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Sinopsis:

En 1527, durante los primeros años de la conquista española, Alvar Núñez


Cabeza de Vaca, tesorero de Carlos I de España, se embarca en la expedición
de Pánfilo de Narváez a Florida. La expedición naufraga en las costas de
Louisiana. Alvar es hecho prisionero y convertido en esclavo. Después de sufrir
todo tipo de humillaciones es dejado en libertad. Se reencuentra con cuatro
compañeros y juntos emprenden un viaje de cuatro años que culminará en lo
que hoy es el territorio de Sinaloa.

Comentario:
Dentro del movimiento que ha revitalizado al cine mexicano desde 1989,
Cabeza de Vaca sobresale como el filme menos convencional de todos los
realizados hasta la fecha. Dirigido por un reconocido realizador de
documentales, e inspirado en la narración del propio Alvar Núñez, el filme es un
verdadero poema lírico y visual sobre el encuentro de los europeos con
América. Al alejarse de la narrativa linear tradicional del medio cinematográfico,
Nicolás Echevarría logra liberar al medio cinematográfico de sus reglas
habituales, para internarse en lo mágico, lo invisible, lo lírico y lo
incomprensible. De esta manera, el cineasta ha recreado, de manera sublime,
la incomprensión imperante en el llamado encuentro de dos culturas, algo que
no logran totalmente filmes con temáticas similares como Danza con Lobos
(Kevin Costner, 1991) o 1492: Conquista del Paraíso (Ridley Scott, 1992). Más
que una propuesta histórica rigurosa, el filme de Echevarría plantea una visión
plástica del mundo americano del siglo dieciséis. Al recurrir a la creación de
comunidades indígenas probables de esa época -ninguna de ellas
históricamente cierta- el cineasta sintetiza la visión imperante en ese mundo y,
sobre todo, la incomprensión del europeo ante esa nueva realidad.

Todos los elementos de creación cinematográfica confluyen en Cabeza de


Vaca para crear una propuesta visual de proporciones épicas. Música,
imágenes, sonidos, movimientos de cámara y actuaciones: todos ellos
construyen un filme enigmático e inquietante que se convierte en un poema
visual sobre la Conquista. En 1528, una expedición española al Nuevo Mundo
sufre un desastre en la costa de Florida. Uno de los pocos sobrevivientes, Alvar
Núñez Cabeza de Vaca se convierte en un esclavo de un chamán indio y su
compañero (un enano sin brazos). Al principio, Cabeza de Vaca no puede
tolerar las dificultades de la esclavitud pero eventualmente comienza a
aprender las técnicas curativas del chamán. Después de ayudar a curar a otro
indio, Cabeza de Vaca recibe su libertad del chamán y su enano. Cabeza de
Vaca viaja por la país por ocho años y experimenta grandes dificultades y dolor;
él también se reúne con los tres otros sobrevivientes de expedición.
Eventualmente, Cabeza de Vaca llega a ser un gran curador para una tribu
india utilizando su medicina europea y las técnicas del chamán. El fin de la
película refleja el impacto de la conquista. Cabeza de Vaca y los otros
sobrevivientes son encontrados por soldados españoles y devueltos al
campamento español. En este momento, Cabeza de Vaca parece más indio
que español y no puede tolerar la idea de esclavizar a los indios para construir
una iglesia. La película muestra la jornada y la evolución interna de un
explorador español. Hablando de coproducciones, quiero resaltar un filme que
antes cité, Cabeza de Vaca, protagonizado por Juan Diego. Sin lugar a dudas,
el trabajo fotográfico que requirió esta producción fue muy complejo, dado que
se trataba de reflejar la mirada de un occidental, Álvar Núñez Cabeza de Vaca,
recién llegado a ese mundo que para él era nuevo. Y hago esta diferencia
porque hoy disfrutamos de un rico bagaje de imágenes que nos permite
componer en nuestro inconsciente aquellos naufragios y la naturaleza de las
tierras que debió de contemplar el viajero. Pero él asistió a esos
acontecimientos por primera vez, y éste es justamente el sentimiento que
pretendíamos captar en el filme.

La mision

Una forma de vencer esas resistencias es leer la historia de La misión desde


historias más recientes y que capten la atención del alumno.
El fragmento elegido para trabajar la Cuaresma es el siguiente. El P. Gabriel
vuelve de su misión de san Carlos, de más arriba de las cataratas, al convento
base. Viene descalzo. Jarrea. Unos niños se le acercan en la calle, siempre
hay alguna chuchería. El superior del convento, de rasgos mestizos (después
se discutirá en la película si los indios son personas), encarga al P. Gabriel una
tarea “que creo sólo vuestra merced puede llevar a cabo”. Mientras, suena en
gregoriano el Gloria in excelsis Deo (la gloria de Dios es que el hombre viva).
Rodrigo está hundido. Encerrado voluntariamente en un agujero. No quiere ver
a nadie. Lo que desea es morir.
El P. Gabriel le empieza ofreciendo comida, que rechaza; e inmediatamente un
perdón provocador. Merece la pena asistir al diálogo entre ambos para más
tarde analizarlo. Aquí está la clave de Carnaval, Cuaresma y Pascua.

