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MIEDO A LA OSCURIDAD.

Es uno de esos temores casi universales que acompañan al desarrollo infantil. Tras la
petición de un niño a que no le apaguen la luz, puede esconderse una simple excusa para
no dormir o un verdadero problema.
Este miedo suele aparecer entre los 3 y los 5 años, pero puede alargarse hasta los 8 años
e incluso presentarse por primera vez a esta edad, aunque cuando son mayores, puede
deberse a una historia que le han contado, una película que le ha impactado
Y nosotros nos preguntamos, ¿a qué le tiene miedo?. Las posibilidades son muchas,
desde pensar que alguien se puede esconder en su armario o tras las cortinas, hasta
sentirse solito y desamparado cuando mamá y papá se van y apagan la luz.

No es frecuente que un niño con miedo a la oscuridad quiera irse a la cama


voluntariamente, y generalmente, cuando no le queda más remedio, utiliza la táctica deL
QUIERO; quiero agua; quiero pipi ;que venga papá etc.
Debemos valorar que cuando se apaga la luz, se acaba lo bueno, papá y mamá se van, ya
no se puede jugar y no hay nada divertido. Por eso debemos valorar si nuestro hijo,
cuando dice que tiene miedo, está realmente asustado o si cuando te ve entrar en su
habitación sonríe y no está inquieto. En este caso, le damos un beso y le deseamos
dulces sueños, diciéndole que no vamos a volver a entrar hasta que se despierte por la
mañana, aunque puede ser insistente, podemos seguir estos pasos.
Si por el contrario está verdaderamente asustado, debemos quedarnos con él un rato,
hablarle, contarle un cuento e intentar quitarle sus miedos. Un peluche o muñeco que le
haga compañía y que el piense que le vigila por la noche, le ayudará a sentirse más
protegido. Además existen las pequeñas luces que se enchufan que pueden dar muy
buen resultado o en su defecto, una pequeña lámpara. También puede ser bueno realizar
juegos durante el día que inviten a la oscuridad para que se familiaricen con ella, como
jugar a las sombras en la pared, al escondite con poca luz, etc.
A los niños les da seguridad saber que es lo que pasará después, así que seguir una
rutina previa al momento de acostarse, baño, cena, cuento, beso y a dormir, puede
ayudar a prevenir el miedo. También es muy favorable que a última hora de la tarde no
realice tareas que le pongan nervioso, la música puede ser una alternativa ideal.
Si consideras que su miedo es desproporcionado e impide que el niño viva
normalmente, puede llegar a tener fobia, entonces puede ser necesaria la ayuda de un
psicólogo. Lo podrás valorar si ves a tu hijo verdaderamente aterrado y se niega a irse a
la cama, las horas de sueño se acortan y se hacen necesarias otras técnicas para
conseguir que se duerma.
Miedo a la oscuridad

Uno de cada tres niños tiene miedo de la oscuridad. Desaparece alrededor de los 9 años.
El miedo a la oscuridad muchas veces se asocia a las
pesadillas que tienen lugar durante la noche, y que son de
contenido desagradable o amenazador para el niño: alguien lo
persigue y está solo sin saber qué hacer, corre pero no lo suficientemente deprisa, se cae
por un precipicio, etc. Las pesadillas acostumbran a aparecer entre los 3 y los 6 años. La
mayoría de los niños supera el miedo a la oscuridad, pero en algunos casos persiste
durante largo tiempo. Durante esta edad es importante potenciar a
través de cuentos, canciones y juegos, el contacto agradable
y positivo con la oscuridad.
Se deben evitar las películas y cuentos infantiles que relacionen a los malos con la
oscuridad, las amenazas de castigos en el "cuarto oscuro" y las bromas desagradables.
Por el contrario, es bueno practicar juegos divertidos en la oscuridad (la gallinita ciega,
sombras chinescas, regalos escondidos en la oscuridad, el escondite, etc.), enseñar al
niño el encanto de la noche, de las estrellas y de la ciudad iluminada, acostumbrar al
niño a dormir a oscuras y, si tuviera pesadillas, intentar consolarlo con la luz apagada
(para evitar que relacione oscuridad con pesadillas y luz con consuelo). A veces, un
piloto luminoso puede ser útil para evitar la oscuridad total y poderse levantar de la
cama si es necesario.

