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TRADUCCIÓN

(de cortesía)

21 de marzo de 2011

A los creyentes residentes en la Cuna de la Fe

Muy queridos amigos:

Con el advenimiento de la antigua y auspiciosa festividad persa de Naw-Rúz, que marca


el término de los benditos días de ayuno y el comienzo de un nuevo año, aprovechamos esta
ocasión para transmitir nuestros saludos más afectuosos a cada uno de ustedes, sinceros siervos
del Todomisericordioso, y por medio de ustedes, a toda la nación iraní.

Las naciones acostumbran a designar un día de alborozo general, en el que las gentes se
juntan con alegría y regocijo para renovar sus lazos de afecto. El día de Naw-Rúz es un
recordatorio del esplendor y la gloria de la antigua tierra de Irán, un símbolo de la grandeza y la
distinción perdurables de sus pueblos. Esta tradición, largamente venerada, brinda a todos una
ocasión para celebrar y regocijarse, para mostrar amor y amabilidad, para dejar a un lado el
rencor y la enemistad y para buscar la renovación tanto interior como exterior. El pueblo de
Irán, desde épocas muy remotas, ha reverenciado y santificado este día espléndido. Los bahá’ís
del mundo, consistentes en personas de toda raza y origen residentes en más de doscientos
países y territorios, también celebran este glorioso día, al que dan el mismo buen nombre de
«Naw-Rúz», y siguiendo los consejos de ‘Abdu’l-Bahá, se afanan por asegurarse de que el
resultado del día no quede «limitado a los frutos del mero placer», sino que preludie grandes
empresas que promuevan el bien común.

El año que acaba de terminar ha constatado una continuación de las atroces penalidades,
persecuciones e injusticias que ustedes han padecido. Los corazones y almas de los
perpetradores principales de esta opresión han sido dominados por los males de la ignorancia y
el fanatismo, los cuales les han despojado de su benevolencia y nobleza. Se han tornado en
instrumentos de violencia y crueldad para con sus congéneres y han privado a sus propias almas
de la gracia de las dádivas divinas. Entre sus compatriotas hay quienes reconocen su inocencia,
quienes en sus corazones desean sinceramente tratarles con justicia, pero a quienes el clima
militarizado reinante les obliga a acatar las instrucciones de sus superiores, y acaban tomando
parte en esta tiranía a regañadientes.

Sin embargo, damos gracias a Dios por que, en el transcurso de este año, ustedes han sido
testigos del espíritu de solidaridad mostrado por incontables iraníes de corazón noble y mente
imparcial e iluminada tanto en su país como más allá de sus fronteras; por que han escuchado el
llamado elevado por instituciones nacionales e internacionales de la sociedad civil en apoyo de
sus derechos; por que se les ha informado de las numerosas resoluciones y declaraciones
emitidas por organismos nacionales e internaciones en su defensa, y por que se han ganado la
admiración del mundo en virtud de su resiliencia serena y constructiva. Asimismo, inspirados
por el ejemplo de su servicio y sacrificio, sus hermanos espirituales de todo el mundo han
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entrado entusiastas en el campo del servicio con determinación y resolución, y les recuerdan
constantemente en sus oraciones ante el Umbral del Señor de munificencia.

Nos colmó de alegría el saber que ustedes, habiendo estudiado nuestro mensaje de
Riḍván 2010, también se han beneficiado de la reflexión sobre los éxitos cosechados en todo el
mundo por los seguidores de la Bendita Belleza al llevar a cabo las disposiciones del Plan de
Cinco Años, a la vez que aprendían a empoderar a las personas para que asumieran la
responsabilidad de su propio desarrollo espiritual, social e intelectual. Y como se menciona en
ese mensaje, ustedes han continuado contribuyendo a esta empresa divina en la medida de sus
posibilidades. En Riḍván 2011 dará comienzo la próxima fase de la portentosa empresa en la
que se encuentra inmerso el mundo bahá’í. Nuestro mensaje de fecha 28 de diciembre de 2010,
dirigido a los Consejeros Continentales, explica los requerimientos del Plan. Los bahá’ís de
todo el mundo aguardan fervorosamente la consecución de nuevos logros en el cumplimiento
de sus disposiciones. No hay duda de que todos y cada uno de ustedes, jóvenes o mayores,
buscarán avanzar en el sendero del servicio con plena determinación y según les permitan sus
circunstancias, ya sea cumpliendo sus responsabilidades espirituales personales o aprovechando
toda ocasión que pueda presentarse.

El mundo está sumido en el desorden y la arrolladora ola del cambio azota con una fuerza
y velocidad sin paragón. El inveterado orden del mundo ha sido trastornado, y la profunda
transformación que se ha producido en todos los niveles de las relaciones humanas exige una
reconsideración fundamental de cada aspecto de la vida; ello también es aplicable a la sociedad
iraní. Observen cómo su pueblo se afana resueltamente por establecer una sociedad progresiva
y está dispuesto a soportar todo tipo de dolor y calamidad para alcanzar este objetivo. La
estación de Naw-Rúz y la renovación del mundo de la naturaleza invitan a infundir nuevo vigor
a los poderes del espíritu y a reexaminar los asuntos del corazón y la conciencia. En esta
estación vernal, este símbolo externo de la primavera espiritual, en sus conversaciones
sustanciosas con sus amigos, vecinos, conocidos, colegas y otras almas afines a ustedes, es
conveniente que exploren juntos cómo contribuir de mejor manera al bienestar material y
espiritual de los demás, y cómo edificar una sociedad en la que puedan florecer los talentos
innatos de cada persona, sin atender a distinciones de clase, credo, sexo u origen étnico.
Ponderen juntos cuál es el verdadero propósito del mundo de la existencia y la vida del hombre;
consideren la belleza y la eficacia de una sociedad fundada en el principio de unidad en
diversidad, y deliberen sobre la nobleza esencial del alma que permite a la persona ver en la
felicidad de los demás su propia felicidad. Dejen que Dios se ocupe de los opresores y
recuerden ustedes la siguiente amonestación de Bahá’u’lláh: «¡Oh opresores de la tierra!
Apartad vuestras manos de la tiranía, pues Me he comprometido a no perdonar la injusticia de
ningún hombre». Trasciendan las dificultades que les envuelven por doquier y fijen su mirada
en la sublime visión de la fe de Dios para el mejoramiento del mundo y la felicidad de las
naciones. Tomando como modelo las vidas de las Figuras Centrales de la Fe y las de los
antepasados espirituales de ustedes, persistan en el noble ejemplo que han brindado en el
transcurso de los últimos treinta años y permanezcan pacientes y serenos ante las dificultades.
Perseveren en su inspirador sacrificio y hagan su parte para construir un mundo y un Irán
unidos, prósperos y libres.

Nuestras oraciones en los Santuarios Sagrados le acompañan a cada uno de ustedes.

[firmado: La Casa Universal de Justicia]

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