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17. Compresién espacio-temporal y condicién posmoderna {De qué modo han cambiado los usos y significados dol espacio ¥ el tiempo con la transicién del fordismo a la acumulacién flexible? Mi idea es que en estas dos iltimas décadas hemos experimentado una intensa fase de compresién espacit-temporal, que ha generado tun impacto desorientador y sorpresivo en las précticas econémico- politicas, on el equilibrio del poder de clase, asi como en la vida cul- tural y social. Si bien las analogias histéricas siempre resultan peli {grosaa, creo que no es casual que la sensibilidad posmoderna mani- fieste fuertes simpatias hacia algunos de los movimientos confusa~ mente politicos, culturales y filosificos que surgicron a comienz0s de este siglo (en Viena, por ejemplo), cuando la compresién espacio- temporal era también muy exacerbada, Ademas advierto el renova~ do interés por la teoria geopotitica a partir de 1970 aproximadamen: te, por la estética del lugar, asi como un renacimiento de la voluntad (hasta en la teoria social) de someter el problema de la espacialidad ‘a una reconsideracién general (véanse, por ejemplo, Gregory y Urry, 1985, y Soja, 1988). « La transiciOn a la acumulacién flexible se realizé en parte a tre- ‘vés de un répido despliogue de nuevas formas de organizacién y tec- nologias productivas. Aunque estas iitimas pueden haberse orig nado en el propésito de alcanzar una superioridad militar, en su aplicacién procuran evitar la rigidez del fordismo y acelerar el tiem- po de rotacién para dar solucién a los malestares del keynesianis- mo-fordismo que enir6 en franca crisis en 1973. La rapidez en la produccién se lograba mediante desplazamientos dirigidos a la de- sintegracién vertical —-subcontratacién, financiacién externa, ‘te — quo rovortia la tondeneia fordista hacia la intogracién vertical y produicia un incremento en el caracter indirecto de la produccién, pese a la creciente centralizacién financiera. Otros cambios de orga- nizacién —como el sistema do entrogas «justo-a-tiempo», que reduce las existencias del inventario—, articulados con las nuevas teenolo- ggias de control electrénieo, produccién en series pequefias, etc, re dujeron los tiempos de rotacién on muchos sectores de la produecién (clectronica, méquinas herramientas, automéviles, construccién, au vestido, etc.). Para los trabajadores esto implicaba una intensifi- ‘acién (aceleracién) de los procesos laborales y un incremento en la dis-capacitacién y re-capacitacién requiridas para responder a las nuevas necesidades del trabajo (véase la Segunda parte). La aceleracién del tiempo de rotacién en la produccién supone aceleraciones paralelas en el intereambio y el consumo. El mejora- iento de los sistemas de comunicacién y de informacién, junto con la racionalizacién de las técnicas de distribucién (embalaje, control do inventarios, uso de contenedotes, retroalimentacién del mereado, cte.), daba lugar a una aceleracién en la circulacién de mercancias a ‘través del sistema de mercado. Las operaciones de banca electrénica yel dinero plistico fueron algunas de las innovaciones que acelera- ron el flujo inverso del dinero. También se aceleraron los servicios y mercados financieros (ayudados por las transacciones computari- zadas), dando lugar a las «veinticuatro horas es mucho tiempo», le- ‘ma predominante en los mercados de valores globales. De las muchas innovaciones en el Ambito del consumo, dos tie- nen especial importancia. Ia movilizacién de la moda en los mer- cados masivos (por oposicién a la elite) constituyé un medio ée acelerar el ritmo del consumo no sélo ene vestido, el ornamento y1a, decoracién, sino en todo el vasto espectio de estilos de vida y activi- dades de recreacin (ccio y habitos deportivos, miisica pop, viieo y juegos para nitios, etc.). Una segunda tendencia fue el desplaza miento del consumo de mercancias hacia el consumo de servicios —no sélo personales, empresarios, educativos y de salud, sino tam- bién relacionados con los entretenimientos, los espectaculos, los happenings ¥ las distracciones—. El «tiempo de vidan de esoa servi cios (visitar un museo, ir a un concierto de rock o al cine, asistir a conferencias o a clubes de salud), si bien resulta dificil deestimar, es, ‘mucho mas corto que el de un automévil o de una maquina de lavar. Si hay limites para la acumulacién y la rotacién de los bienes fisicos (aunque se trate de los famosos seis mil pares de zapatos de Imelda Marcos), tiene sentido que los capitalistas se vuelvan hacia el sumi- nistro de servicios de consumo muy efimeros. Esta biisqueda puede estar en la raiz de la acelerada penetracién capitalista, observada por Mandel y Jameson (véase supra, pig. 81), en muchos sectores de Ja produccién cultural a partir de mediados de le década de 1960. Entre las innumerables consecuencias que surgieron de esta aceleracién general en los tiempos de rotacién del capital, me con- centraré en aquellas que tuvieron una influencia particular en las, formas posmodernas de pensar, sentir y actuar. La