Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
En el sistema que propone Kelsen, el de sanción es el concepto primitivo, por lo que de forma directa
o indirecta sirve para definir los demás conceptos elementales, mientras que "sanción" no se define
en base a ellos.
Es relevante determinar, con la mayor precisión posible, el significado del término "sanción", puesto
que los eventuales defectos de su definición se reflejarán inevitablemente en las de los restantes
términos jurídicos elementales.
Kelsen, a través de sus distintas obras, define la palabra "sanción" señalando las siguientes
propiedades necesarias y suficientes:
a) se trata de un acto coercitivo, o sea de un acto de fuerza efectiva o latente;
b) tiene por objeto la privación de un bien;
c) quien lo ejerce debe estar autorizado por una norma válida; y
d) debe ser la consecuencia de una conducta de algún individuo.
a) La coerción es distintiva de la actividad de sancionar: La gente asocia, con razón, las sanciones
estatales con la policía y las cárceles. No es necesario para hablar de "sanción" que efectivamente se
efectúe un acto de fuerza (por ejemplo, que la policía tenga que arrastrar al reo hasta la cárcel). El
condenado puede colaborar y hacer innecesaria la aplicación de la fuerza (por ejemplo,
presentándose voluntariamente en una comisaría). Lo que caracteriza, según Kelsen, a la sanción no
es la aplicación efectiva de la fuerza, sino la posibilidad de aplicarla si el reo no colabora.
La voluntad del sujeto sólo cuenta para hacer más fácil las cosas, pero el Estado está dispuesto a
sancionarlo sin tomarla en consideración.
Joseph Raz critica la idea kelseniana de que la coerción es elemento necesario de toda sanción.
Imagina un caso según el cual los que ingresan a un país deben depositar en una institución oficial
una cierta cantidad de dinero; si cometen algún delito, se les descuenta una parte de esa cantidad.
Esta sanción no supone coerción y, por lo tanto, sería errado, según Raz, considerar esta propiedad
como definitoria de la palabra "sanción".
Es posible que Raz tenga razón. Sin embargo, el ejemplo que presenta demostraría que el término
"sanción" tiene en el lenguaje ordinario una designación imprecisa, ya que, si no es por la coerción,
no se ve cómo podrían distinguirse los casos centrales de sanciones, como, por ejemplo, la pena de
cárcel o de muerte, de otros hechos que nada tienen que ver con la actividad de sancionar (por
ejemplo, la reclusión voluntaria de los monjes).
La eliminación de la vaguedad del lenguaje ordinario supone renunciar a algunos de sus usos y
excluir de la denotación de "sanción" casos como el que imagina Raz no es un precio muy grande
para contar con un concepto más preciso.
b) La sanción tiene por objeto privar a otro de algún bien: La pena de muerte, priva de la vida, la de
cárcel de la libertad, la de multa de la propiedad, la inhabilitación priva del ejercicio de ciertos
derechos, como el de conducir automóviles.
Incluso, en otras épocas, había penas que se llamaban "infamantes" y cuyo objeto era desacreditar el
honor del reo (como pasearlo en condiciones vergonzosas por las calles o publicar la condena).
Para evitar la consecuencia de que un acto coercitivo sea una sanción o no, de acuerdo con el placer
o displacer de la persona a quien se aplica, Kelsen propone considerar "bienes" aquellos estados de
cosas que para la generalidad de la gente son valiosos, siendo irrelevante que no lo sean para un
desesperado o un masoquista.
Raz critica aquí también la exigencia implícita de Kelsen de que quien ejecuta la sanción deba ser
una persona diferente a aquella a quien se aplica. Este autor piensa en los ejemplos del que se
presenta voluntariamente en la cárcel o del que deposita el monto de la multa. Sin embargo, en estos
casos la acción espontánea del condenado sólo sustituye a la coerción que un tercero está dispuesto
a ejercer de cualquier modo; para el concepto de sanción es decisiva la existencia de ese tercero
preparado para llevar a cabo, aun por la fuerza, la privación de un cierto bien.
c) La sanción se ejerce por una autoridad competente: Si viéramos en los diarios la fotografía de un
individuo disparando a la sien de otro que está atado a un poste, pensaríamos que se trata de una
instantánea de un asesinato atroz. Sin embargo, si al pie de la foto leyéramos que el que disparó el
arma era el verdugo oficial de un cierto gobierno, estaríamos, dispuestos a cambiar nuestra
calificación de "homicidio" por la de "pena de muerte". Lo que distingue a la pena de muerte del
homicidio, es que la primera es ejecutada por una autoridad competente.
¿Quiénes tienen competencia para aplicar sanciones y dentro de qué ámbito? Depende de lo que
dispongan las normas del orden jurídico que tengamos en consideración.
Usualmente, los sistemas jurídicos desarrollados distinguen entre la función de disponer que una
sanción se aplique —lo que es, en general, tarea de los jueces— y la función de ejecutarla —que
generalmente está a cargo de funcionarios administrativos—.
1) Mientras la sanción penal generalmente se reclama de oficio, por el fiscal, la civil debe demandarse
por el damnificado.
2) En tanto que el producido de la multa penal pasa a integrar el erario público, el de la ejecución
forzosa beneficia al demandante.
3) Mientras la sanción penal tiene una finalidad retributiva o preventiva —según las teorías sobre la
finalidad de la pena— la sanción civil tiene el propósito de resarcir el daño producido y su monto está
dado por la extensión de este último.
Kelsen se preocupa por señalar que estos criterios no son absolutos y hay importantes excepciones
de sanciones penales o civiles que no reúnen las características distintivas señaladas (como el caso
de la pena por el delito de injurias, que sólo puede ser reclamada por la víctima).
Un rasgo importante que no es mencionado por Kelsen y que parece distinguir las penas de las
sanciones civiles y de las demás medidas coactivas estatales, es que es parte esencial de la razón
por la que la pena se aplica el imponer algún sufrimiento a su destinatario. Esto es así tanto si se
considera que la finalidad última de la pena es la prevención (en cuyo caso el sufrimiento es un medio
para desalentar para el futuro al penado u otra gente), como si es la retribución (en cuyo caso el
sufrimiento del que ha hecho un mal es un fin en sí mismo). En cambio, en el caso de las otras
medidas coactivas, el sufrimiento del destinatario puede ser una consecuencia colateral inevitable,
pero no es parte de la finalidad de las medidas. Podría intentarse su eliminación o atenuación
(proveyendo, por ejemplo, de una compensación adecuada a sus destinatarios) sin que las medidas
pierdan su razón de ser. Es obvio que si se compensara a los penados se desvanecería el sentido de
la pena.