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De igual manera las personas tienen el derecho de adherirse a la verdad con la cual
se han identificado y a ordenar toda su vida según las exigencias de dicha verdad.
ARTÍCULO 7. Toda persona tiene derecho a que su vida privada o parte de la misma
no sea expuesta, revelada o instrumentalizada como señal de fidelidad a sus
creencias o a la entidad religiosa en la cual se congrega.
Ninguna autoridad religiosa puede coaccionar mediante ningún pretexto a sus fieles
para que revelen aspectos y decisiones de su vida privada personal o familiar, así
como tampoco usar tales revelaciones en perjuicio de sus fieles.
ARTÍCULO 10. Toda persona tiene derecho a conmemorar las festividades y días de
reposo propios de su confesión religiosa.
El Poder Público, las instituciones educativas y las empresas deberán respetar este
derecho y preservar la vinculación laboral o educativa de las personas sujetas de la
observancia de estas conmemoraciones sagradas.
ARTÍCULO 11. Los varones y las mujeres en edad núbil que se haya establecido como
pareja tienen derecho a casarse y fundar una familia conforme su tradición religiosa
en común, o a que su matrimonio sea bendecido por un ministro interreligioso y que
esta unión de amor sea reconocida como legal y válida por todas las religiones del
mundo y por las leyes civiles.
ARTÍCULO 12. Toda persona tiene derecho a recibir sepultura digna y observar los
preceptos y ritos de la religión del difunto en lo relativo a las costumbres funerarias,
respetando los deseos que hubiere expresado el difunto en vida, o en su defecto
expresare su familia.
ARTICULO 14. Toda persona tiene derecho a recibir asistencia religiosa de su propia
fe en dondequiera que se encuentre y principalmente en los lugares públicos de
salud, en las guarniciones militares o policiales, y en los centros carcelarios.
ARTÍCULO 15. Toda persona tiene derecho a elegir para sí y los padres para los
menores o los incapaces bajo su dependencia, dentro y fuera del ámbito escolar, la
educación religiosa y moral según sus propias convicciones.
ARTÍCULO 16. Toda persona tiene el derecho de no ser impedida por motivos
religiosos para acceder a cualquier trabajo o actividad civil o secular, para ejercerla o
para desempeñar cargos o funciones públicas.
ARTÍCULO 17. Toda persona tiene el derecho de recibir asesoría espiritual y por
parte de la autoridad religiosa de su preferencia, y a no ser obligado a cambiar de
director espiritual o a revelar los secretos de su corazón a nadie que no considere
idóneo para ello.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales
ARTÍCULO 18. Toda persona tiene derecho a ingresar a cualquier templo, santuario o
lugar de oración para practicar la meditación o elevar plegarias, siempre y cuando se
observe el debido respeto a las personas, objetos, momentos sagrados y áreas
restringidas, así como el respeto a las normas de comportamiento propias de cada
templo o santuario según su carácter confesional específico.
ARTÍCULO 19. Toda persona tiene derecho a ejercer de manera libre, generosa y en
la medida de sus capacidades el tributo sagrado a su correspondiente congregación,
a cualquier entidad religiosa o a cualquier líder religioso de su preferencia mediante
donativos, ofrendas, diezmos u otro tipo de contribución financiera o en especie, y a
no ser coaccionado bajo ninguna justificación o por ningún medio a ofrendar más
allá de sus posibilidades.
El ejercicio del tributo sagrado se sujetará al devoto respeto por la dignidad humana
y las leyes civiles establecidas que no prohíban, instrumentalicen o restrinjan este
derecho.
