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UNIVERSIDAD PRIVADA SAN CARLOS

DE PUNO

CARRERA DE: INGENIERIA


AMBIENTAL
 ASIGNATURA DE: ECONOMIA AMBIENTAL Y DE
LOS RECURSOS NATURALES

 TEMA: CONCEPTOS Y PRINCIPIOS ECONOMICOS

 Prof. Ing Econ. ROGELIO F. ARACA Q.

 Fuente: Carlos Romero, Economía de los recursos ambientales y naturales, Alianza Editoral, Madrid
1. CONCEPTO Y TIPOLOGÍA DE LOS
RECURSOS NATURALES
Al estudiar la economía de los recursos naturales es razonable que iniciemos
tratando de definir lo que se entiende por recurso natural. El término resulta fácil
de entender intuitivamente, pero sin embargo es muy difícil de conceptualizar y
formalizar rigurosamente. Definiremos los recursos naturales según diferentes
criterios.
Así, si definimos los recursos naturales en base a sus propiedades físicas,
podemos definirlos como factores que, afectando a los procesos de producción y
consumo, tienen su origen en fenómenos o procesos naturales que escapan al
control del hombre.
Los procesos naturales de generación del recurso pueden ser biológicos,
geológicos o químicos. Estos procesos generadores pueden ser muy cortos (agua
de lluvia) o de muy larga duración (proceso de formación de una bolsa de petróleo).
Si definimos, ahora los recursos naturales desde un punto de vista
económico, diremos que son factores que afectan a las actividades productivas,
pero que no han sido hechos por el hombre, ni tampoco han sido hechos a través
de un proceso de fabricación iniciado por el hombre. Dicho en lenguaje económico,
no corresponden a los conceptos capital o trabajo.
Consecuentemente, podemos decir que el término recurso natural se asimila al
término tierra, utilizado profusamente en la literatura clásica. Estas cuestiones de
definiciones, aunque no son cruciales, se desarrollarán con más detalle en
adelante.
CRITERIO CLASIFICATORIO: LA
ESTRUCTURA MATERIAL DEL RECURSO
Las dificultades con que nos encontramos al tratar de dar una definición
rigurosa de recurso natural son mayores cuando intentamos establecer
una clasificación de los mismos.
En efecto, según el criterio que elijamos, obtendremos una clasificación
diferente. Así, si el criterio clasificatorio es la estructura material
del recurso, podemos clasificar los recursos en:
 a) Biológicos (pesquerías, bosques, praderas, fauna, etc.);

 b) Minerales (oro, hierro, suelo, etc.);

 c) Energéticos (radiación solar, petróleo, gas natural, etc.);

 d) Ambientales (agua, aire, capa de ozono, etc.).

