INSTITUTO PEDAGÓGICO DE MIRANDA JOSÈ MANUEL SISO MARTÌNEZ
PRIMEROS REGISTROS SOBRE LA ACTIVIDAD MUSICAL EN
VENEZUELA
Autor: Alfredo García
Profesor: Otto Magdaleno
La Urbina, noviembre de 2007
La Música en la América Colonial del Siglo XVI (Región de Cubagua y Coro)
El primer dato histórico que se ha encontrado sobre la actividad musical
en la Venezuela hispánica coincide con la llegada de la vihuela a estas tierras, hecho acontecido en 1529. Ese año llegaron a Nueva Cádiz de Cubagua, la primera ciudad del país, 15 vihuelas con el precio de 1 peso y 3 reales cada una (Mujica, s.f.). Estos instrumentos fueron traídos desde la ciudad de Sevilla, España, al nuevo continente por los comerciantes italianos Sciion Pechi, Juan Antonio Piccolomino y Luis Lampignan. En los años y décadas siguientes sin lugar a dudas arribaron a nuestras costas más instrumentos musicales. La vihuela, así como otros instrumentos de cuerdas, se fue arraigando poco a poco, y en la medida en que se forjaba la identidad social, étnica y cultural del pueblo venezolano; el instrumento se transformaba adaptándose a los nuevos géneros y estilos musicales (ob. cit.) Este primer envío de vihuelas evidenciaba una intensa actividad tanto en la composición como en la ejecución musical (Barreto, 2007) La historia de la música, casi sin excepción, nos deja ver que ésta comienza, en todos los pueblos, en el templo, llenando una función religiosa o mágica. Pasa después, con el correr del tiempo, a los palacios o salones de los nobles, y por último, ya en plena madurez, pasa al teatro o a la sala de conciertos. Estos tres pasos, sujetos a los cambios que impongan los medios y las circunstancias, están presentes en la historia de todas las culturas (Calcaño, 1980). Por lo anteriormente expuesto, se puede señalar que lo mismo haya sucedido en Venezuela y que las primeras noticias musicales tengan estrecha relación con la actividad religiosa. El 26 de julio de 1527 se funda Santa Ana de Coro y el 21 de junio de 1531 se crea la Diócesis de Venezuela, primera en América del Sur, con sede en esta ciudad. Su primer chantre (cargo eclesiástico que designaba a la persona a cuyo cargo estaba antiguamente el gobierno del canto en el coro en las catedrales) fue Juan Rodríguez de Robledo (1504-1570). En Coro la compra del primer órgano se aprueba en 1635, cuando ya todo indicaba que la diócesis se trasladaría a Caracas, tal como ocurrió el 20 de junio de 1637 (Barreto, 2007). En el siglo XVI, como en el anterior, se efectuaba una gran revolución en la fabricación de órganos, pues desapareció por entonces el viejo órgano medioeval que en España se fabricaba desde el siglo V. En la Iglesia Mayor de Caracas había un órgano traído de España o de Santo Domingo, para el año de 1591 (Calcaño, 1980). Melchor Quinttela tocaba el órgano de la Iglesia Mayor de Caracas, y pidió al Cabildo que le fijara un salario como organista. Claro está que además del órgano había música en la ciudad; música de esa que florece silvestre y libre cada vez que se le antoja, puesto que el día del Corpus de 1595, hubo además de comedias, danzas públicas, “según costumbre”; música que era de otro tipo distinto a la religiosa, la cual comenzó con el órgano de Quinttela (ob.cit.).
