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“los circulos de la comunicaciÓn”
¿por qué fenómenos vamos a comenzar? esta gran bolsa encierra demasiadas cosas (que no son,
justamente, cosas, sino relaciones); la comunicación, se dice, no es un buen tema de pensamiento.
empecemos por el comienzo, es decir, por la naturaleza.
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secundarias de la comunicación verbal, codificada y mediatizada.
en la esfera doméstica
ahora demos un paseo por una casa. está, al mismo tiempo, abierta y cerrada, equipada con
ventanas y membranas filtrantes que son las terminales del mundo externo, que se interna sin vio-
lencia, en pequeñas dosis, hasta en nuestra intimidad. una clasificación sumaria de estos diferentes
medios de comunicación nos dará una primera cartografía de nuestra disciplina. algunos aparatos
sirven para aumentar el radio de las relaciones interpersonales: el caso ejemplar es el del teléfono,
del fax, el e-mail o del simple correo. detrás de estos se extiende una red ruidosa de mensajes pro-
ducidos de individuo a individuo, respetando en mayor o menor medida los espacios y los tiempos
de cada uno: sobre todo el que responde, al diferir la recepción de los mensajes, nos protege de las
intrusiones de lo directo, es decir, del tiempo de los demás. por el contrario, la televisión, los dia-
rios, las revistas o la radio penetran en nuestras casas con un flujo de mensajes que no están especí-
ficamente destinados a nosotros y que son producidos en una escala masiva (aunque cada vez tie-
nen blancos más precisos). estos mensajes circulan desde un centro hacia una periferia ampliamente
anónima, y no permiten demasiado la conversación o el feed-back: el correo de lectores, a radio-
com c'est uous” o la presencia de algunos oyentes en la televisión o la radio no constituyen una in-
teracción real, palabra clave de las nuevas tecnologías.
estos medios de comunicación tradicionales difunden de acuerdo con un esquema “uno/ to-
dos” mensajes necesariamente impersonales y obligatoriamente estandarizados según mediciones
de audiencia o la tendencia de las cadenas emisoras. en su contenidos se distinguen ingredientes
muy diferentes, que agruparemos en cuatro grandes clases:
1 la información propiamente dicha (que nos propone conocimiento), categoría noble pero
minoritaria;
2 la diversión, las ficciones o los juegos (que nos proponen simple entretenimiento);
3 las emisiones relacionales, que pretenden sacudir la tan denunciada apatía del público y re-
hacer el vinculo social (es el caso del telethon1, de los reality shows o de todos los programas con
los que la televisión intenta paliar las carencias de las instituciones);
4 finalmente, los mensajes directivos, por medio de los cuales una gran cantidad de anuncian-
tes (que van desde los políticos hasta los simples mensajes publicitarios) pregonan o prescriben
1 emisión televisiva de una jornada en la que se recauda dinero para los niños discapacitados (n. de la t.)
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acerca de lo útil y lo bueno.
entre las misiones que llevan a cabo los diferentes medios de comunicación, una visión inte-
lectualista privilegió, durante mucho tiempo, la de la pura información, o la de la “cultura”, en tanto
que la comunicación consiste, en primer término, en organizar el vinculo social, en estructurar la
vida cotidiana y en mantener la cohesión de la comunidad.
todavía no mencionamos la computadora, que puede ayudar a algunos medios de comunica-
ción tradicionales y que aumenta, de manera considerable, el análisis doméstico de la información y
el poder de cálculo. si se añade el cd-rom o internet, la computadora multimedia puede sustituir y
amplificar la mayoría de las funciones informativas y relacionales que llevan a cabo los medios de
comunicación nombrados anteriormente. pero en el espacio doméstico también hay cuadros colga-
dos de las paredes y libros y discos acomodados en los anaqueles, a los que, en general, se clasifica
como obras (eventualmente de arte): su tiempo no es el del flujo, escapan al ritmo de la informa-
ción ya que escuchar varias veces una sinfonía o un poema no los vuelve perimidos sino que, por el
contrario, aumenta el placer que obtenemos de estos “mensajes” de un tipo más raro. en tanto que
la información y la comunicación pueden ejercerse en tiempo real, y que lo directo -o, al menos,
cierta frescura- son un ingrediente de su valor, las obras de arte actúan sobre nosotros, con frecuen-
cia, después de un tiempo que hace a su grandeza y que puede, en el caso del mensaje espiritual, re-
montarse a la “noche de los tiempos”.
