievski, Proust, Thomas Mam, Kipling, Marck Twain. Y pude beneficiarme muy pronto de dos cosas determinantes en la vida de un aprendiz de escritor: del manejo més 0 menos aproximado de una lengua extranjers, el francés, en mi caso, de entrada; y del consejo pervonal de unos maestros de os que noes facil encontrar en las escuela; unos maestros que me ensefiaron las cosas de la lengua, Jos libres y lahistoria de la cultura que, por aquellos afios, no siempre podian aprenderse, ni macho ‘menos, ni en los libros, ni en las escuelas, ni en la universidad, Cuando yo tenfa quince aiios, mi familia se arruing definitivamente. si es que alguna vez habia conseguido salir de la precariedad més absoluta. Consecuencia de la ruina, mi fami dividir y tuvo que emigrar. Mi padre comenz6 por buscar trabajo en Francia, en Saint-Etienne, en el departamento de la Loire. Y en una escuela ptiblica de un barrio de emigrantes polacos y refugiados espafioles aprendi yo a leer francés. Entre los quince Y los veinte aftos, eambié y cambiamos seis veces de casa y domicilio, siempre provisional, Cuando comencé a ganarme la vida, yo solo, alos diecinueve, tuve la suerte de caer en un peridiico, el viejo y difunto Informaciones madrilenio, donde apenas ganaba para i tirando, con unas ventajas en especies, sin embargo, sencillamente excepcionales: podia vivir sélo escribiendo de libros: y recibta, gratis, paquetes y paquetes de libros, buenos, malos, malfsimos, indispensables, que me permitfan descubrir nuevos mundos, comprarme oiros libros ¥ cultivarme, a salto de mata, contando con e] apoyo, ia se volvié a

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