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w w w . m e d i a c i o n e s .

n e t

De los medios
a las mediaciones
Jesús Martín-Barbero

Introducción
(G.Gili, Barcelona, 1987)

En este libro, Martín-Barbero aborda el conflicto entre


emisores y receptores, y el hecho de que no siempre son
seducidos estos últimos sin resistencias; el sentido de lo
que la gente produce fuera del esquema de los medios
masivos; y los procesos sociales que en América Latina
rompen las viejas seguridades y nos enfrentan a la
verdad cultural de estos países. La comunicación deviene
una cuestión de cultura, que exige rever todo ese
proceso massmediador desde el lado de la recepción, del
reconocimiento y la apropiación. Este desplazamiento
metodológico implica una nueva visión de la modernidad
latinoamericana y de sus perspectivas, no a través de la
disidencia cultural automarginada o del museo
tradicional sino mediante el estudio de la fuerza, la
densidad y la pluralidad de las culturas populares y su
relación con la irrupción histórica de las masas. “La
apuesta y el objetivo de este libro –nos dice– es hacer
investigables los procesos de constitución de lo masivo
por fuera del chantaje culturalista que los convierte
inevitablemente en procesos de degradación cultural”,
evitando que “la presencia del pueblo en la masa” nos
haga olvidar la necesaria crítica de todo lo que en lo
masivo es enmascaramiento de la desigualdad social y
dispositivo de integración ideológica.
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Lo que aquí llega trae las huellas de un largo recorrido.


Venía yo de la filosofía y, por los caminos del lenguaje, me
topé con la aventura de la comunicación. Y de la heidegge-
riana morada del ser di así con mis huesos en la choza-
favela de los hombres, construida en barro y cañas pero con
radiotransistores y antenas de televisión. Desde entonces
trabajo aquí, en el campo de la massmediación, de sus dis-
positivos de producción y sus rituales de consumo, sus
aparatajes tecnológicos y sus puestas en espectáculo, sus
códigos de montaje, de percepción y reconocimiento.

Durante un tiempo el trabajo consistió en indagar cómo


nos manipula ese discurso que a través de los medios masi-
vos nos hace soportable la impostura, cómo la ideología
penetra los mensajes imponiéndole desde ahí a la comuni-
cación la lógica de la dominación. Atravesé sociolingüís-
ticas y semióticas, llevé a cabo lecturas ideológicas de textos
y de prácticas, y dejé muestra y constancia de todo ello en
un libro que titulé, sin ocultar las deudas, Comunicación
masiva: discurso y poder. Pero ya entonces –estoy hablando de
hace diez años– algunos comenzamos a sospechar de aque-
lla imagen del proceso en la que no cabían más figuras que
las estratagemas del dominador, en la que todo transcurría
entre unos emisores-dominantes y unos receptores-domina-
dos sin el menor indicio de seducción ni resistencia, y en la
que por la estructura del mensaje no atravesaban los conflic-
tos ni las contradicciones y mucho menos las luchas. Justo
por esos años algo se nos movió en realidad –por estas lati-
tudes los terremotos no son infrecuentes– tan fuertemente
que dejó al aire y nos hizo visible el profundo desencuentro
entre método y situación: todo lo que del modo en que las
gentes producen el sentido de su vida, del modo en que se

De los medios a las mediaciones. Introducción.


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comunican y usan los medios, no cabía en el esquema. Di-


cho en otras palabras: los procesos políticos y sociales de
esos años –regímenes autoritarios en casi toda América del
Sur, cercadas luchas de liberación en Centroamérica, mi-
graciones inmensas de hombres de la política, el arte y la
investigación social– destruyendo viejas seguridades y
abriendo nuevas brechas nos enfrentaron a la verdad cultural
de estos países: al mestizaje que no es sólo aquel hecho
racial del que venimos, sino la trama actual de modernidad
y discontinuidades culturales, de formaciones sociales y
estructuras del sentimiento, de memorias e imaginarios que
revuelven lo indígena con lo rural, lo rural con lo urbano, el
folklore con lo popular y lo popular con lo masivo.

Fue así como la comunicación se nos tornó cuestión de


mediaciones más que de medios, cuestión de cultura y, por
tanto, no sólo de conocimientos sino de reconocimiento.
Un reconocimiento que fue, de entrada, operación de des-
plazamiento metodológico para re-ver el proceso entero de
la comunicación desde su otro lado, el de la recepción, el de
las resistencias que ahí tienen su lugar, el de la apropiación
desde los usos. Pero en un segundo momento, y justamente
para que aquel desplazamiento no quede en mera reacción
o pasajero cambio teórico, se está transformando en reco-
nocimiento de la historia: reapropiación histórica del
tiempo de la modernidad latinoamericana y su destiempo
abriendo brecha en la tramposa lógica con que la homoge-
neización capitalista aparenta agotar la realidad de lo
actual. Pues en América Latina la diferencia cultural no
nombra, como quizá en Europa y en Estados Unidos, la
disidencia contracultural o el museo, sino la vigencia, la
densidad y las culturas populares, el espacio de un conflicto
profundo y una dinámica cultural insoslayable. Y estamos
descubriendo estos últimos años que lo popular no habla
únicamente desde las culturas indígenas o las campesinas,
sino también desde la trama espesa de los mestizajes y las

