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Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales

(Compilados y presentados ante la Comunidad Internacional


por el Manhíg de Shéguel Rab. Dr. Richard Gamboa Ben-Eleazar, en febrero de 2011)

ARTÍCULO 1. Toda persona tiene derecho a que su identidad, creencias, prácticas y


afiliación religiosas sean respetadas en público y en privado, y a que no se le agreda
en ninguna manera por causa de ellas.

ARTÍCULO 2. Toda persona tiene derecho a la búsqueda de la verdad. Este derecho


confiere a las personas la libertad de investigación sirviéndose de la doctrina propia
de cada credo o de la educación, de la comunicación y del diálogo mediante los
cuales unos exponen a otros la verdad que han encontrado o consideran haber
encontrado para ayudarse mutuamente en la investigación de la verdad.

De igual manera las personas tienen el derecho de adherirse a la verdad con la cual
se han identificado y a ordenar toda su vida según las exigencias de dicha verdad.

ARTÍCULO 3. Toda persona tiene derecho al reconocimiento público y privado de su


existencia como persona religiosa y a no ser molestado, agredido o sancionado en
ninguna manera por razón de su identidad y afiliación religiosa, sus creencias y
prácticas de fe.

ARTÍCULO 4. Toda persona tiene derecho a profesar libremente sus creencias


religiosas de manera individual o colectiva, a manifestarlas libremente o a
abstenerse de profesarlas, o el derecho a no profesar ningún credo religioso.

ARTÍCULO 5. Toda persona tiene el derecho de adherirse a una asociación religiosa


de su interés siguiendo las pautas y requerimientos de ésta, o a establecer la
fundación de una entidad religiosa particular cuando sus creencias no se ajusten a
las de las instituciones religiosas ya establecidas.

ARTÍCULO 6. Toda persona tiene el derecho de abandonar o desvincularse de la


entidad religiosa en la que se encontraba congregado, asimismo como el derecho a
no ser injuriado, estigmatizado, agredido verbal o físicamente, perseguido o
irrespetado por nadie a causa de su desvinculación y/o la profesión de su nueva
confesión de fe.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales

ARTÍCULO 7. Toda persona tiene derecho a que su vida privada o parte de la misma
no sea expuesta, revelada o instrumentalizada como señal de fidelidad a sus
creencias o a la entidad religiosa en la cual se congrega.

Ninguna autoridad religiosa puede coaccionar mediante ningún pretexto a sus fieles
para que revelen aspectos y decisiones de su vida privada personal o familiar, así
como tampoco usar tales revelaciones en perjuicio de sus fieles.

ARTÍCULO 8. Toda persona tiene derecho a difundir libremente los contenidos


doctrinales de sus creencias religiosas y a impartir o recibir enseñanza religiosa
verbalmente, por escrito o por cualquier otro medio de comunicación habido o por
haber, sin más limitaciones que el derecho de las demás personas a rehusar recibir
esa enseñanza o información.

ARTÍCULO 9. Toda persona tiene derecho a practicar, individual o colectivamente, en


privado o en público, actos de oración y de culto.

ARTÍCULO 10. Toda persona tiene derecho a conmemorar las festividades y días de
reposo propios de su confesión religiosa.

El Poder Público, las instituciones educativas y las empresas deberán respetar este
derecho y preservar la vinculación laboral o educativa de las personas sujetas de la
observancia de estas conmemoraciones sagradas.

ARTÍCULO 11. Los varones y las mujeres en edad núbil que se haya establecido como
pareja tienen derecho a casarse y fundar una familia conforme su tradición religiosa
en común, o a que su matrimonio sea bendecido por un ministro interreligioso y que
esta unión de amor sea reconocida como legal y válida por todas las religiones del
mundo y por las leyes civiles.

Este derecho incluye la libertad de disolver unilateralmente o de mutuo acuerdo la


unión conyugal, cuando se han presentado violaciones a los Derechos Humanos y
otras razones de ética, de moral o legales civilmente que justifiquen tal disolución.
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ARTÍCULO 12. Toda persona tiene derecho a recibir sepultura digna y observar los
preceptos y ritos de la religión del difunto en lo relativo a las costumbres funerarias,
respetando los deseos que hubiere expresado el difunto en vida, o en su defecto
expresare su familia.