La Música en Venezuela durante el siglo XVII
En 1657 se registra un dato relevante en cuanto a la creciente importancia
que va ganando la música en la nueva sede: el padre Miguel Ximénes de Ávila (en algunos documentos le llaman Aguilar) es contratado como cantor por cien pesos anuales, seis sacerdotes son capellanes cantantes, Blas de León es el organista y se incluye a un bajonista como parte de los músicos de la catedral (Barreto, 2007). El bajón ha jugado un papel importante en la historia musical de la Iglesia en Caracas. En las descripciones de Calcaño (1980) se dice que este instrumento es un antepasado del moderno fagote, presentaba una forma muy similar y su embocadura también era de caña. Se le empleaba muy especialmente en dar la nota para que comenzaran a cantar los capellanes del coro y en apoyarles en el canto; de aquí su importancia fundamental, que justifica la aparición del instrumento en aquellos tiempos de la historia de la Catedral de Caracas. Retomando los acontecimientos, en el año 1658, por fallecimiento de Blas de León, fue nombrado organista José de león, a la vez que aumentaron el sueldo al Padre Miguel. Dos meses después se nombra a José Fernández Montesdeoca tenor y tiple. Todo esto indica claramente que se comprendía bien por entonces la importancia y la necesidad de la música en el templo (Calcaño, 1980). En las anotaciones de Calcaño (ob.cit) se menciona que para 1669 había en Caracas un “clave” grande (clavecín) propiedad del capitán Don Francisco Mijares de Solórzano, el cual lo tenía en su casa, lo que hace suponer el auge de la música profana; sin embargo el instrumento le es cedido en préstamo al padre Fray Felipe Salgado, del Convento de San Francisco. La presencia de este clave grande en una casa caraqueña implica muchas cosas más: personas que sepan tocarlo, piezas traídas de Europa, y un grupo de oyentes. Todo eso existía ya en la Caracas de mediados del siglo XVII. En 1671 se crea el cargo de Maestro de Capilla. Es así como llega el sacerdote Gonzalo Cordero a enseñar la correcta interpretación del canto llano y de la polifonía vocal a los cantantes del capítulo, a los niños del coro y a otros oficiantes de la catedral, y se convierte en el primer Maestro de Capilla en suelo venezolano (Barreto, 2007). En todo tiempo nuestra Iglesia se preocupó de la manera más desinteresada y laudable, de la enseñanza de la música, y de repetidas veces, en la designación de los maestros de capilla posteriores, se consignaba esta obligación de enseñar música, la cual al correr del tiempo se hizo extensiva a los monacillos, ayudantes y a cualquier persona que quisiera aprender. De esta manera se daba acceso a la enseñanza musical a cualquier caraqueño interesado, tuviera o no relaciones con la capilla musical de la Metropolitana (Calcaño, 1980). Para 1682 era bajonista de la catedral un tal Diego Bastardo, reemplazado por Francisco Pérez Camacho, primer venezolano de ascendencia criolla que obtendrá gran fama a lo largo de una vida de dedicación y constancia en el campo de la música. Nació en 1659 cerca del valle de El Tocuyo. Tan evidentes resultaron sus condiciones musicales que acabó irremediablemente formando parte de la Tribuna catedralicia. En 1682 obtiene el cargo de bajonista. Su vocación y dedicación lo llevan a estudiar filosofía y artes en el Seminario. El 21 de abril de 1687, Pérez Camacho se convierte en Maestro de Capilla. Lo que más se destaca de su nombramiento es una cláusula mediante la cual se le hace responsable de enseñar canto gregoriano, música figurada y órgano, a todo aquel que lo quisiera sin importar si pertenecía o no a la iglesia, si era blanco o indio, si tenia abolengo o no (Barreto, 2007). Calcaño (1980) considera que con Francisco Pérez Camacho se llega a una figura que descuella entre los músicos hasta ahora mencionados. En efecto, los nombres de organistas, cantantes, bajonistas o maestros de capilla que se han citado, aparecen fugazmente entre los viejos documentos, sin que se encuentren noticias posteriores de ellos. En cambio, Pérez Camacho es un personaje con algo de historia, que fue músico y docente musical toda su vida y ocupó cargos de significación. Al concluir el siglo XVII surge esta figura de Don Francisco Pérez Camacho, para coronar la obra realizada en esos cien años. Las últimas décadas de ese siglo dieron mucho qué hacer a los caraqueños, quienes tuvieron que hacer frente a graves problemas; esto, sin embargo, no llegó a paralizar las actividades musicales, pues la ciudad, con más consistencia que antes, tenía intereses y actuaciones más diversos. (ob. cit.). La Música en Venezuela durante el siglo XVIII (Principales Representantes y sus aportes)
Siguiendo los sucesos narrados cronológicamente por Calcaño (1980),
