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El Entorno Emocional

Más allá de los estímulos internos que generamos, nuestro entorno también tiene un
impacto significativo sobre nuestras emociones. Dicho entorno no sólo está comprendido
por el ambiente físico que nos rodea, sino por las emociones y reacciones de cada una de
las personas que también componen nuestro entorno.

Así, en los distintos ámbitos de nuestra vida, el ámbito laboral, el académico, el familiar, el
social, nuestro entorno está conformado por factores físicos y factores humanos. Todo este
conjunto de factores son los que van a afectar nuestra vida diaria de un modo positivo o
negativo (o neutro).

Algunos de estos factores podemos modificarlos. Si no hay buena iluminación, si la


calefacción o el aire acondicionado no son suficientes, si hay mucho ruido de fondo, etc. 
Sin embargo, hay otros factores que son mucho más difíciles de modificar, especialmente
porque no dependen de nosotros: la personalidad, la actitud y el estado de ánimo el estado
emocional de las demás personas que forman parte de nuestro entorno.

A veces sucede que estamos en una clase inaugural y el profesor se presenta de un modo
informal y expone parte de su neurosis en su presentación personal. Los problemas que
cada persona tiene, son propios de esa persona. No nos pertenecen. Por ejemplo, si un
profesor o un jefe se presentan haciendo una lista de todas aquellas cosas que le molestan,
en lo personal, está revelando una parte interesante de su personalidad. Esto, de alguna
manera, condiciona a los alumnos o empleados que acaban de conocer a ese profesor o ese
jefe, y los predispone de una manera específica.

Esto quiere decir que cuando una persona se presenta y "vende" una imagen personal
determinada (estímulo emocional), la respuesta que generará (respuesta emocional)
-normalmente- guardará una relación directa con dicho estímulo.  Si un profesor o un jefe
se presenta de una manera formal, educada, respetuosa, correcta y se muestra seguro de sí
mismo y se limita a explicar en qué consistirá el programa de un curso o las tareas del
trabajo a realizar, quienes reciben ese mensaje, ese estímulo, responderán de una manera
bastante similar.

Por el contrario, si un profesor o un jefe se presentan de un modo informal, con un lenguaje


informal o una actitud adolescente, quizás con el objetivo de acortar la distancia que existe
entre el profesor y el alumno o el jefe y el empleado, probablemente generará una respuesta
emocional acorde por parte de sus alumnos o empleados.

Cada persona es única y también lo es su nivel de comodidad. Hay personas que se sienten
más cómodas con relaciones más formales y otras que se sienten más cómodas con
relaciones informales. Pero lo importante es que tanto en las relaciones formales como en
las informales, las personas tienden a dejar traslucir sus expectativas, sus temores, sus
dudas, sus conocimientos, sus desconocimientos, etc. Y lo mismo ocurre con sus
emociones. Un profesor o un jefe pueden presentarse de un modo formal o informal y aún
así puede exponer subliminalmente su estado de ánimo, sus fortalezas, sus debilidades. Este
estado de ánimo, estas fortalezas y estas debilidades son captados pasivamente y muchas
Mariana Barrancos “Abuso Emocional, el enemigo invisible”.
veces, de manera inconsciente, por los alumnos o empleados que están prestando atención a
lo que dice su interlocutor.

Como los estados de ánimo y las emociones no son estáticas, sino que son dinámicas y
fluyen constantemente, las personas tienen distintos estados de ánimo o distintos estados
emocionales al emitir un mensaje y al recibirlo. Los profesores o los jefes,
independientemente que sean formales o informales, no siempre tendrán el mismo estado
emocional. Ellos también se ven afectados por el entorno que los rodea, y por ende, pueden
dar una clase o explicar una tarea de buena manera, un día, y de mala manera otro día. Y
como es de suponer, lo mismo ocurre con los alumnos o empleados que reciben estos
mensajes y responden a ellos.

Con frecuencia nos ocurre que una misma situación o una misma noticia la tomamos de una
manera en algunas ocasiones y de otra muy diferente, en otras ocasiones. Esto se debe a las
fluctuaciones de nuestro propio estado emocional. El medio que nos rodea nos afecta y
puede impactar y modificar nuestras respuestas emocionales de manera positiva o negativa,
y en algunos casos, puede no tener efecto alguno.

Para poder manejar mejor nuestras respuestas y nuestro propio estado emocional, es
importante comprender y analizar por un instante cómo y cuál es el estado emocional de las
personas que conforman nuestro entorno inmediato. Ese profesor, ese jefe, ese amigo, ese
padre o ese hijo que hoy nos habla de esta manera, ¿cómo se siente?... ¿qué le pasó,
inmediatamente antes de hablar con nosotros?... Si nos detenemos un momento a observar
la conducta y analizar el lenguaje corporal de quien nos habla, podremos descubrir muchas
claves sobre su estado emocional. Incluso si prestamos atención a cómo reaccionamos
nosotros cuando esa persona nos habla, también descubriremos signos y síntomas de su
estado emocional, como también del nuestro.

Conforme desarrollamos una percepción más aguda del estado emocional del entorno y del
propio, aprendemos a decodificar mensajes ocultos que nos revelan mucho más acerca de
las personas con quienes nos relacionamos, diariamente, en los distintos ámbitos de nuestra
vida: ¿Les caemos bien o mal a los demás? ¿Quién me habla se siente seguro de sí mismo o
se muestra como una persona insegura? ¿Nos sentimos a gusto con las personas que forman
nuestro entorno emocional? ¿Ellas se sienten a gusto con nosotros?

Cuando tenga oportunidad, pruebe observar a las personas que forman parte de su entorno e
intente hacer un registro mental breve de los distintos estados emocionales de su
interlocutor o interlocutores y de sus propios estados emocionales.

Mariana Barrancos “Abuso Emocional, el enemigo invisible”.

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