Tal vez el criterio clasificatorio más fructífero que permita establecer


el uso óptimo de los recursos naturales es el temporal, entendiendo
por tal la mayor o menor velocidad con que se reponen los recursos
que han sido previamente utilizados (consumidos).
CLASIFICACIÓN SEGÚN EL CRITERIO TEMPORAL
Se clasifican de la siguiente manera:
 a) Recursos no renovables, cuando la utilización (consumo) de una unidad de
recurso implica su completa destrucción, abarcando su regeneración períodos de
tiempo inmensos. Ejemplos de este tipo de recursos son el carbón, el petróleo, el
gas natural, etcétera.
 b) Recursos no renovables con servicios reciclables, cuando el uso del recurso
implica su completa destrucción en cuanto a su forma actual, pero es recuperable
en un futuro más o menos inmediato por medio de un proceso industrial de
reciclado. Ejemplos de este tipo de recursos son minerales tales como el hierro, el
cobre, la plata, etcétera.
 c) Recursos renovables, cuando el uso del recurso produce su agotamiento o
destrucción, pero seguidamente se produce la regeneración automática del mismo
según un mecanismo de base biológica. Ejemplos de este tipo de recursos son las
pesquerías, los bosques, las praderas, etcétera.
 d) Recursos ambientales, cuando su uso no implica su agotamiento o bien, en
caso de agotarse, su velocidad de reproducción o regeneración es rapidísima.
Ejemplos de este tipo de recursos son el agua, el aire, el paisaje, etcétera.
 Los recursos ambientales se clasifican a veces dentro de un grupo que
se denominan recursos no destructibles y no renovables. Este tipo
de denominación no es hoy en día excesivamente afortunada pues qué
duda cabe que un uso excesivo e irracional de los mismos puede hacer
que estos recursos tengan un carácter destructible y tal vez no
recuperable, o de muy difícil recuperación. Ejemplos en este sentido
son las pérdidas de suelo por erosión, el agujero en la capa de ozono, la
contaminación de los mares, etcétera.
 Una observación final, se refiere a que el ambiente es un recurso
natural más, con especificidades propias, pero que entronca con los
demás recursos naturales. Es decir, en rigor no existe un marco
analítico para la economía ambiental y otro para la economía de los
recursos. sino un Único marco analítico que engloba a todos los
recursos naturales, incluido el ambiente. No obstante, por razones
expositivas y de costumbre, nos referiremos a la economía de los
recursos ambientales y naturales aunque, insistimos, en rigor el
ambiente es desde un punto de vista económico un recurso natural más.
2. EL PENSAMIENTO ECONÓMICO Y LOS
RECURSOS NATURALES
 La disciplina Economía de los Recursos Ambientales y Naturales no
aparecen hasta bien entrados los años 70`. ¿ Por qué tarda tanto en surgir
esta disciplina?. Una respuesta es que los científicos sociales hacen eco de los
problemas ambientales de su tiempo en esos años y que la sensibilización
social hacia los problemas ambientales y del agotamiento de recursos no se
produce hasta bien entrados los años 60`; la crisis del petróleo del año 1973
es el punto crucial de máxima sensibilización de los problemas ambientales.
 La economía ambiental y de los recursos nace en las fechas apuntadas, sin
embargo los ingredientes analíticos necesarios para su construcción se
encuentran presentes en la literatura económica muchos años antes. Así, desde
hace más de medio siglo, grandes economistas como Pigou y Hotelling
desarrollaron los conceptos necesarios para construir la actual disciplina
de la Economía ambiental y de los Recursos naturales.
 No obstante, la disponibilidad de la base analítica, la falta de presión social
sobre este tipo de temas es la causa del desinterés de la profesión hacia este tipo
de resultados fundamentales, lo que explica el lento desarrollo de la disciplina.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
 Los antecedentes históricos del pensamiento económico sobre el tema del
ambiente y los recursos naturales, data desde Thomas Robert Malthus,
quien fue quizás uno de los primeros economistas en preocuparse por
cuestiones relacionadas con los recursos naturales. Su bien conocida visión
encierra un gran pesimismo, al considerar que los límites de recursos a
nivel planetario hacen que la capacidad de crecimiento de la producción
alimentaria resulte inferior al crecimiento de la población.
 David Ricardo, otro grande del pensamiento económico clásico, con una
visión pesimista sobre el papel de los recursos naturales, predijo un estado
de equilibrio bastante poco atractivo.
 John Stuart Mill también postuló que las disponibilidades limitadas de
recursos naturales impondrían unos límites al crecimiento económico,
aunque el equilibrio final es visto por Mill con más optimismo que sus
predecesores. No obstante, Mill, con sus dudas hacia el crecimiento
económico como fuente de bienestar para generaciones futuras, es un claro
precursor de muchos de los planteamientos conservacionistas actuales.
CONTINÚA

 En la historia del pensamiento económico: William Stanley Jevons en su Theory of


Political Economy, trabajo analítico más importantes en la historia del pensamiento
económico, escribe sobre la teoría marginal del valor, un aspecto de esa teoría: el
principio de equimarginalidad, que es el elemento básico del núcleo de la
economía de los recursos. Sin embargo, los puntos de vista de este economista
acerca de la influencia de la escasez de recursos naturales sobre el desarrollo
económico es bastante particular. Así, Jevons en su trabajo The Coal Question
predice el agotamiento del carbón, lo cual generaría prácticamente el fin del
desarrollo industrial inglés.
 Dentro de este brevísimo repaso cronológico, un punto crucial para la economía de
los recursos ambientales propiamente dichos es el libro de Arthur Cecil Pigou:
The Economics of Welfare publicado en 1919. En efecto, en su ya clásico trabajo,
Pigou introduce la idea de externalidad negativa, que sirve de soporte teórico al
concepto de contaminación.
 Asimismo, Pigou establece un marco analítico, tanto para determinar el nivel
óptimo de la externalidad como para alcanzar dicho nivel óptimo por medio de
la exacción de un impuesto. Puede decirse que las bases de la economía ambiental
estuvieron hibernando en el libro de Pigou hasta que la sensibilización social hacia
el deterioro del ambiente propició su despertar.
CONTINÚA

