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Historia de la descolonización.

Posesiones coloniales de la Europa Occidental


El periodo de nuevo imperialismo, el Reparto de África y la guerra del opio, marcó el
cenit del colonialismo europeo. Marcó también la aceleración de las vías que le
pondrían fin. Las extraordinarias demandas de material por culpa del conflicto habían
extendido los cambios a lo largo de todo el mundo, especialmente en forma de inflación,
y las presiones sociales asociadas del imperialismo de guerra crearon dificultades en el
campesinado y una creciente clase media.
El crecimiento económico creó corredores de apuestas con sus propias exigencias,
mientras que los asuntos raciales conllevaron que esta gente quedase apartada de la
clase media colonial y que tuviese que crear su propio grupo. El nacimiento del
nacionalismo de masas, como concepto y práctica, socavaría fatalmente las ideologías
del imperialismo.
Hubo, naturalmente, otros factores, como el cambio agrario, cambios o desarrollos en la
religión, y el impacto de la depresión de los años treinta.
La Gran Depresión, más allá de su impacto localizado en el mundo industrializado, fue
especialmente demoledor en las colonias rurales. Los precios agrícolas cayeron mucho
más pronunciadamente y más rápido que los de los bienes industriales entre 1925 y el
inicio de la guerra. Las potencias coloniales se concentraron en sus problemas
domésticos, en el proteccionismo y en las tarifas de importación, despreocupándose del
daño que hacían al flujo de comercio internacional. Las colonias, casi todas productoras
especializadas en un sólo bien agrícola, perdieron la mayoría de sus ingresos por
exportaciones y fueron apartadas de las economías coloniales complementarias para
integrarlas en sistemas cerrados. Mientras algunas colonias volvieron a una producción
de subsistencia otras diversificaron y algunas comenzaron a industrializarse. Estas
economías no aceptaron la camisa de fuerza que se les quiso poner para reforzar los
lazos con las metrópolis. Más tarde, las plantaciones dirigidas o controladas por los
europeos demostraron ser más vulnerables a la inflación que se extendía que las de los
capitalistas nativos, reduciendo el dominio de los granjeros blancos en las economías de
las colonias y provocando que los gobiernos europeos y los inversores de los años 1930
se asociasen y crearan élites indígenas. Los esfuerzos de reformas en las colonias
aceleraron su final — especialmente el paso de sistemas de colaboración no
intervencionista a sistemas directos de intervención y organización para conducir un
cambio económico. La creación de genuinos gobiernos burocráticos expandieron la
creación de una burguesía indígena. Esto fue especialmente cierto en el Imperio
Británico, que parecía el menos capaz a la hora de controlar nacionalismos políticos en
sus colonias. Empujados a dar soluciones pragmáticas a sus problemas de presupuesto y
de mano de obra los británicos alcanzaron acuerdos con las élites nacionalistas.
Firmaron acuerdos con los Dominios blancos, retuvieron recursos estratégicos al precio
de reducir su control directo en Egipto, y llevaron a cabo numerosas reformas en el Raj
que culminaron en el Acta de Gobierno de la India
Durante el período de entreguerras el caso de África fue muy distinto del de Asia.
África tropical no fue completamente integrada en el sistema colonial hasta finales del
siglo XIX, excluyendo las complejidades de la Unión Sudafricana y el Imperio Etíope.
Los controles de las colonias eran de todo tipo. El crecimiento económico fue
generalmente bloqueado. No existían élites nacionalistas que aglutinasen el apoyo
popular antes de 1939.
La Unión Soviética
De acuerdo con el Pacto Ribbentrop-Mólotov, la Unión Soviética se anexionó Lituania,
Letonia, Estonia, Galitzia y algunas partes de Finlandia incorporándolos a su territorio
nacional bien como nuevas repúblicas soviéticas o añadiendo los territorios a otras ya
existentes. Muchos rusos emigraron a algunos de estos nuevos territorios provocando
que en 1990 los nativos fuesen sólo alrededor del 50% de la población de los Estados
Bálticos.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Alemania perdió sus territorios al este de los
ríos Oder y Neisse a favor de Polonia, que ganó Pomerania, Silesia y Prusia Occidental.
Checoslovaquia recuperó la zona de los Sudetes y la Unión Soviética se hizo con Prusia
Oriental. Los alemanes oriundos de esas zonas fueron expulsados y los territorios
colonizados por población de los respectivos países.

Las Américas
Al concluir la guerra hispano-americana a finales del siglo XIX, los Estados Unidos de
América obtuvieron una serie de territorios de España, entre ellos Filipinas y Puerto
Rico. Aunque inicialmente EE.UU. se embarcó en una política de colonización de estos
territorios (luchando para terminar con la insurgencia local, como en la guerra filipino-
estadounidense), a principios de los años 1930 la política de EE.UU. optó por un giro
hacia un eventual auto-gobierno. Después de la invasión y ocupación de Filipinas por
Japón durante la Segunda Guerra Mundial, Filipinas obtuvo la independencia de
EE.UU. pacíficamente.
Aun así, otras colonias de EE.UU. como Puerto Rico obtuvieron la independencia, pese
a sus movimientos independentistas y ocasionales revueltas. Puerto Rico alcanzó su
auto-gobierno en 1952 y se convirtió en un Estado asociado a EE.UU. Fue borrado de la
lista de territorios no soberanos en 1953 a través de la resolución número 748. Todavía
Puerto Rico es un Estado soberano y no tiene reconocido su derecho a la
autodeterminación.

Japón
Como la única nación asiática que se convirtió en una potencia colonial durante la época
moderna, Japón se hizo con sustanciales posesiones coloniales, como Taiwán y Corea
en Asia oriental. Desarrollando una política colonial similar a la de las potencias
europeas, Japón asentó importantes contingentes de su población en sus colonias
mientras, simultáneamente, suprimía la identidad étnica de la población indígena
obligándole a aprender los usos y la lengua japonesa en las escuelas y en los asuntos
públicos, e intentando erradicar el uso del coreano y el taiwanés entre los nativos, por
ejemplo.
La Segunda Guerra Mundial brindó a Japón la ocasión de conquistar grandes zonas de
Asia, penetrando en China y ocupando las colonias europeas de Vietnam, Hong Kong,
Filipinas, Burma e Indonesia, aunque sólo durante la duración de la guerra. Después de
su rendición a los Aliados en 1945, por otra parte, Japón fue privada de todas sus
colonias. Japón por su parte considera las Islas Kuriles parte de su territorio nacional
colonizado por la Unión Soviética.

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