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1,1 Los caballos que me arrastran, tan lejos como el ánimo deseaba,
camino de la Diosa que lleva al mortal vidente a través de todas las ciudades.
1,5 que tiraban del carro, mientras unas doncellas mostraban el camino.
lo aceleraban en vertiginoso remolino dos ruedas, una por cada lado), cuando aumentaron la
este camino (que está apartado del sendero de los hombres), sino el derecho y la justicia. Es
preciso que conozcas todo, tanto el corazón imperturbable de la verdad bien redonda,
1,30 como las opiniones de los mortales, en las cuales no se halla la verdadera creencia.
Pero aprenderás también estas cosas, cómo las apariencias ha sido necesario que sean
ni lo expresarás.
ni reuniéndolo.
y no lo mismo, para quienes el camino de todas las cosas marcha en direcciones opuestas.
7,1 Pues nunca será conseguido esto, que sean los no-entes ;
8,15 sino que las mantiene firmes. El juicio sobre ello en este respecto es:
por tanto, queda extinguido el nacimiento e ignorada la destrucción. Ni está dividido pues todo
es igual.
han sido apartados muy lejos, ya que la verdadera creencia los rechazó.
8,30 y así residirá inmutable allí mismo ; pues la firme Necesidad lo tiene en cadenas
envolventes, lo aprisiona por todas partes.
para que permanezca apartado e inmóvil. Por tanto todas las cosas serán nombres
igual en fuerza a partir del centro por todas partes. Pues ni mayor
Puesto que es igual en todas las direcciones, alcanza de igual manera sus limites.
Pues [los mortales] han decidido dar nombre a dos formas a modo de interpretación,
8,55 las han juzgado con aspecto opuesto y les han asignado signos
9,1 Pero, puesto que todas las cosas han sido nombradas Luz y Noche,
de dónde proviene y cómo la Necesidad que lo rige lo encadenó, manteniendo los limites de los
astros.
las que vienen después, de noche ; pero en medio se proyecta una parte de fuego,
al macho a la hembra.
14,1 Brilla por la noche errante en torno a la Tierra con luz prestada.
18,1 Cuando el hombre y la mujer mezclan a la vez las simientes del amor,
19,1 Así según la opinión, estas cosas han nacido y son ahora,
Parménides nació en Elea, hacia el 540 antes de Cristo aproximadamente, donde residió hasta
su muerte el año 470. Se dice que fue pitagórico y que abandonó dicha escuela para fundar la
suya propia, con claros elementos anti-pitagóricos. Algunos atribuyen la fundación de la
escuela de Elea a Jenófanes de Colofón, sin que haya verdadera constancia de ello, por lo que
la fundación de dicha escuela ha de atribuirse a Parménides, dejando al margen la cuestión de
hasta qué punto el pensamiento de Parménides puede estar influido por el de Jenófanes.
Parménides escribió un poema filosófico en hexámetros del que conservamos la mayoría de los
versos a través de Simplicio.
En dicho poema, luego de un proemio de carácter religioso, en el que el autor realiza una serie
de invocaciones para conseguir el favor de una diosa no identificada con el objeto de poder
acceder al verdadero conocimiento, Parménides nos expone su doctrina: la afirmación del ser y
el rechazo del devenir, del cambio.El ser es uno, y la afirmación de la multiplicidad que implica
el devenir, y el devenir mismo, no pasan de ser meras ilusiones.
El poema expone su doctrina a partir del reconocimiento de dos caminos para acceder al
conocimiento: la vía de la verdad y la vía de la opinión. Sólo el primero de ellos es un camino
transitable, siendo el segundo objeto de continuas contradicciones y apariencia de
conocimiento.
"Ea, pues, que yo voy a contarte (y presta tu atención al relato que me oigas)
los únicos caminos de búsqueda que cabe concebir:
el uno, el de que es y no es posible que no sea,
es ruta de Persuasión, pues acompaña a la Verdad;
el otro, el de que no es y el de que es preciso que no sea,
este te aseguro que es sendero totalmente inescrutable."
