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HISTORIA POLITICA RECIENTE DE EL

SALVADOR.
Organización económica política y social de El Salvador periodo de 1900
a 1931.
 
La historia temprana de El Salvador como estado independiente fue marcada por revoluciones
frecuentes. No hasta el período 1900-30 era estabilidad alcanzada. La élite económica, basada
en agricultura y una cierta explotación minera, gobernó el país conjuntamente con los militares,
y seguía habiendo la estructura de poder en el control del " Catorce Familias" de terratenientes
ricos. La economía, basada en el café-crecimiento después del siglo de mid-19th prosperó o
sufrió mientras que fluctuó el precio del café del mundo. A partir del 1931 el generador
Maximiliano Hernández del año Martínez vino a la energía hasta que lo depusieran en 1944 allí
fuera supresión brutal de la resistencia rural. El acontecimiento más notable era la sublevación
campesina de 1932 salvadoreños, se refirió comúnmente como La Matanza (la masacre),
dirigida por Farabundo Martí y la venganza llevada por el gobierno de Martínez, en quien
asesinaron, fueron encarcelados o exiliados a aproximadamente 30.000 indígenas y a los
opositores políticos. Hasta el ano 80, todo sino un presidente temporal salvadoreño era oficial
de ejército. Las elecciones presidenciales periódicas eran raramente libres o justas. En el
palmo de 13 años, El Salvador ha cambiado de los acuerdos de paz que terminaron una guerra
civil larga, aguantó un huracán devastador y dos terremotos de gran alcance, y sufrido los
impactos combinados de los precios decrecientes del café, pérdida de trabajos de la industria
de ropa, y los altos precios del petróleo. Frente a estos problemas, El Salvador continúa
haciendo progreso substancial a lo largo de una trayectoria del desarrollo político, económico y
social. Mientras que mucha de América latina ha experimentado tasas de crecimiento negativas
durante esta década, la economía salvadoreña ha mantenido una tasa de crecimiento anual
media positiva de levemente debajo del 2%. En marzo de 2004, el país celebró elecciones
presidenciales juzgadas transparentes, libres y justas, con una participación del 67%. El
gobierno nuevo-elegido hace frente a la tarea de enormes proporciones de la entrega en sus
promesas de la reforma económica y social. La localización estratégica y los lazos estrechos de
El Salvador a los Estados Unidos hacen su estabilidad política y económica un interés de los
E.E.U.U. vital.

La música salvadoreña nativa extrae de las tradiciones musicales de las varias culturas
indígenas de la región, incluyendo los cuya presencia en el área feche antes de la conquista del
siglo XVI y a la colonización españolas de América Central. El pequeño detalle se sabe sobre la
música tradicional de esta gente antes de contacto europeo. Antes la llegada española, cultural
(y por la extensión, musical) influencia tradiciones incluidas referente a las prácticas culturales
de Nahua/del Azteca y del maya, con las influencias del Nahua-Azteca continuando en la era
colonial. El grupo más grande de la entrar en contacto con-era de la región salvadoreña era el
Pipils, cuya lengua (Pipil, o Nawat) fue relacionado con el náhuatl, la lingua franca del imperio
azteca mexicano central. La música de Pipil y del maya confió en los instrumentos tales como
tambores, traqueteos y flautas. Después de que establecieran a la colonia de nueva España, la
música clásica europea y la música española se mezclaron con estilos nativos. Un grupo indio
contemporáneo notable de la música es Talticpac, que significa en el " de Nawat; sobre el
Earth".