 Un caso parecido al trabajo de Pigou sucede con el artículo de Harold Hotelling «The
Economics of Exhaustible Resources», publicado en 1931. En este trabajo, Hotelling,
recurriendo de una manera implícita al principio de la equimarginalidad de Jevons,
establece un principio básico -regla de Hotelling- que indica cuándo debe de extraerse
un recurso no renovable, mostrando asimismo el sendero óptimo de extracción.
 Es interesante apuntar que el principio establecido por Hotelling es aplicable al
caso de los recursos renovables. Pese a la enorme personali-dad de Hotelling, sus
ideas hibernaron por más de 40 años, hasta que acontecimientos mundiales como la
crisis del petróleo de 1973 hicieron que los economistas dirigieran su mirada hacia el
trabajo de Hotelling, utilizándolo como un ingrediente básico de la economía de los
recursos.

 En síntetis, las ideas expuestas en este apartado, hoy constituye la disciplina


llamada economía de los recursos ambientales y naturales, se conforma en sus
aspectos más básicos con las ideas de Pigou, así como con la particularización del
principio de equimarginalidad jevoniano, trasladado por Hotelling al campo de los
recursos naturales. Una excepción, en este caso, es el trabajo de Coase, «The
Problem of Social Cost», publicado en el Journal of Law and Economics en 1960, que
en el campo ambiental supone una clara ruptura respecto a los planteamientos de
Pigou.
3. OPTIMALIDAD PARETIANA
 Se expondrá algunos conceptos básicos de economía que serán
utilizados para entender la economía ambiental. El concepto de
optimalidad paretiana, En 1896, el ingeniero y economista italiano
Vilfredo Pareto introdujo un concepto de optimalidad que ha recibido
su nombre, y que es crucial para el análisis económico, tanto a nivel
teórico como aplicado. En su formulación inicial, Pareto considera
que un cambio es socialmente deseable si mejora el bienestar de
todos los miembros de la sociedad, o al menos mejora el de algunos
miembros, no empeorando el bienestar de ninguno.
 Cuando la posibilidad de realizar mejoras paretianas se haya agotado,
el resultado final será una asignación de bienes que no puede ser
alterada sin empeorar el bienestar de algún miembro de la
sociedad. Tal tipo de asignación se denomina eficiente u
óptima según Pareto.
CONTINÚA

 El criterio de Pareto es débil, aun tratándose indiscutiblemente de un juicio


de valor, por lo que la mayoría de las personas lo aceptarían
razonablemente. Su debilidad reside en que sólo nos permite valorar
cambios que mejoran o empeoran el bienestar de todos los miembros de la
sociedad. Por el contrario, el criterio de Pareto no puede decirnos nada
sobre cambios potenciales que suponen mejoras para algunas personas,
pero empeoramientos para otras. Para abordar este tipo de tarea hace
falta introducir criterios de compensación que permiten comparar las
ganancias de unos con las pérdidas de otros, como proponen Hicks,
Kaldor y Scitovsky entre otros.
 Especialmente relevante para el análisis económico es la relación
existente entre un equilibrio de un mercado competitivo y la asignación
de recursos que define dicho equilibrio. En efecto, se demuestra que bajo
ciertos supuestos, un equilibrio de mercado goza de la condición de
optimalidad paretiana; es decir, el equilibrio es paretianamente eficiente.
Lo contrario también es cierto; es decir, bajo ciertos supuestos las
asignaciones paretianamente eficientes corresponden a equilibrios de
mercado .
EL GOBIERNO Y LA OPTIMALIDAD
PARETIANA

 La comentada equivalencia recíproca entre equilibrio de mercado y


optimalidad paretiana tiene un enorme interés práctico. En efecto,
si el equilibrio implica una asignación paretianamente eficiente
o, dicho con otras palabras, el libre juego de las fuerzas de
mercado conduce a una situación eficiente, parece que el papel
del sector público queda bastante reducido. Planteadas las cosas
de esta manera, aparentemente el sector público, o dicho con otras
palabras los gobiernos, deberían de limitarse a desarrollar e!
marco legal e institucional que facilite al máximo el
funcionamiento de los mercados. Sin embargo, no es así, ya que
CONTINUACIÓN

