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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo, que se enmarca dentro de las actividades de la


Cátedra de Literatura Española Contemporánea I, pretende dar cuenta de la
situación del teatro español (del teatro social en particular) en los últimos
cincuenta años, para ello se presenta, primero que todo, una breve reseña del
contexto histórico literario y luego se comenta la polémica entre los autores
Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre a la luz de la biliografía recomendada.
En esta parte, partimos de la premisa que no conociendo a cabalidad el
período ni los resultados literarios de la polémica nombrada, resulta más
honesto reconocer esta limitación y proponer una postura frente a las
similitudes históricas y políticas que existen entre este período de la vida de
España y los últimos años en la historia de América Latina, para ésto
basaremos nuestro comentario en "El descubrimiento de América que
todavía no fue" del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Cabe destacar que
todo juicio valórico aquí propuesto, está basado sólo en la información
aparecida en la bibliografía recomendada.

CONTEXTO HISTÓRICO LITERARIO DEL TEATRO SOCIAL

El proceso vivido por el teatro español en los últimos cincuenta años es,
creemos, absolutamente coherente con el proceso político vivido por España
durante el mismo período. Con el triunfo de los falangistas en la guerra civil,
sobrevino sobre España una crisis económica política y social que tuvo fuertes
repercusiones en el ámbito cultural. En el caso del Teatro, las posibilidades de
renovar el teatro español mueren junto a la República puesto que con los
mejores y más promisorios intelectuales -entre ellos, por supuesto, los
dramaturgos y actores- muertos o en el exilio, la creación intelectual y artística
se vio drásticamente mermada. Surge así, una serie de dramaturgos que se
dedican a crear y representar obras que permitan a la gente alienarse de los
graves problemas a los que se ve enfrentada, es el momento de re estrenar
obras del teatro clásico y de escribir 'un teatro cartón piedra, pseudomístico,
pseudoreligioso' , es el momento de hacer, justamente lo contrario de lo que es
el arte, que la gente no piense. Así se mantuvo el teatro español, a pesar de
que durante los años '50 se vislumbrara la posibilidad de una mejoría. Esto no
pasó de ser una ilusión, ya que la crisis se mantuvo hasta nuestros días, en
parte por factores de índole económica (presupuestos, empresas, etc) en parte
por factores relacionados con la represión cultural ejercida desde el franquismo
(censura abierta e indirecta) pero también, creemos, fundamentalmente por la
incapacidad de los propios dramaturgos de trascender la realidad adversa en
la cual trabajaron. De hecho dentro de los panoramas del teatro revisados, no
aparecen signadas manifestaciones teatrales alternativas que hayan surgido
desde las bases populares, esto puede querer decir dos cosas; o que no hubo
tales manifestaciones, o que los intelectuales estaban preocupados de discutir
otras cosas "mas elevadas" y no se enteraron siquiera de la existencia de
estas manifestaciones. En Chile, en un momento político de similares
características al espáñol, se pudo ver una gran cantidad de talleres y otras
manifestaciones teatrales que, a la vez que daban cuenta de la realidad por la
que pasaba el país, sentaban las bases de una nueva estética teatral a travez
de sus presentaciones callejeras y de su participación en los ámbitos culturales
populares. De estas experiencias el caso más concreto es el de la compañía
Circo Teatro, que revolucionara el medio teatral chileno en 1988 con su
montaje "La Negra Ester". Por lo anterior es que nos atrevemos a decir que
también hubo 'negligencia' de parte de los dramaturgos pues no parecieran
haber pasado de su teoría a la práctica, al menos en el caso de Alfonso
Sastre, el más revolucionario de los dramaturgos españoles y acaso el más
inconstante también.
POLÉMICA POSIBILISTA