Roque Dalton García era poeta y periodista salvadoreños izquierdistas. Él es uno de los poetas
más compelling latinos de América. Él escribió emocionalmente fuerte, a veces sarcástico, e
imagen-cargó los trabajos que se ocupaban de vida, de muerte, de amor, y de política. Cuando
él sentía listo como soldado, él buscó la admisión en el marxista-leninista salvadoreño,
organización político-militar FPL - " de Fuerzas Populares de Liberación; Farabundo Marti-". Sin
embargo, el líder de la organización, " del comandante; Marcial" , rechazado su uso,
sosteniendo que el papel de Roque en la revolución estaba como poeta, y no como soldado de
infantería. Debido a esto, él se aplicó para ensamblar el ERP - Ejército Revolucionario del
Pueblo. La carrera militar de Roque Dalton también incluyó la cooperación con los
revolucionarios guatemaltecos en crear EGP o Ejército Guerrillero de los Pobres. Uno de sus
trabajos más famosos era un poema nombrado, " EL Mar" cuál fue escrito en 1962.

La cocina salvadoreña tradicional combina a los alimentos de España y a indios americanos,


especialmente los parientes de los naturales del maya, de Lenca, y de Pipil. Muchos de los
platos se hacen con maíz. Para el desayuno, salvadoreños comen generalmente los típicos de
los platos, que incluyen comúnmente habas trituradas, la crema amarga, los huevos, las
tortillas salvadoreñas, el queso, llantenes fritos, el arroz y una taza de café salvadoreño. Las
sopas son populares entre salvadoreños de cada nivel social, pero las ensaladas son
infrecuentes en El Salvador, sobre todo porque el agua contaminada, que es un problema
general. El postre salvadoreño consiste en generalmente Dulce de Leche, un caramelo del
caramelo con leche. El dulce de leche de El Salvador tiene una textura suave, desmenuzable,
diferente con a cuál son familiares la mayoría de los americanos. Casi se cristaliza en forma.
Las frutas se consumen extensamente y el más populares son mangos, papayas y plátanos.
Los cocos están también disponibles en el país en los soportes de borde de la carretera.
Típicamente, se tajan con los machetes y se inserta una paja para poder consumir la leche de
coco. Para los adultos, esta bebida mezclada con la vodka es un aperitivo popular.

Maximiliano Hernández Martínez


Maximiliano Hernández Martínez

Presidente de la República de El Salvador

Período 4 de diciembre de 1931 –


28 de agosto de 1934

• Predecesor Directorio cívico

• Sucesor Andrés Ignacio Menéndez

Presidente de la República de El Salvador

Período 1 de marzo de 1935 –


9 de mayo de 1944

• Predecesor Andrés Ignacio Menéndez

• Sucesor Andrés Ignacio Menéndez

Nacimiento San Matías, El Salvador, 21 de


octubre de 1882

Fallecimiento Hacienda Jamastrán, Honduras,


15 de mayo de 1966

Profesión Militar, General de Brigada

Maximiliano Hernández Martínez (San Matías, El Salvador, 21 de octubre de 1882 - Hacienda


Jamastrán, Honduras, 15 de mayo de 1966) fue un militar, dictador y presidente de la
República salvadoreño (1931-1944),[1] [2] cargo al que accedió tras un golpe de Estado.[3]
Tras realizar sus estudios militares en Guatemala, ascendió en rangos militares hasta ser
General de Brigada.[3] [4] En 1931, el partido Pro Patria lo postuló a la vicepresidencia, la cual
ganó. Nueve meses después, participó en el golpe de Estado al presidente Arturo Araujo tras el
que se erigió Presidente de la República, siendo ratificado al año siguiente por la Asamblea
Legislativa. Prolongó su mandato durante trece años por medio de elecciones en las cuales era
el único candidato, y también a través de decretos legislativos.[5] [6]

En su mandato destacaron la matanza de 25.000 indígenas que contradijeron su gobierno en


1932,[7] sus políticas apegadas a sus creencias teosóficas,[8] los movimientos diplomáticos
durante la Segunda Guerra Mundial,[9] la disminución significativa de la delincuencia mediante
el uso de la fuerza, el saneamiento de las finanzas públicas, la creación de un banco estatal
emisor de moneda, la venta de viviendas a bajo costo para campesinos, la reducción
significativa de la deuda para personas al borde de la quiebra, la construcción de la Carretera
Panamericana y la cancelación de la deuda externa.[10]

