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HISTORIA
Los primeros indicios de la utilización de las inmovilizaciones en ortopedia se remontan hasta la época
de los Egipcios. Existen restos de un joven encontrado en Egipto, que datan de 300 años antes de Cristo,
con una fractura de fémur manejada con delgados palos sostenidos por vendajes de lino.
En 936 después de Cristo, Albucasis describe una forma de elaboración de férulas utilizando vendajes con
harina, huevo y sustancias vegetales.
En el siglo XVIII aparece la utilización de Barro Armenio y yeso asociado a claras de huevo para la
elaboración de férulas en el tratamiento de fracturas.
Eaton en 1798 popularizó en Europa la utilización del “yeso de parís” ya utilizado durante varios siglos
en Arabia. El método consistía en el tratamiento de fracturas inmovilizándolas con yeso el cual era
vertido alrededor de la extremidad afectada dejándolo endurecer, previa reducción de la fractura.
En 1852 el holandés Antonius Mathijsen describió un método de inmovilización de fracturas por medio
de vendajes impregnados con yeso los cuales se humedecían y se aplicaban circunferencialmente en la
extremidad endureciéndose durante el secado. Este método rápidamente se popularizó desplazando a su
vez otros métodos de inmovilización utilizados hasta entonces. Este método fue perfeccionándose hasta
llegar a los vendajes que actualmente se utilizan.
Tracción
La tracción como método de inmovilización fue descrita inicialmente por Galeno al principio de la era
cristiana. Inicialmente se utilizaba para corregir cabalgamientos de los fragmentos fracturados mientras se
colocaba algún otro tipo de inmovilización.
En 1800 Guy de Chauliac describe la utilización de la tracción como método definitivo en el manejo de
las fracturas.
En 1890 Hoffa publica una descripción de la utilización de la tracción para el manejo de varios tipos de
fractura.
Fijación Externa
La primera descripción de la utilización de los fijadores externos se remonta a 1840 época en la cual
Malgaigne describe un tipo de fijación con un aparato metálico que se aplica alrededor de la extremidad y
se asocia a tornillos que ayudan a sostener en posición adecuada la fractura.
En 1938 el suizo Raoul Hoffman publica su experiencia con inmovilizadores externos desarrollados por
él. De aquí se derivaron múltiples descripciones de este método de tratamiento de fracturas.
Actualmente prevalecen algunos de los métodos de inmovilización descritos siendo la utilización del
vendaje de yeso el más frecuentemente utilizado ya sea como yeso circular o en forma de férulas.
Yeso circular
Tracción esquelética
Tracción cutánea
Fijadores externos
Férulas inflables
Objetivos de la inmovilización
No todas las inmovilizaciones en ortopedia se realizan por fractura en una extremidad o en la columna.
Existen otros motivos por los cuales es necesario en ocasiones realizar una inmovilización.
Analgesia
La inmovilización ocupa un papel importante en las primeras dos etapas y principalmente en la primera
ya que en la segunda o tratamiento definitivo aparecen otros métodos de manejo como la osteosíntesis.
Ante una lesión en una extremidad la inmovilización ideal sería aquella que mantuviera una adecuada
posición durante el tiempo necesario para permitir una cicatrización de los tejidos lesionados sin interferir
con la función de la extremidad.
En el caso de las fracturas la inmovilización debería mantener los fragmentos en una adecuada posición
(reducción) durante el tiempo necesario para obtener una consolidación sin alterar la función de los
segmentos y articulaciones vecinas.
Los vendajes de yeso están formados por un rollo de tela impregnado de sulfato de calcio semihidratado.
Al contacto con el agua se produce una reacción química exotérmica que culmina con el endurecimiento
del vendaje por cristalización del sulfato de calcio.
Los yesos vienen en una variedad de tamaños de acuerdo a la necesidad de cada caso:
8x5
6x5
5x5
4x5
3x5
La primera cifra revela el ancho del vendaje e pulgadas y la segunda el largo del mismo en pies.
El algodón laminado o Webril se utiliza para mantener a la extremidad aislada del contacto directo con el
yeso ya sea cubriendo circunferencialmente la extremidad con el mismo antes de la colocación de un yeso
circular o envolviendo la férula antes de su aplicación a la extremidad. Siempre se debe utilizar el
algodón laminado para evitar irritaciones por el contacto directo con el yeso.
