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Georges Bataille: nuestro otro anómalo

Las desviaciones de la naturaleza

"Entre todas las cosas que pueden ser contempladas bajo la concavidad
de los cielos, nada hay que avive más el espíritu, que cautive los sentidos,
que espante más, que provoque en las criaturas una admiración o un
terror más grande que los monstruos, los prodigios y las abominaciones
por las que vemos invertidas, mutiladas y truncadas las obras de la
naturaleza".

Esta frase de Pierre Boaistuau encabeza sus Histoires prodigieuses, obra


publicada en 1561 (1), es decir, en una época de calamidades públicas.
Los prodigios y los monstruos fueron mirados en el pasado como presagios
y, en general, en tanto que tales, como pájaros de mal agüero. Boaistuau
tuvo el mérito de consagrarles su libro sin preocuparse por los augurios y
de reconocer hasta qué punto los hombres están ávidos de asombro.
Hoy en día el placer de ir a ver los "fenómenos" es considerado un placer
circense y a quien da los primeros pasos se lo califica de papanatas. En el
siglo XVI una especie de curiosidad religiosa, debida en parte a la
costumbre de vivir a merced de las calamidades más fantásticas, se
mezclaba todavía a la simpleza curiosa. Los libros consagrados a los
hermanos siameses y a los terneros de dos cabezas de la época fueron
muy numerosos y sus autores no vacilaban en exagerar. El lujoso álbum
de planchas grabadas y coloreadas de los Regnault, publicado en 1775
-algunas de cuyas reproducciones figuran aquí-, testimonia una
preocupación bastante superficial por la información. (2) Testimonia sobre
todo el hecho de que, de una manera u otra, en una u otra época, la
especie humana no puede permanecer indiferente ante sus monstruos.
No retomare aquí la clasificación anatómica, reproducida en todos los
diccionarios, de los tratados de teratología de Geoffroy-Saint-Hilaire o de
Guinard. Poco importa, en efecto, que los biólogos hagan entrar en
categorías a los monstruos, como si se tratara de especies. No por ello
dejan de ser menos ciertas las anomalías y las contradicciones.
Cualquier "fenómeno" de circo provoca una impresión positiva de
incongruencia agresiva, algo cómica, pero sobre todo generadora de
malestar. Este malestar está oscuramente ligado a una seducción
profunda. Si se tratara de una dialéctica de las formas, evidentemente hay
que tener muy en cuenta tales desviaciones de las cuales la naturaleza, a
pesar de que se los considere con frecuencia como contra natura, es
indiscutiblemente responsable.

Prácticamente esta impresión de incongruencia es elemental y constante:


es posible afirmar que se manifiesta en algún grado en cualquier individuo
humano. Pero es poco perceptible. Por tal motivo es preferible referirse a
los monstruos para determinarla.
Sin embargo, el carácter común de la incongruencia personal y del
monstruo se puede expresar con precisión. Conocemos las imágenes
compuestas de Galton realizadas mediante impresiones sucesivas, sobre
una misma placa fotográfica, de figuras análogas pero diferentes unas de
otras. Así, con cuatrocientos rostros de estudiantes norteamericanos del
sexo masculino, se obtiene un rostro tipo de estudiante norteamericano.
Georg Treu definió en Durschnittbild und Schönheit (L'image composite et
la beauté, Zeitschrift für Aesthetik und allgemeine Kunstw/issenschaft,
1914, IX, 3) la relación entre la imagen compuesta y sus componentes
demostrando que la primera era necesariamente más hermosa que el
término medio de las otras; así veinte rostros mediocres componen uno
hermoso y se obtienen sin dificultad figuras cuyas proporciones están
cerca de las del Hermes de Praxíteles. La imagen compuesta daría así una
especie de realidad a la idea platónica, necesariamente bella. Al mismo
tiempo la belleza estaría a merced de una definición tan clásica como la
de la medida común. Pero cada forma individua! escapa a esta medida
común y, en algún grado es un monstruo.

Es útil observar aquí que la constitución del tipo perfecto con la ayuda de
la fotografía compuesta no es demasiado misteriosa. Si se fotografía un
número considerable de guijarros de dimensiones semejantes pero de
formas diferentes es imposible obtener algo que no sea una esfera, es
decir, una figura geométrica. Es suficiente constatar que una medida
común conduce necesariamente a la regularidad de las figuras
geométricas.
De tal modo los monstruos estarían dialécticamente ubicados en la
antípoda de la regularidad geométrica, al igual que las formas
individuales, pero de una manera irreductible. No obstante "entre todas
las cosas que pueden ser contempladas bajo la concavidad de los cielos,
nada hay que avive más el espíritu humano, etc."

La expresión de la dialéctica filosófica mediante las formas, como la que el


autor del Acorazado Potemkin, S. M. Eisenstein, se propone realizar en su
próxima película (así lo dijo durante su conferencia pronunciada en la
Sorbona el 17 de enero) puede adquirir el valor de una revelación y
determinar las reacciones humanas más elementales, por lo tanto las más
consecuentes.

Sin llegar a abordar aquí la cuestión de los fundamentos metafísicos de


una dialéctica cualquiera, nos permitimos afirmar que la determinación de
un desarrollo dialéctico de hechos tan concretos como las formas visibles
seria literalmente perturbadora: "Nada hay que avive más el espíritu, que
cautive los sentidos, que espante más, que provoque en las criaturas una
admiración o un terror más grande..."

Georges Bataille
1. Pierre Boaistuau llamado Launay, nacido en Nantes, murió en París
en 1566. Sus Histoires prodigieuses (1 ed. París, 1561, in-8°) han sido
reimpresas muchas veces.

2. Les Ecarts de la nature ou Recueil des principales monstruosités


que la nature produit dans le monde animal, pintados de acuerdo con
el modelo natural y realizados por los Regnault, París, 1775, in-fol, 40
planchas grabadas.

publicado en Documents N° 2, segundo año, 1930,


Sobre
páginas 79 a 83
'Documentos'
facsímil de la tapa

Junto a tantos manifiestos que sobreviven en estado de documentos,


estos Documentos tienen una vivacidad que justifica hacer con ellos un
libro, más aún dado que su unidad prevalece sobre su diversidad. En
efecto, ya se trate de las flores, del gnosticismo, de los Pieds Nickelés,
de van Gogh o de las monedas galas, Bataille busca siempre destacar
esa 'respuesta de la noche humana, burlona y horrible, a las simplezas
de los idealistas.

(...) No queremos reiniciar una querella: sin embargo sabemos que en


esa época Bataille fue extremadamente hostil a la actividad surrealista
y mediante Documents encarnó la resistencia a la dictadura de André
Breton y su grupo.

(...) Financiada por un gran marchand de cuadros, Georges Wildenstein,


la revista Documents debe su interés a la presencia de Georges Bataille
(...) El primer número apareció en abril de 1929, los otros siguieron
regularmente cada tres meses, salvo una interrupción en julio-agosto.
La colección consta de quince números: 1 a 7 en 1929 y 1 a 8 en 1930.
Bernard Nöel

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