En 1944, un grupo de militares se alzaron contra el presidente, los cuales fueron sofocados
mediante la fuerza en un par de días.[11] Un mes después se suscitó una huelga general de la
sociedad civil, la cual obligó al general a deponer el cargo de la primera magistratura.[5]
Hernández Martínez fue asesinado 22 años después en Honduras, a manos de su motorista.[12]

Familia

Sus padres fueron don Raymundo Hernández y doña Petronila Martínez. Contrajo nupcias con
Concepción Monteagudo, con quien tuvo ocho hijos: Alberto, Carmen, Esperanza, Marina,
Eduardo, Rosa, Gloria y Maximiliano.[13] Su relación familiar siempre estuvo supeditada a sus
creencias teosóficas y a su cargo como mandatario; ejemplo de eso fue la muerte de su hijo
Maximiliano. El niño enfermó de apendicitis y Hernández Martínez se negó a que fuese tratado
por médicos, puesto que él mismo lo trataría con "aguas azules" (agua que había pasado
mucho tiempo bajo el sol dentro de botellas de color azul); el resultado fue fatal, el niño falleció
y la respuesta del militar fue que sólo quedaba la resignación porque los "médicos invisibles" no
habían querido salvar al infante.[14]

A sus costumbres teosóficas se agregaban su vegetarianismo, la obsesión por las ciencias


ocultas y su afición por el estudio de la reencarnación.[15] Era absolutamente abstemio, hábito
que inculcó estrictamente a sus hijos.[8]

Estudios y carrera militar

Realizó sus estudios en el Instituto Nacional de San Salvador. Tras acabar sus estudios de
educación media, ingresó en la Escuela Politécnica de Guatemala, en donde obtuvo el grado
de Subteniente. Regresó a El Salvador durante la presidencia del general Tomás Regalado. A
su vuelta, estudió en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad de El
Salvador, dejando la carrera en el segundo año de estudios.[3]

Fue ascendido a teniente efectivo el 17 de noviembre de 1903; a capitán, el 23 de agosto de


1906; a capitán mayor, el mismo año (durante la guerra con Guatemala, donde peleó el general
Martínez a las órdenes del general Tomás Regalado); a teniente coronel, el 6 de mayo de
1909; a coronel, el 15 de junio de 1914, y a general de brigada, el 27 de junio de 1919.[3] En
1921 fue instituido como ministro de Guerra y Marina.[4]

Incursión en la política

En 1931, el partido Pro Patria lo incluyó como candidato a la vicepresidencia. Tras ganar las
elecciones, ocupó el cargo de vicepresidente, a la vez que el de Ministro de Guerra, a los
servicios del presidente Arturo Araujo.[6] El 2 de diciembre del año de su elección participó en
un golpe de Estado, siendo erigido como presidente de la República, tras el designio del
Directorio cívico instaurado provisionalmente.[13] Su presidencia fue ratificada por el poder
legislativo en 1932.[16]
En el golpe de Estado fue acompañado por una minoría civil y por un buen número de militares
con rangos bajos y medios, los cuales eran conocidos como "Juventud Militar". Los militares
fueron incitados principalmente por incumplimiento salarial del ejecutivo y por las condiciones
poco favorables para el ejercicio de su labor. Tras un día de deliberación, Hernández fue
nombrado presidente interino por haber abandonado al presidente saliente antes de comenzar
el alzamiento.[5]

En 1935, año en el cual debían celebrarse las elecciones regulares, Hernández Martínez
renunció a la presidencia, dejando el cargo por seis meses en manos del general Andrés
Ignacio Menéndez, fungiendo durante ese tiempo únicamente como ministro de Guerra. Se
inscribió como candidato único a la presidencia, por lo cual obviamente prolongó su mandato
por un periodo más. En 1939 fue ratificado por el poder legislativo en el cargo.[4] En 1944, fue el
poder legislativo quien prolongó, de nuevo, el mandato de Hernández Martínez.[16] [17]

Véase también: Directorio cívico

Gobierno de Maximiliano Hernández Martínez

Levantamiento campesino de 1932

Artículo principal: Levantamiento campesino de 1932 (El Salvador)


En rojo, la zona afectada por el levantamiento.

