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El Estado y la Educación
La razón que sustenta la intervención del Estado en las escuelas tiene una influencia
en el desarrollo de planes de estudio y de las relaciones sociales en el salón de
clases, cuyo éxito se mide en función del grado en que preparan a los estudiantes
con el conocimiento y las habilidades que necesitarán para desempeñarse
productivamente en el lugar de trabajo. Las escuelas funcionan, para mantener a los
estudiantes fuera de la fuerza de trabajo mantienen a los niños fuera de las calles y
aseguran que la mayor parte de los días del año no puedan comprometerse en
actividades que vayan a quebrantar un contexto social sujeto a la acumulación de
capital, sino que estén dispuestos a ser socializados.
La intervención del Estado también se manifiesta en el modo como la política se
formula fuera del control de maestros y padres, ya que programa el manejo de
fondos para niños catalogados como no aptos (de lento aprendizaje, con problemas
terapéuticos, con problemas de disciplina, etcétera) de esta manera sostiene
proyectos de rehabilitación. Define tal falta de aptitud como un problema del niño o
5
Apple (1997), Educación y Poder, pp. 54-55.
de su cultura, y no como algo que se debe a la pobreza, a los conflictos generados
por el desarrollo histórico de las jerarquías económico- culturales de la sociedad.
Los teóricos de la educación estudian como el Estado enfoca la relación entre poder
y conocimiento: específicamente, cómo el Estado “ejerce e impone su poder
mediante la producción de ‘verdad’ y ‘Conocimiento’ en la educación”.6
El Estado se apropia, y entrena a los “intelectuales” que se desempeñan como
expertos en la concepción y producción de conocimientos escolares y funcionan para
separar al conocimiento tanto del trabajo manual como del consumo popular. Detrás
de este profesionalismo se encuentra uno de los rasgos principales de la ideología
dominante: la separación de saber y poder.
Poulantzas afirma: “La relación saber-poder encuentra su expresión en técnicas
particulares del ejercicio de dispositivos de poder inscritos en la textura del Estado,
por medio de los cuales las masas populares son mantenidas permanentemente a
distancia de los centros donde se toman las decisiones.”.7
Uno de los papeles fundamentales de las escuelas es valorizar el trabajo intelectual y
descalificar el trabajo manual, lo que lleva a excluir y devaluar la historia y cultura de
la clase obrera.
Las escuelas juegan un papel activo en apoyar la opinión de que la política y el poder
se definen en torno a derechos del individuo y mediante la dinámica del proceso
electoral. Por un lado, funciona para separar los asuntos que conciernen a la política
y a la democracia de la esfera económica y para desplazar la noción de conflicto, de
su contexto social de clase, al terreno de los derechos individuales y de la lucha.
La intervención que más directamente ejerce el Estado está constituida por la ley, un
ejemplo de este vínculo es el hecho de que los fundamentos de la política escolar a
veces se establecen en los tribunales, la asistencia obligatoria a la escuela no
garantiza la obediencia de los estudiantes y, en algunos aspectos, se vuelve un
elemento importante en el surgimiento de la resistencia estudiantil: un hecho que a
menudo olvidan los teóricos de la resistencia.
6
James Donald,(1979) “Green Paper: Noise of a Crisis”, en Screen Education, 30, 1979, pp.13-49.
7
Poulantzas,(1975) citado en Donald, “Green Paper”, p. 21.
Poulantzas (1975), considera las escuelas como un mero aparato estatal ideológico,
que no proporciona ningún espacio teórico para la investigación del surgimiento y la
dinámica de contra-culturas estudiantiles y de cómo se van desarrollando en la
interacción de las relaciones escolares concretas y antagonistas.8 La cultura es, el
sujeto como el objeto de la resistencia, la fuerza de la cultura no sólo está en cómo
funciona para dominar a los grupos subordinados, sino también en el modo como los
grupos oprimidos sacan de su propio capital cultural un conjunto de experiencias
para desarrollar una lógica de oposición.
8
Poulantzas (1975), Las clases en la Sociedad Contemporánea, cit., pp. 259-270.
9
Contreras Domingo, José. Enseñanza, (1994) currículum y profesorado. Introducción crítica a la
didáctica. 2 ed. Madrid: Akal, 1994. p. 177-179.
10
Michael Apple, (1986): Ideología y Currículo, Akal. Madrid, 1986. Cap III, Pág 63.
las declaraciones de fines y objetivos de los profesores"11. Su percepción precisa un
análisis hermenéutico, casi psicoanalítico, de los procesos educativos, poniendo en
evidencia los sentidos ocultos de lo que se muestra en los currículos declarados.
Parte del convencimiento de que todo discurso educativo se basa en supuestos
implícitos que a menudo el propio discurso ignora. Por ello el currículo oculto se
revela sobretodo en las ausencias, las omisiones, las jerarquizaciones, las
contradicciones y los desconocimientos que presenta el mismo currículo oficial y la
práctica diaria docente que, se supone, lo realiza; al igual que los deseos
inconscientes de una persona se revelan ante todo en los actos fallidos cotidianos.
El análisis del currículo oculto mide la diferencia entre el currículo intencional (tal
como lo proclaman la institución y el docente) y el currículo realmente aprendido por
el estudiante (tal como egresa de la institución), diferencia que resulta de los
aprendizajes no intencionales en la institución (lo que se transmite sin saberlo).
Un currículo humanista está centrado en los resultados afectivos más que en los
cognitivos. Pero las instituciones sociales, incluyendo los establecimientos
educacionales formales, traen consigo significados y condiciones que cambian
nuestras vidas y y junto con eso adquieren el poder sobre nosotros; el sistema
dominante social, político y económico está presente en todos los aspectos críticos
del currículo."... el campo curricular tiene sus raíces en el suelo del control social. Su
paradigma intelectual tomó forma primeramente en la primera parte de este siglo,
convirtiéndose en una serie identificable de procedimiento para la selección y
organización del conocimiento escolar; procedimientos que han de ser enseñando a
los profesores y más educadores. En que el tiempo, el interés fundamental de las
personas del campo del currículo era el control social." 12 Michael Apple (1986)
La hipótesis de Apple es que existe una mala distribución del capital económico y
cultural. Las escuelas en las actuales sociedades tecnológicas, se convierten en las
11
Apple, M. W. (1986): Ideología y currículo. Madrid. Akal.
12
Michael Apple, Ideología y Currículo, Akal., Madrid, 1986. Cap VII, Pág. 179
transmisoras de este capital cultural, jugando un papel primordial a la hora de
transmitir conocimiento, por lo cual atribuye el poder y el control sobre los demás.
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