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Era una noche de viernes y Patricio regresaba a su casa después de la escuela.

Eran
aproximadamente las 9:30 de la noche y al ir caminando, se encontró con un pajarito
tirado en medio de la calle. A diferencia de todos los demás animales que suelen morir
al ras del cruel concreto, este en particular no yacía sobre sus mismos interiores, con
sangre alrededor. No, este pajarito estaba entero, sin señas de aparente daño mortal, sus
plumas estaban limpias y sus extremidades todavía sujetas a su cuerpo. Con un vistazo
más detallado del animal, Patricio se dio cuenta que este, a duras penas, todavía
respiraba. – “Talvez no puede volar o se rompió un ala” pensó. Por su mente pasaron
todas las diferentes situaciones que se desencadenarían dependiendo de su acción, o
inacción. Pensó en simplemente pasarse de largo y dejar morir al animal, siendo que su
muerte sería inminente debido a la herida o bien, a la llegada de un auto, pero eso
posiblemente acarrearía un posterior sentimiento de culpa y arrepentimiento. Se dio
cuenta que frente a él, había una oportunidad de intervenir en el destino de una vida,
que por más insignificante que fuera su trascendencia en este mundo, era una vida. Así,
se decidió a ayudar al pájaro. Sabiendo que los animales pueden acarrear múltiples
enfermedades, Patricio tomó una hoja de una planta para levantar al agonizante pájaro.
Lo levantó de un ala y creyendo que era un agresor, el pájaro se resistió a la ayuda de
Patricio. Lo llevó hasta un lote baldío que estaba al lado de la calle para dejarlo
descansar y talvez, recuperarse. De repente, sin previo aviso, el Pajarito voló y
desapareció en la profundidad del manto nocturno. Pareciera que sólo hubiera estado
fingiendo estar herido para que alguien llegara y lo recogiera, pareciera que le hubiera
encomendado ciegamente su propia supervivencia a alguien más. Pareciera cómo si
hubiera estado esperando sólo a Patricio.
Él, continuó su camino hasta su casa, se sirvió un vaso con leche y un pan tostado con
mermelada de fresa que su madre había preparado esa misma tarde. Se lavó los dientes,
se puso su ropa para dormir y envolvió en las cobijas de su cama. La peculiar escena
que había presenciado, persistió en la memoria de Patricio durante toda la noche,
preguntándose uno y otra vez el porque de la actuación del pajarito. Sin llegar a una
conclusión, se dio cuenta de que en si, no la había. Así cómo su acción de ayudar al
moribundo ser, había sido pura, sin interés, así lo fue la vitalidad del pájaro para
emprender el vuelo. Así de pura debería de ser la vida.

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