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Para el Perú lo mejor

Mi nombre es Rocio y soy orgullosamente peruana. Nací en Lima hace 24 años. Soy licenciada
sanmarquina y actualmente estoy estudiando una maestría con bolsa de estudios (becada) en
el Instituto Tecnológico de Aeronáutica, que queda en la ciudad de São José dos Campos, en
Sao Paulo, Brasil. Considerado internacionalmente como la mejor institución de Ingeniería de
Brasil

Ya estoy en mi segundo año de estudios y muy probablemente me quede aquí para hacer un
doctorado. La ciudad es muy linda, el clima es tropical, pero a la vez muy cambiante, con
muchas lluvias, rayos, truenos y a veces con un sol muy radiante. ¡Aveces llegamos a los 38
grados! Existe una pluriculturalidad tremenda y la verdad es que, tal vez gracias a eso, no he
podido percibir racismo alguno (aparte que, dependiendo el caso, aquí el racismo es penado
hasta con pena privativa de libertad). La gente es amable, y bueno hay de todo, como en todo
lugar.

Si alguien me preguntara qué es lo que más extraño, respondería que, después de mi familia y
amigos, la rica comida peruana. Acá puedo prepararme algunas comidas típicas, pero los
ingredientes que tenemos en Perú no son los mismos. Inclusive el sabor en algunos de ellos
cambia… En fin… Siempre trato de conseguir ese saborcito único de nuestra sazón.

Lamentablemente en esta ciudad no hay ningún show peruano, pero sí existen algunos en la
ciudad de Sao Paulo, que, en ómnibus, queda a hora y media de acá. Allí se puede encontrar
música latina, restaurantes peruanos, como La Mar de Gastón Acurio o Killa's (los recomiendo),
entre otros. Por otro lado, tuve la oportunidad de conocer distintas ciudades del Estado de Sao
Paulo y Rio de Janeiro.

En esta época de incertidumbre política, muchos creen que por estar en el extranjero no nos
preocupamos por nuestro país. Lo que les puedo decir es que, a pesar de que estamos fuera,
queremos siempre lo mejor para nuestro país. Lo deseamos por nuestras familias y amigos que
ahí están y por todo el potencial que aún tenemos por explotar. Sin embargo, mucho de esa
mejora depende de nosotros mismos y del tipo de cultura que querramos tener.

Pensemos siempre en diferenciarnos para bien.

Ritmo, color y sabor

Al recordar surgen algunas preguntas: ¿A qué suena y qué ritmo tiene el lugar de nuestros
amores? El mío suena a huayno y marinera, a negroide y vals criollo, a polka y cóndor pasa, a
cajón y quijada de burro, a quena, charango, zampoña, sicu, violín y guitarra. Suena también -y
se mueve- al ritmo de los Danzantes de Tijeras y Shacshas, a Eva Ayllón y Gianmarco, a Pedro
Suárez Vértiz y Arturo "Zambo" Cavero (Q.E.P.D), a Juan Diego Flores y Uchpa, a Mar de Copas,
la Liga del Sueño, Líbido... Tantos sonidos.
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¿Y qué color tiene? ¡Todos los colores! El verde de la selva -de Machu Picchu-; el azul del
Pacífico y del cielo; el blanco de Arequipa en su arquitectura y en los nevados de Huaraz; el
acre, marrón, verde, negro y gris de sus montes; el beige del desierto de Nazca y las arenas del
mar. ¡Los colores del arco iris pintados en la bandera del Imperio Inca! El rojo, amarillo, fuccia,
celeste, naranja y todos los colores de sus trajes típicos, de sus plazas, sus calles, sus aves...
Tantos colores.

¿Y a qué sabe? Tiene varios sabores. Picante y salado como el cebiche y la papa a la huancaína.
Sabe a chicharrón de cerdo y picante de cuy. A cebiche de pato y rocoto relleno, a tiradito y
seco de cordero, a anticucho y salchipapas. A caldo de gallina, ají de gallina y arroz a la cubana
(con su plátano frito), a palta y tamales, a ocopa y pollo a la brasa. También tenemos sabores
agridulces. El Perú también sabe a humitas y chifa (bien taipá). Pero también es refrescante y
dulce como la Inca Kola, el pisco sour, la limonada, la chicha morada y por supuesto la cerveza
Cuzqueña. El Perú es tan dulce como el suspiro limeño, la mazamorra morada, la quinua y
kiwicha, la raspadilla con jarabe de maracuyá y la cremolada de piña... Tantos sabores.

He sentido nostalgia.

Hace unos meses estuve por ahí y antes de eso hace un par de años, y antes de eso... media
vida. He oído que algunas personas se declaran y sienten ciudadanos(as) del mundo. Me gusta
como suena y lo que significa, pero debo decir que en mi caso hay un lugar que tira de mí, me
ata, me atrae, me enamora, me extraña (¡seguro que sí!), más no me limita. He conocido y
conozco gente maravillosa, gente de muchos lugares y de ninguno, gente que reniega y gente
que se sabe orgullosa, digna y merecedora de pertenecer a un lugar, sentirse "parte de", que
añora, que llora y ríe si recuerda. Quizás esa gente se reencuentre pronto con aquel lugar que
UN día lo vio nacer.

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