Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Se ha ido, porque sabe que está enfermo y viejo. Y no quiere preocuparte. Lleva el orgullo en su sangre. Se ha
ido y no ha de volver nunca más. Y nadie sabrá dónde.
Hecho un tonto estoy en este bosque llamando a mi perro que no vuelve a casa hace cuatro días, recién hoy
me doy cuenta que estaba viejo y enfermo. Ayer junto al sol de la tarde le vieron.
Hace varias horas estoy que le llamo, pero ni una señal. Es en vano mis voces y silbidos, no está.
Cada tarde estoy regresando, porque los vecinos le han escuchado ladrar, pero no lo encuentro. Hoy he
patrullado por los lugares más posibles sus rastros, pero no lo encuentro. Es en vano, porque, por más que
escuche mis voces no saldrá, lo sé. Su orgullo no lo permitirá, preferirá morir de hambre y sed, antes que le
vea agonizante.
Por última vez he salido esta tarde, hace horas estoy que grito: LOBO, LOBO, LOBO…
Pero no hay ninguna señal, toda esperanza es muerta.
Recién hoy comprendo todo, sus ausencias en cada tarde, su mirada ausente en estas tardes de agosto,
recién valoro sus años.
Nunca sabré lo que paso con él, si murió o se fue para siempre.
Cuentan los vecinos que en algunas tardes sale de este bosque, a jugar con los animales que se aproximan a
este bosque, con los niños que pasan por los caminos que cruzan este bosque. Yo no sé si esto es cierto.
Pero se fue como un grande. Se fue y no volverá.
Pero qué importancia tienen si solo era un perro, qué importancia tiene para recordarlo tanto. Si supieran sus
hazañas, su ternura con los animales, sus formas de vivir sabrían lo que siento yo en este momento.
©Eliazar Ortiz