En enero de 1932, Alfonso Luna, Mario Zapata y Farabundo Martí (líderes de grupos
estudiantiles y políticos de izquierda) fueron fusilados por haberles sido encontrados panfletos
de apoyo al Partido Comunista Salvadoreño. La situación política se volvía tirante para el
presidente Hernández y, días después, estalló el levantamiento campesino.[18]

El levantamiento campesino de 1932 fue una insurrección que acabó en la muerte de


aproximadamente 25.000 indígenas.[19] Las causas fueron diversas, entre ellas el fuerte
descontento de los campesinos ante las políticas del gobierno del general Hernández Martínez.
[20]
En poco tiempo, bajo las órdenes presidenciales, el ejército salvadoreño sofocó la revuelta y
se instauró un estado de sitio. El líder indígena Feliciano Ama fue linchado y ahorcado por
fuerzas militares, fomentando la participación de los paisanos de Ama en el levantamiento.[21]
Tras la matanza, los cadáveres enterrados a poca profundidad sirvieron como foco de
contaminación, lo cual propagó focos de enfermedades entre los residuos de los insurrectos.
Además, los cerdos y otros animales desenterraron los cuerpos y se alimentaron de los
mismos, lo cual trajo una reacción gubernamental inmediata, puesto que repercutía en la
economía al contaminar a los animales de corral.[22]

Una vez sofocada la insurrección, el presidente se negó a recibir ayuda militar extranjera,
refiriendo un telegrama al almirante de los buques de guerra que Estados Unidos y Gran
Bretaña habían enviado. El telegrama apuntaba que:

El jefe de Operación de la Zona Occidental de la República, general de división José Tomás


Calderón, saluda atentamente, en nombre del gobierno del general Martínez y en el suyo
propio, al almirante Smith y comandante Brandeur, de los barcos de guerra Rochester, Skeena
y Wancouver, y se complace comunicarles que declaramos situación absolutamente dominada
fuerzas gobierno El Salvador. Garantizadas vidas propiedades ciudadanos extranjeros
acogidos y respetuosos leyes de la República. La paz está establecida en El Salvador.
Ofensiva comunista desechada sus formidables núcleos dispersos. Hasta hoy cuarto día de
operaciones están liquidados cuatro mil ochocientos bolcheviques.
General José Tomás Calederón[23]

Tras la matanza, Hernández Martínez se ocupó de llevar a todo el país diversas obras
teatrales, tales como Pero también los indios tienen corazón y Pájaros sin nido, cuyo contenido
pretendía matizar los hechos para aplacar los rumores y los reclamos de algunos sectores.
Mandó destruir todos los periódicos, artículos o panfletos que le fueran contrarios con respecto
al tema;[22] el objetivo fundamental fue el de convencer a la opinión pública de que los indígenas
fueron confundidos por los comunistas y de que la insurrección había sido financiada por la
Unión Soviética,[24] lo cual obligó a la matanza.[25] Además, tras los acontecimientos, Alfredo
Schlesinger, simpatizante del gobierno de Hernández Martínez, escribió un libro titulado La
verdad sobre el comunismo, en el cual contaba la historia según la versión oficial. Más tarde, el
mismo Schlesinger escribió otro libro, titulado Revolución comunista, y que fue publicado en
1946, donde reafirmaba lo que decía en el primero.[26] Algunas partes de los libros han sido
fuertemente criticadas por encubrir los hechos,[27] aunque también hay críticas por exagerar los
acontecimientos.[28] En general, las acusaciones apuntan a que las cifras de fallecidos son
mucho menores de las reales y que se describen actos vandálicos de parte de los alzados que
en realidad no sucedieron.[26] En cuanto a medios de comunicación, el presidente limitó las
emisiones radiales, prensa escrita e incluso el cine, intentando dar un giro a la historia
mediante el manejo de la opinión pública.[25]