ARTÍCULO 13. Toda persona tiene derecho a no ser obligada o coaccionada en


ninguna manera para que abrace creencias religiosas contrarias a las suyas propias,
para que practique actos de culto o asista a ellos sin su libre consentimiento, o para
que reciba asistencia religiosa contraria a sus convicciones personales.

ARTICULO 14. Toda persona tiene derecho a recibir asistencia religiosa de su propia
fe en dondequiera que se encuentre y principalmente en los lugares públicos de
salud, en las guarniciones militares o policiales, y en los centros carcelarios.

ARTÍCULO 15. Toda persona tiene derecho a elegir para sí y los padres para los
menores o los incapaces bajo su dependencia, dentro y fuera del ámbito escolar, la
educación religiosa y moral según sus propias convicciones.

Los adolescentes tienen derecho a profesar de manera libre y voluntaria la tradición


religiosa de sus padres o tutores, o abrazar otra confesión de fe diferente a la de
estos, sin detrimento de la debida honra y respeto que se les debe a los padres y
tutores.

ARTÍCULO 16. Toda persona tiene el derecho de no ser impedida por motivos
religiosos para acceder a cualquier trabajo o actividad civil o secular, para ejercerla o
para desempeñar cargos o funciones públicas.

ARTÍCULO 17. Toda persona tiene el derecho de recibir asesoría espiritual y por
parte de la autoridad religiosa de su preferencia, y a no ser obligado a cambiar de
director espiritual o a revelar los secretos de su corazón a nadie que no considere
idóneo para ello.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales

Este derecho ampara la libertad de todo líder religioso de ofrecer la asesoría


espiritual a cualquier persona que solicite ser escuchada y aconsejada, bien sea
dentro o fuera de las normas de práctica religiosa de su respectiva confesión de fe.

ARTÍCULO 18. Toda persona tiene derecho a ingresar a cualquier templo, santuario o
lugar de oración para practicar la meditación o elevar plegarias, siempre y cuando se
observe el debido respeto a las personas, objetos, momentos sagrados y áreas
restringidas, así como el respeto a las normas de comportamiento propias de cada
templo o santuario según su carácter confesional específico.

ARTÍCULO 19. Toda persona tiene derecho a ejercer de manera libre, generosa y en
la medida de sus capacidades el tributo sagrado a su correspondiente congregación,
a cualquier entidad religiosa o a cualquier líder religioso de su preferencia mediante
donativos, ofrendas, diezmos u otro tipo de contribución financiera o en especie, y a
no ser coaccionado bajo ninguna justificación o por ningún medio a ofrendar más
allá de sus posibilidades.

El ejercicio del tributo sagrado se sujetará al devoto respeto por la dignidad humana
y las leyes civiles establecidas que no prohíban, instrumentalicen o restrinjan este
derecho.

ARTÍCULO 20. El fuero vocacional es sagrado. Toda persona que sienta y exprese que
ha sido llamada por el Ser Supremo para ejercer un ministerio o labor religiosa
específica y orientada al bien común, es decir, manifestando el valor peculiar de su
doctrina y ejercicio ministerial para la ordenación de la sociedad y la orientación de
la actividad humana, tiene derecho a que se le respete su persona, la legitimidad del
llamamiento recibido y su dignidad ministerial, bien sea dentro del orden jerárquico
de alguna institución religiosa establecida, o dentro del marco estatutario de su
propia entidad religiosa erigida, y tiene derecho a que su buen nombre y su honra
como persona y como ministro de culto sean respetados.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales

ARTÍCULO 21. Toda persona tiene derecho a practicar, conforme a las normas de su
entidad religiosa y sus propias convicciones, la observancia de las leyes de
alimentación y códigos de vestimenta; así como también tiene el derecho de portar
en todo tiempo y lugar sus símbolos sagrados, y a que todas las demás personas,
colectividades e instituciones públicas y privadas respeten su observancia y no
prohíban ni restrinjan su uso.

ARTÍCULO 22. Toda persona es libre de disentir de los contenidos doctrinales o de


ciertos asuntos administrativos de su propia confesión de fe y a expresar su
desacuerdo en público o en privado, verbalmente o por escrito ante sus
correligionarios o respectivas autoridades religiosas, siempre que se haga de manera
respetuosa, fraterna y cordial, y sin afectar gravemente la vida congregacional de los
demás correligionarios, la moral y las buenas costumbres.

De igual manera tiene derecho a recibir el mismo trato por parte de éstos sin que su
opinión amerite la expulsión arbitraria de la congregación.