 Este resultado, aunque importante, es al menos cuestionable desde dos


puntos de vista. Uno es el de la equidad. En efecto, para una
dotación inicial de recursos tenemos un equilibrio que es
paretianamente eficiente. Sin embargo, para otra dotación inicial
totalmente diferente tenemos otro equilibrio teórico que es
asimismo paretianamente eficiente.
 Si la dotación inicial es muy poco equitativa (implica la coexistencia
de individuos inmensamente ricos con individuos terriblemente
pobres) es razonable aceptar que los gobiernos utilicen, por
ejemplo, un sistema progresivo de impuestos y transferencias para
de esa manera redistribuir la dotación inicial entre individuos con
objeto de alcanzar otro equilibrio, también eficiente, pero más
equitativo.
CONTINUACIÓN
 La otra crítica a la excelencia de los equilibrios de mercado eficientes
se basa en que: muchas de las condiciones necesarias para garantizar,
no sólo la eficiencia sino la propia existencia de un equilibrio, no se
cumplen en la práctica. Cuando alguna de esas condiciones no se
satisface, se dice que se produce un «fallo de mercado», que hace
que la solución competitiva no sea eficiente.
 En el contexto ambiental, esta observación es especialmente
relevante, pues una de las condiciones necesarias para asegurar la
eficiencia de los equilibrios es la no existencia de externalidades.
Tal como veremos, la contaminación, conceptualizada
económicamente, no es otra cosa que una externalidad.
CONTINUACIÓN
 Por tanto, en un contexto realista, la presencia de externalidades
obliga a un cierto tipo de intervención pública para corregir el
«fallo de mercado» y restaurar la eficiencia.
 Sin embargo, las cosas son más sutiles de lo que a simple vista
parece, en efecto, existe una escuela de pensamiento inspirada en
Ronald Coase, que postula con gran ingenio que la reparación de
los «fallos de mercado» producidos por un efecto externo o
externalidad puede hacerse sin necesidad de una intervención
pública. Estas cuestiones, fundamentales en economía de los
recursos ambientales, se desarrollarán con detalle mas adelante.
4. EL PRINCIPIO JEVONIANO DE
EQUIMARGINALIDAD
 El postulado básico en torno al cual se articula lo que hoy en día se
entiende por economía de los recursos ambientales y naturales, tal
como se apuntó en el apartado anterior, es el principio de
equimarginalidad de Jevons. Este principio, aunque de una gran
brillantez, es bastante fácil de comprender intuitivamente.
 Supongamos que un agente económico posee una cantidad X de un
determinado recurso, entendiendo por recurso una renta monetaria,
una mercancía o un recurso natural propiamente dicho. El recurso en
cuestión puede dedicarse a dos actividades o usos alternativos
distintos. Si representamos la cantidad del recurso destinado a cada
uno de los dos usos por x1 y por x2, respectivamente, obviamente se
cumplirá la siguiente identidad:
 (1) X = x1 + x2
CONTINUACIÓN
 La pregunta que se plantea Jevons es la siguiente: ¿Cómo decide el
agente económico asignar las X unidades de recurso entre los dos
usos alternativos?, o dicho con otras palabras: ¿Qué valores tomarán
las variables x1 y x2 para que el individuo maximice su utilidad?. La
respuesta a esta pregunta es bastante intuitiva con el sentido común
económico. Así, la cantidad X de recurso debe de asignarse entre los
dos usos alternativos de manera que el incremento de utilidad
resultante de la adición de una unidad del recurso en el primer
uso sea igual al incremento de utilidad resultante de la adición de
una unidad del recurso para el segundo uso.
CONTINUACIÓN

En lenguaje de Jevons, diríamos que la asignación óptima se consigue


cuando la utilidad marginal del primer uso se iguala a la utilidad
marginal del segundo uso; el punto de equimarginalidad implica la
maximización de la utilidad. Este intuitivo resultado puede formalizarse
con facilidad. Así. si representamos por U( X) la utilidad que le reporta al
agente económico poseer X unidades del recurso, tendremos según (1):
 (2) U(X) = U(x1+x2)