La vía de la opinión parte, dice Parménides, de la aceptación del no ser, lo cual resulta
inaceptable, pues el no ser no es. Y no se puede concebir cómo la nada podría ser el punto de
partida de ningún conocimiento. ("Es necesario que sea lo que cabe que se diga y se conciba.
Pues hay ser, pero nada, no la hay.") Por lo demás, lo que no es, no puede ser pensado, ni
siquiera "nombrado". Ni el conocimiento, ni el lenguaje permiten referirse al no ser, ya que no
se puede pensar ni nombrar lo que no es. ("Y es que nunca se violará tal cosa, de forma que
algo, sin ser, sea."). Para alcanzar el conocimiento sólo nos queda pues, la vía de la verdad.
Esta vía está basada en la afirmación del ser: el ser es, y en la consecuente negación del no ser:
el no ser no es.
Afirma Parménides en estas líneas la unidad e identidad del ser. El ser es, lo uno es. La
afirmación del ser se opone al cambio, al devenir, y a la multiplicidad. Frente al devenir, al
cambio de la realidad que habían afirmado los filósofos jonios y los pitagóricos, Parménides
alzara su voz que habla en nombre de la razón: la afirmación de que algo cambia supone el
reconocimiento de que ahora "es" algo que "no era" antes, lo que resultaría contradictorio y, por
lo tanto, inaceptable. La afirmación del cambio supone la aceptación de este paso del "ser" "al
"no ser" o viceversa, pero este paso es imposible, dice Parménides, puesto que el "no ser" no es.
El ser es ingénito, pues, dice Parménides ¿qué origen le buscarías? Si dices que procede del ser
entonces no hay procedencia, puesto que ya es; y si dices que procede del "no ser" caerías en la
contradicción de concebir el "no ser " como "ser", lo cual resulta inadmisible. Por la misma
razón es imperecedero, ya que si dejara de ser ¿en qué se convertiría? En "no ser " es
imposible, porque el no ser no es... ("así queda extinguido nacimiento y, como cosa nunca oída,
destrucción")
El ser es entero, es decir no puede ser divisible, lo que excluye la multiplicidad. Para admitir la
división del ser tendríamos que reconocer la existencia del vacío, es decir, del no ser, lo cual es
imposible. ¿Qué separaría esas "divisiones" del ser? La nada es imposible pensarlo, pues no
existe; y si fuera algún tipo de ser, entonces no habría división. La continuidad de del ser se
impone necesariamente, y con ello su unidad. Igualmente, ha de ser limitado, es decir,
mantenerse dentro de unos límites que lo encierran por todos lados.
El ser es inmóvil, pues, de lo visto anteriormente queda claro que no puede llegar a ser, ni
perecer, ni cambiar de lugar, para lo que sería necesario afirmar la existencia del no ser, del
vacío, lo cual resulta contradictorio. Tampoco puede ser mayor por una parte que por otra, ni
haber más ser en una parte que en otra, por lo que Parménides termina representándolo como
una esfera en la que el ser se encuentra igualmente distribuido por doquier, permaneciendo
idéntico a sí mismo.
El ser al que se refiere Parménides es material, por lo que difícilmente puede ser considerado
éste el padre del idealismo. El hecho de que Platón, posteriormente, aceptando los postulados
parmenídeos, identificara a ese ser con la Idea, no debe ser extrapolado históricamente hasta el
punto de llegar a afirmar que Parménides interpretaba el ser como algo no material. La
afirmación de que de el ser es Uno, finito, parece indicar claramente una concepción material
del ser.
Tradicionalmente se ha asociado este poema con la crítica del movimiento, del cambio, cuya
realidad había sido defendida por el pensamiento de Heráclito. Es probable que Parménides
hubiera conocido el libro de Heráclito, pero también que hubiera conocido la doctrina del
movimiento de los pitagóricos, contra la que más bien parece dirigirse este poema.
Especialmente si consideramos la insistencia que hace Heráclito en la unidad subyacente al
cambio, y en el papel que juega el Logos en su interpretación del movimiento. Obviamente, en
la medida en que Heráclito afirma el devenir, las reflexiones de Parménides le afectan muy
particularmente, aunque Heráclito nunca haya afirmado el devenir hasta el punto de proponer la
total exclusión del ser.