ARTÍCULO 23. Todo líder religioso tiene derecho a consagrar parte de su tiempo o la
totalidad del mismo al ejercicio de su ministerio, y a que sus discípulos,
correligionarios o benefactores velen por su sustento mediante donativos, ofrendas,
diezmos u otra contribución financiera o en especie, quedando a salvo lo establecido
en el artículo 19 de la presente Declaración.

ARTÍCULO 24. Todo líder religioso y espiritual tiene derecho a ejercer libremente y
en cualquier lugar del mundo su propio ministerio; conferir órdenes religiosas y
designar cargos pastorales; comunicarse y mantener relaciones, sea en el territorio
nacional o en el extranjero, con sus fieles, con otras entidades religiosas y con sus
propias organizaciones; escribir, publicar, recibir y usar libremente sus libros
sagrados y otras publicaciones sobre cuestiones religiosas; cumplir libremente
actividades de educación, de beneficencia y de asistencia que permitan poner en
práctica los preceptos del orden ético y moral conforme la doctrina social de la
respectiva confesión religiosa o espiritual.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales

ARTÍCULO 25. Todos los líderes religiosos gozan del derecho de libre asociación para el
mejor cumplimiento de su ministerio, a través de federaciones o asociaciones de
ministros de culto de comunes creencias religiosas, o mediante la vinculación a
federaciones interreligiosas y asociaciones interconfesionales de ministros de culto de
carácter local, nacional, continental o mundial.

ÁRTÍCULO 26. Todas las entidades religiosas son libres y autónomas para establecer
estatutos propios, administrar recursos y bienes, dictaminar regímenes de
funcionamiento, esquema de organización y órganos representativos con expresión de
sus facultades y de sus requisitos para su válida asignación.

El poder público deberá abstenerse de impedir o tener injerencia alguna con respecto
a la identidad, afiliación, creencias, prácticas religiosas, gobierno y organización de las
entidades religiosas, y no deberá coaccionarlas en ninguna manera para que se
registren legalmente, o para que se afilien a alguna federación o asociación de
entidades religiosas.

ARTÍCULO 27. Todas las entidades religiosas tienen derecho a establecer su propia
jerarquía, designar a sus correspondientes ministros libremente elegidos, por ellas, con
su particular forma de vinculación y permanencia según sus normas internas; tener y
dirigir autónomamente sus propios institutos de formación y de estudios, teológicos,
en los cuales puedan ser libremente recibidos los candidatos al ministerio religioso que
las autoridades de la entidad religiosa juzgue idóneos.

Este derecho incluye la facultad de las entidades religiosas de erigir o designar


libremente oratorios, capillas, templos, santuarios y demás espacios sagrados para
celebrar ceremonias y otros actos de oración y de culto, así como también cementerios
para la digna sepultura de sus fieles conforme sus propias normas religiosas
establecidas.

El Poder Público y la sociedad en general deberán velar porque estos lugares sagrados
sean protegidos de toda clase de profanación.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales

ARTÍCULO 28. Todas las entidades religiosas tienen el derecho a la réplica y a exigir
la rectificación protocolaria y ante los medios de comunicación cuando ellas, su
credo o sus ministros sean lesionados por informaciones calumniosas, agraviantes,
tergiversadas o inexactas.

ARTÍCULO 29. En el ejercicio y disfrute de sus derechos religiosos y espirituales, toda


persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por los principios y
normas establecidas por la Organización de las Naciones Unidas y la ley de los
Estados Miembros, con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los
derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral,
del orden público y del bienestar general.

ARTÍCULO 30. Ninguna persona, colectividad, institución o Estado podrá valerse de


ninguno de los derechos y libertades proclamados en la presente Declaración, o
invocar las libertades de conciencia y de libre expresión para justificar, legitimar o
sacralizar por cualquier medio y modo, acciones de hecho, verbales, psicológicas o
simbólicas de violencia, discriminación, segregación, agresión, humillación o
denigración alguna en contra de otras personas, colectividades o entidades
religiosas.

Las Naciones Unidas, los organismos internacionales, las ONGs de Derechos


Humanos, los Estados mismos y la sociedad en general, deberán establecer los
mecanismos necesarios para proteger la vida, la honra y los bienes de las personas,
así como también garantizar y restituir todos sus derechos humanos, de tal manera
que nadie sea agredido en ninguna manera por causa del ejercicio de los derechos y
libertades que se han proclamado en la presente Declaración.

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