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La teoría de: "el lenguaje está antes que el pensamiento" plantea que el

idioma influye o determina la capacidad mental (pensamiento). En esta


corriente lingüística incide la "gramática generativa" de Noam Chomsky,
para quien existe un mecanismo idiomático innato, que hace suponer que el
pensamiento se desarrolla como consecuencia del desarrollo de dicho
mecanismo. Por lo tanto, si se considera que el lenguaje es un estado
interior del cerebro del hablante, independiente de otros elementos
adquiridos del entorno social, entonces es fácil suponer que primero está el
lenguaje y después el pensamiento; más todavía, si se parte del criterio de
que el lenguaje acelera nuestra actividad teórica, intelectual y nuestras
funciones psíquicas superiores (percepción, memoria, razonamiento, etc).

La teoría de: "el pensamiento está antes que el lenguaje" sostiene que la
capacidad de pensar influye en el idioma. Algunos psicolingüistas creen que
el lenguaje se desarrolla a partir del pensamiento y no a la inversa. Estos
defienden la Teoría de la Hipótesis Cognitiva.

La "teoría simultánea" define que tanto el lenguaje como el pensamiento


están ligados entre sí. Esta teoría fue dada a conocer ampliamente por el
psicólogo ruso L.S. Vigotsky, autor que trataremos más adelante.

Por su parte, los lógicos y lingüistas han tratando de encontrar en el


pensamiento equivalentes exactos a las unidades lingüísticas y viceversa,
aunque a ello hay que rebatir que el pensamiento es lingüístico por su
naturaleza y el lenguaje es el instrumento del pensamiento.

Así pues, las diversas teorías que pretenden explicar el origen del lenguaje,
las funciones del pensamiento y sus operaciones concretas, son motivos de
controversias entre los estudiosos de estas ramas del conocimiento
humano. Empero, cualquier esfuerzo por echar nuevas luces sobre este
tema, tan fascinante como explicarse los misterios del universo, es siempre
un buen pretexto para volver a estudiar las ciencias que conciernen al
lenguaje y el pensamiento de todo ser dotado de capacidad racional y
sentido lógico.

Lev Semyónovich Vigotsky, 1896 – 1934, psicólogo bielorruso, es uno de


los más destacados teóricos de la psicología del desarrollo, y precursor de la
neuropsicología. Fue descubierto y divulgado por los medios académicos del
mundo occidental en la década de 1960.

El carácter prolífico de su obra y su temprano fallecimiento ha hecho que se


lo conozca como "el Mozart de la psicología" (caracterización creada por
Stephen Toulmin). La idea fundamental de su obra es la de que el desarrollo
de los humanos únicamente puede ser explicado en términos de interacción
social que en la actualidad aborda la Biosociología. El desarrollo consiste
en la interiorización de instrumentos culturales (como el lenguaje) que
inicialmente no nos pertenecen, sino que pertenecen al grupo humano en el
cual nacemos. Estos humanos nos transmiten estos productos culturales a
través de la interacción social. El "Otro", pues, toma un papel
preponderante en la teoría de Vigotsky.

Pensamiento y Lenguaje
Entre las contribuciones de Vigotsky podemos destacar la interrelación que
establece entre el desarrollo del lenguaje y el pensamiento. Este concepto
lo desarrolla enPensamiento y Lenguaje reconociendo la explícita y
profunda interconexión que existe entre el lenguaje oral y el desarrollo de
los conceptos abstractos y mentales. Propone que entre pensamiento y
palabra hay una vinculación indisoluble, y señala que no es correcto
tomarlos como elementos aislados, como hacen teóricos y lingüistas cuando
sólo buscan equivalencias exactas entre estos dos conceptos. Si bien
pensamiento y lenguaje tienen raíces genéticas diferentes, en un
determinado momento del desarrollo del individuo -hacia los dos años de
edad-, ambas líneas se entrecruzan para conformar una nueva forma de
comportamiento: el pensamiento verbal y el lenguaje racional.

"En la filogenia del pensamiento y el lenguaje son claramente discernibles


una fase preintelectual en el desarrollo del habla y una fase prelingüística
en el desarrollo del pensamiento."