Como decíamos más arriba, el teatro español siguió el devenir esperado


para toda manifestación humana que se ve enfrentada a una dictadura, es
decir posterior a la anarquía vino inevitablemente, la toma de posiciones, así
encontramos tres tendencias absolutamente reconocibles y que están
representadas a su vez por Alfonso Paso, quién terminó por insertarse dentro
del sistema cultural propiciado por la dictadura (censura, modalidades de
representación, etc.) es decir se convirtió en el tipo de escritor que podemos
llamar 'oficialista'; Antonio Buero Vallejo, que se mantuvo en una posición
intermedia con su concepción de que no había que renunciar a decir lo que
hay que decir, pero que sí hay que acomodarse a los espacios que el sistema
brinda, su postura la podemos clasificar como de 'oposición moderada' y
Alfonso Sastre, quién manifiesta su ruptura total y revolucionaria con el
sistema, planteando una lucha desde fuera de él. Consecuente con lo que
implica esta toma de posiciones, era de esperar que las polémicas fueran
(como debiera ser, pero nunca es) entre aquellos que se oponían al estado de
cosas imperante y el "oficialismo" y no entre éstos. Nos referimos sin duda a
la polémica desatada entre Buero y Sastre a propósito de la posibilidad o
imposibilidad de la creación y representación del teatro en aquel momento.
Creemos que es una polémica estéril que no se basa en cómo el fenómeno
teatral se manifiesta en la cultura popular española ni en su papel como
escritores que se plantean a favor del cambio,
"los escritores (...) asalariados de una industria de la cultura que sirve al
consumo de una élite ilustrada, provenimos de una minoría y escribimos
para ella (...)Desconfiemos de los aplausos. A veces nos felicitan quienes
nos consideran inocuos."(Eduardo Galeano op. cit. pág 10)

Frente a lo planteado por Paso, es decir, que se debe pactar con el


sistema para luego, desde dentro de él, destruirlo, creemos que no resiste
mayores consideraciones, y no nos interesa comentarlo, puesto que el
resultado de estas posturas es, en este caso como en muchos, evidente.
Aquéllos que pretenden combatir estructuras en cualquier ámbito y desde la
propia institucionalidad resultan siendo obsecuentes con lo que critican y
terminan siendo parte del sistema.
El caso de Buero Vallejo es un poco más complicado de analizar, por
carecer de mayores antecedentes, pero concordamos con Sastre en que esta
posición linda peligrosamente con la postura de Alfonso Paso, pues, el
plantearse, como lo hace Buero, un teatro que se inserte dentro, o en los
márgenes del sistema, no hace sino legitimar una situación que en principio se
aborrece, y no aporta al proceso de cambios que se dice buscar,

"En gran medida, pienso, la posibilidad del aporte depende del grado de
intensidad de la comunión del escritor con las raíces, los andares y el
destino de su pueblo. También para percibir el latido, el sonido y el ritmo
de la auténtica contra-cultura en ascenso"(Op. cit. pag 16)

Es cierto que la situación política no era fácil, es cierto también que la


censura era drástica y demasiado poco clara pero quienes están por denunciar
y no callar, por defender la condición humana y rescatar el arte desde el fango
al que lo han tirado, no pueden, no deben frenarse frente a contingencias
como éstas

"Escribiendo es posible ofrecer, a pesar de la persecusión y la censura, el


testimonio de nuestro tiempo y nuestra gente - para ahora y después. Se
puede escribir como diciendo, en cierto modo: 'estamos aquí, aquí
estuvimos; somos así, así fuimos"(Op. cit. pág. 21)

En relación con lo planteado por Sastre, creemos, a la luz de sus


manifiestos y artículos en "Documentos sobre el Teatro Español
Contemporáneo", que es un autor intelectualmente contradictorio, como piensa
Buero Vallejo, y demasiado ideologizado. que va, por ejemplo, desde renegar
del teatro - Piscator en el mesiánico manifiesto del T.A.S., hasta tomarlo como
referente y antecedente del T.U.R.S. Por otra parte su postura, no aparece
avalada por un trabajo desde las bases de su sustento ideológico, "el
proletariado", esto es, se irgue como un revolucionario y un teórico
revolucionario pero desconectado del pueblo como lo hemos dicho más arriba.
Por otra parte y pensando en el punto 6 del manifiesto del T.A.S., se nos
ocurre que hay incluso un cierto nivel de superioridad paternalista en su
quehacer como dramaturgo,