primera consecuencia importante ha sido la acentuacién de la volatilidad y transitoriedad de las modas, productos, técnicas de 315 produccién, procesos Inborales, ideas ¢ ideologias, valores y pricti- cas establecidas, La nocién de que «todo lo solido se disuelve en el aire» rara vez ha estado mis presente (lo cual seguramente da cuen- ta del volumen de trabajos sobre ese tema praducidos en los iltimos fis). Ya hemos evaluado el efecto do este proceso en los mereados Iaborales y en las habilidades (véase [a Segunda parte). Mi interés aqui consiste en analizar los efectos mas generales en la sociedad. En el eeino de la produccién de mervancias, ¢! efecto fundamen- tal ha sido la acentuaciin de los valores y virtudes de la instanta- nneidad (comidas y otras gratificaciones al instante y répidas) y delo desechable (tazas, platos, cubiertos, envoltorios, servilletas, ropa, etc), La dindmica de una sociedad de «desperdicior, como la catalo- ‘gan escritores como Alvin Toffler (1970), empezé a ponerse de mani: fiesto en el curto de la década de 1960, Signifieaba algo més que tirar a [a basura bienes producidos (dando lugar al problema mo- ‘numental del tratamiento de lo desechado); significaba también ser ‘capaz de desechar vaiures, eatilos de vida, relaciones estables, apego por las cosas, edificios, lugares, gente y formas de hacer y de ser tra- dicionales, Estas fueron las formas inmediatas y tangibles en las que el cimpulso de aceleracién en la sociedad mas asta» se estrella- ba contra la eexperiencia cotidiana comin de) individuos (Toffler, és. 40). A través de estos mecanismos (que demostraban ser muy eficaces desde el punto de vista de Ia aceloracién de la rotacion do bienes en el consumo), los individuas se veian obligados a tratar con lo desechable, con Ia novedad y con la perspectiva de Ia obsolescen- cia instantsinea. «Comparadas con [a vida en una sociedad de trans- formaciones menios veloces, hoy se presentan més situaciones que se canalizan a través de un interval de tiempo determinado: ¥ esto implica profundas modificaciones en la psicologia humana». Esto, sugiere Toffler, crea «una temporariedad en Ja estructura de los sis- temas de valor ptiblicos y personales» que a su vez proporciona un contexto para el «reaquebrajamiento del consenso» ¥ la diversifiea- cién de los valores dentro de una sociedad en fragmentacién. El bombardeo de estimulos, sélo en el plano de las mercancias, crea unos problemas de sobrecarga sensorial frente a fos cuales parece insignificante la diseccién que hizo Simmel a comienzos del siglo de tos problemas de ta vida arbana modernista. Sin embargo, precisa- mente a causa de las cuslidades relativas del desplazamiento, las respuostas psicoldgicas se sittian en Iineas generales dentro del re- pertorio de las que identifies Simmel: bloqueo de los estimulos sen- soriales, negacién, v cultivo de la actitud de hastio, de la eapeciali- zacién miope, regreso a imagenes de un pasado perdido (e alli la importancia de los recordatorios, de los museos y de las ruinas) y a6 ‘simplificavién excosiva (tanto en It presentacisn de la persona como enla interpretacion dé los acontecimientos). En este sentido, es ins. tructivo ver emo Toffler (pags. 326-9), en un momento muy poste. ior de la compresién espacio-temporal, se hace eco del pensamiento de Simmel, cuyas ideas se formaron en un momento de trauma a}. mila mae de etenta abo antes. luego, la volatilidad hace extremadamente dificil la plani- ‘Aicacion de largo plazo. Sin duda, aprender a manejar bien la vole, tilidad es hoy tan importante como acelerar el tiempo de rotacién. Esto significa volverse emtinentemente adaptable y moverse con celeridad para responder a los desplazamientos del mercado o domi. js 1a volatilided La primers estratogia busca fundamentalmente la planificacién de corto plazo més que la de largo plazo,y el del arte de hacer benefice eneleortoplaze done epoca Sue he 'sido un rasgo notable de la gerencia estadounidense de loe tltimas aos. La estabilidad promedio en los cargos de los funcionarios eie. ‘tutivos de las comparifas se fa reducido a cinco afios, y companias nominalmente involucradas en la produccién suelen buscar ganan. ias de corto plazo a través de fusiones, adquisiciones u operaciones ‘en los mereados financieros y monetarios. La tensién de la perfor. mance gerencial en este ambiente es considerable ¢ produce toda Clase de efectos colaterales, como la llamada wgripe del yuppien (tensién psicolégica que paraliza el desempeiio de gente talentosa y ue produce sintomas erénicos semejantes # los de la gripe) el esti lo de vida frenético de los operadores financieros a quienes la adic cin al trabajo, fas {argas horas de labor y el cultivo del poder los convierte en candidatos ideales para el tipo de mentalidad esquizo- frénica que describe Janseson. Por otra parte, dominar la produccién de la volatilidad o interve- nir activamente en ella entratia le manipulacién del gusto y de la opiniéna través de, por ejemplo, el liderazgo de la moda o la satura. iG del mereado con imégones que utilizan la