ARTÍCULO 20. El fuero vocacional es sagrado. Toda persona que sienta y exprese que
ha sido llamada por el Ser Supremo para ejercer un ministerio o labor religiosa
específica y orientada al bien común, es decir, manifestando el valor peculiar de su
doctrina y ejercicio ministerial para la ordenación de la sociedad y la orientación de
la actividad humana, tiene derecho a que se le respete su persona, la legitimidad del
llamamiento recibido y su dignidad ministerial, bien sea dentro del orden jerárquico
de alguna institución religiosa establecida, o dentro del marco estatutario de su
propia entidad religiosa erigida, y tiene derecho a que su buen nombre y su honra
como persona y como ministro de culto sean respetados.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales
ARTÍCULO 21. Toda persona tiene derecho a practicar, conforme a las normas de su
entidad religiosa y sus propias convicciones, la observancia de las leyes de
alimentación y códigos de vestimenta; así como también tiene el derecho de portar
en todo tiempo y lugar sus símbolos sagrados, y a que todas las demás personas,
colectividades e instituciones públicas y privadas respeten su observancia y no
prohíban ni restrinjan su uso.
De igual manera tiene derecho a recibir el mismo trato por parte de éstos sin que su
opinión amerite la expulsión arbitraria de la congregación.
ARTÍCULO 23. Todo líder religioso tiene derecho a consagrar parte de su tiempo o la
totalidad del mismo al ejercicio de su ministerio, y a que sus discípulos,
correligionarios o benefactores velen por su sustento mediante donativos, ofrendas,
diezmos u otra contribución financiera o en especie, quedando a salvo lo establecido
en el artículo 19 de la presente Declaración.
ARTÍCULO 24. Todo líder religioso y espiritual tiene derecho a ejercer libremente y
en cualquier lugar del mundo su propio ministerio; conferir órdenes religiosas y
designar cargos pastorales; comunicarse y mantener relaciones, sea en el territorio
nacional o en el extranjero, con sus fieles, con otras entidades religiosas y con sus
propias organizaciones; escribir, publicar, recibir y usar libremente sus libros
sagrados y otras publicaciones sobre cuestiones religiosas; cumplir libremente
actividades de educación, de beneficencia y de asistencia que permitan poner en
práctica los preceptos del orden ético y moral conforme la doctrina social de la
respectiva confesión religiosa o espiritual.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales
ARTÍCULO 25. Todos los líderes religiosos gozan del derecho de libre asociación para el
mejor cumplimiento de su ministerio, a través de federaciones o asociaciones de
ministros de culto de comunes creencias religiosas, o mediante la vinculación a
federaciones interreligiosas y asociaciones interconfesionales de ministros de culto de
carácter local, nacional, continental o mundial.
ÁRTÍCULO 26. Todas las entidades religiosas son libres y autónomas para establecer
estatutos propios, administrar recursos y bienes, dictaminar regímenes de
funcionamiento, esquema de organización y órganos representativos con expresión de
sus facultades y de sus requisitos para su válida asignación.
El poder público deberá abstenerse de impedir o tener injerencia alguna con respecto
a la identidad, afiliación, creencias, prácticas religiosas, gobierno y organización de las
entidades religiosas, y no deberá coaccionarlas en ninguna manera para que se
registren legalmente, o para que se afilien a alguna federación o asociación de
entidades religiosas.
ARTÍCULO 27. Todas las entidades religiosas tienen derecho a establecer su propia
jerarquía, designar a sus correspondientes ministros libremente elegidos, por ellas, con
su particular forma de vinculación y permanencia según sus normas internas; tener y
dirigir autónomamente sus propios institutos de formación y de estudios, teológicos,
en los cuales puedan ser libremente recibidos los candidatos al ministerio religioso que
las autoridades de la entidad religiosa juzgue idóneos.
El Poder Público y la sociedad en general deberán velar porque estos lugares sagrados
sean protegidos de toda clase de profanación.
Declaración de Derechos Religiosos y Espirituales
ARTÍCULO 28. Todas las entidades religiosas tienen el derecho a la réplica y a exigir
la rectificación protocolaria y ante los medios de comunicación cuando ellas, su
credo o sus ministros sean lesionados por informaciones calumniosas, agraviantes,
tergiversadas o inexactas.