El algodón laminado también protege las prominencias óseas en las extremidades evitando la formación
de úlceras sobre las mismas. Se debe reforzar con algodón laminado estas zonas para mayor seguridad.
La “estoquineta” es una variedad de media o tejido tubular la cual viene en varios diámetros y se utiliza
en los extremos de los yesos para evitar que queden bordes cortantes de yeso y además dar un mejor
acabado. Ocasionalmente se utilizan en toda la parte inmovilizada para aislar el algodón de la piel.
Tipos de inmovilización
Férulas
La elaboración de férulas es muy común en los servicios de urgencias que atienden al paciente de
ortopedia en el momento agudo. Existen numerosas formas para elaborar férulas sin embargo se deben
cumplir algunos principios para su adecuada elaboración y colocación. Algunos principios son:
Inmovilizar una articulación por debajo y otra por encima de la lesión en caso de fracturas.
Garantizar una adecuada resistencia de la férula utilizando una cantidad de capas acorde con la
extremidad que se va a inmovilizar y al tamaño del paciente. 8 a 10 capas para la extremidad
superior y 12 a 14 para la extremidad inferior.
Cada lesión se debe analizar individualmente antes de elaborar la férula ya que esta dependerá de la
localización de la lesión, el tipo de fractura, el grado de conminución, la presencia de heridas o lesiones
concomitantes.
Algunas de las ventajas de la utilización de férulas en el trauma agudo son que disminuyen el riesgo de
síndrome compartimental ya que dan espacio para el edema de los tejidos y permiten un rápido retiro en
caso de ser necesario.
Las desventajas son que permiten algún grado de movilidad a nivel del foco de fractura, el paciente puede
retirárselas voluntariamente, se pueden aflojar con relativa facilidad.
Las férulas son nombradas de acuerdo con los segmentos que incluye en la inmovilización:
Miembro Superior:
Braquio-palmar- va desde el tercio proximal del brazo hasta el pliegue distal de la mano
permitiendo la flexión de la articulación metacarpofalángica
Escafoidéa- utilizada en lesiones de este hueso y va desde el antebrazo hasta la base de la uña
del primer dedo por el borde radial.
Braquio-palmar radial- va igual que la primera con la diferencia de que a nivel del antebrazo esta
gira del borde cubital al radial. Se utiliza en fracturas del tercio distal del radio.
Miembro inferior
Muslo-pédica – va desde el tercio proximal del muslo por la parte posterior hasta la articulación
metatarso falángica. Útil en fracturas de tibia y lesiones alrededor de la rodilla.
Thomas – es una férula para fracturas de fémur la cual consta de un aro proximal el cual se
apoya en el isquion con 2 varillas laterales y un aro distal. La extremidad se fija a estas 2 varillas
laterales por medio de vendajes.
Yesos circulares
Para la aplicación adecuada de un yeso circular debe tenerse en cuenta algunos principios de importancia:
Moldear el yeso adecuadamente sin dejar puntos de presión que puedan lesionar la piel por
isquemia. Debe tenerse en cuenta que el yeso no es simplemente para cubrir la extremidad si no que
tiene una función mecánica definida la cual se debe cumplir para mantener una adecuada reducción.
Por este motivo los yesos deben moldearse adecuadamente con el principio de los tres puntos
anteriormente mencionado.
Abullonar adecuadamente la extremidad con una capa de algodón laminado y reforzando en los
puntos en donde existan prominencias óseas. No se debe colocar exceso de algodón debido a que este
no permitirá una adecuado moldeamiento del yeso al contorno del hueso dejando espacios que
pueden resultar en pérdida de la reducción.
No escurrir demasiado el rollo que va a ser colocado ya que se secará muy rápidamente sin
permitir un adecuado moldeado.
Utilizar un yeso del ancho recomendado de acuerdo a tamaño de la extremidad que va a ser
inmovilizada. Por ejemplo no se debe utilizar un yeso 6 x 5 para inmovilizar una fractura de radio
distal. En estos casos se recomienda utilizar yesos angostos los cuales son más fáciles de aplicar y
adaptar al contorno de la extremidad.
Realizar un control radiológico luego de la colocación del yeso para verificar la adecuada
posición de la fractura.
