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LOS PROFETAS CRISTIANOS

Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas; y harán grandes señales y prodigios, de
tal manera que engañarán, si fuese posible, aun a los escogidos. -Mat 24:24

Con esas palabras Jesús, como el mayor profeta que haya pisado la tierra, comunicó al mundo
una de las profecías mas terribles porque envolvía, no solo el mundo material –terremotos,
guerras, hambres, etc. – como en otras muy conocidas, sino que esta vez se trata de el mundo
espiritual; el engaño con miras a que perdamos la vida eterna.

Las palabras de Jesús se cumplieron. Un ejemplo de estos está documentado en la historia de la


iglesia. Para comienzos de la 3ra. década del siglo 2do. A.D. se levantó un Cristo (mesías)
llamado Barcochab („hijo de una estrella‟, Núm. 24:17) se granjeó el favor del “profeta” judío
más respetado de su día, llamado Akiba. Con el patrocinio de Akiba, Barcochab arrastró tras si a
muchos judíos. Menciono este ejemplo porque fue un falso profeta quien le llevo a la cima.

Unos años antes, Juan ya había advertido a la iglesia. Si consideramos que Juan escribió su
carta en la octava década o unos 50 años después que Jesús dio su profecía podemos ver que el
problema de los falsos profetas fue un rasgo continuo.

Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos
falsos profetas han salido por el mundo.- 1Jn 4:1

Cuando Juan reconoció que había falsos profetas sabía también que dentro de la congregación
cristiana había profetas genuinos. La primera mención de profetas cristianos la tenemos en
Hechos capitulo 11 donde leemos:

Y en aquellos días descendieron unos profetas de Jerusalén a Antioquía.


Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que había de
haber una gran hambre en toda la tierra; lo cual sucedió en tiempo de Claudio César.
Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar ayuda a los
hermanos que habitaban en Judea:
Lo cual también hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo. – Hechos
11:27-30

En estos versículos se nos habla de una pluralidad de profetas cuya labor en la congregación no
era solo el predecir acontecimientos futuros, sino también interpretar, por el Espíritu, las cosas
previamente escritas. Una de las marcas del profeta verdadero es, obviamente, que se cumpla
cualquier predicción que haga. En este caso, como revela Lucas, se cumplió lo que hablo.

Sin embargo, según Deuteronomio 13:1-3, el cumplimiento no es suficiente para probar que un
profeta viene de Dios. El contenido de su mensaje tiene que estar en armonía plena con la
Palabra revelada de Dios y dirigir toda honra y gloria al Dios verdadero. En el caso de la profecía
de Agabo, había un dirigir de Dios a favor de su pueblo para que advertidamente hicieran
provisión para sus hermanos de Judea.
El profetizar tenía un propósito más elevado que simplemente andar profetizando a los hermanos
asuntos netamente personales o frívolos como lo hacen los „pronosticadores profesionales,‟
psíquicos y astrólogos modernos. Jehová había advertido contra esto (Lev. 20:27).

En Hechos 16 aprendemos de una joven “que tenía espíritu de adivinación, la cual daba grande
ganancia a sus amos, adivinando.” Esta expresión me lleva a pensar que esta joven gozaba de
un una buena reputación en su profesión, de modo que el „espíritu‟ que moraba en ella producía
predicciones verdaderas. Es evidente que tenía tal potestad pues identificó correctamente a Pablo
y sus compañeros como “siervos del Dios Altísimo, los cuales nos enseñan el camino de
salvación.” De esto podemos aprender dos cosas básicas; 1) una verdad, aun en los labios de un
demonio, no deja de ser verdad y 2) pudiéramos ser disuadidos a creer que una palabra
“profética” viene de Dios cuando en realidad viene de las huestes de las tinieblas.

La siguiente manifestación profética registrada en Hechos 13 está relacionada con el mover del
Espíritu Santo, en esta ocasión, para enviar a Pablo y Bernabé en su primer viaje misional. Aquí
se identifica a Bernabé como “profeta y maestro.” Es curioso que ha Saulo (Pablo) no se le dio
el don de ser profeta.

También otros dos allegados de Pablo, Judas (Joses) y Silas, este último siendo compañero fiel
de misión, son identificados como “profetas.” (Hechos 15:32) Usaron su don para „exhortar y
confirmar a los hermanos con abundancia de palabras.‟ Palabras de entendimiento de las
Escrituras capaces de exhortar con consejos y de confirmar la fe.

Pablo en su carta a los corintios, reconociendo el don de profetizar como parte integral de la
manera en que el Espíritu edifica el Cuerpo (1 Cor. 12:28-31) añadió pautas saludables para la
manifestación de este don cuando exhortó a los líderes de la iglesia a que mantuvieran un orden
decoroso, respetuoso y pacifico, digno de Dios (1 Cor. 14:29-36).

Finalmente, Pedro nos da una exhortación poderosísima con respecto a los falsos maestros;
equiparados a los profetas falsos de la antigüedad cuando nos dice:

Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros,
que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató,
atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.
Y muchos seguirán sus caminos perniciosos, y por causa de ellos el camino de la verdad será
blasfemado; y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas, sobre los
cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme. -2 Pedro
2:1-3

Queda de nosotros identificar los profetas entre nosotros. Pedir al Espíritu Santo el
discernimiento correcto para evitar „correr en vano.‟ (1 Cor. 15:58)

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