El Parque Metropolitano La Sabana es un icono en la historia cultural y
económica costarricense. A lo largo de su existencia ha sido utilizado como aeropuerto internacional, como centro cultural y deportivo, y como sitio favorito para la recreación y esparcimiento de varias generaciones. Su historia inició a finales del siglo XVIII (1783), como una donación del cura párroco Manuel Antonio Chapuí para que los terrenos fueran utilizados en beneficio de la población. A finales de la década de los 70, bajo la administración Oduber Quirós, se inaugura oficialmente El Parque Metropolitano La Sabana, convirtiéndose hasta el día de hoy en el parque urbano más grande y más importante de Costa Rica. La Sabana mide 72 hectáreas y está rodeada de importantes instituciones educativas, culturales y administrativas de gobierno. Es reconocido por sus senderos, monumentos nacionales; que honran a distinguidas personalidades políticas; el lago artificial, 12 canchas de fútbol, ocho canchas de softball, seis canchas multiuso, seis canchas de tenis, canchas de baloncesto, béisbol y voleibol de arena. Además comprende un circuito de patines y patinetas, y dos piscinas (una de ellas Olímpica), así como un parque vial, servicios sanitarios y calles internas que funcionan como parqueos. El Parque ha sido escenario de grandes acontecimientos nacionales e internacionales; conciertos, festivales de arte y música, traspasos de poderes y hasta la visita del Papa Juan Pablo II en 1983. Según registros del Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación (Icoder) es visitado por unos 1.8 millones de personas al año, ya sea a compartir en familia, a practicar deporte, a caminar por los senderos o a volar un papalote. La Sabana fue declarada Patrimonio Histórico Arquitectónico de Costa Rica, según publicación en La Gaceta del Decreto Ejecutivo Nº 29305-C, el 23 de febrero del 2001. Pero al Parque no solo le reconocemos su valor histórico, cultural y recreativo, sino también su aporte ambiental, bajo la característica de pulmón principal del Valle Central. No obstante, actualmente es considerado por los expertos como un desierto verde. En La Sabana es evidente la ausencia de especies nativas que favorezcan la existencia de fauna productora de frutos y néctar. En su mayoría, los árboles son especies exóticas o de rompevientos, debido a que en la época en que se sembraron eran las opciones disponibles en el mercado. Por ejemplo hay eucalipto, ciprés y casuarina; árboles comunes pero no originarios de Costa Rica. Tienen buenas características como rompevientos, pero no cumplen una función integral en el ecosistema del Parque o de su entorno. La presencia de animales es mínima aunque, y siendo Costa Rica uno de los países con más alta biodiversidad del planeta, podríamos darle cobijo a decenas de animales, ofreciéndoles las condiciones necesarias para ello. La mezcla de todos esos factores; simbolismos, su función ambiental y el cariño especial que inspira fue lo que motivó a Scotiabank de Costa Rica a impulsar y conjuntar esfuerzos a favor de la restauración y revalorización de La Sabana. El proyecto Scotiabank Iluminando el Mañana – Recuperando La Sabana tiene como meta restaurar el hábitat del parque y convertirlo en un refugio natural que favorezca la residencia y reproducción de flora y fauna autóctona del Valle Central, establecer un correcto ecosistema para las especies nativas de la zona y transformarlo en el mediano plazo en un bosque natural.