Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Pero este suceso, el feminicidio, no es algo nuevo en nuestro país. Desde hace más de 100 años
se han encontrado registros de asesinos seriales que han confesado asesinar únicamente a
mujeres, ya sea por odio, por motivos políticos, económicos, con fines terroristas, por cumplir una
fantasía (casi siempre de tipo sexual), por sentir que la vida de alguien más depende de sus
decisiones o sin motivo aparente.
Estudios demuestran que en Estados Unidos el 98% de los asesinos en serie son hombres, en el
resto del mundo el porcentaje baja hasta el 76%, pero esto no quiere decir que no existan
asesinas en serie. De hecho, en la historia del México moderno se han atrapado a varias “mujeres
asesinas” que mataban únicamente a personas del sexo femenino.
He aquí una escalofriante lista de los asesinos y asesinas de mujeres que han hecho historia en
nuestro país y el mundo por su crueldad y cantidad de víctimas:
Su modus operandi era sencillo: proponiéndoles un encuentro sexual a las prostitutas, las llevaba
a algún lugar solitaria en donde, dependiendo de la disposición de las víctimas de cumplir los
deseos del Chalequero, éste las violaba, apuñalaba y degollaba para finalmente tirar sus restos
en la Colonia Santa María la Ribera.
En junio de 1888, Guerrero finalmente fue arrestado y condenado a muerte, sin embargo Porfirio
Díaz cambió su sentencia a sólo 20 años en la prisión de San Juan de Ulúa quedando en libertad
en 1904.
Pero el Chalequero volvió a atacar y en 1908 se le acusó de haber decapitado a una anciana, por
lo que fue sentenciado a muerte. Murió en 1910 mientras esperaba su ejecución.
Cuando tenía 27 años, Goyo estudiaba Ciencias Químicas con una beca de PEMEX y ya no vivía
con su madre, sino que rentaba una casa cerca del Centro Histórico.
Sus víctimas fueron prostitutas menores de edad a quienes recogía en su automóvil, las
llevaba a su casa y tras sostener relaciones sexuales con ellas las estrangulaba con un
cordón. Después, procedía a enterrarlas (a algunas amarradas de manos y pies) en su patio.
El último crimen del Estrangulador fue cuatro días después. La víctima no fue una prostituta, sino
una amiga del asesino llamada Graciela Arias Ávalos, estudiante del bachillerato de Ciencias
Químicas de la UNAM. Goyo pasó por ella en su automóvil y tras confesarle su amor (que no fue
correspondido), comenzó a golpearla con la manija del auto que arrancó de un tirón hasta que la
mató. El asesino condujo a su casa y la enterró como de costumbre.
Días después del asesinato de Graciela, Goyo fue internado, por órdenes de su madre, en el
Hospital Psiquiátrico del Dr. Oneto Barenque en Tacubaya.
Ahí, miembros del Servicio Secreto lo interrogaron por la desaparición de Arias, y a pesar de que
Goyo trató de despistarlos con su demencia, finalmente confesó que la había matado y les indicó
el lugar donde la había ocultado.
Guiados por Goyo, la policía entró en su domicilio y sin necesidad de excavar vieron un pie que
sobresalía del suelo. Más tarde encontraron los 4 cadáveres de las mujeres y el diario de Goyo en
donde, con todas sus letras, admitía los 3 asesinatos y, con especial culpabilidad, el de Graciela.
El asesino pidió una máquina de escribir para redactar su declaración, la cual sorprendió a todos
La justicia le dictó auto de formal prisión y fue recluido en el Palacio Negro de Lecumberri, en el
pabellón para enfermos mentales. Poco tiempo después sus abogados consiguieron transferirlo al
Manicomio General de La Castañeda, supuestamente para recibir tratamiento. Allí le dieron
electrochoques y le inyectaron pentotal sódico para constatar si en verdad estaba loco o sólo
fingía.
Con la herencia que les dejaron sus padres, Delfina abrió una cantina que no sólo vendía
bebidas alcohólicas, sino que también vendía los servicios de jóvenes prostitutas.
