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DISTINTAS FORMAS DE AMAR

Corazones de Alcachofa
* Rosa Montero – Escritora

ser una consecuencia del Recordemos al gran

S
i Cupido se representa prejuicio. Ya se sabe que Goethe, un hombre de
tradicionalmente con el vivimos en una sociedad que talento universal que
aspecto de un angelote idolatra la apariencia de desarrolló una intensa carrera
rollizo de corta edad, algo así juventud y desdeña a los política y fue un científico
como una especie de viejos, y la idea de un más que notable. Pues bien,
lechoncillo seráfico, es para anciano o una anciana este personaje inmenso
simbolizar que en el amor enamorados produce mofa e consiguió perder por
todos somos eternamente incluso cierta repugnancia, completo su lucidísima
niños, que no aprendemos porque en el fondo nos cabeza a los 74 años, cuando
jamás, que no repugna la idea de nuestra se enamoró, como un becerro
evolucionamos, que amamos propia vejez, de la de Ulrike, de una muchacha
una y otra vez con la misma decadencia inevitable y de la de 19 años, hasta el punto de
pureza, es decir, con la muerte. Por lo general, todo que, cada vez que la oía
misma ignorancia y eso no lo tenemos nada pasar junto a su ventana,
repitiendo todos los errores. trabajado, y así nos va. abandonaba el trabajo y salía
De hecho, a menudo amar, a corriendo detrás de ella sin
medida que uno crece, es ir Pero lo más curioso es que sombrero ni bastón, detalle
desarrollando cierta el personal se suele que, a principios del siglo XIX,
esquizofrenia, porque por un sorprender ante la idea de denotaba a las claras lo
lado el cerebro enciende las que los mayores se trastornado que estaba. Ni
alarmas y avisa de las enamoren, como si fuera algo que decir tiene que nadie
trampas que uno mismo se poco común. Las pareció entender esa pasión
pone; pero, por otro, el convenciones dictaminan que tardía; los conocidos se
corazón se emperra en seguir con la edad se apagan esos burlaban y el hijo de Goethe
a lo suyo, encendiendo el fuegos y la gente se sigue se enfureció. El escritor pidió
mundo de colores y tragando esa mentira, a Ulrike en matrimonio y fue
deshojándose como una aunque la realidad nos rechazado, y el disgusto fue
trémula alcachofa. demuestre abundantemente tan grande que el pobre
lo contrario. Ahí está Liliana hombre se puso malísimo.
Vista desde fuera, la pasión Bettencourt, la octogenaria
siempre tiende a resaltar un dueña de L’Oréal, regalando Avisado de su enfermedad,
poco ridícula; como dice mi mil millones de euros a un el mejor amigo de Goethe, el
amigo y estupendo escritor fotógrafo; y así mismo músico Carl Zelter, acudió
Alejandro Gándara, las penas tenemos a la Duquesa de desde Berlín a visitarlo. Y
de amor son como marearse Alba, cuya vida se ha visto después escribió en una carta
en un barco: tú te sientes bastante agitada con una inmensa sorpresa:
morir, pero a los demás les últimamente a consecuencia “¿Y qué me encuentro? A
produces risa. Y esa vertiente del amor. Desde luego las alguien que parece que
una pizca grotesca que mujeres parecen tenerlo un tuviera en el cuerpo todo el
tienen los enamoramientos poco peor; los resabios amor con toda la angustia de
desenfrenados se va machistas hacen que todos la juventud”. Ya digo, en la
multiplicando con la edad: tendamos a ver mas risibles a pasión no envejecemos.
cuanto mas viejo seas, más las señoras mayores que se
chistoso resultas. En parte, enamoran, salvo Y si un cerebro privilegiado
supongo, es cosa de esa excepciones, a los varones como el de Goethe es capaz
esquizofrenia de la que antes tampoco se les perdona. de achicharrarse así, ¿qué no
hablábamos, del chirrido que puede sucedernos a los
provoca ver a personas El viejo verde es un comunes mortales? Me
mayores que se siguen personaje socialmente parece que, aunque por lo
comportando como críos, ridículo. general no se comente,
pero en parte también debe aunque se sublime, aunque
DISTINTAS FORMAS DE AMAR

se sobrelleve silenciosa y
platónicamente, el amor en la
vejez es algo muy común. Y
no hablo ya de pasiones
arrebatadas, sino de aleteo
en el estomago, de ese
desasosiego y esa alegría.
Muchos ancianos y ancianas
están secretamente
enamorados de sus médicos,
de las enfermeras que le
toman la tensión, del vecino
encantador que les ayuda a
bajar los escalones del portal.
Y qué maravilla que sea así.
Qué maravilla constatar que,
cuando todo decae y todo se
hunde, sigue habiendo dentro
de ti un adolescente
emocionado e irreductible.

“Las penas de
amor son como
marearse en un
barco: tú te
sientes morir,
pero a los
demás les
produces risa.”

* Rosa Montero, periodista española. Es autora de “La hija


del Caníbal” y “La loca de la casa”. (c) Diario “El País”,
SL/Rosa Montero. Prisacom.

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