para 1711 vivía en Caracas el francés Don Claudio Febres, a quien se le encomendó la construcción de un órgano grande para la Catedral, más cónsono con las necesidades musicales y con el boato imperante para entonces. Rojas, citado por Calcaño (ob.cit.), menciona que se establece en Caracas, en 1712, una escuela particular de solfeo; sin embargo hay cierta duda sobre la veracidad de esa información. De poder comprobarse, implicaría un importante adelanto, ya que se podía afirmar que para la fecha había en Caracas una tercera escuela de música, ya que se contarían las del Seminario y la de los Maestros de Capilla. En 1725 se funda la Universidad, cuya clase de música estaba regentada por el venerable Don Francisco Pérez Camacho, mencionado anteriormente. En 1739 aparece en la historia musical de Caracas, como organista de la Catedral a la edad de 18 años Don Ambrosio Carreño, primero de los numerosos Carreños músicos de Caracas, dinastía de artistas que culminaría siglo y medio después con Teresa Carreño (Calcaño, 1980). Ambrosio Carreño nace en Caracas el 11 de diciembre de 1721. El 8 de septiembre de 1726 nace su hermano Adrián Alejandro Carreño, también músico de importancia en la historia musical caraqueña. Don Ambrosio fue músico toda su vida, tenía el carácter rebelde y excéntrico. Discípulo de de Jacobo de Miranda, superó pronto a su maestro, hasta el punto de haber podido enseñar más tarde composición musical a algunos alumnos (ob. cit.). Debido al fallecimiento del Licenciado Don Ignacio Camacho, Ambrosio Carreño es nombrado Sochantre en 1748. El sucesor de Carreño en el órgano será Pedro José de Osío, músico y constructor de instrumentos con sólida formación, oriundo de Santa Marta, donde nació el 19 de octubre de 1728. Osío era, además de organista y clavecinista, constructor y restaurador de órganos y claves. En 1750 es nombrado Ambrosio Carreño como Maestro de Capilla y como sochantre queda su hermano Alejandro. La gestión de Carreño como Maestro de Capilla duró casi 28 años y fue una de las más polémicas, dado su carácter impulsivo y conflictivo (Barreto, 2007). El carácter díscolo de Carreño propició una fuga de ejecutantes. También sus frecuentes inasistencias y los enfrentamientos con sus superiores en muchas oportunidades hicieron pensar a la iglesia en la posibilidad de sustituirlo o al menos trasladarlo a otra parroquia. A principios de marzo de 1774 asume Juan Gabriel Liendo el cargo de Maestro de Capilla y nombran a Bartolomé Bello, padre de Don Andrés y a la vez discípulo de Ambrosio Carreño, para sustituirlo como cantante. Inmediatamente Liendo adquiere nuevos instrumentos para la Tribuna, crea un fondo para contratar músicos a destajo cuando la solemnidad de la fiesta así lo ameritara y solicita la compra de unas partituras que se le han ofrecido para ser ejecutadas en la catedral. Durante el período de Liendo empiezan a constar en acta los títulos y en algunos casos los autores de las composiciones adquiridas para la catedral. Así, sabemos que se recibieron unas Vísperas para la Virgen compuestas por José Antonio Caro. En abril de 1783 el Mayordomo de la catedral recibe dos Lamentaciones para el Viernes Santo y un Gradual y Ofertorio para el Jueves Santo, obras compuestas por Bartolomé Bello. Sobre Bartolomé Bello, Barreto (2007) refiere que nació en Caracas el 24 de agosto de 1758 y debe su formación musical a Ambrosio Carreño. En 1780 recibe el título de bachiller en Leyes conferido por la Universidad de Caracas y cinco años más tarde recibe el de abogado en Santo Domingo. En 1790 se traslada a la ciudad de Cumaná donde escribe la Misa del fiscal, obra que resultó muy popular y fue ejecutada con frecuencia, aún en la segunda mitad del siglo XIX. Falleció en Cumaná en julio de 1804. Don Bartolomé fue músico de la Tribuna, hasta 1787, cuando renuncia. En el año de 1789 renunció la maestría de capilla Don Juan Gabriel Liendo, y por no haber ningún aspirante al cargo, se nombró interinamente al Padre Fray Nicolás Mendes, siempre con la obligación de emseñar música a algunos niños (Calcaño, 1980). A los pocos meses de nombrado el Padre Mendes, se designó Maestro de Capilla en propiedad al Padre Don Alejandro Carreño. Este, deseoso de mejorar la música de la Metropolitana, propuso comprar un extenso repertorio en España. El padre Alejandro Carreño ocupó el cargo hasta su muerte en 1791, entrando más tarde en su lugar el célebre Don Cayetano Carreño, quien fue Maestro de Capilla durante muchos años, hasta su fallecimiento. Como Don Cayetano es uno de los ilustres concurrentes a la Escuela de Chacao, su ingreso en la Tribuna de Catedral marca el fin de la etapa que caracterizó a la historia musical hasta ese entonces.