"El pensamiento verbal no es una forma innata, natural de la conducta pero


está determinado por un proceso histórico-cultural y tiene propiedades
específicas y leyes que no pueden ser halladas en las formas naturales del
pensamiento y la palabra"

Psicología del desarrollo o evolutiva

La psicología del desarrollo o evolutiva parte de la consideración de


que el desarrollo humano y la conducta a lo largo de todo el ciclo vital están
en función de la interacción entre factores biológicamente determinados,
físicos y emocionales —como la estatura o el temperamento—, e influencias
ambientales —familia, escuela, religión o cultura. Los estudios sobre esta
interacción se centran en conocer las consecuencias que tienen ciertas
actuaciones durante la vida de las personas (por ejemplo, saber cómo se
comportarán los niños que son maltratados por sus padres cuando ellos
mismos sean padres; estudios realizados parecen indicar que los hijos que
han sufrido malos tratos serán también padres que dañarán a su vez a sus
hijos).

Otros estudios se han centrado en la relación entre el envejecimiento y las


facultades intelectuales: teorías que afirman que las habilidades
intelectuales de una persona declinan con rapidez después de los 55 años,
son refutadas por investigaciones que demuestran que este declive es
gradual. Los estudios realizados con adultos, basados en los trabajos sobre
`crisis de identidad' del psicoanalista estadounidense Erik Erikson, señalan
que en la vida de las personas hay fases estables —con una duración de 5 a
7 años— durante las cuales la energía se consume con el trabajo, la familia
y las relaciones sociales, enmarcadas por fases de transición —de 3 a 5
años— en las que se valoran las principales áreas vitales. Estas fases
pueden ser tranquilas o críticas; un ejemplo de ellas es la llamada `crisis de
la mediana edad'. Hoy se estudia si estas transiciones son las mismas para
hombres y mujeres, y si son universales.
Psicología infantil, estudio del comportamiento de los niños desde el
nacimiento hasta la adolescencia, que incluye sus características físicas,
cognitivas, motoras, lingüísticas, perceptivas, sociales y emocionales.

Los psicólogos infantiles intentan explicar las semejanzas y las diferencias


entre los niños, así como su comportamiento y desarrollo, tanto normales
como anormales. También desarrollan métodos para tratar problemas
sociales, emocionales y de aprendizaje, aplicando terapias en consultas
privadas y en escuelas, hospitales y otras instituciones.

Las dos cuestiones críticas para los psicólogos infantiles son: primero,
determinar cómo las variables ambientales (el comportamiento de los
padres, por ejemplo) y las características biológicas (como las
predisposiciones genéticas) interactúan e influyen en el comportamiento; y
segundo, entender cómo los distintos cambios en el comportamiento se
interrelacionan.

Tanto Platón como Aristóteles escribieron sobre la infancia. Platón sostenía


que los niños nacen ya dotados de habilidades específicas que su educación
puede y debe potenciar. Sus puntos de vista siguen hoy vigentes en la idea
de las diferencias individuales ante una misma educación. Aristóteles, por
su parte, propuso métodos de observación del comportamiento infantil, que
fueron precursores de los que hoy aplican los investigadores. Durante varios
siglos después, apenas hubo interés por el estudio del niño, al que se veía
como un adulto en miniatura, hasta que en el siglo XVIII el filósofo francés
Jean-Jacques Rousseau se hizo eco de las opiniones de Platón, postulando
que los niños deberían ser libres de expresar sus energías para desarrollar
sus talentos especiales. Esta perspectiva sugiere que el desarrollo normal
debe tener lugar en un ambiente no restrictivo, sino de apoyo, idea que hoy
nos resulta muy familiar.

El estudio científico. En el siglo XIX, la teoría de la evolución dio un fuerte


impulso al examen científico del desarrollo infantil. Darwin hizo hincapié en
el instinto de supervivencia de las distintas especies, lo que provocó el
interés por la observación de los niños y por conocer los distintos modos de
adaptación al entorno, como medio también de conocer el peso de la
herencia en el comportamiento humano. Estos estudios tuvieron un valor
científico limitado por su falta de objetividad e incapacidad para describir
adecuadamente los comportamientos observados, haciendo imposible su
validación.

