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Tuve unos padres muy cariñosos y como todo mundo un hermano menor
algo metiche, mis primos los que sabían todo acerca de mi, mis amigos
quienes siempre me rescataban o me ayudaban con mi drama y mi novio.
Este último un muchacho de tes pálida, pelo negro color azabache,
ondulado que aveces le cubría un ojo y los ojos verdes como los de un
gato.
Nuestra relación duro varios meses, en los cuales con el transcurso del
tiempo mi temperamento y mi carácter fueron cambiando, por causa del
demonio de la abstinencia( la cocaína). Pasaban los días y yo me iba
convirtiendo poco a poco en un ser humano irritable e indiferente a los
sentimientos de los demás. En algún momento llegué a utilizar palabras
crueles y dolorosas con las personas cercanas a mí y llegué hasta volver
me violenta y utilizar la violencia física con mis seres queridos. Por
supuesto que todos sintieron el cambio en mi carácter y mi forma de ser.
No solo descuidaba mis relaciones con los demás, si no que también llegué
a lastimarlos física y emocionalmente. Pero con Mateo era diferente a él
no lo podía lastimar, lo quería demasiado como para hacerle algún tipo de
daño ya fuera físico o emocional, pero pues todo eso yo le hacía a mis
amigos, mi hermano y hasta a veces a mis padres les tocaba un pedazo de
mi mal humor. Mi adicción y mi abstinencia empeoraban -¿pero pues todos
nos preguntamos que logramos comprar o alcanzar con esta extraña
enfermedad que te come como el cáncer?-, y al final incluso llegué a
lastimar a Mateo.
Una noche en la que salimos a una fiesta llegó la hora de ir a casa, antes
de ir a buscar a Mateo hice la última línea de coca. Me pareció que Mateo
me evitaba, logré agarrarlo y el asustado me soltó una cachetada. De
pronto me entró una rabia incontrolable y ya después de eso no recuerdo
lo que hacia. Es como si de pronto mi cerebro se desconectara de mi
cuerpo y una maldad más que diabólica tomo control de mi cuerpo,
alimentada por la cocaína. Mientras que caminaba así la puerta del jardín
lo lleva va sujetado de la corbata que traía, de repente hallé un objeto lo
suficientemente filoso y deliberadamente le arranqué uno de sus hermosos
ojos verdes.
Mientras que pasaban los días el muchacho iba mejorando, solo quedaba el
horrible aspecto de la cuenca del ojo, pero aquella parte iba cubierta con un
parche para que la gente no se aterrorizar al ver el aspecto de esta. El se
paseaba por los pasillos de la escuela al ver me el huía de mi, pues quien
no lo haría después de lo sucedido. Aun quedaba mucha de mi antigua
forma de ser como para no sentir me afectada por lo sucedido. Pero es
sentimiento empezó a convertir se mas en irritación que otra cosa. Sin
embargo presente en mi derrota ante este sentimiento perverso, muchas
veces me pregunto ¿Quien no se a sorprendido después de hacer una
acción estúpida o malvada solo por la simple razón de que sintió la
necesidad de hacer la? Este sentimiento de perversidad se presentó en mi
última caída, me sentí obligada a violentar mi espíritu, a causar el mal por
el mal. Un mañana me lo encontré en el parque cerca de la casa y a
sangre fría, le pase un alambre(que encontré en el piso) por el cuello y lo
apreté hasta que se puso morado/rojo. Lo ahorcaba mientras las lágrimas
brotaban de mis ojos y el mas amargo de los remordimientos se comía a
mi corazón vivo. Lo ahorque por que alguna ves lo había querido y el a mi,
nunca me había dado motivos para matarlo; lo ahorque por que sabía que
al hacer lo habría la posibilidad de que mas allá del alma habría un dios
misericordioso y terrible como para perdonar me por este pecado.
Al día siguiente del incendio fui a visitar la casa, solo quedaba una de las
paredes de la casa, era la pared de la casa donde se encontraba mi cama.
El yeso de la pared había aguantado el fuego, algo que se había atribuido a
su reciente aplicación. Una muchedumbre se había juntado enfrente de la
pared parecían examinar la, al examinar se escuchaban las palabras
“¡extraño!”, “¡curioso!” y otras parecidas a estas palabras despertaron mi
curiosidad. Al acercar me mas vi que en la blanca superficie, grabada en
bajorrelieve, aparecía la figura de un muchacho. El contorno tenía una
nitidez verdaderamente extraordinaria. Había algo alrededor del cuello del
muchacho, al parecer era una corbata que le apretaba mucho.
Una tarde, con mi abstinencia bien en alto por la cocaína para distraer me
de mi abstinencia esa tarde decidí salir a comprar cigarros, pero mi plan se
vio interrumpido al ver que el perro de uno de los vecinos de nuestro nuevo
condominio salió corriendo, al parecer a este le agrade por que me empezó
a ladrar y a jugar con las mangas de mi chamarra(yo no estaba muy
contenta del todo) pero entonces salió disparado un muchacho con la
correa del perro en mano el lo llamaba pero este corría hacia el y
regresaba a donde yo estaba. Cuando me agache acariciar al perro, el ya
estaba lo suficientemente cerca como para hacer contacto visual, al
momento en que levanto mi mirada veo al muchacho que venia detrás del
perro. Era un muchacho no muy alto, con tes oscura, pelo castaño oscuro
y ojos verdes como los de mi amado. Este muchacho no se parecía nada
a mi amado pero era lo mas cercano que había encontrado a el.
Me sentía mas miserable que todas las miserias del mundo puestas juntas.
Pensar que un muchacho, cuyo semejante ya había destruido, era capaz
de causar tanta angustia. No había día, ni noche donde pudiera descansar
ese muchacho me asechaba si, no era por que quería dar me un beso o
una caricia, era por el Black Berry.
Bajo tanta presión de estos tormentos, sucumbí todo lo poco que tenía de
buena. Solo disfrutaba de los malos pensamientos, los mas retorcidos, los
mas perversos pensamientos. La tristeza habitual de mi mal humor terminó
convirtiéndose en aborrecimiento de todo lo que estaba a mi alrededor
junto con la humanidad. Mi hermano y mis padres se convirtieron en mis
víctimas mas habituales de mis repentinas y frecuentes explosiones de
incontrolada furia.
-Agentes- dije por fin cuando encontré las palabras,-me alegro de haber
disipado sus sospechas. Les deseo una vida muy placentera y un poco
mas de cortesía. Por cierto, agentes, esta casa esta muy bien construida
(no podía oír mis propias palabras de tanta felicidad). Estas paredes son
de gran solides.
Hablar de lo que pensé seria una locura. Una mezcla de terror y vértigo
que me empujaron a la pared de enfrente. Por un instante el grupo de
agentes que se hallaba ahí se paralizo del miedo en la misma habitación
que yo. Luego entro un grupo de hombres musculosos que atacaron a la
pared con sus brazos, que cayó de un golpe. El cadáver, ya comprimido y
cubierto de sangre coagulada, a pereció ante los ojos de los espectadores
y los míos.