Tras la muerte del hijo de Delfina a manos de unos militares (que ella vengó mandándolos matar),
Carmen y ella tuvieron que regresar a Guanajuato en donde la prostitución no estaba castigada.
Ahí se reunieron con su hermana María de Jesús, quien también se dedicaba a la prostitución.
Compraron 2 cantinas de donde obtuvieron su apodo: La Barca de Oro antes había sido una
cantina propiedad de un homosexual al que todos conocían como El Poquianchis, por lo que el
apodo se les heredó automáticamente.
Delfina propuso comprar un rancho que transformaron en su centro de operaciones. Ahí eran
llevadas las niñas más bonitas de los pueblos y rancherías cercanos de muy corta edad que
pronto se convertirían en esclavas sexuales para el beneficio de las Poquianchis.
A manera de “bienvenida”, los ayudantes de las hermanas las violaban y las examinaban
para ver si “tenían lo que se necesitaba”, si se quejaban las golpeaban y tras un baño de agua
helada las sacaban a que atendieran a los clientes del bar, amenazadas de muerte si trataban de
huir o no se comportaban a la altura.
Las Poquianchis pronto incursionaron en el satanismo, así que a sus rituales de bienvenida le
sumaron animales sacrificados, sodomía, zoofilia, orgías, etcétera. Además las hermanas,
cegadas por la avaricia, comenzaron a vender la carne de las prostitutas asesinadas en el
mercado.
Las Poquianchis fueron directo a la cárcel, donde hordas de padres que creían a sus hijas
desaparecidas se arremolinaron fuera para tratar de matar a las hermanas asesinas, a quienes se
les impusieron 40 años de cárcel por más de un centenar de homicidios, pese a que ellas
alegaban ser inocentes.
Después de varios años en la cárcel, María de Jesús quedó libre y desapareció sin dejar rastro,
Carmen murió de cáncer encarcelada y Delfina, la Poquianchis mayor, murió accidentalmente
cuando un trabajador de la prisión dejó caer sobre su cabeza una lata con 30 kilos de cemento.
Tras 15 días de agonizar en el hospital, finalmente murió.
El feminicidio, por otro lado, es el genocidio contra mujeres (el genocidio se entiende como
el exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de
religión, de política o de nacionalidad). En el feminicidio los daños hacia las mujeres son
perpetrados por violentos, violadores y asesinos individuales y grupales ocasionales o
profesionales, que conducen a la muerte cruel de algunas de las víctimas.
Los crímenes son concertados por asesinos seriales e individuales: parejas sentimentales,
parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas y compañeros de trabajo y
grupos mafiosos de delincuentes. Todos estos asesinatos tienen en común el hecho de que las
mujeres que asesinan son consideradas usables, prescindibles, maltratables y desechables. Y,
desde luego, todos coinciden en su crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las
mujeres.
La cruda realidad
Aunque los relatos anteriores podrían bien ser parte de un guión de una cinta de terror, la realidad
es que en México la violencia contra las mujeres es cuestión de cada día y se da en todos los
ámbitos posibles.
Las mujeres, ricas o pobres, trabajadoras o amas de casa, solteras, casadas, divorciadas o
Sin embargo, estos 2,500 homicidios al año no significan mucho pues se cree que en realidad son
casi el doble, ya que los registros no existen y a eso hay que sumarle los casos en los que la
víctima no muere pero sí sufre violaciones, golpizas, amenazas o cualquier tipo de agresión física,
verbal o psicológica.
Así, el feminicidio es un asunto que, como muchos otros en nuestro país, permanece impune y en
donde la justicia no ha podido tomar un papel principal. ¿Cuántas más deberán de sufrir y/o
morir para que esta situación se detenga?
Este día, sin duda, es un buen comienzo para pensar seriamente en tan delicado tema y buscarle
soluciones eficaces y concretas. Notas relacionadas: Violencia contra la mujer no distingue
edad, clase social o profesión
La violencia contra las mujeres, una agresión que lastima a todos Se celebra el Día Internacional
de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer http://noticias.universia.net.mx/en-
portada/noticia/2009/11/25/129952/celebra-dia-internacional-eliminacion-violencia-contra-
mujer.html
Fuente: Universia