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deformaciones de lo urbano, de lo masivo. Que, al menos


en América Latina, y contrariamente a las profecías de la
implosión de lo social, las masas aún contienen –en el doble
sentido de controlar y de tener dentro– al pueblo. No po-
demos entonces pensar hoy lo popular actuante al margen
del proceso histórico de constitución de lo masivo: el acceso
de las masas a su visibilidad y presencia social, y de la masi-
ficación en que históricamente ese proceso se materializa.
No podemos seguir construyendo una crítica que desliga la
masificación de la cultura del hecho político que genera la
emergencia histórica de las masas y del contradictorio mo-
vimiento que allí produce la no-exterioridad de lo masivo a
lo popular, su constituirse en uno de sus modos de existen-
cia. Atención, porque la trampa está tanto en confundir el
rostro con la máscara –la memoria popular con el imagina-
rio de masa– en creer que pueda existir una memoria sin un
imaginario desde el que anclar en el presente y alentar el
futuro. Necesitamos de tanta lucidez para no confundirlos
como para pensar las relaciones que hoy, aquí, hacen su
mestizaje.

Esa es la apuesta y el objetivo de este libro: cambiar el lu-


gar de las preguntas, para hacer investigables los procesos
de constitución de lo masivo por fuera del chantaje cultura-
lista que los convierte inevitablemente en procesos de degra-
dación cultural; Y, para ello, investigarlos desde las media-
ciones y los sujetos, esto es, desde la articulación entre
prácticas de comunicación y movimientos sociales. De ahí
sus tres partes –la situación, los procesos, el debate– y su
colocación invertida: pues siendo el lugar de partida, la
situación latinoamericana resultará en la exposición sólo lugar
de llegada. Aunque espero que las señales dejadas a lo largo
del recorrido activen la complicidad del lector y permitan
durante la travesía reconocerla.

De los medios a las mediaciones. Introducción.


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Hablé al comienzo de las huellas que dejó el largo reco-


rrido que se hace libro aquí, y necesito señalar algunas. Así,
en la primera parte, las dificultades para articular un discur-
so que, siendo reflexión filosófica e histórica, no se distancie
demasiado ni suene exterior a la problemática y la expe-
riencia que trata de iluminar. Y, a ratos, la sensación
doblemente insatisfactoria de haber quedado a medio cami-
no entre aquellas y éstas; además del innegable sabor a
ajuste de cuentas que conservan ciertas páginas. El aparente
parecido de la segunda parte con el trazado de una arqueo-
logía que buscara en el pasado, en sus estratos, la forma
auténtica de unos modos y unas prácticas de comunicación
hoy desaparecidas o degradadas; cuando en verdad lo que
buscamos es algo radicalmente diferente: no lo que sobrevi-
ve de otro tiempo, sino lo que en el hoy hace que ciertas
matrices culturales sigan teniendo vigencia, lo que hace que
una narrativa anacrónica conecte con la vida de la gente.
Finalmente, en la tercera parte, la tramposa impresión de
que, al investigar las formas de presencia del pueblo en la
masa, estuviéramos abandonando la crítica a lo que en lo
masivo es enmascaramiento y desactivación de la desigual-
dad social y, por tanto, dispositivo de integración ideoló-
gica. Pero este es quizá el precio que debemos pagar por
atrevemos a romper con una razón dualista y afirmar el
entrecruzamiento en lo masivo de lógicas distintas, la pre-
sencia en ello no sólo de los requerimientos del mercado,
sino de una matriz cultural y de un sensorium que asquea a
las élites mientras constituye un "lugar" de interpelación y
reconocimiento de las clases populares.

Son muchas las personas e instituciones que prestaron su


apoyo a la investigación en que se basa este libro. De entre
ellas debo un especial reconocimiento a la Universidad del
Valle, en Cali, que me otorgó una comisión de estudios
para armar el proyecto y allegar la documentación necesa-
ria, y me posibilitó tiempo durante varios años para llevar

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adelante la investigación. A los profesores e investigadores


en comunicación de la Universidad de Lima y de la Autó-
noma Metropolitana de Xochimilco, en México, que le
reconocieron validez a la propuesta desde que era apenas
un esbozo y me invitaron varias veces a discutir y confron-
tar su desarrollo. Al IPAL, que hizo posible un recorrido por
varios centros de investigación para la discusión y allega-
miento actualizado de información. Mi agradecimiento
sincero para aquellas personas que no sólo me ayudaron
con su debate intelectual, sino que me apoyaron con su
afecto: Patricia Anzola, Luis Ramiro Beltrán, Héctor
Schmucler, Ana María Fadul, Rosa María Alfaro, Néstor
García Canclini, Luis Peirano. Y para Elvira Maldonado
que padeció y acompañó día a día el trabajo.

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