La cantidad aproximada de yesos y vendajes de algodón que se utiliza dependerá de la extremidad y del
tipo de yeso que se aplicará:
Adulto Infantil
Braquiopalmar 3 yesos de 4x5 2 yesos de 3x5
1 vendaje de algodón
Tracciones
Las tracciones son otro tipo de inmovilización la cual mantiene la posición por medio de una fuerza
transmitida directamente al hueso a través de un pin o indirectamente a través de los tejidos blandos por
tracción cutánea.
La tracción cutánea se utiliza en pacientes pediátricos para el tratamiento de las fracturas de fémur
realizando tracciones de ambos miembros inferiores hacia el cénit con el peso suficiente para mantener
los glúteos levemente levantados de la camilla (Tracción de Bryant. Ocasionalmente se utiliza para el
manejo de fracturas en los miembros superiores como supracondíleas con el brazo en abducción de 90
grados y el codo en flexión de 90 grados (tracción balanceada de Dunlop.
En los adultos la tracción cutánea se utiliza para inmovilizar algunas fracturas de caderas en ancianos que
poco tolerarían una tracción esquelética. La tracción cutánea tiene la ventaja que permite la movilización
del paciente evitando así las escaras. Su utilidad para inmovilizar la fractura de cadera no ha sido
demostrada.
Existen múltiples indicaciones para las tracciones entre las cuales se encuentran.
Fracturas de fémur
Fracturas de cadera
Luxaciones de cadera
Transtibial
Supracondílea
Supramaleolar
Transcalcánea
Transolecraneana
Cervical
Toda tracción implica la colocación de un dispositivo a través del cual se ejerce una fuerza distractora con
la cual se buscará el objetivo deseado. En la mayoría de los casos el dispositivo por medio del cual se
aplicará la fuerza distractora es un “pin” de acero inoxidable. El diámetro del mismo puede variar de
acuerdo con el tamaño del hueso a traccionar. Los más frecuentemente utilizados son los pines de
Steinmann de 2.0mm y los de Kirschner de 1.5mm sin embargo se utilizan de menores diámetros cuando
se va a realizar tracciones falángicas.
El peso que se utiliza para la tracción varía de acuerdo al sitio de la misma. Para las tracciones
esqueléticas transtibiales en los adultos se utiliza alrededor del 10% del peso corporal rara vez excediéndo
los 8 Kg. Pesos mayores por períodos prolongados pueden tener consecuencias sobre las estructuras
ligamentarias de la rodilla. Las tracciones de fémur supracondíleas toleran pesos mucho mayores (10 a 15
Kg) ya que no ejercen su tracción a través de los ligamentos de la rodilla. El peso utilizado en la
población pediátrica para la tracción esquelética transtibial en el tratamiento de las fracturas de fémur es
de alrededor de 4 a 6 Kg. La tracción se utiliza en niños mayores de 5 años o en niños con peso corporal
superior a los 20 Kg.
Toda tracción esquelética es un procedimiento invasivo y por lo tanto debe realizarse bajo estrictas
medidas de asepsia. Debe lavarse el área por la cual se realizará la tracción como si fuera a realizarse un
procedimiento quirúrgico. Se debe además utilizar campos y guantes estériles y mascarilla durante el
procedimiento. En los adultos puede utilizarse anestesia local. Las tracciones en los niños deben
realizarse bajo anestesia general.
El ingreso del pin de tracción siempre debe realizarse por donde se encuentre “el enemigo” que es la
estructura que se pueda lesionar con el procedimiento. Para las tracciones esqueléticas transtibiales, las
más frecuentemente realizadas en nuestro servicio de ortopedia, el enemigo es el nervio peronéo o
ciático-poplíteo externo el cual pasa por la parte posterior de la cabeza del peroné ingresando hacia el
compartimento anterior de la pierna. Para esta tracción se introduce el pin por la cara externa de la pierna
aproximadamente 2 cm por debajo del tubérculo tibial anterior distalmente y dos centímetros posteriores
a la cortical anterior de la tibia.
Se prefiere la utilización de perforadores manuales a eléctricos ya que estos últimos pueden ocasionar
necrosis térmica alrededor del pin al girar el mismo a alta velocidad realizando fricción contra el hueso
produciendo calor excesivo. La reabsorción ósea que se lleva a cabo en este trayecto de hueso necrótico
puede conllevar al aflojamiento del pin.
El punto de entrada del pin en la piel requiere un cuidado diario para prevenir la infección. Se debe
realizar una limpieza diaria con algún tipo de jabón no yodado o con agua oxigenada. Sin embargo un
alto porcentaje de los trayectos de los pines se infectan produciendo un foco de osteítis alrededor del
trayecto del pin algunas ocasiones generando un foco de osteomielitis.
