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DE PUNO
Fuente: Carlos Romero, Economía de los recursos ambientales y naturales, Alianza Editoral, Madrid
1. CONCEPTO Y TIPOLOGÍA DE LOS
RECURSOS NATURALES
Al estudiar la economía de los recursos naturales es razonable que iniciemos
tratando de definir lo que se entiende por recurso natural. El término resulta fácil
de entender intuitivamente, pero sin embargo es muy difícil de conceptualizar y
formalizar rigurosamente. Definiremos los recursos naturales según diferentes
criterios.
Así, si definimos los recursos naturales en base a sus propiedades físicas,
podemos definirlos como factores que, afectando a los procesos de producción y
consumo, tienen su origen en fenómenos o procesos naturales que escapan al
control del hombre.
Los procesos naturales de generación del recurso pueden ser biológicos,
geológicos o químicos. Estos procesos generadores pueden ser muy cortos (agua
de lluvia) o de muy larga duración (proceso de formación de una bolsa de petróleo).
Si definimos, ahora los recursos naturales desde un punto de vista
económico, diremos que son factores que afectan a las actividades productivas,
pero que no han sido hechos por el hombre, ni tampoco han sido hechos a través
de un proceso de fabricación iniciado por el hombre. Dicho en lenguaje económico,
no corresponden a los conceptos capital o trabajo.
Consecuentemente, podemos decir que el término recurso natural se asimila al
término tierra, utilizado profusamente en la literatura clásica. Estas cuestiones de
definiciones, aunque no son cruciales, se desarrollarán con más detalle en
adelante.
CRITERIO CLASIFICATORIO: LA
ESTRUCTURA MATERIAL DEL RECURSO
Las dificultades con que nos encontramos al tratar de dar una definición
rigurosa de recurso natural son mayores cuando intentamos establecer
una clasificación de los mismos.
En efecto, según el criterio que elijamos, obtendremos una clasificación
diferente. Así, si el criterio clasificatorio es la estructura material
del recurso, podemos clasificar los recursos en:
a) Biológicos (pesquerías, bosques, praderas, fauna, etc.);
Un caso parecido al trabajo de Pigou sucede con el artículo de Harold Hotelling «The
Economics of Exhaustible Resources», publicado en 1931. En este trabajo, Hotelling,
recurriendo de una manera implícita al principio de la equimarginalidad de Jevons,
establece un principio básico -regla de Hotelling- que indica cuándo debe de extraerse
un recurso no renovable, mostrando asimismo el sendero óptimo de extracción.
Es interesante apuntar que el principio establecido por Hotelling es aplicable al
caso de los recursos renovables. Pese a la enorme personali-dad de Hotelling, sus
ideas hibernaron por más de 40 años, hasta que acontecimientos mundiales como la
crisis del petróleo de 1973 hicieron que los economistas dirigieran su mirada hacia el
trabajo de Hotelling, utilizándolo como un ingrediente básico de la economía de los
recursos.
Por tanto, para asignar de una manera óptima las X unidades del
recurso entre los usos x1 y x2, tendremos que maximizar la función de
utilidad dada por (2) sujeta al cumplimiento de la condición X = x1 +
x2. Recurriendo a la optimización lagrangeana llegamos a la siguiente
condición de equilibrio:
(3) du/dx1 = du/dx2
0 1 2 3 ….. N
K
n Rj
(5) VAN = ∑ __ -K
j=1 (1+i)j
CONTINUACIÓN
(6) Q = VAN/K
CONTINUACIÓN
(7) K = Rj/(1+A)j
CONTINUACIÓN
A este valor de A se le conoce con el nombre de tasa interna de
rendimiento de la inversión, o, de un modo abreviado, TlR de la
misma. El calificativo de interna que recibe esta tasa se debe a que
se trata de un tipo de interés cuyo valor viene deteminado única y
exclusivamente por las variables internas que definen la inversión,
y no por ninguna variable exógena a la misma.
Por otra parte, si se compara la expresión (7) con la expresión (5),
se encuentra que el valor de A que satisfaga (7), además de ser la
tasa interna de rendimiento de esa inversión, tiene la propiedad de
hacer cero su valor actual neto. Es decir, si se procede a
actualizar los flujos de caja generados por la inversión a razón de
un A por uno, el VAN se hace nulo.
CONTINUACIÓN