Cómo vencer el temor a la oscuridad a través del juego


El juego es una actividad placentera y también terapéutica, se puede emplear también
para vencer los temores. En el caso del temor a la oscuridad, se puede emplear el juego
de las “escondidas”, a través de ella podemos jugar con el niño escondiéndonos,
sirviendo como “modelos” y haciendo que ellos también se escondan y permanezcan
por unos segundos en lugares oscuros sean habitaciones, armarios o algún otro
escondite. De esta manera el niño, aprenderá por aproximaciones sucesivas a
permanecer unos segundos solo y a oscuras, posteriormente se aumentarán los niveles
de tiempo, sin forzarlo, pues debe ser un momento de aprendizaje, alegría y placer. El
temor a la oscuridad es algo común en la infancia pero se debe enseñar a los niños a
superarlo gradualmente.

Problemas de sueño: Pesadillas y terrores nocturnos

Los terrores nocturnos son despertares bruscos, que se inician con gritos o
llantos de angustia y se acompañan de señales de intenso miedo. El niño se sienta
bruscamente en la cama con expresión facial de terror. No reacciona ante los esfuerzos
de sus padres para tranquilizarlo. Si finalmente lo consiguen, está confuso y
desorientado durante unos minutos Los terrores nocturnos son mucho menos frecuentes
que las pesadillas. Pueden presentarse entre los cuatro y los doce años y tienden a
desaparecer por sí solos en la adolescencia.

Las pesadillas son sueños aterradores prolongados, cuyo contenido gira en torno a
amenazas para la propia supervivencia o seguridad, por ejemplo, que un tigre persigue y
ataca al niño o que él cae al vacío, luego se despierta asustado y recuerda vívidamente la
historia del sueño. Las pesadillas son frecuentes en la infancia y suelen aparecer entre
los tres y seis años de edad. Están relacionadas con sentimientos de inseguridad,
ansiedades, temores y preocupaciones, también acostumbran a tener relación con
vivencias nuevas para el niño que le han ocurrido durante el día y que le resultan
difíciles o temerosas. Por ejemplo rivalidades con compañeros de colegio o hermanos,
inseguridad, sucesos dolorosos o traumáticos, reacciones agresivas, todo ello causa
estrés al niño. También pueden estar fácilmente inducidos por enfermedades, el dolor y
la sobreexcitación de programas violentos de televisión o por amenazas extremas por
parte de los padres.

Debemos tener en cuenta que los niños pequeños no saben distinguir entre lo que es un
sueño y la realidad, por eso se asustan más que cuando van creciendo y ya se dan cuenta
de que ha sido un sueño.
La actuación de los padres más adecuada es la de tranquilizar, tratar de distraerlo, y
después, durante el día mantener una conversación con él sobre la pesadilla y ayudarle
para que sepa enfrentarse a sus problemas y que se sienta seguro.
Recomendaciones para los padres
Tranquilizar al niño y darle seguridad: Decirle que todo está bien para que sienta
seguridad, sin exagerar ni darle mucha importancia a la pesadilla, puesto que puede
crear mayor dependencia en el niño y ser utilizado para llamar la atención.
Evitar la excitación excesiva: Antes de acostarse, los niños deben tener un periodo de
relajación. Se debe evitar por tanto, actividades físicas violentas, regular los programas
o películas de terror a menudo estimulan la imaginación de los niños, especialmente si
se van a dormir en un cuarto oscuro. Los padres deben de eliminar o limitar el número
de este tipo de programas, especialmente cerca de la hora de dormir.
No acepte que el niño duerma con los padres: Si el niño se despierta por alguna
pesadilla, se debe tranquilizarlo, darle seguridad, lo que no significa dormir con ellos,
esto puede dar al niño la impresión de que en realidad si hay algo a qué temer.
Durante el día sí se puede conversar con el niño, saber de sus sueños para tener
información de sus miedos e inquietudes y conversar con él al respecto.
Regule el horario de sueño: Asegúrese de que el niño tiene un horario regular de sueño
y que descansa lo suficiente.
Enséñele a su niño a combatir su temor: Si su niño tiene miedo a la oscuridad, dígale
que imagine algo bonito y relajante (un juego, algún paseo), estas son técnicas sencillas
que ayudarán a que el niño aprenda a controlar sus temores.
Consolidar una rutina antes de dormir que brinde seguridad al niño. Los problemas de
sueño, muchas veces son producto de malos hábitos y de la falta de una rutina que
permita regular el sueño de forma gradual.
Rutina recomendada antes de dormir:
Unos 15 minutos antes, avise a su niño que se aproxima la hora de dormir. Esto es para
preparar al niño.
Realice juegos tranquilos, puede permitir que el niño vea dibujos en la televisión.
Báñelo y póngale el pijama.
Acuéstelo y cántele o cuéntele un cuento, se trata de que estos momentos previos al
sueño sean tranquilos, relajantes. También puede conversar con él de algo agradable que
le haya sucedido al niño durante el día.
Despídase del niño, déle un beso, las buenas noches, apague la luz y retírese de la
habitación.

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