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Gestión de calidad en la empresa.

Un enfoque
eficaz para pymes

Uno de los riesgos que corres al iniciar un sistema de


gestión de la calidad es encontrarte con la resistencia y
escepticismo de tu personal. Y esta dificultad puede echar a
perder todo el proyecto.

Ocurre muchas veces que en una empresa se ha iniciado


este proceso realizando un diagnóstico minucioso,
definiendo la misión, valores, política y objetivos, y
presentando esas declaraciones a todo el personal como
inicio de un camino al que se pretende que adhieran.

Pero si hablas con alguno de los empleados, notas que


miran esas declaraciones como algo extraño a sí mismos,
algo que no es parte de su trabajo y de lo que descreen.
Una de las causas de esto, principalmente cuando se trata
de Pymes, suele ser la que en esta oportunidad quisiera
tratar.

Cuando una empresa decide emprender un cambio de


rumbo, una transformación profunda, lo que comúnmente
suele hacer es llamar a un consultor para que le
recomiende cuál es el camino más acorde a su situación.

Muchos consultores, principalmente quienes trabajan con


grandes empresas, son partidarios de comenzar por hacer
un diagnóstico profundo de la situación de la empresa, para
luego definir los objetivos a largo plazo junto con la
dirección, y en función de estos, elaborar una estrategia con
un plan para su implementación.
Es así como se definen esas declaraciones de las que
hablaba al principio. Este es un camino válido y muchas
veces es lo que garantiza que las acciones que se
emprendan estén, desde el principio, bien orientadas hacia
ese rumbo que quiere darse a la empresa.

Sin embargo, se corre el riesgo de que todo se convierta en


hermosas palabras, correctamente pensadas, pero
totalmente vacías, al menos al principio del proceso, lo que
hará que quienes intenten oponerse a ese proceso tengan
buenas herramientas para usar esas declaraciones a favor
de su oposición, ya que podrán probar que son ajenas a la
realidad.

Imagina que trabajas en una empresa de seguros y un día


ves llegar a un hombre que comienza a reunirse
frecuentemente con el director. Al cabo de un tiempo,
reúnen a todos los empleados con el director y el consultor
(ese señor que venías viendo), para presentarles el
proyecto que han diseñado en conjunto, con sus objetivos y
su plan, donde ya estás involucrada en un rol concreto.
¿Qué sensaciones piensas que te provocaría?
Probablemente adhieras al proyecto porque creas que es
acertado y es lo que la empresa necesita; o quizás te
resulte algo a contramano y no te veas en ese rol que
eligieron para ti. En ambos casos, sin embargo, lo más
probable es que te quede un sentimiento de algo impuesto
desde afuera, que comienza siendo de otros (y en lo que
intentarás – o no – involucrarte y hacerlo tuyo). Algo de lo
que no participaste ni te consultaron. Y te plantearás la
duda de que sea posible alcanzar ese proyecto tan
ambicioso.

Estas sensaciones se presentan normalmente en el


conjunto de empleados de una empresa que emprende
estos proyectos. Recuerda que lo más difícil de lograr para
iniciar un cambio de envergadura es la adhesión de la gente
que deberá implementarlo.

Los proyectos no suelen fallar por cuestiones técnicas sino


por fallas en las actitudes, coordinación y adaptación de las
personas.

En el libro “Un nuevo sistema de gestión para lograr Pymes


de clase mundial”, los autores Andriani, Biasca y Rodríguez
M. recomiendan otro camino para las Pymes que, de
acuerdo a sus experiencias, resulta más apropiado y
seguro.

1. Este comienza cuando el director identifica los problemas


más graves que afronta la empresa. A partir de ese
diagnóstico sencillo, se elabora un plan a corto plazo
(pueden ser 3 meses) para comenzar a generar mejoras en
ese aspecto principal. Estas mejoras se implementan con
grupos de trabajo y alcanzan resultados de corto plazo
prácticamente de forma inmediata.

2. Luego se inician nuevas acciones de mejora de corto


plazo, y de esta manera se va ejercitando esta forma de
trabajo a partir de todos los integrantes de la empresa. El
objetivo inicial no será tanto resolver completamente ese
problema grave que se ha identificado sino generar
confianza interna. Es decir, la gente trabajando de este
modo y alcanzando resultados parciales, se motiva y
comienza a creer que sí es posible una transformación con
esta forma de trabajo conjunto.

3. Finalmente, cuando se haya madurado esta etapa, será


el momento de realizar un análisis más profundo para
extender el plazo del plan de mejora a un año, y así,
recorriendo el camino inverso, desde la acción y hacia la
planificación, se llega al momento de definir las metas,
políticas, visión, valores, con un sistema de creencias y
adhesión interno que los hará imparables.

Te invito entonces a que no esperes a tener “el diagnóstico”


de los males de tu empresa, sino que utilices tu experiencia,
tu situación, aquello que hoy te preocupa en mayor medida
para arrancar a ejercitarse con tu equipo.

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