Siendo, se es.
La tesis de Parménides
Néstor Luis Cordero
Biblos
244 páginas
No es común que aparezca un libro de filosofía antigua que contenga la máxima erudición
posible sin hacerse agotador. Tratándose de filosofía presocrática, la sorpresa es todavía mayor.
Perfectamente legible, el texto no renuncia en ningún momento a la extraordinaria formación
del autor (además de dictar seminarios de doctorado en la UBA y ser profesor en la Sorbonne,
Cordero es un referente a nivel mundial en filosofía antigua), pero esa erudición está siempre al
servicio de una pedagogía consistente en la elucidación del pensamiento de Parménides. Y si el
texto de Parménides que llegó a través de la tradición nos habla del “camino de la Verdad”, el
de Cordero es también un camino por el Poema del filósofo eléata (Elea estaba ubicada en la
actual Italia, pocos kilómetros al sur de Nápoles, donde Cordero también dicta seminarios).
El Poema de Parménides narra la llegada de un joven aprendiz a la morada de una diosa que
promete enseñarle las dos únicas vías posibles para la investigación. Camino, en griego, es
“hodós”, de donde viene “método”. Uno podría leer a Parménides como un precursor directo de
Descartes, tomando su filosofía como un presocrático discurso del método: “La diosa
presentará un método (o sea, como vimos, un camino) persuasivo, convincente (pues acompaña
a la verdad), y al mismo tiempo, expondrá un camino completamente incognoscible, que será
calificado de no verdadero”, explica Cordero. Una de las dos vías se revelará como
completamente inconducente (y será la que mezcle ser y no ser); la otra, será la que afirma que
“es necesario decir y pensar que siendo, se es; pues es posible ser y la nada no es”. El autor nos
recuerda que el mismísimo Platón, en uno de sus diálogos, llegó a escribir sobre Parménides:
“Temo que no comprendamos sus palabras y, mucho más aún, temo que lo que pensaba al
decirlas nos supere en grado sumo”. Y si Platón pensaba de este modo (lo llamaba “temible” y
“venerable”), es porque Parménides fue el primero en advertir lo no-obvio de lo más obvio: hay
cosas. Pero, en vez de detenerse a pensar en “cosas”, se detuvo en ese “hay”. Este hecho
aparentemente insignificante es una verdadera revolución del pensamiento. Y a ese “hay”
Cordero lo llama “el hecho de ser”, o como él mismo traduce según la fórmula de Parménides:
“Siendo, se es”. Allí se encuentra el núcleo de la verdad. Negar que siendo, se es, será
embarcarse en el camino de la contradicción y la falsedad, el camino de las opiniones de los
mortales “que nada saben”.
1. Aunque esta razón existe siempre, los hombres se tornan incapaces de comprenderla,
tanto antes de oírla como una vez que la han oído. En efecto, aun cuando todo sucede
según esta razón, parecen inexpertos al experimentar con palabras y acciones tales como
las que yo describo, cuando distingo cada una según la naturaleza y muestro cómo es;
pero a los demás hombres les pasan inadvertidas cuantas cosas hacen despiertos, del
mismo modo que les pasan inadvertidas cuantas hacen mientras duermen.
53. Guerra es padre de todos, rey de todos: a unos ha acreditado como dioses, a otros
como hombres; a unos ha hecho esclavos, a otros libres.
61. El mar es el agua más pura y más contaminada: para los peces es potable y
saludable; para los hombres, impotable y mortífera.
67. El dios: día noche, verano invierno, guerra paz, saciedad hambre; se transforma
como fuego que, cuando se mezcla con especias, es denominado según el aroma de cada
una.
80. Es necesario saber que la guerra es común, y la justicia discordia, y que todo sucede
según discordia y necesidad.
88. Como una misma cosa está en nosotros los viviente y lo muerto, así como lo
despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo; pues éstos, al cambiar, son aquéllos, y
aquéllos, al cambiar, son éstos.
