En este capítulo Paulo Freire se propone definir un nuevo programa
educacional y, por ende, una transformación en los métodos y herramientas que se han utilizado en la alfabetización.
En mi primera instancia, el autor plantea que para lograr una
democratización de la educación, hay que comenzar con una democratización en la cultura. Esta necesidad se hizo realidad en el Movimiento de cultura popular de Recife, más precisamente en el Proyecto de Educación de adultos, donde se debatieron problemáticas propias de la comunidad y que no eran impuestas por una agenda externa. De esta manera, se vio que tomando sus temas e intereses, las personas conocían, debatían y participaban críticamente. Esto se trasladó al ámbito educacional y llevó a pensar en un método activo de la alfabetización del adulto, donde una alfabetización mecánica quedaba descartada.
Fue necesario comenzar con una democratización en la cultura para que
las personas sean concientes de su capacidad de transformación y su rol de sujetos activos. A su vez, ser concientes que, sin tener educación previa, eran sujetos críticos y que tienen injerencia en la realidad que habitan, es decir, basta ser hombre para transformar, para captar los datos de la realidad - no hay ignorancia absoluta, ni sabiduría absoluta-.
De esa manera, la alfabetización se halla ligada a la democratización de
la cultura y se deja de lado el pensamiento que propone a los hombres como pasivos, espectadores de los procesos sociales y receptores de información.
Se propone una educación que sea capaz de colaborar con la
organización reflexiva del pensamiento, que ponga a su disposición medios con los cuales poder superar la “captación mágica o ingenua” de la realidad y adquiriere una captación crítica. De este modo, a través de un método activo se propone hacer crítico al hombre a partir del debate en grupo de situaciones desafiantes y existenciales de los grupos, es decir, propias y endógenas. Este método es activo, dialogal y participante.
En este nuevo programa educacional, se incentiva fundamentalmente el
debate crítico y, para introducir esta nueva modalidad, comienza a debatirse en el torno del concepto de cultura, produciéndose una reducción en sus definiciones y se codifica para ser decodificada. De este modo, el analfabeto descubre que ese concepto no es nada nuevo. A partir de este reconocimiento, el analfabeto toma conciencia de ello y cambia sus actitudes anteriores y descubre crítico y hacedor del mundo. Así, el analfabeto comprende críticamente la necesidad de aprender a leer y a escribir, y adquiere una actitud de creación y recreación, donde no se trata de aprender a leer y escribir mecánicamente, sino entender lo que se lee y se escribe.
Finalmente, el autor propone fases de elaboración y de acción práctica
del método.
Fase 1: Se propone obtener el vocabulario de los grupos con los que se
va a trabajar, es decir, vocablos con sentido existencial y hasta palabra típicas del pueblo.
Fase 2: Entre el universo vocabular estudiado hacer una selección de
acuerdo a la riqueza fonética, dificultades fonéticas, entre otras cosas.
Fase 3: Creación de situaciones existenciales típicas del grupo. Son
situaciones que abren perspectivas, para analizar problemas nacionales y regionales.
Fase 4: Elaboración de fichas que ayuden a los coordinadores en su
trabajo. Estas fichas son apoyos y nunca prescripción critica que deben obedecer fielmente.
Fase 5: Preparación de fichas con la descomposición de las familias
fonéticas que corresponden a los vocablos generadores.