Вы находитесь на странице: 1из 2

De: María

Para: Leticia
Asunto: Cosas mías
Fecha: Miércoles, 8 de marzo de 2005 12:50:05

¡Hola, Leticia!

Ante todo debo agradecerte otra vez tu presencia en la "fiesta" de mi 50 cumpleaños;


realmente me hizo mucha ilusión verte después de tantos meses. Sigues pareciéndome
una persona muy sensata y te envidio un poco por estar viviendo en un país tan
interesante.

Cuando me preguntaste por José, no fui totalmente sincera en mi respuesta. Es verdad


que estaba trabajando en el bar, pero lo que no es verdad es que fuera una pena que no
pudiera celebrar mi cumpleaños. No sé cómo explicarlo, es como si a veces tuviera la
necesidad de alejarme de él. ¡Qué raro!, dirás tú. Sí, por otro lado me siento más sola
desde que Jesús voló del nido. Al principio fue toda una sorpresa para mí su anuncio de
que había decidido marcharse de casa para irse a vivir con su novia. "¡Si apenas tiene
20 años!", pensé yo. Pero José lo respaldó por completo, incluso ridiculizó un poco mis
aprensiones. Que si ya era mayor y ganaba su propio dinero, que si yo era una antigua,
etc.

Así que de un día para otro me encontré con menos ropa que lavar, con menos comida
que hacer y con menos vida en la casa. Y no sé qué me pasa, que ahora me da mucho
por pensar y reflexionar. Antes creo que no era consciente de la cantidad de tiempo que
paso separada de mi marido. Desde que la tienda de muebles quebró -y ahí sí que
pasábamos un montón de tiempo juntos- no he vuelto a trabajar fuera. Después,
cuando José abrió el bar, me dijo que prefería que yo me quedara en casa y,
francamente, me alegré, pues no me apetecía nada ver todos los días a los mismos
clientes, ni tener que aguantar los partidos de fútbol. Así que ahora me levanto pronto
para hacer las tortillas, ensaladillas y demás tapas y luego él se las lleva al bar,
quedándome el resto del día libre.

El lunes pasado tuve que ir al bar por algo que no viene al caso y "sorprendí" a José en
animada conversación con una mujer de unos treinta y pico años que yo no conocía. De
repente me di cuenta de que hacía siglos que no veía a José reírse de esa forma tan
espontánea y seductora. Ya sé que todo esto suena a celos infundados y en realidad ni
siquiera creo que haya nada detrás, pero aun así me dejó un sabor amargo la escena.
Más tarde, en casa, no pude evitar preguntarle quién era la mujer y él contestó que
"una cliente" de forma un poco arisca. Su reacción me desagradó y volví a insistir
("algún nombre tendrá", le dije), tras lo cual él se enfureció, dijo que a qué venía tanto
interés si a mí me importaba bien poco el bar y acabó diciendo casi a gritos que lo que
pasa es que estoy menopáusica y que no se me ocurriera echarme a llorar para
terminar de arreglarlo.

En fin, ya te conté que estoy muy sensible con ese asunto mío; el ginecólogo me recetó
pastillas, pero yo no noto ninguna mejoría. Y sí, como te imaginarás, el comentario de
José me sentó como una puñalada. Estos días he dormido fatal (coincide además que él
se fue a no sé qué feria de hostelería). Eres la primera persona a la que le cuento esto,
quizá porque estás tan lejos y a lo mejor puedes darme una opinión o un consejo menos
emocional que estando aquí y viéndome llorar tanto.

Muchas gracias por escucharme (por leerme, mejor dicho) y respóndeme por favor
cuanto antes.

Un fuerte abrazo,

María.
Pues no sé qué responderle a María, de verdad.

¿Qué le puedo decir, contar o aconsejar? ¿Puedes ayudarme tú?

Escríbeme a Leticia_Medina_Andres@yahoo.de (asunto: problema de María)

Muchas gracias.
Sacado de: http://www.spanish-hangzhou.com/consejos.htm

Вам также может понравиться