126. Las cosas frías se calientan, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo reseco se
humedece.
12. Sobre quienes se bañan en los mismos ríos afluyen aguas distintas y otras distintas.
21. Muerte es cuantas cosas vemos al despertar, sueño cuantas vemos al dormir.
51. No entienden cómo, al divergir, se converge consigo mismo: armonía propia del
tender en direcciones opuestas, como la del arco y de la lira.
30. Este mundo, el mismo para todos, ninguno de los dioses ni de los hombres lo ha
hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego siempre-vivo,
encendiéndose con medida y con medida apagándose.
31. Fases del fuego: en primer lugar, mar; del mar, la mitad tierra y la mitad torbellino
ígneo. El mar se dispersa y es medido con la misma razón que había antes de que se
generase la tierra.
90. Con el fuego tienen intercambio todas las cosas y con todas las cosas el fuego, tal
como con el oro las mercancías y con las mercancías el oro.
36. Para las almas es muerte convertirse en agua; para el agua es muerte convertirse en
tierra; pero de la tierra nace el agua y del agua el alma.
45. Los límites del alma no los hallarás andando, cualquiera sea el camino que recorras;
tan profundo es su fundamento.
F. Concepción de la sabiduría
17. La mayoría no comprende cosas tales como aquellas con que se encuentran, ni las
conocen aunque se las hayan enseñado, sino que creen haberlas entendido por sí
mismos.
32. Uno, lo único sabio, quiere y no quiere ser llamado con el nombre de Zeus.
41. Una sola cosa es lo sabio: conocer la Inteligencia que guía todas las cosas a través
de todas.
56. Se equivocan los hombres respecto del conocimiento de las cosas manifiestas, como
Homero, quien pasó por ser el más sabio de todos los griegos. A éste, en efecto, lo
engañaron unos niños que mataban piojos y le decían: cuantos vimos y cogimos, a éstos
los dejamos; cuantos no vimos ni cogimos, a ésos los llevamos.
57. Maestro de muchos es Hesíodo: consideran que sabe muchas cosas éste, quien no
conoció el día y la noche, ya que son una sola cosa.
104. ¿Qué es lo que comprenden o se proponen? ¿Hacen caso a los aedos del pueblo y
toman como maestro a la masa, ignorando que muchos son los malos, pocos los
buenos?
107. Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos cuando se tienen almas
bárbaras.
28. El más digno de fe conoce y custodia las cosas que le parece. Y no obstante, Dike
condenará también a los procreadores y testigos de cosas falsas.
29. Los mejores escogen una cosa en lugar de todas: gloria perpetua en lugar de cosas
mortales; pero la mayoría es saciada como el ganado.
44. El pueblo debe combatir más por la ley que por los muros de su ciudad.
89. Para los despiertos hay un mundo único y común, mientras que cada uno de los que
duermen se vuelve hacia uno particular.
114. Es necesario que los que hablan con inteligencia confíen en lo común a todos, tal
como un Estado en su ley, y con mucha mayor confianza aún; en efecto, todas las leyes
se nutren de una sola, la divina.
14. A los bacantes que danzan de noche, magos y celebrantes de Dioniso, iniciados en
los misterios; a unos los amenaza con lo que les sucederá tras la muerte, a otros les
profetiza el fuego: pues sacrílega es la iniciación en lo que pasa por misterios entre los
hombres.
79. El hombre puede ser llamado niño frente a la divinidad, tal como el niño frente al
hombre.
82-83. El más bello de los monos, al compararlo con la especie de los hombres, es feo...
pero también el más sabio de los hombres en relación con Dios parece un mono, tanto
en sabiduría como en belleza y en todo lo demás.
85. Difícil es combatir con el corazón: pues lo que desea se compra al precio de la vida.
86. La mayoría de las cosas divinas escapan al conocimiento por falta de fe.
93. El Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, sino indica por medio de
signos.
102. Para el dios todas las cosas son bellas y justas, mientras los hombres han supuesto
que unas son injustas y otras justas.