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Reflexión del Evangelio Según San Juan (9, 1-41)

Domingo IV de la cuaresma
En la vida llegamos a un punto que nos encontramos como las personas que sienten
lástima por el ciego; queremos buscar un culpable a nuestras situaciones más
precarias, desafortunadas e injustas. Es entonces que cuando hay que buscar una
solución a los problemas preferimos seguir pensando que somos perfectos cuando este
pensamiento es por lo que vemos por fuera cuando en realidad estamos ciegos por
dentro. Nacemos ciegos o nos hacen ciegos, y seguimos siendo ciegos ante la realidad
de Jesús que es un testimonio fiel de salvación y vida. Nos hayamos ciegos a pesar de
haber escuchado la Palabra, presenciado la maravilla de Dios en nuestras vidas y,
sobre todo, no aceptando ser los discípulos que sigan al Maestro. E incluso nos
dejamos cegar por situaciones que están lejos de Dios y en el más grave de los casos
en seguir así; viviendo engañados sin enfrentar la realidad de nuestras vidas.

Es por eso que Jesús es la Luz del mundo, en medio de los prejuicios o las idolatrías,
los escándalos, la maldad o incluso en medio de nuestra propia apatía, mentiras,
heridas y sufrimientos que experimentamos a diario. Esta es la razón por la que
estamos siempre como iglesia buscando su verdad y vida, no porque sea una tradición o
porque sea cosa de abuelitas, sino porque en el momento del bautismo nos ponemos la
playera de pequeños Cristitos (Cristianos- católicos) para buscarlo a pesar de la falta
de fuerzas, amor o comprensión que podamos sentir en nuestros días.

Para el mundo, Jesús es la luz y nosotros (la iglesia) el barro que modelaron sus manos
para iluminarlo de las tinieblas que tiene en los ojos, el agua de Siloé es signo de que él
es el enviado que nos lava y descubre la verdad en los corazones. Es por eso que Jesús
nos invita a ser sus discípulos para que en medio de nuestras vidas busquemos su luz y
ser a la vez personas comprometidas con las buenas obras, el buen caminar y el
testimonio que siempre vaya por las calles. Es cierto que un discípulo tiene dudas en
medio de las pruebas pero para eso está la luz del mundo, la que nunca se apaga y
jamás se aparta de ti, él desea que a su lado seas el testigo en primera fila de la
felicidad, y no solo eso, de que la experimentes, de que no te quedes en silencio sino
invites a los demás a participar de ésta. Porque sí en el cine ves una película realmente
buena e invitas a tu familia, amigos y novias(os), ¿Por qué no invitarlos a ser testigos
de la Luz de Jesucristo en sus propia vidas a partir de la tuya?

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