La investigación científica sobre el desarrollo infantil hizo grandes progresos


a comienzos del siglo XX. Uno de los mayores estímulos sería la
introducción, en 1916, por parte del psicólogo estadounidense Lewis
Terman, del test de inteligencia conocido hoy como test de Stanford-Binet,
que condujo a una serie de estudios sobre el desarrollo intelectual del niño.
En la década siguiente, un grupo de científicos estadounidenses
comenzaron a realizar observaciones de carácter longitudinal a gran escala
de los niños y sus familias: el mismo niño era seguido, observado y
examinado durante un cierto periodo de su desarrollo.

El psicólogo estadounidense Arnold Gesell creó un instituto de investigación


en la Universidad de Yale con el único objetivo de estudiar a los niños,
analizando su comportamiento a través de filmaciones. Además de
introducir esta técnica, Gesell aplicó el método cruzado por secciones, en el
que distintos niños son observados a varias edades diferentes, planteando
por vez primera un desarrollo intelectual por etapas semejantes a las del
desarrollo físico infantil.

Los resultados reunidos durante un periodo de veinte años ofrecieron


información abundante sobre los esquemas y las cifras claves en el
desarrollo evolutivo, del que también se señalaron pautas, según la edad,
para una amplia variedad de comportamientos. Estas normas serían
empleadas tanto por los profesionales de la educación como por los padres
para valorar su desarrollo. El problema de estos estudios basados en la
observación fue que, al tomar como punto de partida la evolución y la
genética, no hicieron referencia en las variables ambientales, que fueron
prácticamente excluidas de los trabajos sobre la inteligencia.

Estudios ambientales

Mientras la observación científica vivía sus mejores momentos, otros


investigadores escribían sobre la función del ambiente en el desarrollo y
comportamiento infantiles. Sigmund Freud hizo hincapié en el efecto de las
variables ambientales en el desarrollo, e insistió especialmente en la
importancia del comportamiento de los padres durante la infancia, fundando
toda una corriente y estableciendo una serie de teorías básicas sobre el
desarrollo de la personalidad que aún hoy influyen en los psicólogos
infantiles.

El psicólogo estadounidense John B. Watson, uno de los fundadores y el


principal representante del conductismo, insistió también en la importancia
de las variables ambientales, en este caso analizadas como estímulos
progresivamente asociados por condicionamiento a diferentes respuestas,
que se aprenden y modelan al recibir refuerzos positivos (recompensas) o
negativos (castigos), o simplemente desaparecen por la ausencia de
refuerzos tras su ejecución.

Esta perspectiva, que tuvo en la década de 1950 un gran impacto en las


investigaciones, negaba casi totalmente la influencia de variables biológicas
o predisposiciones innatas. De esta forma la mente del recién nacido era
una especie de `hoja en blanco' sobre la que los diferentes
comportamientos vendrían determinados por las circunstancias ambientales
de determinadas experiencias, por lo que las diferencias entre los distintos
individuos serían fruto únicamente de esas distintas experiencias. La
escuela conductista reforzó los estudios experimentales e incorporó la
psicología infantil a la corriente fundamental de la psicología. No obstante,
aunque sus contribuciones al estudio del desarrollo fueron importantes, hoy
su perspectiva se considera excesivamente simplista.

A comienzos de la década de 1960, la atención se volcó en los estudios del


psicólogo suizo Jean Piaget, quien desde los años veinte había escrito sobre
el desarrollo cognitivo del niño. Piaget denominaba a su ciencia como
epistemología genética (estudio del origen del conocimiento humano) y sus
teorías dieron lugar a trabajos más avanzados y profundos, con más entidad
teórica en psicología infantil. Estos trabajos utilizan tanto métodos de
observación como experimentales y, teniendo en cuenta el
comportamiento, integran variables biológicas y ambientales. Podemos
afirmar que la actual psicología evolutiva tiene sus orígenes en la teoría de
la evolución darwiniana, pero también incorpora las preocupaciones de
Watson y los conductistas por las influencias ambientales.

TEORÍAS EVOLUTIVAS O DEL DESARROLLO

Una teoría del desarrollo debe reflejar el intento de relacionar los cambios
en el comportamiento con la edad cronológica del sujeto; es decir, las
distintas características conductuales deben estar relacionadas con las
etapas específicas del crecimiento. Las leyes que regulan las transiciones
entre estas diferentes etapas del desarrollo también deben identificarse. Las
principales teorías evolutivas son la teoría freudiana de la personalidad y la
de la percepción y cognición de Piaget. Ambas explican el desarrollo
humano en la interactividad de las variables biológicas y ambientales.