Por tanto, para asignar de una manera óptima las X unidades del
recurso entre los usos x1 y x2, tendremos que maximizar la función de
utilidad dada por (2) sujeta al cumplimiento de la condición X = x1 +
x2. Recurriendo a la optimización lagrangeana llegamos a la siguiente
condición de equilibrio:
 (3) du/dx1 = du/dx2

Es decir, cuando la utilidad marginal del primer uso iguale a la


utilidad marginal del segundo uso.
ALGUNOS EJEMPLOS

 El principio que acabamos de comentar constituye el núcleo no solo de la


economía ambiental y de recursos, sino prácticamente de toda la economía de
corte neoclásico. Ciñéndonos al tema, es fácil comprender la aplicabilidad de este
principio. Seguidamente ilustramos esta idea recurriendo para ello a algunos
sencillos ejemplos.
 Supongamos el caso de una plantación forestal El stock existente de recurso, es
decir, la propia masa forestal, puede dedicarse a dos usos, cortar o dejar que el
stock forestal siga creciendo: La decisión óptima será aquella en la que el valor
marginal del uso cortar coincide con el valor marginal del uso no cortar.
 En el caso de un stock pesquero, la aplicación del principio de equimarginalidad
de Jevons conduce a un resultado análogo. Es decir, el equilibrio se producirá
cuando el valor marginal del uso capturar se iguale al valor marginal del uso no
capturar y, por tanto, permitir el crecimiento biológico de la biomasa pesquera.
 En el caso de los recursos no renovables, el stock disponible puede dedicarse a
dos usos: extraer el recurso o dejarlo en el subsuelo. Interesará extraerlo cuando el
valor marginal mineral extraído y puesto en el mercado sea superior al valor
marginal del mineral mantenido en su yacimiento, en caso contrario, es más
interesante posponer la extracción.
CONTINUACIÓN
 Finalmente, en el caso de los recursos ambientales, la aplicación del
principio Jevoniano es un poco más sutil, pero también
relativamente clara. Por ejemplo, el agua de un río puede
dedicarse a dos usos: vertido de los residuos de una acería o uso
del agua para una piscigranja. El equilibrio Jevoniano se
producirá cuando la utilidad marginal del primer uso (el beneficio
marginal de la piscigranja) iguale a la utilidad marginal del segundo
uso (coste marginal que genera en la piscigranja la contaminación
de las aguas causada por la producción de la acería).

 Puede decirse que las ideas apuntadas en los últimos párrafos


constituyen el ingrediente analítico básico de la economía de los
recursos ambientales y naturales. Mas adelante se desarrollarán e
ilustrarán estas ideas básicas.
5. EL CONCEPTO DE TASA DE DESCUENTO
 La aplicación del principio de Jevons al campo de los recursos
tropieza con una dificultad o especificidad adicional. Así, los
diferentes usos que podamos dar a un recurso concreto quedan
claramente afectados por la dimensión temporal. En efecto,
cuando un centro decisor se plantea extraer un stock de un
determinado recurso no renovable, los usos posibles no se reducen a
extraer o no hacerlo, sino que tendrá que plantearse también cuándo
efectuará esas extracciones. En un contexto de un recurso renovable,
como una masa forestal, las alternativas son cortar en el momento
presente, dentro de un año o, en general, dentro de n años.
 El carácter temporal de los diferentes usos del
recurso se encuentra presente en todas las
situaciones que vamos a estudiar, con la
excepción de los recursos ambientales en los que,
por su propia naturaleza, la dimensión temporal
opera de una manera diferente.
 En todo caso, nos vamos a encontrar con múltiples
situaciones en las que hay que comparar
rendimientos monetarios de diferentes usos del
recurso que se producen en momentos distintos.
PREFERENCIA TEMPORAL POR EL DINERO
 La temporalidad de los rendimientos monetarios de un recurso nos
obliga a realizar una homogeneización de los mismos pues,
obviamente, no es lo mismo recibir R unidades monetarias ahora, que
recibirlas dentro de dos o tres años. Cualquier individuo que actúe
con un mínimo de racionalidad económica prefiere percibir dinero
en el momento presente, que postergar su percepción un cierto
plazo de tiempo.
 Para comprender la preferencia temporal por el dinero, basta
recordar que existe un mercado para el dinero, en el cual se puede
tomar o conceder préstamos a interés compuesto a un tipo del i por
ciento.
CONTINUACIÓN