"...resulta tan desertora una literatura "revolucionaria" escrita para los


convencidos, como una literatura conservadora consagrada al éxtasis
en la contemplación del propio ombligo. Hay quienes cultivan una
literatura "ultra" y de tono apocalíptico, dirigida a un público reducido y
que está de antemano de acuerdo con lo que se propone y transmite:
¿cuál es el riesgo que asumen estos escritores, por más revolucionarios
que digan ser, si escriben para la minoría que piensa y siente como
ellos? (Op. cit. pág 19)

CONCLUSIONES

Si partimos del principio que toda manifestación artística reproduce en


su devenir el propio devenir de la sociedad, resulta coherente lo que hemos
visto, en cuanto a evolución, del teatro social español. En relación a las
diversas posturas adoptadas frente al momento histórico, podemos mencionar
que no se apartan de lo antes enunciado, sin embargo creemos prudente
subrayar algunos aspectos vinculados a la polémica posibilista.
Creemos que, sumado a lo que ya hemos dicho, a Alfonso Sastre le ha
faltado preguntarse por las raíces mismas de su compromiso como escritor

"Uno escribe a partir de una necesidad de comunicación y de comunión


con los demás, para denunciar lo que duele y compartir lo que da alegría.
Uno escribe contra la propia soledad y la soledad de los otros. Uno
supone que la literatura trasmite conocimiento y actúa sobre el lenguaje y
la conducta de quién la recibe.(...) Pero "los demás" y "los otros" son
términos demasiado vagos; y en tiempos de definición la ambigüedad
puede parecerse demasiado a la mentira. Uno escribe, en realidad, para la
gente con cuya suerte, o mala suerte, uno se siente identificado, los
malcomidos, los maldormidos, los rebeldes y los humillados de esta tierra,
y la mayoría de ellos no sabe leer. Entre la minoría que sabe, ¿cuántos
disponen de dinero para comprar libros? ¿Se resuelve esta contradicción
proclamando que uno escribe para esa cómoda abstracción llamada
"masa"?" (Op. cit. pág 7)

James Petras, un politólogo norteamericano, hablaba hace unos años


sobre la metamorfosis del intelectual latinoamericano y hacía una distinción
que creemos es aplicable a lo que venimos diciendo; Petras sostiene que a un
"intelectual orgánico", es decir un intelectual ligado realmente a los procesos
sociales y al pueblo (él mencionaba entre los orgánicos al poeta salvadoreño
Roque Dalton y nosotros podemos mencionar a Lorca, Hernández entre otros)
siguió un "intelectual institucionalizado", es decir un intelectual profundamente
teórico, desvinculado del pueblo y al cual pareciera servirle el estado de cosas
imperante, para que pueda desarrollar sus tesis. Alfonso Sastre, nos parece
que entra dentro de esta segunda categoría por su asombrosa capacidad de
crear referentes, al parecer, inoperantes desde un punto de vista político y
mucho más desde uno cultural.

"Hermosa tarea la de anunciar el mundo de los justos y los libres; digna


función la de negar el sistema del hambre y de las jaulas. Pero, ¿a cuántos
metros tenemos la frontera? ¿Hasta dónde otorgan permiso los dueños
del poder?" (Op. cit. pág. 9)

Por otra parte, nos parece inverosímil la discusión centrada en la


capacidad de estrenar o no hacerlo y el creer que lo segundo es un índice de
coherencia ideológica ,

"No siempre los datos de tiraje o venta dan la medida de la resonancia de


un libro. A veces la obra escrita irradia una influencia mucho mayor que su
difusión aparente; a veces responde con años de anticipación a las
preguntas y necesidades colectivas, si el creador ha sabido vivirlas
previamente como dudas y desgarramientos dentro de sí" (Op. cit. pág 17)

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