Legado de la Escuela de Chacao (Principales Representantes)
Fue en la segunda mitad del siglo XVIII cuando surgió la escuela de
música del Padre Sojo (Calcaño, 1980). La llamada Escuela de Chacao hay que entenderla como la conjunción de personalidades en un espacio propiciador para el aprendizaje, la ejecución y la creación siguiendo premisas estilísticas comunes. Se conoce que Juan Manuel Olivares y José Antonio Caro eran músicos profesionales cuando en las haciendas pertenecientes al Padre Sojo, Bartolomé Blandín y José Mohedano se iniciaron en la actividad que tanto escandalizó al obispo Martí. (Barreto, 2007). Existen serias dudas de que este evento se produjera en Chacao; quizás las tertulias denunciadas por Martí fueron protagonizadas por blancos criollos de la misma condición social del Padre Sojo (ob. cit.). El presbítero Pedro Ramón Palacios Sojo y Gil de Arratia, mejor conocido como el Padre Sojo, nace en la “Hacienda Sojo” propiedad de su familia, cerca de Guatire, el 17 de enero de 1739. Pertenecía a una de las más distinguidas familias de Caracas, la que tenía cuantiosos bienes de fortuna y una bien cimentada tradición de aficiones culturales, en especial de la música. Tuvo un hermano, llamado Feliciano como su padre, y ese Feliciano fue el abuelo materno del Libertador (Calcaño, 1980). Se presume que la formación musical del Padre Sojo debió ser sólida y de alto nivel, ya que una de sus tareas era la de servir como asesor a la Tribuna Catedralicia en asuntos de música. Fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1762. A partir de 1763 se dedicó a fundar en Caracas la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, distinguida en Italia por la inclinación musical de sus congregantes y cierta liberalidad en sus basamentos. Tal hecho se concreta en 1771. En 1779, el obispo Mariano Martí envía al rey una queja en que, sin nombrarlo directamente, acusa de ciertas ligerezas al Padre Sojo, a quien había designado como prefecto de música y fábrica una vez levantado el Oratorio en la parroquia de San Pablo (Barreto, 2007). Según menciona Calcaño (1980), se ha dicho que cuando el Padre Sojo se encontraba en Europa haciendo las gestiones para la fundación de la Orden, ya pensaba en fundar una escuela de música en Caracas, y que trajo consigo libros y partituras. Al parecer, la organización más o menos formal de la enseñanza de la música no vino a realizarla el Padre Sojo sino en 1783 ó 1784. Había entonces varios compositores distinguidos en la capital y entre los disponibles escogió a Juan Manuel Olivares y lo puso al frente de la “academia”. La mayor parte de sus rentas las dedicó a esta obra, la cual tomó muy a pecho. Sus fructíferos esfuerzos se prolongaron por más de quince años y en ese tiempo reunió en torno suyo a todos los que podían significar algo en el circulo musical caraqueño. Su labor, por lo tanto, fue a la vez integradora y formativa; si no fue el fundador de la música en Caracas, como lo han dicho, fue su mayor propulsor, y al aglutinar aquellos elementos dispersos, y al sistematizar la enseñanza, haciéndola accesible a los jóvenes, realizó la obra más grande del mundo musical en toda la América de entonces. Más de treinta compositores y más de ciento cincuenta ejecutantes forman parte del balance final de sus actividades. Por esto ocupa el Padre Palacios y Sojo en la historia musical venezolana el alto sitio de un verdadero patriarca del arte. Fallece el Padre Sojo en Caracas en el año de 1799. Juan Manuel Olivares, hijo de pardos libres, nace en Caracas el 12 de abril de 1760. Tuvo un hermano, Juan bautista, que también se dedicó a la música llegando a ser organista de la iglesia de Chacao. Ya en 1785 se desempeñaba como músico y tenía a Lino Gallardo como aprendiz. De las 32 obras suministradas por él a la catedral de Caracas en 1791 sólo se conservan dos: Lamentación para el Viernes santo, a una voz y orquesta, y el Stabat Mater a tres voces y orquesta. A él se le atribuyen varias composiciones donde se evidencia un sólido conocimiento sobre instrumentación y técnicas de composición, así como un estilo rico en modulaciones armónicas. Otro músico pardo contemporáneo de Olivares era José Antonio Caro, nacido en Caracas el 14 de noviembre de 1758. Siempre se ha identificado