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El gran inquisidor.

Dostoievski.

"Encontrar en el texto como trabaja el autor con tres cuestiones: Libertad, Deseo y
Poder. Ecos personales"

Esta leyenda del gran inquisidor, nos muestra, por un lado a Jesús, el fundador del
cristianismo, que vuelve a una ciudad española, y por otro al Gran inquisidor que luego
de que detecta la presencia del Señor lo llama aparte para juzgarlo.
El hombre anciano, que representa al inquisidor quiere la felicidad de los hombres y por
eso les procura el pan, la seguridad y el bien estar. En cambio Jesús, quiere que los
hombres sean libres, aunque eso signifique sufrimiento.
El inquisidor compra esa libertad con pan, para evitar al hombre normal el sufrimiento
de tener que decidir entre el bien y el mal. De este modo, el inquisidor obtendrá el poder,
lo manejara cuando los hombres hayan cedido la libertad que Cristo vino a enseñarnos

Frente a todos los argumentos presentados por el Inquisidor Jesús calla, muestra solo
silencio. Y contesta con un gesto. Un beso, que nos muestra su mansedumbre y toda su
fuerza.

El inquisidor cree que puede otorgar el perdón a los hombres pero ¿quien le da ese
poder? Cristo es el único que tiene el poder y la legitimidad para perdonar y de esa
manera instaura en el mundo la felicidad. Y lo puede hacer El únicamente por que es un
ser sin mancha, sin pecado, inocente, puro siendo de este modo incapaz de causar mal o
dolor o ser afectado por el

En este sentido es fundamental saber que Jesús no vino a repartir perdón a modo de
demostrarnos su poder divino, sino que se entrego como victima, entregándose a la
muerte para pagar de esa manera con las atrocidades humanas.

A mi parecer, las palabras del Inquisidor pueden sonar muy atrayentes, tentadoras, pero
me ha dado la sensación de que si intentamos desmenuzar cual es su contenido de verdad,
nos daremos cuenta que parte de falsedades o en su defecto nos dirige a callejones sin
salida. Toda palabra que nos resulte agradable y tentadora, debe ser analizada bajo la lupa
del amor.

Santo Tomas nos enseña, toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo.

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