La teoría de Freud sostiene que una personalidad sana requiere satisfacer


sus necesidades instintivas, a lo que se oponen el principio de realidad y la
conciencia moral, representados desde una perspectiva estructural por las
tres instancias de la personalidad: el ello (fuente de los impulsos
instintivos), el yo (instancia intermedia, que trata de controlar las demandas
del ello y las del superyó adaptándolas a la realidad) y el superyó
(representación de las reglas sociales incorporadas por el sujeto, especie de
conciencia moral).

El centro fisiológico de los impulsos instintivos se modifica con la edad, y los


periodos de los diferentes centros se denominan etapas. El `ello' de los
recién nacidos, por ejemplo, alcanza la máxima satisfacción al mamar,
actitud que define la etapa oral, primera etapa de las cuatro que permiten
llegar a la sexualidad adulta. Freud integró así en su teoría las variables
biológicas y las ambientales.

Por su parte, Piaget basa sus teorías sobre el supuesto de que desde el
nacimiento los seres humanos aprenden activamente, aún sin incentivos
exteriores. Durante todo ese aprendizaje el desarrollo cognitivo pasa por
cuatro etapas bien diferenciadas en función del tipo de operaciones lógicas
que se puedan o no realizar:

En la primera etapa, la de la inteligencia sensomotriz (del nacimiento a los 2


años aproximadamente), el niño pasa de realizar movimientos reflejos
inconexos al comportamiento coordinado, pero aún carece de la formación
de ideas o de la capacidad para operar con símbolos.

En la segunda etapa, del pensamiento preoperacional (de los 2 a los 7 años


aproximadamente), el niño es capaz ya de formar y manejar símbolos, pero
aún fracasa en el intento de operar lógicamente con ellos, como probó
Piaget mediante una serie de experimentos.

En la tercera etapa, la de las operaciones intelectuales concretas (de los 7 a


los 11 años aproximadamente), comienza a ser capaz de manejar las
operaciones lógicas esenciales, pero siempre que los elementos con los que
se realicen sean referentes concretos (no símbolos de segundo orden,
entidades abstractas como las algebraicas, carentes de una secuencia
directa con el objeto).
Por último, en la etapa de las operaciones formales o abstractas (desde los
12 años en adelante, aunque, como Piaget determinó, la escolarización
puede adelantar este momento hasta los 10 años incluso), el sujeto se
caracteriza por su capacidad de desarrollar hipótesis y deducir nuevos
conceptos, manejando representaciones simbólicas abstractas sin
referentes reales, con las que realiza correctamente operaciones lógicas.

Competencia comunicativa

En los enfoques propios del funcionalismo lingüístico, se denomina


competencia comunicativa a la capacidad de entender, elaborar e
interpretar los diversos eventos comunicativos, teniendo en cuenta no sólo
su significado explícito o literal, lo que se dice, sino también las
implicaciones, el sentido implícito o intencional, lo que el emisor quiere
decir o lo que el destinatario quiere entender. El término se refiere a las
reglas sociales, culturales y psicológicas que determinan el uso particular
del lenguaje en un momento dado.

La expresión se creó para oponerla a la noción de competencia lingüística,


propia de la gramática generativa. Según el enfoque funcional, esta no
basta para poder emitir un mensaje de forma adecuada.

La competencia comunicativa es la habilidad del que utiliza la lengua para


negociar, intercambiar e interpretar significados con un modo de actuación
adecuado.

“ La competencia comunicativa es el término más general


para la capacidad comunicativa de una persona, capacidad
que abarca tanto el conocimiento de la lengua como la
habilidad para utilizarla. La adquisición de tal competencia
está mediada por la experiencia social, las necesidades y
motivaciones, y la acción, que es a la vez una fuente renovada
de motivaciones, necesidades y experiencias ”.
DELL HYMES

“ La competencia comunicativa es una capacidad que


comprende no sólo la habilidad lingüística, gramatical,
de producir frases bien construidas y de saber interpretar
y emitir juicios sobre frases producidas por el hablante-
oyente o por otros, sino que, necesariamente, constará,
por un lado, de una serie de habilidades extralingüísticas
interrelacionadas, sociales y semióticas, y por el otro, de
una habilidad lingüística polifacética y multiforme ”.

GAETANO BERRUTO

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