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LA FAMILIA ADOPTA UNA CARTA DE DEBERES Y DERECHOS

GP Febrero de 1995

A MEDIADOS DE FEBRERO DE 1995, la Familia adoptó unos estatutos por los que
comenzará a regirse el próximo 1º de abril. El documento, de doscientas páginas, fue
elaborado por un comité de redacción y pulido en una serie de talleres consultivos que se
celebraron en distintas partes del mundo. A éstos asistieron más de doscientas personas de
una amplia gama de nacionalidades, oficios y edades, que constituían una muestra bastante
representativa del conjunto de miembros de nuestras comunidades. Buen número de
concurrentes pertenecía a la segunda generación del movimiento, compuesta por
adolescentes y jóvenes adultos.
El texto se divide en dos grandes secciones: los Estatutos de la Familia y las Reglas
Fundamentales de la Familia. Consta también de explicaciones y varios apéndices. Puntualiza
los principios, objetivos y doctrinas esenciales de nuestra agrupación y codifica su sistema de
gobierno. Por todo el mundo, cada discípulo mayor de 16 años plenamente incorporado a la
Familia ha recibido un ejemplar.
David Brandt Berg, fundador de la Familia, estudió y aprobó un proyecto del documento
poco antes de fallecer a finales de 1994. Cada faceta de los Estatutos se basa en sus escritos
y enseñanzas. La mayor parte de los artículos vienen complementados por pasajes extraídos
de las cerca de 3.000 Cartas que publicó a lo largo de las tres últimas décadas. El documento
en su concepción es totalmente nuevo, mas no así las doctrinas y principios en que se
fundamenta. De las decenas de miles de páginas editadas por la Familia, se han extractado
las creencias y normas consideradas esenciales y cuya práctica sigue vigente. Al formalizar
en un solo documento los más importantes principios y reglas, que hasta la fecha se hallaban
esparcidos por las publicaciones del movimiento, se facilita enormemente su consulta.
El objetivo primordial de los Estatutos es establecer una normativa general, bien
comprensible y definida, para el gobierno de la agrupación. En el marco de esas directrices,
los integrantes de la Familia gozan de amplias oportunidades de escoger lo que a su juicio es
la voluntad de Dios para cada uno de ellos y de obrar libremente por propia iniciativa. David
Berg y su esposa y sucesora María siempre han deseado que los componentes de la Familia
pudieran seguir al Señor de acuerdo con los preceptos de la Palabra de Dios, con un mínimo
de orientación por parte de los dirigentes, pero sin dejar de observar ciertas pautas necesarias
para preservar la unidad del grupo. Los Estatutos fijan una estructura que permitirá cumplir
ese deseo.
La Familia se ha venido orientando hacia la constitución de comunidades más reducidas y
de más fácil manejo. Esta tendencia, combinada con las disposiciones del nuevo documento,
garantizará que todos los miembros participen activamente en el gobierno de sus
comunidades sin requerir mucha asistencia de los directivos regionales. Asimismo, éstos
podrán dedicar más tiempo y energías a la oración, al estudio de la Palabra de Dios y a las
labores de asesoramiento, enseñanza y formación de los discípulos, en lugar de intervenir tan
directamente en los asuntos cotidianos de los Hogares.

