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Altruismo: ayuda a los demás

El altruismo es lo opuesto al egoísmo. Una persona altruista es desinteresada y


servicial, incluso cuando no se le ofrece ningún beneficio a cambio, ni lo espera.

¿Por qué ayudamos?

INTERCAMBIO SOCIAL:

Las interacciones humanas están guiadas por una “economía social”. No sólo
intercambiamos bienes materiales y dinero sino también bienes sociales: amor,
servicios, información y posición social. Al hacerlo, utilizamos una estrategia de
“minimax”: minimizamos los costos y maximizamos las recompensas.

EL INTERÉS POR UNO MISMO DISFRAZADO DE AYUDA:

Las retribuciones que motivan la ayuda pueden ser internas o externas. Damos
para obtener; siendo así, estamos mucho más dispuestos a ayudar a alguien que
nos agrade, a alguien cuya aprobación deseamos.

Los beneficios de ayudar también encierran gratificaciones internas. P.ej. cuando


estamos cerca de alguien que esta acongojado, típicamente respondemos con
empatía.

Los actos altruistas también aumentan nuestra sensación de valía: “lo hace sentir
bien a uno consigo mismo y le da una sensación de autosatisfacción”.

Skinner dice que damos crédito a las personas por sus buenas acciones
solamente cuando no las podemos explicar. Atribuimos su comportamiento a sus
disposiciones internas sólo cuando no encontramos explicaciones externas.
Cuando las causas externas son obvias les damos crédito a ellas y no a la
persona.

No obstante existe una debilidad en la teoría del intercambio social: fácilmente


degenera en querer dar una explicación al asignar nombres. So es la aprobación
social la motivación para ayudar, entonces, deberíamos poder encontrar
experimentalmente que cuando la aprobación es el resultado de ayudar, la ayuda
aumenta.

LA EMPATIA COMO FUENTE DE ALTRUISMO GENUINO

El psicólogo Daniel Batson (1991,1995) teoriza que nuestra disposición a ayudar


se encuentra influenciada por ambas consideraciones, las que van en beneficio
propio y las desinteresadas. La inquietud por el sufrimiento de alguien nos motiva
a aliviar nuestro malestar bien sea escapando de la situación que nos inquieta o
ayudando. Batson y sus colegas reportan que, en especial, cuando nos sentimos
vinculados a alguien, también sentimos empatía. Así como con las personas con
las que nos sentimos identificados.

Al sentir empatía nos enfocamos no es nuestro propio malestar sino en el del que
sufre. La simpatía autentica y la compasión nos motivan a ayudar a la persona
pensando en su propio beneficio. Tal empatía se presenta de forma natural.

Otros hallazgos sugieren que el altruismo autentico puede existir:

• La empatía genera ayuda incluso hacia los miembros de grupos rivales,


pero sólo cuando se cree que el otro recibirá la ayuda que necesita.

• Si su empatía esta estimulada, las personas ayudan aun cuando crean que
nadie se enterara de la ayuda. Si sus esfuerzos por ayudar no tienen éxito
se sienten mal, incluso si el fracaso no es culpa suya.

• Si alguien estimula su empatía, las personas violaran sus propios principios


de equidad y justicia para darle a esa persona un tratamiento de prelación.

NORMAS SOCIALES

Frecuentemente ayudamos a los demás no porque hayamos calculado


conscientemente que tal forma de comportamiento va dirigida a nuestro propio
interés, sino simplemente porque algo nos dice que tenemos que hacerlo.
1. Norma de la Reciprocidad: el sociólogo Alvin Gouldner (1960) defiende que
un código moral universal es la norma de la reciprocidad; a quienes nos
ayudan debemos corresponderles ayudándolos y no perjudicándolos.
En todos tipos de interacción, recibir sin dar a cambio viola la norma de la
reciprocidad.

2. La norma de la responsabilidad social: La creencia de que se debe ayudar a


quienes necesitan ayuda, sin tener en cuenta futuros intercambios.