 Por ello, a un agente económico le resulta financieramente


equivalente percibir R unidades monetarias en el momento
presente o R( 1 +i)n dentro de n años.
 Esta sencilla argumentación nos conduce a la necesidad de descontar
los rendimientos futuros de un determinado recurso. Dicho con otras
palabras, el valor actual de un rendimiento R a percibir dentro de n
años es menor que el propio valor de R.
 La cantidad en que se reduce vendrá determinada por un factor de
descuento que, según la ley del interés compuesto, es R/( 1 + i )n.
TASA DE DESCUENTO PRIVADA O SOCIAL
 El problema que se nos plantea ahora consiste en la elección
adecuada de la tasa de descuento i. Esta cuestión, de gran
importancia, tiene dos respuestas distintas según el recurso sea de
propiedad privada o pública. Dicho con otras palabras, la tasa de
descuento a elegir dependerá de que trate de medir las preferencias
o apetencias por el consumo presente de un agente privado
concreto o de la sociedad en su conjunto.
 El primer caso es el que tiene una respuesta conceptual más sencilla.
Así, en un contexto privado, la tasa de descuento es una medida
subjetiva de lo que un individuo pierde por recibir una suma de dinero,
no en el momento de tiempo presente, sino algún tiempo más tarde.
 Conceptualizada de esta forma, la tasa privada de descuento es una
tasa financiera cuyo valor correcto puede estimarse razonablemente
bien por medio del tipo de interés al que dicho agente privado puede
endeudarse o prestar dinero en el mercado de capitales.
CONTINÚA

 Cuando el contexto referencial no es el de un agente económico


concreto, sino la sociedad en su conjunto, tanto la conceptualización
como la medición de la tasa de descuento es mucho más complicada.
Puede decirse que al nivel de la sociedad en su conjunto existe una
tasa de descuento, es decir, se descuenta el futuro, por dos razones
distintas que pasamos a comentar muy brevemente.

 La primera razón que explica la necesidad social de descontar el


futuro se debe a que la sociedad prefiere per se consumo presente en
vez de consumo futuro. Existe algo así como una impaciencia o
apetencia por el consumo presente, que se traduce en una preferencia
temporal Con este enfoque, la tasa de descuento es una tasa social
de preferencias en el tiempo.
CONTINUACIÓN

 La segunda razón que explica la necesidad social de una tasa de


descuento es la productividad del capital. En efecto, cuando la
sociedad renuncia a un consumo presente, los recursos no
consumidos producirán a través de un proceso de inversión un
consumo futuro mayor. Con este enfoque, la tasa de descuento
representa un coste social de oportunidad.
 En situación de competencia perfecta, las dos tasas que acabamos de
definir coinciden. Sin embargo, en un contexto realista de
imperfecciones de mercado, las mediciones de la tasa de descuento,
según los dos enfoques comentados, conduce a resultados distintos.
CONTINÚA
 La medición o estimación de las tasas sociales de descuento según
un enfoque u otro constituye una tarea muy especializada, que no
vamos a abordar. Es importante apuntar que el descuento es por
una parte necesario, pero por otra parte perjudica obviamente a
los intereses de las generaciones futuras. Asimismo, cuanto
mayor sea la tasa de descuento elegida, más se estimula el
consumo presente en detrimento del consumo de las futuras
generaciones.
 Como por otra parte las tasas sociales son menores que las tasas
financieras, especialmente en épocas en las que se endurecen las
políticas monetarias, el descuento social es uno de los pocos
caminos para no privar a las generaciones futuras del consumo
potencial de muchos de los recursos naturales de los que hoy en
día existen stocks abundantes. La influencia de las tasas de
descuento en las tasas de consumo de los diferentes recursos se
estudiará con detalle mas adelante.
6. CRITERIOS BÁSICOS PARA EL ANÁLISIS DE
INVERSIONES
 Cuando en los capítulos siguientes abordemos el problema de
determinar la política óptima de uso de un recurso natural renovable
o no renovable, el punto de partida de nuestro análisis consistirá
en determinar la rentabilidad de la inversión que subyace al uso
del recurso. Por ejemplo, el momento de corta de una masa forestal
se definirá como la vida de la plantación para la que el valor actual
neto de la inversión subyacente es máximo. Por esta razón, en este
apartado se repasarán algunos conceptos y criterios básicos del
análisis de inversiones que utilizaremos mas adelante.
CONTINUACIÓN