La ley no puede tocar a Rodrigo, fue un duelo. Pero él está hundido. Eso no le
consuela. Ya dijo S. Pablo que la ley no da vida, y por eso no justifica.
Cuando la vida se judicializa pierde el fundamento. La propia ley se queda sin
base; sin los valores sobre los que se sustenta; sólo organiza superficialidades
y acaba siendo instrumento de opresión en manos de los poderosos.
¿Qué significa judicializar la vida política? Matar la democracia.

La ascensión
Se inicia la espectacular subida de las cataratas. Rodrigo, descalzo, arrastra
como pesado fardo todos los símbolos (espada, coraza...) a los que ha
dedicado hasta ahora su vida. Instrumentos de opresión, esclavitud y muerte.
Con un brevísimo trazo la película nos habla de un elemento esencial en la
Cuaresma, la oración. En un alto, en la noche, se oye en labios de los que
están escalando la catarata un murmullo de rezos. Son sólo dos breves frases
(Alma de Cristo, santifícame...), pero suficiente para reconocer la Oración que
usaba San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Esta
famosísima oración, en tiempos no tan lejanos, se solía rezar después de la
comunión. Es fácil encontrarla en los antiguos misalitos y devocionarios. Esta
es la oración completa. La misión recrea,con bastantes inexactitudes
históricas, las misiones que fundaron los jesuítas en territorios que hoy
pertenecerían a países como Paraguay, Brasil y Argentina.

En las misiones o reductos, los indios guaraníes no sólo eran instruidos en la fe


católica, sino que a instancias de los sacerdotes de la compañía, llevaron a
cabo un tipo de organización de carácter igualitario. Esa estructura iba contra
los intereses de las monarquías de España y Portugal, que utilizaban a los
indios como esclavos. La Iglesia de Roma acabó prohibiendo estas misiones
por atentar contra sus intereses, pero no todos los jesuítas acataron la
decisión. Muchos empuñaron las armas y fueron aniquilados junto a los indios
por la artillería hispanoóportuguesa en la batalla de Caibale, en 1756. Pelicula
muy recomendable, La Misión (1986) del director inglés Roland Joffé. Cuenta la
historia de las misiones (también llamadas reducciones) que los jesuitas
crearon en Paraguay con la misión de evangelizar a los indios.

La misión de Roland Joffé se ha convertido en un auténtico clásico moderno.


Producción del británico David Puttnam, de cuya mano han salido títulos como
Los duelistas, El expreso de medianoche, Carros de fuego y Los gritos del
silencio (esta última dirigida en 1984 también por Joffé), narra con aplomo una
de las gestas españolas en el nuevo mundo: la evangelización de los indios
guaraníes, llevada a cabo por los jesuitas en las conocidas reducciones. Estas
instituciones donde el evangelio se diría hecho realidad, junto al hermosísimo
paisaje (increíbles las cataratas de Iguazú, fotografiadas con pericia por el
oscarizado Chris Menges), parecen restituirnos al paraíso perdido. Pero
cuestiones políticas de diversa índole podrían dar al traste con todo.

La historia, escrita por Robert Bolt (Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago, Un


hombre para la eternidad), transcurre en el siglo XVIII, cuando España y
Portugal han llegado a un acuerdo político, plasmado en el Tratado de Madrid,
para gestionar sus colonias americanas. Una consecuencia “colateral” de tal
tratado es que los jesuitas, que tienen una misión en tierras de los guaraníes,
en Brasil, deberían abandonar el lugar. Pero el padre Gabriel (Jeremy Irons),
que esta al frente de la misión, se resiste a dejar a esas almas que tiene
encomendadas. Contará con la ayuda de los otros padres, entre los que
destaca Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), un antiguo traficante de esclavos,
que está tratando de redimirse de su pasado disoluto.

La película da un magnífico ejemplo de lo que se ha dado en llamar


inculturación. Para transmitir a los indígenas la fe cristiana, el padre Gabriel se
sirve de la música, y gracias a su oboe logra comunicar con ellos. A este
respecto la música del genial Ennio Morricone se revela memorable, con temas
hermosísimos, incluido el Ave María guaraní. Para Joffé, que trabajó codo con
codo con Bolt, cuyo estado de salud entonces era delicado, la cosa está clara:
“Sentí que había algo muy hermoso en aquello que los seres humanos pueden
compartir, y aquello se convirtió en la raíz de la historia para mí”.

Una de las cosas que mejor funcionan en el film es la diferencia de caracteres


entre el padre Gabriel, apóstol convencido de la no violencia y del poder de la
oración, y Rodrigo, que debido a su pasado guerrero es partidario de no
quedarse de brazos cruzados y combatir la injusticia. Además de a Irons y De
Niro, pueden verse en el reparto a unos entonces jovencísimos Liam Neeson y
Aidan Quinn.

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