su nombre con la combinación de dos apellidos: Caro de Bohesi. Cabe la posibilidad de que Bohesi o Boesi haya sido un seudónimo utilizado por alguno de los compositores venezolanos de finales del siglo XVIII o bien se trate de un compositor europeo a quien le encomendara el padre Sojo varias piezas para la congregación. A José Antonio Caro se le adjudica la autoría, entre otras, de un Tantum ergo; la Misa tria para uso del Oratorio de San Felipe Neri; la Misa de Difuntos fechada en 1779, probablemente la obra más antigua que se conserva aún de la música venezolana. José Francisco Velásquez, llamado “El Viejo” para diferenciarlo de su hijo homónimo, es otro de los músicos pardos que protagonizaron nuestra historia musical a finales del siglo XVIII. Se le atribuyen quince obras entre las que se destacan un Magnificat, un Mater Staba, tres misas, tres lamentaciones, un Villancico para Nochebuena y un Tono para San Felipe Neri. Cayetano Carreño constituyó con José Ángel Lamas y Juan Francisco Meserón, alrededor de Alejandro Carreño, un círculo diferente al que existía en torno a la figura del Padre Sojo. Cayetano era, según la opinión de diversos historiadores, hijo natural de Alejandro Carreño, al igual que su hermano Simón Rodríguez. Nació el 17 de agosto de 1774 y ya a los 15 años de edad ingresa a la catedral como niño cantor. En 1792 gana el concurso de oposición para maestro de la cátedra de canto llano de la Universidad de Caracas y permanece un año desempeñando el titulo. En 1796 recibe el cargo de Maestro de Capilla, el cual ejerce hasta su muerte el 3 de marzo de 1836. José Ángel Lamas, nacido el 2 de agosto de 1775, siempre estuvo al lado de Carreño, desde su incorporación a la Tribuna Catedralicia. Fue Alejandro Carreño el encargado de instruir en la música al joven Lamas, quien ya en 1791 ejercía el cargo de tiple en la tribuna hasta que en 1796 es nombrado bajonista. En 1801 escribe su obra más famosa, el Popule Meus, dedicada a la catedral. Su vida estuvo signada por la pobreza y las penurias, hasta su muerte en Caracas el 10 de diciembre de 1810. Juan Meserón fue uno de los discípulos de Juan Manuel Olivares, en la Escuela de Chacao. Llegó a dominar varios instrumentos musicales, pero se especializó en la flauta y llegó a ser el mejor flautista de su época. También fue compositor, en especial de música religiosa, e hizo algunas modificaciones a la orquesta colonial para adaptarla a sus composiciones. Se establece en Petare cerca de 1820 y allí desempeña su labor pedagógica musical. En 1824 preparó y publicó, en la imprenta de Tomás Antero, el primer libro de texto de enseñanza musical en Venezuela, titulado “Explicación y conocimiento de los principios generales de la música”. González (2007) hace una clasificación de los principales representantes de la Escuela de Chacao de la siguiente manera:
Escuela de Chacao: primera generación
Compositores de este período: · Juan Manuel Olivares. (Caracas, 1760 - 1797) · Francisco Velásquez, el viejo (Caracas, 1755 - 1805) · José Antonio Caro. (Caracas, 1758 - 1783) · Pedro Nolasco Colón. (Valencia, 1770 - Caracas, 1813)
Escuela de Chacao: segunda generación
Compositores de este período · José Ángel Lamas (Caracas, 1775 - 1814) · Cayetano Carreño ( Caracas, 1774 - 1836) · José Lino Gallardo Ocumare del Tuy, 1773 - Caracas, 1837) · Juan José Landaeta (Caracas, 1780 - 1812) · José Francisco Velásquez, el joven (Caracas, 1781 - 1822)
Escuela de Chacao: continuadores
Compositores de este período · Juan Francisco Meserón (Caracas, 1779 - 1845) · José María Gómez Cardiel (Cumaná, 1797 - Trinidad, 1872) · Atanasio Bello Montero.(Caracas, 1800 - 1876) · José María Osorio (Caracas, 1803 - Mérida, 1852) · José María Montero (Caracas, 1782 - 1869) · José Lorenzo Montero (¿?-1857) REFERENCIAS
Barreto, I. (2007) Cine y Música. En A. Ulloa (Coord.), Biblioteca escolar La
Cadena Tricolor (pp. 122-125) Lima: Planeta SAIC.
Calcaño, J.A. (1980) La Ciudad y su Música (2a. ed.), Caracas: Fundarte.
González, J. R. (2007). Historia de la Música en Venezuela. Disponible en
http://histmusica.blogspot.com/ [Consulta: 2007, noviembre 3].
Mujica, E. (s.f.). La Guitarra en Venezuela. Disponible en
http://es.geocities.com/laguitarraenvenezuela/historia.html [Consulta: 2007, noviembre 3].