***

Presentamos a continuación una síntesis del origen de los Estatutos y una breve
descripción de cada una de sus partes. Se ha enviado una copia de esta explicación a todos
los asociados de la Familia (conocidos como colaboradores TRF).
Los Estatutos de la Familia son la culminación de casi un año de trabajo por parte de
David Berg —antes de su deceso—, María, Peter y sus más estrechos colaboradores,
Servicios Mundiales y los dirigentes continentales. Se habían recibido decenas de cartas que
expresaban la opinión de las bases populares en cuanto a la necesidad de reevaluar, mejorar
o racionalizar ciertos aspectos del modus operandi de la Familia. Mediante un proceso de
consulta que se prolongó durante gran parte de 1994, se analizaron esos informes y se
decidió redactar un anteproyecto que recogiera las inquietudes vertidas en ellos. Este
borrador fue luego revisado en una serie de reuniones de trabajo que tuvieron lugar en
distintas partes del mundo, con la asistencia de representantes de todos los sectores de
actividad y niveles directivos de nuestro movimiento. De esta manera se reunieron sus ideas e
impresiones acerca del anteproyecto y de otras mejoras que consideraban necesarias en la
Familia, así como sus recomendaciones sobre la forma más conveniente de introducirlas. En
total, más de 200 integrantes estudiaron el borrador y presentaron unas 700 páginas de
sugerencias, comentarios y enmiendas. Servicios Mundiales examinó con actitud de oración
cada una de esas propuestas con vistas a su incorporación en los Estatutos. En los tres
meses siguientes, el proyecto fue modificado varias veces, y se convocó una conferencia
internacional de directivos que por espacio de seis semanas se dedicaron a dar los últimos
retoques al documento. Se llegó finalmente a una descripción concisa de los derechos
garantizados a todas las comunidades, discípulos, padres y niños de nuestra agrupación, de
las reglas a las que todos deben atenerse y de las obligaciones con las que han de cumplir
para seguir formando parte de la Familia.
En suma, los deberes fundamentales de los miembros internos (denominados integrantes
D.O. de la Familia, por el inglés Disciples Only) son: Haber aceptado a Jesucristo y Su
salvación; reconocer a David Berg y María, su esposa y sucesora, como profetas del Tiempo
del Fin; residir en un Hogar D.O.; leer con regularidad la Biblia y las publicaciones de la
Familia; creer y enseñar las doctrinas fundamentales de la Familia expuestas en los Estatutos
y otros escritos de la agrupación; realizar con frecuencia labores de evangelización;
esforzarse al máximo por atender y ayudar a sus condiscípulos; procurar relacionarse
armoniosamente y manifestarse amor abnegado unos a otros; regirse por los Estatutos y las
Reglas Fundamentales de la Familia, documentos de los que se espera que cada integrante
tenga un conocimiento práctico; mancomunar sus bienes materiales de tal manera que todos
los miembros del Hogar tengan acceso a ellos, de acuerdo con el plan adoptado por los
primeros cristianos y descrito en el pasaje bíblico Hechos 2:44-45; colaborar con las diversas
tareas de la comunidad en que vivan; (en el caso de votantes, es decir, mayores de 16 años:)
participar mediante sufragio en el gobierno de su Hogar, en la definición de las normas y
principios generales del mismo y en su administración económica, y como consecuencia
respetar las decisiones y reglas que se adopten; emplear su tiempo, recursos y energías en
pro de la consecución de los objetivos convenidos por el Hogar; desempeñar lo mejor posible
sus deberes, y aplicarse en observar una legítima conducta cristiana.
Entre los derechos fundamentales de cada integrante figura el de libre determinación y
albedrío, o sea, la facultad de obrar por elección, dentro de los límites establecidos en los
Estatutos y siempre que cuente con el consenso de los demás componentes del Hogar. De no
obtener el acuerdo de éstos, la persona puede trasladarse fácilmente a otra comunidad cuyos
objetivos coincidan con los suyos o bien fundar una nueva. Cada discípulo determina por
medio de la oración, el diálogo y el sufragio las características y objetivos de su Hogar. Los
adultos tienen la última palabra en cuanto a los tratamientos o la atención médica a que
puedan someterse ellos o sus hijos menores de edad. El que lo desee puede comunicarse sin
interferencias ni intermediarios con María, Servicios Mundiales y cualquier otro directivo de la
Familia. Asimismo, todos tienen derecho a conservar su condición D.O. siempre que cumplan
con los deberes inherentes a ella. También se les ofrece la opción de pasar a ser
colaboradores TRF o dejar de formar parte de la Familia en el momento en que lo deseen.
Pertenecer a nuestra agrupación es —y siempre ha sido— una decisión estrictamente
voluntaria.
En el marco del Hogar, los votantes tienen derecho a elegir libremente y con periodicidad
a los encargados de la marcha del mismo, estar informados de los pormenores de su
situación económica y, en el caso de los mayores de 18 años, determinar por sufragio los
gastos del Hogar y demás medidas pecuniarias. Los votantes pueden presentar cualquier
moción que deseen; ésta deberá debatirse y resolverse por votación en un plazo de quince
días durante una reunión del consejo del Hogar en que resulte oportuno. Del mismo modo,
pueden optar por fundar su propio Hogar o incorporarse a otro de su preferencia. Se
especifican claramente las pautas y mecanismos que regulan tales desplazamientos a fin de
que se ejecuten de manera ordenada y expedita. Todo discípulo que considere que ha sido
objeto de un trato injusto puede ejercer su derecho a desagravio. Los Estatutos exigen que los
directivos de la Familia realicen una pronta indagación en torno a tales reclamos.
Toda persona que tenga hijos en la Familia debe darles una formación cristiana, amarlos,
cuidarlos, protegerlos, satisfacer sus necesidades y velar por que se les imparta adecuada y