 Los procesos de inversión quedan caracterizados por tres


parámetros básicos:
 a) El pago de inversión (K), que representa el número de unidades
numerarias que el inversor debe desembolsar para conseguir que la
inversión comience a funcionar como tal.
 b) La vida de la inversión (n), que representa el número de años
durante los cuales la inversión estará funcionando y generando
rendimientos, de acuerdo con las previsiones realizadas por el
inversor.
 c) Los rendimientos, (Rj) generados por la inversión a lo largo de
su vida.
CONTINUACIÓN

Estos rendimientos pueden medirse desde una óptica contable


como flujos de caja ( cobros menos pagos) o desde una óptica
económica, como beneficios ( ingresos menos costes). La óptica
contable es bastante recomendable para inversiones privadas y
la óptica económica para el caso de las inversiones públicas.
Los valores de los parámetros que caracterizan una inversión
pueden representarse de una manera simplificada utilizando un
diagrama corno el de la figura 1.1. Los rendimientos figuran en
la parte superior del eje de tiempos, y el pago de inversión en la
parte inferior de dicho eje de tiempos.
R1 R2 R3 …. Rn

0 1 2 3 ….. N
K

 FIGURA 1.1. Parámetros que caracterizan una inversión


CONTINUACIÓN

 Una vez definida una inversión, pasamos a exponer los métodos


para evaluar su rentabilidad, que utilizaremos en adelante. La
forma más intuitiva de evaluar la rentabilidad de una inversión
consiste en restar a la suma, convenientemente descontada, de
los rendimientos monetarios que la inversión proporciona al
inversor, el pago de inversión. Para un tipo de descuento i
tendremos:

 (4) VAN= (R1/1 + i) + (R2/ (l +i)2 ) + ….. Rn/(l +i)“


 o lo que es lo mismo:

 n Rj
 (5) VAN = ∑ __ -K
 j=1 (1+i)j
CONTINUACIÓN

 La expresión anterior corresponde al concepto de valor actual neto de


la inversión (VAN), llamado también valor capital de la inversión. En
definitiva, este concepto indica la ganancia neta generada por la
inversión. Por esta razón, cuando una inversión tiene un VAN mayor
que cero, se dice que, para el tipo de descuento elegido, resulta viable
desde un punto de vista financiero. Por el contrario, si el VAN es
negativo, la inversión no será viable y quedará inmediatamente
descartada su ejecución, pues en tal caso la inversión proporciona al
inversor un número de unidades monetarias menor de las que el
inversor proporciona a la misma.
 Enfocada de esta manera, la viabilidad representa una especie de
condición necesaria (aunque no suficiente) que tiene que cumplir toda
inversión para que, en principio, sea rentable su ejecución desde un
punto de vista financiero.
CONTINUACIÓN

 El criterio VAN, es un índice que mide la rentabilidad absoluta


de una inversión. Si queremos construir otro índice que informe
sobre la rentabilidad relativa de la inversión, la forma más sencilla
es dividir el VAN generado por la inversión, por su pago de
inversión.
 Este cociente nos indica la ganancia neta generada por la inversión,
por cada unidad monetaria invertida.
 Este nuevo índice recibe usualmente en evaluación financiera el
nombre de relación beneficio/inversión o relación beneficio/coste.
La fórmula para calcular la relación beneficio/inversión se obtiene
de una manera inmediata sin más que dividir las expresiones (5) por
el pago de inversión. De esta forma se obtiene:

 (6) Q = VAN/K
CONTINUACIÓN

 La rentabilidad relativa de una inversión puede medirse de una forma


alternativa a la que plantea la relación beneficio/inversión. Para ello
vamos a plantear la inversión como una especie de préstamo que un
cierto agente económico (el inversor) hace a un cierto ente abstracto
(la inversión). El prestamista (inversor) presta al prestatario (la
inversión) K unidades monetarias (pago de inversión) en el momento
presente. La inversión se compromete a devolver al inversor, al final
de cada año y durante n años (vida de la inversión), las anualidades
R1, R2 … Rn. Planteada la inversión en estos términos, puede resultar
muy útil determinar el tipo de interés que obtiene el prestamista
(inversor) por su préstamo de K unidades monetarias. Este tipo de
interés constituirá una especie de indicador de la eficacia que ha tenido
la inversión para el inversor. Si este tipo de interés fuera A, deberá de
satisfacerse la siguiente ecuación:

