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intro PSICOLOGIA Resurge con fuerza el discurso sobre el valor del esfuerzo frente a la sobreabundancia, el sobreproteccionismo y el ‘laissez-faire’. No obstante, éde qué esfuerzo hablamos? Por Xavier Guix, Ilustracién de Pep Montserrat ams James, el patriarca de la psicologia america- na, se preguntaba ante el hecho cotidiano de levan- tarse cada dia por la mafana: ;Cémo lo conseguimos, sitenemos tantas razones para no hacerlo? Se sobrentiende que disponemos de un mecanismo irreduc- tible al que llamamos “fuerza de volun- tad’ o, al menos, la suficiente automoti- vacién para no ceder alos impulsos de lapereza, la ociosidad 0 el sinsentido, ‘Sin embargo, como reflexiona el filé- sofo francés Gilles Lipovetsky, nada es. ‘mas comiin cuando se habla del tercer millenio que evocar el hundimiento dela ‘moral, a crisis de sentido y los valores, frente al nihilismo imperante. El valor del esfuerzo yla cultura del logro han pa- ssado.a mejor vida ante los cantos de sire- nadelhedonismo, la inmediatez el car- pediem. Elesfuerzo no esté de moda. ‘Tampoco ha ayudado un sistema ‘educativo que no aprieta las tuercas has- tallegado el bachillerato, algo tarde para aprender sobre el esfuerzo, o unas gene- raciones de padres y madres sobrepro- tectores que no han permitido que sus retofios sufrieran la més minima frustra- ‘cin. Hemos pasado de un extremo al ‘otro. Quisimos dejar atrés la obediencia al deber, el esfuerzo sacrificado por una amorosa pasividad; un laissez-faire con- sentido; una mal entendida benevolen- cia que ha debilitado los limites corres- pondientes.Tal vezha legadola hora del camino de en medio, el camino justo. \VALORESENALZA Anadie le faltan fuerzas; lo que a ‘muchisimos les falta es voluntad (Victor Hugo) La reivindicacin del esfuerzo esté en boca de todo el mundo, en parte como consecuencia del crisis, Los tiempos li- Aqidosyvacos de los que venimosnece sitan encontrar refugoe inspiracion en la responsabilidad moral de cada uno. Einstein ya proclamé que el esfuerzo por despertardiche responsabilidad era la mer contibucién para la colectvidad. Revalrizarelesfuerz0e cosa detodos. Noobstante, gquémodelo deesfuer- zo e propone? Esos jovenes tachados deinsipidos, desconectados ysin sangre fenlasvenas ven en a generacion de sus padres un reflejo poco motivador: todo dia con la lengua fuera, estresados, con familias desestructuradas, entrega- dos al consumo masivo y alas pastllas para poder dormir, mucha apariencia y limites indefinidos. ;Es ese el ejemplo a seguir? Lo son esos chicos excepciona- les, que han logrado clmas mundiales en sus disciplinas con esfuerzo ineues- tionable? Siel espejo es a excepcional- dad ylaalta competi alimentamos una cultura dvidida entre tanesymor- tales rustrados. ‘NINI;‘NINO} NINA Laiindiferencia hace sabios, y la insensibilidad, monstruos (Diderot) Un 15% de la poblacién joven de este pais pertenece alos conocidos como ni- zni(ni estudian ni trabajan). Fs una cifra suficientemente alarmante para creer que sea un problema de cuatro vagos y bohemios o de algunos padres con floje- “Esos jévenes tachados de instpidos y sin sangre en las venas ven en la generacién de sus padres un reflejo poco motivador” raautoritaria, Estamos ante un fallo serio enelsistema de motivacién. Tanto esast, que en muchas casas el peor de los cas- tigos deja a muchos jévenes igual de in- diferentes. Hay padres que han renun- ciado serio. También existe un sistema, demasiado burocratizado, que estigma- ‘tiza muy pronto alos diferentes. Elresul- tado final eslo que més duele: a insensi- bleindiferencia, ‘Vamosa tener quehacer un esfuerzo todos juntos para recuperar dos valores esenciales: la compasién y la educacién, Siseguimos cayendo en|aindiferenciay atin més en la insensibilidad, estamos