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COMPETENCIA INTELECTUAL

La competencia intelectual es tanto como la posesión de la ciencia y la sabiduría.


Pero como la posesión perfecta es imposible, de ahí la imperiosa necesidad de
luchar permanentemente por acrecentar ese patrimonio del espíritu que, en tanto,
se entrega a su conquista.

Cuando hablamos de ciencia, nos referimos a las ciencias “positivas” o “naturales”


que constituyen el elemento mayoritario y prevalente de la educación científica y
tecnológica. Cuando hablamos de sabiduría entendemos, las otras formas del saber
humano que son el elemento esencial de la educación humanística, y que no se
basan sobre criterios estrictamente cuantitativos, ni sobre métodos formales o
matemáticos. Tanto la educación científica y tecnológica, como la educación
humanística deben poseer una dosis suficiente de valor informativo y formativo, si
se quiere respetar las leyes de la naturaleza intelectual.

El valor formativo y humano de la ciencia debe tener un relieve particular en


nuestras universidades modernas, por el hecho humano e histórico de ocupar un
puesto peculiar en la vida individual y colectiva, que se ha acelerado y complicado
gracias a la invasión imprevista de los descubrimientos científicos. Sería tan
insensato negar este valor educativo a la ciencia, como reducir las humanidades a
un árido estudio gramatical, en cuyo vacío verbalismo no hubiera lugar para la
claridad de las ideas, el hábito crítico de la hipótesis, el amor a la naturaleza y el
humilde reconocimiento de las humanas limitaciones.

COMPETENCIA FISICA

Muchas veces, algunos profesionales fracasan en sus respectivas profesiones


porque son físicamente incapaces, no tienen la aptitud necesaria para llevar sus
labores profesionales a un feliz término. El principio de la competencia física es la
Higiene Mental y Física. La Higiene Mental se referirá al conjunto de disposiciones
necesarias para aceptar el propio trabajo y gozar del mismo, mientras que la
Higiene Física se refiere al mantenimiento de la capacidad física para desempeñar
a cabalidad un trabajo.

COMPETENCIA MORAL

La competencia moral se refiere a la necesidad que el profesional tiene de referirse


a un bien, al bien; esa necesidad se refleja en la vida según la virtud, en la vida
virtuosa, la cual se manifiesta en el sentimiento de rechazo a todo lo que aparezca
como oscuro, injusto o dudoso, a la vez que en la conciencia de la dignidad de la
profesión. Se distingue dos virtudes profesionales: la justicia y la caridad. La
primera se vuelve un imperativo para el profesional, en la medida en que es
depositario de un bien social (de cultura) del que debe dar cuenta a la sociedad en
que vive. La segunda, se refiere a la necesidad de que el profesional se dedique a
un servicio desinteresado de todos los demás miembros de su sociedad, aunque, en
un sentido de justicia, no esté obligado a ello.
SECRETO Y RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
Que Es Secreto Profesional?

El secreto profesional es la obligación legal que tienen ciertas profesiones de


mantener en secreto la información que han recibido de sus clientes. Al contrario
de lo que ocurre con otros tipos de deberes de confidencialidad, el secreto
profesional se mantiene incluso en un juicio.

Entre estos profesionales, cabe citar como casos más típicos el abogado, el médico,
el psicólogo, el periodista o el trabajador social. Sin embargo, también puede haber
otros casos de asesores o servicios que tengan ese tipo de obligación, como por
ejemplo los asesores fiscales (a veces incluidos dentro de los abogados) o las
compañías de seguros.

Existen 3 tipos de secreto profesional:

1. El secreto natural: es independiente de todo contrato, se extiende a todo lo


que, ya sea descubierto por casualidad, por investigación personal o por
confidencia, y no puede divulgarse. Aunque el depositario del secreto no haya
prometido guardar secreto, ni antes ni después de habérsele manifestado el
hecho o de haberlo descubierto, está obligado a callar, en virtud del precepto
moral que prohíbe perjudicar a los demás sin motivo razonable.

2. El secreto prometido: nace de un contrato, de la promesa de guardar silencio


después de haber conocido el hecho, ya sea por casualidad, por investigación
personal o por confidencia espontánea o provocada. Un mismo secreto puede
ser a la vez natural y prometido. Será natural cuando la cosa de suyo requiera
sigilo, pero si además va acompañado de una promesa, también será prometido.

3. El secreto confiado: también dimana de una promesa explícita o tácita hecha


antes de recibir la confidencia de lo que se oculta. Se le comunica que
previamente ha prometido, expresa tácitamente por la razón de su oficio o al
menos de las circunstancias, guardar silencio, y le es participado lo que se
mantenía oculto, añadiendo que se le revela confiado en su promesa bajo el
sello del secreto. El secreto pasa entonces a ser estrictamente confidencial o
profesional; confidencial, cuando la confidencia se ha hecho a un hombre que
está obligado por razón de su oficio a prestar ayuda o a dar consejo.
Profesional cuando se ha confiado, ya de palabra, ya en sus acciones, a un
hombre a quien su profesión obliga a asistir a los demás con sus consejos o
cuidados, por ejemplo: abogado, contador, médico, sacerdote, consejeros de
oficio.
RESPONSABILIDAD PROFESIONAL

La responsabilidad como deber es entendida como la obligación de responder de


nuestros actos ante un tribunal. Se habla de responsabilidad moral cuando el
tribunal es Dios o la propia conciencia, la responsabilidad legal (o específicamente,
civil o penal) cuando el tribunal es el Poder Judicial.

La responsabilidad profesional surge en este punto como incluida dentro de la


responsabilidad moral, alcanzando el interior de nuestra conciencia. Tiene dos
objetivos primordiales: evitar toda falta voluntaria y disminuir en lo posible en
número de faltas involuntarias por debilidad humana, flaqueza propia o
negligencia ajena.

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