Políticas de gobierno

Sus políticas de gobierno tuvieron diversos efectos sobre la vida cultural, política y económica
del país. Sin establecer un gobierno centralizado, participaba casi en todas las decisiones que
tenían que tomarse, dirigiendo casi personalmente cada una de las actividades de su gobierno.
[25]
Alejó a los militares (con excepción de sí mismo, por supuesto) de la administración civil, y
fue por ello su gabinete minoritariamente castrense. Los sueldos para los funcionarios de
gobierno y para los militares fueron sumamente bajos, en comparación con épocas anteriores,
lo cual ahuyentó significativamente a los militares interesados en participar del gobierno.[29] [30]
Sin embargo, siempre prefirió estar cercano a la protección militar, por lo cual trasladó el
despacho presidencial y su residencia familiar a la entonces Escuela Normal de Varones, junto
al Cuartel El Zapote.[31]

Billetes de cinco colones emitidos por el Banco Central de Reserva, institución creada por el
general Hernández Martínez.

El 23 de febrero de 1932 el Estado salvadoreño fue declarado en mora, especificando a los


acreedores de la deuda externa que no pagaría los empréstitos si no se le ablandaban los
intereses y se le alargaba el plazo. La deuda neta, es decir sin intereses, quedó cancelada en
su totalidad en 1938, aunque los intereses se acabaron pagando hasta 1960.[32] Una vez
pagada la deuda propuso, mediante una placa conmemorativa colocada en la Asamblea
Legislativa, la política de no adquisición de empréstitos internacionales en el futuro. Pese a
dicha iniciativa, igualmente adquirió préstamos para la construcción de la Carretera
Panamericana.[5] Por otro lado, el 12 de marzo de 1932 decretó la Ley Moratoria, mediante la
cual redujo los intereses de los deudores que estaban a punto de caer en bancarrota. Además,
con el objetivo de estabilizar el valor del colón, creó el Banco Central de Reserva en 1934,
indemnizando a los bancos privados para que dejasen de emitir dinero.

En cuanto a políticas referentes directamente a la población, siempre predominaron sus


costumbres teosóficas. Por ejemplo, cuando se desató una peste de viruela, ésta fue tratada
por el presidente forrando con papel azul las lámparas de las plazas, esperando que los
médicos invisibles salvasen a los que estaban destinados a vivir.[14] Entre otras cosas,
estableció que todo aquel que pidiese educación debía ser considerado comunista, negando
especialmente el acceso a la educación a los obreros y asalariados porque, en sus palabras,
pronto dejaría de haber personas dispuestas a trabajar en tareas de limpieza.[10]

Estableció en julio de 1932 el Fondo de Mejoramiento Social, y en octubre, la Junta Nacional de


Mejoramiento Social, cuya actividad principal era la de adquirir viviendas y facilitar créditos
blandos a los campesinos para comprarlas;[ ] sin embargo, dicha actividad no trajo los
resultados esperados por la población, ya que los beneficiados fueron muchos menos que lo
que se había proyectado.[ ]Pese a que se le calificó como una reforma agraria, ésta no lo fue,
puesto que las tierras no fueron expropiadas, sino compradas a precio de mercado y vendidas
a uno inferior, utilizando fondos nacionales que jamás serían reintegrados y que pasarían a
manos de los terratenientes de la época.[35] También se construyeron viviendas para ser
vendidas en las mismas condiciones, aunque esto se dio en menor escala.[]
Modificó la ley de policía, prohibiendo a civiles la portación de armas de fuego, cuchillos,
machetes u hondillas, elevando a calidad de delito la evasión de dicha ordenanza. Por otro
lado, estableció que serían perseguidos y castigados como vagos los que no tuviesen oficios
lícitos o modo de vivir honesto.[10] La pena por hurto era la amputación de una mano y, ante la
reincidencia, la condena era el paredón de fusilamiento.[36] Estableció fuertes alianzas con la
Iglesia Católica, obteniendo el beneficio de los dos monseñores de la época, Monseñor Belloso
y Monseñor Chávez y Gonzáles, quienes siempre estaban presentes en las ejecuciones
políticas y quienes, tras el levantamiento de 1932, ofrecieron misas en agradecimiento por la
victoria militar.[10]

