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Con las conferencias cosechó un éxito tal que en 1751 le ofrecieron un puesto de
profesor de lógica en la Universidad de Glasgow. Tras un año en este puesto, cambió las
clases de lógica por las de filosofía moral, que además de resultarle más interesantes
estaban mejor remuneradas. Para Adam Smith, se trataba de una etapa de gran
creatividad que él definiría luego como el período más feliz de su vida; parecía decidido
a seguir la carrera docente e incluso en 1758 fue nombrado decano de la facultad, se
reveló como un profesor excelente cuya fama traspasaba las fronteras, y se decía que
Voltaire, desde Francia, le enviaba alumnos deseosos de asistir a sus clases y embeberse
en su sabiduría.
La moral y la economía
El primer libro de Adam Smith, The Theory of Moral Sentiment (Teoría de los
sentimientos morales), su obra maestra desde el punto de vista filosófico, se publicó en
1759. En ella exponía los principios de la naturaleza humana que guiaban el
comportamiento social del hombre, y hablaba por vez primera de «la mano invisible»
que sin saberlo y sin proponérselo orientaba el egoísmo humano hacia el bien de la
sociedad.
En 1763 recibió una nueva oferta de trabajo que le había de resultar mucho más
lucrativa que cualquiera de las tareas que había realizado hasta el momento: preceptor
del joven duque de Buccleuch. Renunció a la docencia y en 1764 partió hacia Francia en
compañía de su pupilo. En Toulouse pasaron dieciocho meses, en cuyo transcurso
Smith combatió el aburrimiento provinciano con la redacción de una nueva obra.
Los viajeros se dirigieron después a Ginebra, ciudad en la que pasaron dos meses; Smith
aprovechó dicha estancia para conocer personalmente a Voltaire, por quien siempre
sintió una gran admiración. Siguió luego una breve pero provechosa estancia en París;
su amigo Hume, secretario de la embajada británica, le introdujo en los más selectos
salones de la capital; entre otros, conoció a François Quesnay, médico y economista,
fundador de la escuela fisiocrática, que fue la primera que atribuyó de forma coherente a
la naturaleza el origen de la riqueza. Los fisiócratas eran acérrimos seguidores de la
máxima de Le Mercier de la Rivière, «Laissez faire, laissez passer, le monde va de lui
même», que hicieron suya. Parece que influyeron en Adam Smith lo suficiente como
para que pensara dedicar a Quesnay el libro que estaba escribiendo, pero la muerte del
francés antes de que fuera publicado le hizo cambiar de idea. En 1767 el repentino
fallecimiento del hermano menor del duque de Buccleuch, que se había reunido con
ellos en Toulouse, les obligó a un precipitado regreso a Londres.
En la primavera de ese mismo año, Smith se instaló en Kirkcaldy, donde, sin perder
contacto con sus amigos de Glasgow, se entregó en cuerpo y alma a la redacción de la
obra comenzada en Toulouse, An Inquiry into the Nature of the Wealth of Nations
(Ensayo sobre la riqueza de las naciones), que lo ocuparía aún seis años y publicó
finalmente en Londres en 1776.
Bibliografía