Los experimentos demuestran que inclusive quienes ayudan permanecen


anónimos y no esperan ninguna retribución, con frecuencia ayudan a las
personas necesitadas. Sin embargo, usualmente aplican la norma de la
responsabilidad social de manera selectiva a aquellos cuyas necesidades
no parecen deberse a su propia negligencia.

3. Psicología evolucionista: sostiene que la esencia de la vida es la


supervivencia de los genes. Nuestros genes nos impulsan a caminos que
han maximizado sus posibilidades de supervivencia. Al morir nuestros
ancestros sus genes continuaron viviendo, predisponiéndose a
comportarnos de manera que esos genes fueran esparcidos en el futuro.
Los genes que predisponen a los individuos a favorecer
desinteresadamente el bienestar de los demás no habrán de sobrevivir en
la competencia evolutiva.

4. Protección de los parientes: Nuestros genes nos disponen para que nos
interesemos por los familiares quienes también los aportan. Es así como
una forma de sacrificio de si mismo que aumentaría la supervivencia de los
genes de la devoción a los hijos. Los padres que ponen el bienestar de sus
hijos antes que el suyo, tienen más posibilidad de transmitir sus genes que
los padres que descuidan a sus hijos.

El punto no es que calculemos la relación genética antes de ayudar, sino


que la naturaleza programa para que nos desinteresemos por nuestros
parientes cercanos.
Algunos psicólogos evolucionistas dicen que también podemos esperar un
favoritismo étnico de endogrupo, raíz de notables conflictos históricos y
contemporáneos. E.O Wilson anotó que la selección de los parientes es “el
enemigo de la civilización. Si los seres humanos están en gran medida
guiados…a favorecer a sus propios parientes y a su tribu, solamente es
posible una cantidad limitada de armonía global”.

5. Reciprocidad: El biólogo Robert trivers sostiene que un organismo ayuda a


otro porque espera a su vez ser ayudado. El que da espera más adelante
recibir, en tanto que la omisión para corresponder es castigada: el
tramposo, el renegado y el traidor son universalmente despreciados.

La reciprocidad funciona mejor en grupos pequeños y aislados, en los que


frecuentemente se ve a las personas a quienes hacen favores. Las
escuelas pequeñas, los pueblos, las iglesias, los equipos de trabajo y las
residencias estudiantiles, conducen a todos a un espíritu comunitario en el
que las personas se interesan las unas por las otras.

¿En qué circunstancias ayudamos?

INFLUENCIAS DE LA SITUACIÓN, EL NÚMERO DE OBSERVADORES:

En ocasiones la víctima en realidad tenía menos posibilidades de recibir ayuda


cuando muchas personas estaban presentes. Latané y Darley supusieron que a
medida que el número de observadores aumenta, un observador dado tiene
menos probabilidad de notar el incidente, menos probabilidad de notar el
incidente, menos probabilidad de interpretar el incidente como un problema o una
emergencia y menos probabilidad de asumir la responsabilidad y actuar.

INTERPRETAR:

Las malas interpretaciones son alimentadas por lo que Thomas Gilovich, Kenneth
Savitsky y Victoria Husted Medvec llaman la “ilusión de transparencia” es decir, la
tendencia a sobreestimar la capacidad de los demás para “leer” nuestros estados
internos. Con más frecuencia de lo que usualmente suponemos, nuestro disgusto,
nuestro engaño y nuestra alarma son opacos. Profundamente conscientes de
nuestras emociones, suponemos que se filtran y que los demás ven a través de
nosotros. A veces lo hacen. Pero con frecuencia, mantenemos aparente
tranquilidad de manera muy efectiva.

INFLUENCIAS DE LA SITUACIÓN, PRESIÓN DEL TIEMPO:

Una persona que no esté de prisa puede detenerse y ofrecer su ayuda a otra que
se encuentra en dificultades. Una persona que esté de prisa, probablemente
seguirá de largo.

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