 (7) K = Rj/(1+A)j
CONTINUACIÓN
 A este valor de A se le conoce con el nombre de tasa interna de
rendimiento de la inversión, o, de un modo abreviado, TlR de la
misma. El calificativo de interna que recibe esta tasa se debe a que
se trata de un tipo de interés cuyo valor viene deteminado única y
exclusivamente por las variables internas que definen la inversión,
y no por ninguna variable exógena a la misma.
 Por otra parte, si se compara la expresión (7) con la expresión (5),
se encuentra que el valor de A que satisfaga (7), además de ser la
tasa interna de rendimiento de esa inversión, tiene la propiedad de
hacer cero su valor actual neto. Es decir, si se procede a
actualizar los flujos de caja generados por la inversión a razón de
un A por uno, el VAN se hace nulo.
CONTINUACIÓN

 El concepto de tasa interna de rendimiento que acabamos de


introducir, permite dar una nueva definición al concepto de
viabilidad financiera de un proyecto de inversión, homóloga hasta
cierto punto a la dada anteriormente. Así, se puede decir que una
inversión es viable cuando su tasa interna de rendimiento, A, excede
al tipo de interés i al cual el inversor puede conseguir recursos
financieros. Pues, en tal caso, se puede realizar la inversión tomando
en préstamo K unidades monetarias a interés compuesto del i por
uno, quedándole todavía al inversor una ganancia adicional del (A-i)
por uno. Es decir, la decisión de realizar o no la inversión puede
esquematizarse de la siguiente manera:
 si A < i la inversión no es viable, resulta más interesante prestar las
K unidades monetarias a devolver en n años al i por uno;
 y si A > i la inversión es viable, en principio puede interesar su
ejecución desde un punto de vista financiero.
CONTINUACIÓN

 Finalizamos este breve repaso a los conceptos básicos del análisis


de inversiones, que utilizaremos indicando que a lo largo de la
presentación hemos trabajado con interés compuesto con
acumulación anual de intereses.
 Sin embargo, en bastantes planteamientos analíticos resulta más
operativo acumular los intereses de una manera continua en vez
anualmente, en un contexto de acumulación continua de intereses,
las formulas que acabamos de comentar se modifican en sus
aspectos formales, aunque no en su lógica interna.
ANÁLISIS ECONÓMICO DE LOS
RECURSOS AMBIENTALES
 1. Introducción al problema

 El análisis económico de los recursos ambientales constituye la


disciplina científica denominada economía ambiental. El punto de
partida de los análisis ambientales consiste en aceptar que la
actividad económica, sin la cual los seres humanos tendríamos
dificultades para subsistir, no puede desarrollarse sin producir
cambios en el ambiente y que estos cambios son usualmente, en
mayor o menor medida, dañinos para el ambiente. Por tanto, la
pregunta clave de la economía ambiental no es la de si se debe
contaminar o no. sino la de cuánto debe contaminarse, pues la
dicotomía contaminar o no, en la mayor parte de los casos equivale al
dilema desarrollar o no actividad económica.
 La cuestión o pregunta clave de la economía ambiental, planteada
en los términos que acabamos de exponer., parece conducimos a un
problema político o social, más que a un problema de tipo
económico. Sin embargo, en las últimas décadas, los profesionales
de la economía han desarrollado conceptos y criterios para evaluar
tal tipo de decisión política. Dicho conjunto de conceptos y
criterios conforman la disciplina que actualmente se denomina
economía ambiental.
 Coherentemente con lo que acabamos de exponer, se pretende dar
respuesta a las siguientes cuestiones. En primer lugar,
conceptualizar económicamente la contaminación. En este sentido,
el concepto de externalidad, introducido en la literatura
económica por Marshall en un sentido positivo y por Pigou en sus
aspectos negativos, constituirá la clave de la discusión.

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