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México.

Cada vez hay más parejas que se divorcian o se separan y, en consecuencia,


más intentos de encontrar a otro ser querido por segunda e, incluso, una tercera vez.
Así, empiezan de nuevo las dudas- ¿Qué hacer para que la pareja funcione bien?
¿Cómo evitar los fracasos amorosos? La solución pasa por la autocrítica y la
superación personal, una forma de madurar personalmente que facilita la convivencia
con la pareja.

“No es cierto que las segundas partes nunca han sido buenas”. Antoni Bolinches,
psicólogo clínico, sexólogo y máster en sexualidad humana, propone en su libro “Amor
al segundo intento” (Grijalbo) fórmulas de autoayuda para la convivencia en pareja,
esta unión amorosa que parece deteriorarse con el paso del tiempo.

“Sólo podemos enamorarnos una sola vez de la misma persona, aunque sí que
podemos querer a la misma persona toda la vida”. Sin embargo, hay que preguntarse
cómo hacerlo bien, y esto no es fácil. ¿Qué hace que la pareja funcione? ¿Por qué
deja de funcionar? ¿Cómo dejar de sufrir por amor?

Las cuatro patas del amor

“Para que funcione bien, la pareja necesita cuatro piernas –las dos de cada uno de los
componentes- y cuatro patas”. ¿Cuáles son estas patas? En primer lugar, la del buen
acoplamiento sexual. “Estoy plenamente convencido de que, sin sexo ,la pareja no
funciona, pero también tengo bastante claro que sólo con sexo tampoco”.

En la estabilidad de la pareja, el sexo pierde euforia. Por eso, hay que revisar las
estrategias para mantener un sexo cómodo. El sexólogo propone cuatro reglas de oro:
“haga todo lo que quiera, no haga nada que no quiera, hágalo siempre desde el deseo
previo y actúe de acuerdo con su escala de valores”.

La compatibilidad de caracteres es la segunda pata de la estabilidad. Dice Bolinches


que en cada uno de nuestros caracteres hay un Padre, que aporta las normas
sociales, un Niño, que conserva su punto infantil, y un Adulto, que concilia las dos
partes.

La combinación entre estas tres pautas hace el carácter de la persona. Si se lamenta


de sus fracasos y culpabiliza de ellos a los demás, será un carácter neurotizado. Sin
embargo, la cuestión aquí es convertirse en una persona madura, haciendo positivo el
sufrimiento y aprendiendo de cada problema que surja en la relación.

La escala de valores constituye la tercera pata. Se trata de “armonizar tres elementos:


los valores esenciales (lengua, ideología,etc.), los funcionales (trabajo, por ejemplo) y
los hábitos a partir de los cuales se crea un determinado estilo de vida (alimentación,
ocio, etc.)”. “Si no hay las mismas prioridades, se crean disfunciones en la pareja”.

Ya por último, el proyecto de vida es la cuarta pata de esta estabilidad. Bolinches


aplica aquí lo que llama “teoría de las dos naranjas”, que consiste en “buscar la otra
naranja”, la que siga un proyecto de vida convergente al nuestro.

La matemática de los sentimientos

“Para explicar el porqué se extiende el amor necesitamos recurrir a las matemáticas”,


apunta Bolinches y añade que “es fácil de entender, pero difícil de evaluar”. En esta
matemática entran en juego los refuerzos positivos y los negativos.
Bolinches lo cuenta a través de dos principios: el de la habituación, que actúa sobre
las cosas buenas y las hace cada vez menos buenas; y el de la saturación, que actúa
sobre las cosas malas y las hace cada vez más malas. La combinación de estos dos
principios hace que algo que se percibía como positivo pase a ser valorado como
negativo.

No es extraño, dice el psicólogo, que “una de cada dos personas pase por un
enamoramiento alternativo mientras está implicada en un proceso de convivencia
estable. Esto es así porque lo que estimula en una relación es siempre lo
desconocido, aunque hay que ser consciente de los peligros que se corren.

“De tu pareja conoces la cara y la cruz, de la otra relación, sólo la cara”. De aquí que,
según Bolinches, el 50% de las personas que inician una segunda relación se
arrepientan al año de haberla empezado.

La infidelidad, ¿un problema amoroso?

“El 50% de los hombres y el 40% de las mujeres es infiel”, asegura Bolinches. A pesar
de estos porcentajes tan altos, sólo una tercera parte de las parejas rompen por
infidelidad. ¿A qué se debe eso? Según el sexólogo, “la infidelidad no siempre
condena la relación de pareja, sino que la puede regenerar”. En definitiva, que la
infidelidad no es tan mala como parece. “La cultura nos marca que tenemos que ser
fieles a nuestra pareja, pero la antropología, no”.

Hay que diferenciar entre infidelidad y enamoramiento alternativo. La infidelidad es


algo dramático para muchas personas y todavía se ha dramatizado más por el
sufrimiento que produce. “Si no puede evitarse el sufrimiento, hay que aprovechar
para madurar”. Madurar es la clave de toda relación de pareja.

Aprende para dejar sufrir

Celos, adulterio, cinismo, insatisfacción, mentira, obsesión, etc. Todo son problemas
de convivencia que aparecen a menudo en la vida de pareja. “Suponen una fricción a
las cuatro patas”, dice Bolinches en referencia a la estabilidad de la pareja.

Según el sexólogo, estos tropezones aparecen en la segunda fase del amor, cuando
ya conocemos mejor a la pareja. Asimismo, florecen los problemas familiares. ¿Quién
no ha oído a hablar de la típica discusión suegra-nuera? Bolinches sugiere que la
ambivalencia de los roles del hombre (hijo y marido a la vez) es el principal problema
de esta situación.

¿Qué hacer ante estas complicaciones? El autor propone autocriticarse para


mejorarse como persona. “La convivencia en pareja es el mejor ámbito para madurar
como persona”, opina. Aprender del sufrimiento es la forma de dejar de sufrir. “Quien
aprende de sus errores no comete otros mayores”.

Sólo así se aprende del fracaso y no se vuelve a caer en él. Es importante tener claro
que la pareja funciona de manera “complementaria”: “Tiene que haber un espacio
propio y uno común”. Por eso, remarca, es esencial “conceder” y no “ceder”, es decir,
ser uno mismo y hacer aportaciones positivas a la pareja.

En definitiva, es básico “trabajar” la pareja, pero antes será necesario trabajar con uno
mismo, conocerse y criticarse los errores. “Hace falta tierra fértil para cultivar una
buena planta”, dice Bolinches.

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