En materia militar, fortaleció la profesionalización de oficiales mediante becas de estudio militar,


especialmente a Italia. Financió la construcción de un tanque de guerra, armado con seis
ametralladoras pesadas.[5]

En 1939 convocó a la Asamblea Constituyente para que elaborase una nueva constitución,
cuya principal novedad era la inclusión del voto femenino bajo algunas condiciones de origen
social y nivel de instrucción.[37]

En 1943, Hernández Martínez trató de aumentar las tasas tributarias a las exportaciones para
obtener mayores ingresos para el Estado, y eso rompió la relación que mantenía con los
grupos oligarcas.[38]

Sus políticas frente a la Segunda Guerra Mundial

Desarrollo de la Segunda Guerra Mundial según territorio conquistado: en azul, los territorios
bajo control de los aliados occidentales; en rojo, las zonas controladas por la URSS y sus
aliados, y en negro, los territorios bajo control del Eje. Nótese cómo, a partir de 1943, El
Salvador se muestra a favor de los aliados.

El advenimiento de la Segunda Guerra Mundial significó un aumento en las exportaciones a los


Estados Unidos y el mejoramiento de la economía salvadoreña. Eso le permitió a Hernández
Martínez realizar algunas reformas sociales y una ligera redistribución de la tierra mediante un
programa agrario.[]

El general se sentía muy atraído por los éxitos de los gobiernos fascistas europeos, en especial
por Hitler y Mussolini. De hecho, en 1938 nombró director de la Escuela Militar a Eberhardt
Bohnstedt, general de la Wehrmacht del ejército alemán. Además, abrió relaciones
diplomáticas con el dictador español Francisco Franco;[9] sin embargo, estando bajo la presión
de los Estados Unidos (principal comprador de café al país centroamericano), tuvo que
olvidarse de sus simpatías y aceptó alinearse al lado de los Aliados. Además, dio el
reconocimiento diplomático al Estado títere de Manchukuo, y removió del cargo a sus
funcionarios que tenían ascendencia alemana e italiana.[9] Asimismo, a los residentes alemanes
e italianos en El Salvador les expropió sus tierras y los mandó a campos de concentración, lo
que valió para obtener el reconocimiento diplomático de Estados Unidos.[5]

Ese cambio en su política exterior, al igual que la represión contra los comunistas y opositores
a su gobierno, le permitió obtener mayor apoyo de Washington. Sin embargo, la situación
cambió ante la negativa de Hernández Martínez de recibir a 3000 soldados estadounidenses
para dar protección al Canal de Panamá. Estados Unidos colocó tropas en los países cercanos
al Canal, excepto en El Salvador, dada la negativa presidencial. El motivo que Hernández
Martínez adujo para rechazar el pedido de los norteamericanos fue que, dado que las tropas
que arribarían tendrían un porcentaje de soldados de raza negra, se corría el inminente riesgo
de que se reprodujesen en El Salvador y que llenasen de niños de color al país.[9]

Principales logros

Durante su mandato obtuvo aciertos tales como la organización de la banca, mediante la


creación del Banco Central de Reserva y el Banco Hipotecario entre 1934 y 1939, la
eliminación momentánea de la deuda externa, la creación de instituciones de crédito para el
campesinado (Federación de Cajas de Crédito Rural), la ejecución de proyectos de
construcción de vivienda asequible para obreros, el saneamiento de la tesorería nacional, el
respaldo a los productores de café, de azúcar y de algodón mediante medidas económicas
favorables para dichos rubros; la construcción de 300 kilómetros de la Carretera Panamericana,
la construcción del Puente de Oro y la reducción de las deudas de pequeños y medianos
propietarios de tierras que estaban en proceso de embargo. Además, su logro más recordado
fue la reducción significativa de la delincuencia, mediante el cumplimiento implacable de la ley.