suficiente educación. Como alternativa a la escolaridad en el hogar, los padres pueden
contratar a profesores particulares ajenos a la Familia o matricular a sus hijos en un centro de
enseñanza. Tienen derecho a vivir con ellos, pasar frecuentemente ratos en su compañía, ser
informados de sus progresos escolares y de su estado general y recibir de otros compañeros
suficiente asistencia en su labor parental.
Por su parte, los niños tienen derecho a ver atendidas sus necesidades espirituales,
físicas y emocionales y a no estar expuestos a abusos de ninguna clase. También se exige
que cuenten con el tiempo, las oportunidades y los útiles y textos necesarios para adquirir una
instrucción académica satisfactoria, y que participen regularmente en actividades de
educación física. Si lo desean, pueden dar los pasos que hagan falta para obtener un
certificado oficial que acredite los estudios que realizan (título de enseñanza secundaria y
otros diplomas). Tienen derecho a residir con sus padres, pasar habitualmente tiempo con
ellos y disfrutar de un día a la semana con su núcleo familiar. En la eventualidad de que uno
de los padres decida vivir separado de sus hijos por motivos de trabajo o de otra índole, éstos
tienen derecho a comunicarse libremente con él.
Un Hogar D.O. consiste en un mínimo de cuatro votantes —o sólo dos en circunstancias
excepcionales—, sin exceder del tope de 35 personas —con la salvedad de algunos que
ofrecen servicios especializados—. Debe esforzarse por observar las reglas fundamentales de
la Familia; enviar un informe mensual; aportar un mínimo del 10% de sus ingresos a Servicios
Mundiales; realizar con asiduidad actividades de evangelización; perseguir la consecución de
los objetivos globales de la Familia y los acordados democráticamente por todos los Hogares
de su zona; reservar suficientes espacios de tiempo para todas las reuniones de Hogar
estipuladas y para la elección o confirmación trimestral de sus directivos, y trabajar en
armonía con otros Hogares cercanos. Cada comunidad es autónoma en todo sentido, incluido
el económico, y debe vivir con arreglo a un presupuesto que le brinde estabilidad. De ser
necesario, pueden desempeñarse trabajos remunerados si se cuenta con el consentimiento
de los demás integrantes del Hogar. La generalidad de los asuntos internos los deciden los
votantes —o sea, los que tienen 16 años cumplidos— por mayoría absoluta (de la mitad más
uno), si bien algunas cuestiones, por ejemplo las de índole económica, requieren una mayoría
calificada (de dos tercios).
Los integrantes de cada Hogar definen, por mayoría calificada, las características,
objetivos y composición del mismo, es decir, tienen poder para aceptar o excluir miembros.
Pueden optar por trasladarse a otro domicilio o por disolver el Hogar.
Los directivos de la Familia deben poner empeño en cumplir sus funciones con amor y
oración, ceñirse a las atribuciones que les confieren los Estatutos y hacer cuanto puedan por
garantizar que se respeten y no se vulneren los derechos de los integrantes y de los Hogares.
En sus visitas a las comunidades, los directivos regionales y continentales pueden ofrecer
consejos y asesoramiento basados en la Biblia y en las publicaciones de Servicios Mundiales;
sin embargo, son los integrantes de cada Hogar quienes deciden conjuntamente si llevan a la
práctica cualquier recomendación y de qué modo. Tales directivos no tienen autoridad para
inmiscuirse en los asuntos particulares de un Hogar ni interferir con sus decisiones, siempre y
cuando éste cumpla con los deberes que, según los Estatutos, corresponden a los Hogares
D.O.
Los Estatutos puntualizan los procedimientos que se deben aplicar para admitir a un
nuevo discípulo en un Hogar D.O.; pasar a un colaborador TRF a la categoría D.O. y
viceversa; fundar un Hogar; sancionar a un Hogar D.O. con un período de prueba por
contravenir los deberes que se le exigen; imponer a un discípulo un período de prueba por
incumplir obligaciones individuales prescritas en los Estatutos; excomulgar absoluta o
parcialmente a los integrantes que incurran en una de las transgresiones específicas que
ameritan tal castigo, etc.
Las Reglas Fundamentales de la Familia se dividen en 19 secciones. Están clasificadas
en normas de conducta y normas de procedimiento. La gran mayoría lleva mucho tiempo en
vigencia. A lo largo de los últimos 26 años, la Familia ha establecido y publicado, en una
diversidad de artículos, numerosas reglas y directrices que ahora se han revisado y
condensado, conservando sólo las más esenciales, a saber: las que precisan qué
transgresiones se castigan con la excomunión; las de conducta, que abarcan la testificación
(evangelización), educación, disciplina de los niños, comida, bebida, ejercicio físico, vida
comunitaria, salud, sexualidad y relaciones íntimas; y las de procedimiento, que regulan las
elecciones, los asuntos económicos, el número de integrantes de los Hogares, las reuniones,
los informes, los matrimonios y las separaciones. Son normas y disposiciones que los
miembros de la Familia de todo el mundo han adoptado conjuntamente como patrón de vida y
principios orientadores, y reflejan los lineamientos del ideario basado en las Escrituras al que
nos hemos adherido desde hace largo tiempo. Cada Hogar puede instituir por sufragio otras
ordenanzas, que sólo tendrán efecto en su comunidad.
Seguidamente, un pasaje de la introducción a los Estatutos, escrita por María: Las páginas
de estos Estatutos entrañan el corazón y la vida de David, la esencia de cómo quieren él y el
Señor que sea la Familia. Véanlos como una guía para conducirnos de vuelta al fundamento,
a los rudimentos del amor: amar al Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y
toda nuestra mente; amarnos unos a otros y sobrellevar las cargas ajenas; amar a nuestros
hijos e instruirlos en su camino, y amar a los perdidos comunicándoles el amor de Jesús. (CM
2963:6, I-95

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