pperdidos. Por eso cabe educar, ya desde equeiios, en el manejo de la incerti- dumbre, en la frustracién, en el control dela impulsividad. Hay que recuperarla creatividad, la capacidad de hacer cosas divertidas con recursos sencillos, pero sobre todo juntos. El sentido de perte- nencia es basico para nuestra construc- cién personal y social, por lo que duele observar lo desconectados que a veces vivimos de os demés. Falta més sentido de comunidad. Cuando la conducta esté motivada, hay esfuerzo. Noes que falte capacidad para esforzarse, sino encontrar la pasién, ‘como diria Ken Robinson, el elemento ‘que motive nuestra accién. Hay muchos por revalorizar hoy dia: el respeto, el ci- vismo, laescucha, lalibertad responsable, Ja transparencia y la autenticidad, la vo- luntad de servicio. El esfuerzo es solo la ‘energia que estamos dispuestosa invertir ylaorientacién ometasseleccionada. DELLOGRO ALACOMPETENCIA De la igualdad de habilidades surge la igualdad de esperanzas enel logro de nuestros fines (Thomas Hobbes) Probablementehaya acuerdoenlanece- sidad de fortalecer la voluntad ya con- deta motivada, bemos que nos mo- tivan nuestros deseos y necesidades, basicamente poder (controle influencia), logro (orgullo) y filiacién (pertenencia al grupo). Lapsic6loga Beatriz Valderrama Ih creado una red de motivos,intin- sec0s y extrinsecos, en los que también incluye autonomia, cooperacién, hedo- rismo, seguridad, conservacién, explo- racién y contribucién. ‘Ante nuestros propésitos funciona- ‘mos de una manera curiosa: valoramos Ja expectativa sobre el logro, 0 sea, anali- zamos recursos y habilidades de las que disponemos y la probabilidad subjetiva de éxito. Manejamos una trfada (deseoo necesidad, valor y expectativa) con dife- rentes posibilidades. A mayor valory ex- ppectativa de éxito, habré conducta mot vada. Alcontrario, se evitara la accién. La clave se encuentra en la fuerza del deseo ‘ode la necesidad y en la percepcién de ‘nuestra autoeficacia. Parece que mane- jamos mejor las metas que tienen un ca- rcter especifico, a corto plazo y que pro- vocan un desafio asumible. Hoy se suele hablar mas de compe- tencia que de logro. Los grandes moti- vadores actuales son aquellas metas orientadas hacia uno mismo (aprendiza- Je, competencia o mejora personal), asi comolasmetasde resultado orendimien- to. Nos gusta ser competentes porque cengloba més el desarrollo pleno de nues- {to potencial, nuestro bienestar (emocio- nes positivas, optimismo, autoestima). Por el contrario, las personas con sensa- ccién de competencia més baja, como ‘ocurre con muchos de nuestros ovenzue- los, digieren peorlos fracasos, caen ficil- ‘mente en elagobioy la desesperanza, Lipovetsky, con el que empezamos, arroja un hilo de confianza: no estamos ‘enel grado cero de los valores. Compar- ‘ios propésitos comunesy semantiene cl sentido de la indignacién moral, el progreso del voluntariado y de las aso- claciones, la lucha contra la corrupeién, laadhesién de las masasa favor de la to- lerancia, la reflexi6n bioética, los movi- :mientos llantrépicos, las fuertes protes- tas que denuncian la violencia sufrida porllos nifios y los inmigrantes. Afiada- ‘mos a esos propésitos compartidos la revalorizaci6n del esfuerzo, entendido como Ia voluntad de sostener una res- ponsabilidad moral que favorezca nues- tra existencia, la de los demés y la del medio en el que vivimos. © ENCONT) INSPIRACI LIBROS ~'Los tiempos hipermodemes: de Gilles Lipovetsky. Anagrama, 2006. = Motivacin intligente; ‘de Beatriz Valderrama, Prentice Hil de Pearson. 2010. ‘Motivacion y emocion; de Francisco Palmeroy Francisco Martinez Sanchez (coordinadores) MeGraw-Hill.2008, 2. PELICULAS "Carros de fuego de Hugh Hudson. 1981. ~"Descubrionde a Forrester, de Gus van Sant. 2000,

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