Principales críticas

El gobierno de Hernández ha sido ampliamente criticado por diversos sectores, enfocándose


principalmente en sus prácticas teosóficas y las repercusiones de las mismas en sus acciones
como gobernante. En primer lugar, la creencia del general de que el ser superior (el Estado,
para el caso) debe tener el poder absoluto sobre los individuos lo llevó a convertir al Estado
como un controlador individual, dotándolo de poder extraconstitucional sobre la vida nacional,
entregándole el control a las fuerzas armadas. Tuvo un estricto control de los medios masivos
de comunicación, alineándolos a favor de su régimen o simplemente cerrándolos ante la
resistencia ocasional. Además, se le critica el exilio de los más importantes pensadores y
artistas de la época que no comulgaban con su gobierno. La dureza de sus medidas y
principalmente su desprecio hacia la calidad del ser humano lo orillaron a cometer actos que
marcarían un precedente de violencia, antesala de lo que se vendría décadas después durante
la dictadura militar. El manejo mediático se extendió hacia el campo político, creando
condiciones para que aun en el extranjero se le considerase un presidente democrático; por
ejemplo, colocó el puesto de elecciones del Partido Comunista justo frente al Hotel Nuevo
Mundo, el cual albergaba a gran cantidad de extranjeros, especialmente estadounidenses. La
intención era clara: crear una imagen de democracia para ser reconocido por el resto de los
Estados como un presidente legítimo. En el campo de las ideas, se apoyó públicamente en las
teorías de Alberto Masferrer, aunque en la práctica se oponía a las mismas.

Sin embargo, la principal crítica que se le hace a su gobierno es el uso excesivo de la fuerza.
Se valió de métodos represivos poco ortodoxos y caracterizados por la violencia y el irrespeto a
la integridad del individuo.

Fin de su mandato

Dado que Hernández Martínez tenía pretensiones de extender su mandato más allá de 1944,
los militares, inconformes por los fusilamientos de oficiales opositores, se alzaron contra el
gobernante, y lo obligaron a capitular en tres días. Fue entonces cuando la sociedad civil,
manifestándose en contra de los fusilamientos masivos de oficiales alzados, se rebeló
mediante una huelga de brazos caídos que desembocó en la renuncia del dictador.

Rebelión militar

La tarde del 2 de abril de 1944, mediante el uso de fuerza aérea y de infantería, militares
alzados bajo el mando de Adolfo Marroquín y Tito Calvo tomaron el control de los Cuarteles de
Infantería, Sexto Regimiento de Ametralladoras, Base Aérea de Ilopango y Quinto de Infantería
de Santa Ana. Todo sucedía mientras Hernández Martínez viajaba de La Libertad hacia San
Salvador en una camioneta de alquiler.

Los combates se prolongaron hasta el 4 de abril, cuando las fuerzas leales a Hernández
Martínez aniquilaron a los alzados en una emboscada camino a Santa Ana. Marroquín presentó
la rendición y fue arrestado junto a Calvo, a quien le fue negado el asilo político en la embajada
estadounidense. Ambos fueron fusilados sin juicio al siguiente día.

Rebelión civil
La sociedad civil, liderada por el intelectual Joaquín Castro Canizales, quien había colaborado
con Hernández Martínez en 1931, se declaró en huelga paulatinamente. Desde el 26 de abril,
los estudiantes universitarios impusieron una huelga parcial, seguidos por los estudiantes de
secundaria, los maestros, los empleados de teatro, las vendedoras de los mercados, los
profesionales, y exactamente un mes después del alzamiento militar, el 2 de mayo de 1944,
rebeldes civiles impidieron que los ferrocarriles de la capital operasen, dando inicio oficial a lo
que se conoce como "la huelga de brazos caídos", en la cual participaron algunos actores que
con el tiempo se convertirían en políticos relevantes: tal es el caso de Schafik Handal, quien
aspiraría a la presidencia de la república varias décadas después. Durante la huelga no hubo
producción alguna, por lo cual la presión nacional e internacional creció hasta el punto de
obligar al presidente a deponer su cargo, depositándolo en Andrés Ignacio Menéndez. Su
renuncia fue anunciada por el mismo mediante un comunicado radial el 9 de mayo de 1944 a
las 21:00 horas; acabó su discurso con la frase:

No creo en la historia porque la historia la hacen los hombres y cada hombre tiene su pasión
favorable o desfavorable. Yo no creo más que en una cosa: en mi conciencia, y esa conciencia
me dice que he cumplido con mi deber.
Maximiliano Hernández Martínez al renunciar a la presidencia.[]

Muerte y legado militar

Tras su renuncia a la primera magistratura, huyó vía terrestre a Guatemala, donde fue recibido
por su hermano Guadalupe, para luego trasladarse a Honduras. Ahí fue asesinado por Cipriano
Morales, su motorista, quien le asestó 17 puñaladas. El asesinato se perpetró en el comedor de
su residencia en Honduras, el 15 de mayo de 1966.

Tras la muerte del general, se le dio su nombre a una brigada anticomunista de exterminio, que
funcionó como escuadrón de la muerte.[] Con su mandato, se iniciaron más de cinco décadas
de gobiernos militares que desembocarían, entre otras cosas, en una guerra civil.[][]

 
La junta de gobierno que derrocó a Lemus tuvo una existencia efímera debido a que sus
promesas de una democracia más participativa y de una mejor distribución de la riqueza
parecieron a los militares más conservadores, y a la clase dominante en general, demasiado
peligrosas, especialmente después del triunfo de la Revolución Cubana.
En 1.961, la Junta fué derrocada por un nuevo golpe de estado y, en su lugar, se instauró un
Directorio Cívico-Militar liderado por el coronel Julio Adalberto Rivera. Este reestructura el
PRUD bajo el nuevo nombre de Partido de Conciliación Nacional (PCN) y convoca elecciones
en las que es el único candidato, resulta obviamente elegido Presidente de la República.
En 1.967, con el fin del mandato presidencial del coronel Rivera, se convocan nuevas
elecciones. La participación esta vez de la oposición no impide, como puede imaginarse, que
de nuevo resulte ganador el candidato del PCN, general Fidel Sánchez Hernández.
La relativa bonanza económica que vivió el país durante estos dos periodos presidenciales hizo
posible a los militares ejercer su dominación sobre la sociedad civil sin mayores niveles de
represión, ya que podían satisfacerse las demandas económicas de los sectores populares
urbanos.
A pesar de ello, en 1.967 y 1.968 estallan dos importantes huelgas impulsadas por la
Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños (ANDES).
En ese marco político, el impacto producido por la revolución cubana y el temor a su difusión
por el continente americano, hizo que los EE.UU. revisaran su política latinoamericana. El
gobierno de Kennedy juzgó que el atraso económico-social de los países de América Latina
era tan peligroso como una eventual intervención cubana o soviética. De aquí los tres
elementos claves de la política de Kennedy para América Latina:
1. el reformismo socio-económico modernizante de la Alianza para el Progreso.
2. el fomento de la democracia política.
3. la ayuda militar para la seguridad interna de los estados.
A lo largo de la década de los sesenta, la democracia política y el reformismo fracasaron. En
cambio, la ayuda militar se incrementó, especialmente una vez que los gobiernos de Lyndon B.
Johnson y Richard Nixon se liberaron de los escrúpulos democráticos kennedianos.
En estos años, el comandante en jefe del Comando Sur de los Estados Unidos en Panamá, fue
encargado de las operaciones militares norteamericanas en América Latina. Se modificó el tipo
de equipamiento militar suministrado a los gobiernos latinoamericanos, enfatizando las armas
ligeras y los equipos móviles adecuados para la lucha antiguerrilla, se incrementó el número de
militares latinoamericanos entrenados en los Estados Unidos en operaciones de contra-
insurgencia, se formaron fuerzas especializadas para este propósito y, finalmente, se crearon
programas de acción cívico-militar.

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