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Raoul Barrett
Damián
Marion y Frank
Oscuro.
Víctor Manuel Barrientos Arce.
Raoul Barrett
El espejo
...La existencia....
...Que significa realmente existir...
...¿Qué es lo que pasa?...
...Catalina...
...¿Dónde estás?...
...¿Qué significa todo esto?...
Despertó en una calle desierta. Empapado en sudor y charco. La luna observaba todo
con su ojo de hueso. Desenterró como pudo sus párpados de aquel sueño, no recordaba
nada. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? ¿Quién era Catalina? ¿Por qué se sentía
enamorado de ella? ¿Por qué no recordaba nada? Su aroma. Sus labios. Recuperó
rápido el equilibrio y salió corriendo pensando en todo eso y en nada. Sólo corrió sin
saber a donde, se sentía perseguido. Perseguido por alguien que estaba a gusto dentro de
él. Corrió y corrió por las áridas y desiertas callejuelas cubiertas todas de madrugada,
con charcos espejos de la sombría mañana, y ecos, los ecos que goteaban en su cabeza.
Cada punzada recordaba su voz como un hermoso espejismo de mente, como un
Víctor Manuel Barrientos Arce.
Raoul Barrett
fantasma, escuchaba su voz y mas la amaba y sentía como si la tocara en su paso torpe y
cansado paso con un destino hacia la nada. Cayó de rodillas ante una ventana, miró su
rostro empapado en un trozo de lluvia pronto de aquella venta, una música hipnotizarte
inspiraba su rostro ajeno. Un piano tocaba una sonata dulce y sombría, con pequeñas
esquirlas de angustia que cercenaban su corazón mancillado con alma desesperada. La
noche se iba poco a poco como una ola en el mar que no regresaba. La pequeña tocatas
y sus 3 movimientos lo acurrucaron en sus ropas rotas y empapadas. Calmó las voces en
un momento dejándolo en una contemplación como si ya no tuviera que preocuparse de
nada. Sumergido en aquella burbuja de pensamientos, cerró los ojos. Arrancándolo de
este plano de nuevo. La vio hermosa. Sonriendo junto a el. Con sus ojos de sol que dan
vida y el silencio y él sonreía...
- ¿Catalina?- Interrogó Octavio llevándose una mano a la nunca -estás pendejo, ¿cuál
Catalina?...Que no sería Petronila, la chacha que se acaba de ir y que corriste con
tus Guácaras. No mames el cuarto apesta a mierda.
-
- Que y ahora tu que, - interrumpió fastidiado haciendo un chasquido con la boca,
volteando después de reojo para poder verlo. Soltó un gemido primitivo exigiendo
intimidad.
-
- Pendejo todavía que me preocupo por ti -interrumpió por un segundo- además que
puto eres, ¡quien sabe que estabas soñando, estabas chillando y hablando dormido,
pero por mi ojalá te sigan cogiendo, pendejo... -y alejándose salió del cuarto
azotando la puerta.
-
- Puta madre-. Dijo volteando al techo mientras recordaba con el estomago aquello
que estaba sintiendo. Permaneció por un rato en ese estado. Parecía ver en un plano
imaginario. Algo de realidad en ese conocimiento extraño que se escondía sobre
aquel nebuloso velo inverosímil. Se durmió de nuevo cayendo en un estado
profundo de tranquilidad. Cuando despertó no recordaba nada, pensó que no había
soñado nada esta vez.
-
Víctor Manuel Barrientos Arce.
Raoul Barrett
- Que hueva...- refunfuñaba Rubén mientras luchaba por despertar de una vez por
todas...
-
- ¿Qué chingados estabas soñando? - la puerta se abrió de nuevo. Era Octavio con
aire de burla graznando al aire una risa fingida. Entró y miró a Rubén con sarcasmo.
Caminó por el dormitorio hasta las ventanas con cortinas espesas que estorbaban al
ojo del sol, y de un golpe las abrió maliciosamente.
- Jaja, jajaja, jojo, jaja pinche huevón-. Emitió una carcajada lastimosa y tomando una
caja de madera vacía se sentó a lado de Rubén.
- Pinche baboso, cómo serás pendejo, o ni siquiera eso cabrón. Hoy, aparte de que no
es domingo y que no tuviste la pinche amabilidad de ir a recoger a mi hermana ayer
que sí era domingo y ¡qué! – rió de nuevo –además – dijo quedamente- ¿quién sabe
dónde hijos de la chingada te metiste? – como si se le hubiera acabado el aire
respiró profundamente y sin dejar de sonreír encendió un cigarrillo, lo miró y
continuó diciendo- Claro no era a huevo, pero quedaste muy formal que me ibas a
hacer el paro. –suspiró- en fin no hubo pedo- dejo de sonreír y lo miro
detenidamente.
- Rubén aun estaba adormilado y tapado hasta la cabeza. Octavio dio una bocanada
grande y profunda. – en fin – balbuceó exhalando el humo y contemplando la danza
nebulosa que escapaba de su boca
- - ¿Dónde chingados te metiste güey? Ayer te vinieron a buscar unos tipos muy
extraños, parecían...- se detuvo y vio que Rubén no se movía, estaba dormido aún.-
Chale- remilgó- Me estas escuchando o estoy hablando solo como pendejo.
- ¿Qué pedo? Sí te estoy escuchando, pero déjame descansar... estoy muy puteado...
Octavio lo interrumpió y jaló las cobijas para destaparlo. Vomitó una carcajada burlona
mientras Rubén aún somnoliento se contorsionaba berrinchudamente en el colchón
buscando en posición fetal y con los ojos cerrados algo con que taparse.
- Es lunes y son las pinches 10 de la mañana y no fuiste a trabajar pinche huevón -rió
lastimosamente-
- Mamadas las que me das pinche pendejo, que este bruto tarado o estás güey. eso fue
ayer pinche estúpido y ayer fue domingo. Cabrón...
Víctor Manuel Barrientos Arce.
Raoul Barrett
Querida Catalina:
Ayer llegue a la ciudad de París muy de madrugada, la ciudad era callada, triste y
deshabitada. La neblina era áspera y helada. Caminé unos cuantos pasos por las calles sin
rumbo fijo para ver si podía ver algo o alguien a quien preguntarle pero nada. Creo que
Víctor Manuel Barrientos Arce.
Raoul Barrett
llegué en mal momento. Algo debe de haber pasado en la ciudad desde mi última visita.
Algo grave. La gente de las tabernas y hoteles está alarmada. De todas las casas de huésped
a las que fui a pedir posada me corrieron, dándome como excusa estar llenos, dicen que hay
una plaga que levanta a los muertos. Ayer en la taberna un anciano nos contó a todos
mientras tomábamos unas cervezas, que había un monstruo en el bosque, muchos decían
que era el mismo demonio. Me contaba un viejo anciano – pero creo que he de andar con
cuidado, tú y yo sabemos muy bien de estas cosas de demonios y espíritus, pero a
diferencia de lo que hemos visto parece ser que este fenómeno no se le compara. El anciano
también dijo que ya hacia varias semanas que habían destruido todos los espejos de la
aldea, nunca escuche superchería como esta, incluso se me hizo casi divino el hallazgo,
necesito explorar más fondo, parece ser que...
El demonio, con la carta aún en sus manos, pudo leer hasta el último momento de la mente
de Fred y no por que estuviera escrito en la carta, si no por que había absorbido el último
suspiro del poder alquimista. Dejó el cuerpo sin vida botado entre las solas y sombrías
calles de París. Y desapareció……. Continuara