la comunicación pedagógica
la escuela, esa antecámara del espacio público, es un intenso lugar de comunicación. arranca
al niño de la esfera doméstica primaria para introducirlo en un espacio al que llamaremos, todavía,
tradicional, que no tiene la dureza del mundo del trabajo pero que prepara para este mundo, al en-
frentar a los individuos con relaciones y conflictos inéditos. el saber que vehiculiza la escuela pro-
viene de lo que régis debray denominó grafósfera, y la mayoría de las acciones escolares se produ-
cen a través del libro; esta majestad de lo escrito, que siempre compitió o fue completada por la
oralidad y las relaciones interpersonales, hoy está desafiada por otras herramientas: lo audiovisual,
el multimedia, la enseñanza por televisión o diversas redes alternativas de distribución e intercam-
bio de los conocimientos. ¿los modos de razonamiento que emergían de las clases tradicionales se
mantendrán frente a las “nuevas tecnologías”? ¿qué formas renovadas de cultura o (dirán algunos)
de analfabetismo, genera hoy el choque de lo visible con lo legible, o de las pantallas con lo
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escrito? la imagen, el audiovisual y la computadora tardaron mucho tiempo en penetrar en los re-
cintos pedagógicos y en los contenidos de los programas, y su introducción provocó anuncios entu-
siastas o apocalípticos. por supuesto que no van a destruir ni al libro ni al pizarrón, pero su coexis-
tencia con las antiguas herramientas de aprendizaje y de cultura parece irresistible y anuncia formas
inéditas de saber, de transmisión o de memoria.
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nos lúdicos o pasionales que implican con mayor seguridad la adhesión o el deseo que un razona-
miento demasiado severo. el mundo helado del cálculo egoísta y de las relaciones económicas está
acolchado por la frivolidad publicitaria, o por el principio del placer que lo disfraza y lo acompaña
con tanta seguridad como su sombra. ¿dónde se detiene, hoy, este modelo de la comunicación mar-
keting? donde hay que vender (un producto, un dirigente político, una obra de arte o una corriente
de pensamiento) se despliega la panoplia publicitaria que intenta seducirnos. por lo tanto el estado
moderno no escapa a esta extensión de la seducción. cuando las comunidades tradicionales y algu-
nos cuerpos intermedios están amenazados por la disolución en el individualismo de masas, la “co-
municación”, una vez más, se propone como la panacea capaz de rehacer el vinculo de lo social, in-
cluso de la autoridad o de la trascendencia simbólica. ¿es posible, al mismo tiempo, producir creen-
cia, trascendencia o pertenencia como se despachan, en otras partes, productos manufacturados? la
ola de estudios y de profesiones de la comunicación forma parte, quizás, de un espejismo, el de las
relaciones públicas o de los intercambios simbólicos finalmente accesibles a la manipulación, el
sueño de producir científicamente algo que se parezca al vinculo social.
los mismos estudios, sin embargo, enseñarán que ninguna sociedad se basa en la ciencia ni en
la lógica, sino en un mito o una brujería inaccesible, como tal, al cálculo. los “asesores de comuni-
cación” pululan alrededor de los políticos, de los jefes de empresas o de todos los que detentan al-
guna parcela de autoridad pública; sueñan con programar técnicamente una interacción pragmática,
sin que la competencia de estos expertos supere sensiblemente a la de los hacedores de lluvia.
la globalización
el circulo más amplio de nuestros estudios se encuentra, finalmente, en la esfera mundial de
los intercambios, o en el horizonte bautizado globalización. también en este caso los profetas del
apocalipsis y del futuro radiante rivalizaron en elocuencia. con mayor sobriedad, nuestros estudios
consisten, en primer término, en distinguir en este dominio lo que se globaliza rápidamente (los in-
tercambios monetarios y económicos, la geoestrategia de las multinacionales o de las grandes po-
tencias, la información, el turismo, la estandarización científica y técnica o el mundo de los objetos
en general) y lo que, del lado de los sujetos, resiste infinitamente estos movimientos centrífugos y
empuja en sentido inverso, hacia las micro pertenencias y la partición comunitaria. la extensión pla-
netaria de la cultura de masas no verificó los temores de los que denunciaban la estandarización o
el reino uniforme de lo igual y el retorno de arcaísmos tan flagrantes (y escandalosos para la utopía
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comunicativa) como la religión o los diversos nacionalismos da a pensar acerca de los limites de
nuestras modernas “máquinas de comunicación” -de las que, en primera fila, se encuentra el motor
del mercado. coca cola no va a abolir nunca el islam, ni la occitania, ni la gastronomía. y los tres es-
tán en internet, en donde se intercambian una y mil maneras de compartir algo, con algunos o va-
rios millones...