Objetivos
• Ampliar los conocimientos de enfermería en referencia al
cuidado de pacientes con férula de Braun.
• Aliviar el dolor y establecer la correcta inmovilización en
patologías del miembro inferior con o sin tracción.
• Especificar el control neurovascular.
Desarrollo del capítulo
El niño que precisa la utilización de la férula de Braun, con
o sin tracción, e independientemente de la patología que lo
afecte, precisa de hospitalización y de cuidados continuos.
Con este fin se elabora por parte de enfermería unos planes
de cuidados personalizados integrados en el proceso de
enfermedad del paciente.
Es fundamental que la atención de enfermería esté
centrada en el paciente y su familia. Hacerlos coparticipes de
los cuidados en todo el proceso, favoreciendo el feed-back
empático y aportando el conocimiento y la experiencia
necesaria, hará que tanto el niño como la familia superen el
proceso de enfermedad de manera positiva.
Es básico explicar el funcionamiento y la función de la
férula (y la tracción, si la lleva) al niño, especificando cuales
serán nuestras actuaciones y determinando cual será su
participación en su propia atención sanitaria. Se ha de
asegurar que el paciente, y luego la familia, lo entiendan y
sepan cómo pedir ayuda; si por la edad del paciente no es
posible, se deberan detectar sus “signos de alerta” (llanto,
intranquilidad, vigilia,…). La comprensión del objetivo de la
tracción nos dará un paciente colaborador y un menor
número de complicaciones. De ahí la importancia de la
educación sanitaria por parte de enfermería hacia el niño.
El arco de potencia (ver figura 2) ayudará, si la edad del
niño lo permite, en las movilizaciones, la higiene, ejercicios e
incluso para evitar úlceras por presión en pacientes de riesgo.
Se ha de evaluar la posición de la cama, inicialmente en Tren
de Lemburg, para que la tracción y la contratracción sean las
necesarias.
Complicaciones potenciales
La férula de Braun por si sola no produce complicaciones,
pero al tratarse de un paciente traumatológico, hay que tener
presente las complicaciones de la patología que afecta al
miembro inferior, y las producidas por la tracción por sí solas.
La tracción puede dar lugar a dos importantes
complicaciones, que hay que tratar de evitar. Consisten en la
afectación neurológica y la afectación vascular. En caso de
tracción transcutánea, las tiras de tracción y los vendajes
circulares pueden constreñir la circulación y si no se detecta a
tiempo, iniciar un proceso de isquemia.
La tracción de la pierna también puede ocasionar una
lesión del nervio peroneo, que se manifiesta con caída del pie.
Hay que examinar repetidamente la pierna para
comprobar que no quede girada en rotación externa durante
la tracción.
El Síndrome compartimental ocurre cuando se produce un
aumento de la presión dentro del compartimento cerrado
óseo-fascial, dando lugar a un compromiso microvascular que
puede producir lesión nerviosa y necrosis muscular. Se
identifica por la aparición de un dolor intenso y
desproporcionado a la lesión, que presenta tumefacción y
tensión de segmento afecto con aparición de parestesias o
hipoestesia y signos de perfusión distal deficiente. La
actuación debe ser urgente con fasciotomía y elevación del
miembro.
El embolismo graso es raro en niños pero puede producirse
en fracturas múltiples de huesos largos. Va acompañado de
disminución del sensorio, hipoxemia, taquipnea, taquicardia,
petequias axilares e infiltrados pulmonares en la RX de tórax.
El tratamiento consiste en la intubación y ventilación
mecánica, hidratación intravenosa, estabilización precoz de
las fracturas y administración de dosis altas de corticoides.
Las luxaciones articulares son excepcionales en el niño,
debido a su resistencia relativa diferente de las estructuras
capsuloligamentosas y el frágil hueso metafisario. Los
traumatismos que producen luxaciones en el esqueleto
maduro producen mas frecuentemente fracturas metafisarias
o epifisiolisis en el esqueleto del niño.
La alteración de la integridad cutánea es uno de los
diagnósticos de enfermería más relevantes en estos
pacientes, tanto los trastornos cutáneos producidos por la
tracción, como los producidos por la férula de Braun o los
secundarios a la inmovilización prolongada. Aquí enfermería
es esencial para evitar esta complicación.