volatilidad pars nes particulares. Esto significa, en ambos casos, la construccién de nue- vos sistemas de signos e imagenes, lo que por si constituye un aspec- to importante de la condicién posmodemna: que debe ser considerada desde varios angulos diferentes. Para empezar, las imagenes de la publicidad de tos medios (como hemos visto en la Primera parte) desempeiian un rol mucho més integral en las pricticas culturales, ¥ hoy alcanzan una importancia mucho mayor en la dindmiea de crecimiento del capitalismo. Mas aun: la publicidad ya no se cons. truye en torno dela idea de infarmar 0 promover en el sentido usual, sino que os un engranaje quo manipula los deseos y gustos a través de imagenes que pueden relacionarse 6 no con ¢l producto que se a7 proponen vender (véase Je 2imina 1.6). Si despojéramos a la pu- blicidad moderna de sus tres temas de referencia, el dinero, el sexo y ‘el poder, poco quedaria de ella. Més atin, las imagenes, en un sen- tido, se han convertido en mereancias. Este fendmeno ha llevado a Baudrillard (1981) a sostener que el andlisis de la produecion de mereancias de Marx est pasado de moda porque hoy el eapitalismo ‘se dedica sobre todo a la produccién de signos, imégenes y sistemas de signos y no a las mereancias en ai mismas. La transicién que eefala Baudrillard es importante, aunque en realidad no es dificil extender la teoria de la produccién de mercaneias de Marx para explicar este fenémeno. Es cierto que los sistemas de produccién ¥ comercislizacién de imagenes (como los mercados de la tierra, los bienes publicos o la fuerza de trabajo) presentan algunos rasgos especiales que es preciso tener en cuenta. Sin duda, el tiempo de rotacién de ciertas imagenes por parte del consumidar puede ser uy breve (y aproximarse casi al ideal del «abrir y cerrar de ojos que Marx consideraba éptimo desde el punto de vista de Ta cizcula- cidn del capital). Muchas imagenes también pueden ser comerciali zadas masivamente a través del espacio en forma instantinea. Si se tienen en cuonta las presiones para acelerar el tiempo de rotacién (y superar las barzeras espaciales), a mercantilizacién de Tas imé: ‘genes te tipo mas efimero pareceria sor una bendicién divina desde ‘el punta de vista de la acumulacién del capital, en particular cuando ‘otros caminos para aligerar la hiper-acumulacién parecen bloquea- dos. La condicién efimera y la comunicabilidad instanténea a través del espacio se convierten entonces on virtudes que pueden ser explo- radas y explotadas por los capitalistas para sus propios fines. Pero las imagenes deben desempefar otras funciones. Las corpo- raciones, los gobiernos, los dirigentes politicos e intelectuales, todos, valoran tna imagen estable (aunque dinémica) integrada en su au- ra de autoridad y poder. La mediatizacién de la politica hoy esta en todas partes. En realidad, ella se convierte en el medio huidizo, su- perficial e iusorio a través del cual una sociedad individualista, de gente de paso, exhibe su nostalgia por los valores communes. La pro- uccién y la comercializacién de esas imagenes de permanencia y poder exigen un refinamiento considerable, porque la continuidad y la estabilidad de la imagen deben ser consorvadas a la vez que se acentiian las caracteristicas de adecuacién, flexibilidad y dinamis- mo de quienquiera o de cualquier cosa que sea puesta en la imagen. ‘Mas aun, la imagen se vuelve absolutamonte importante en la com- petencia, no sélo a través del reconocimiento de la marca, sino tam- bin a través de las diversas asociaciones de «respetabilidady, «ca- lidad», «prestigion, cconfiabilidad> e «innevacién», La competencia 318 en el rubro de la construccién de la imagen se vuelve un aspecto vi tal do la competencia inter-empresaria, El éxito es tan altamente redituable que la inversién on Ta construeci6n de Ia imagen (patro- cinio de las artes, exposiciones, producciones televisivas, nuevos edificios, comercializacién directa) resulta tan importante como la invorsién en nuevas instalaciones y maquinarias. La imagen sirve para instaurar una identidad on ol mereado, Esto es valido también para los mercados laborales. La adquisicién de una imagen (por la compra de un sistema de signos, como el del disefiador de ropa y el auto adecuado) ¢s un elemento de singular importancia en la pre- ssentacién de la persona en los mercados laboralea y, por extension, constituye un componente integral en la bisqueda de identidad in- dividual, auto-afirmacién y sentido, Abundan las seftales divertidas aunque tristes de este tipo de biisqueda. Una firma de California produce imitaciones de teléfonos para automéviles, que no pueden distinguirse de los verdaderos, y los vende como pan caliente a una poblacién desesperada por adquirir esos signos de prestigio. Las consultorias de imagen personal se han convertido en un gran nego- cio ena ciudad de Nueva York, anuncia el International Herald Tri- bune, ya que alrededor do un millén de personas por aio de esa re ‘¢ién urbana se anotan en cursos que se dictan en firmas como Ar- ticulacién de la Imagen, Constructores de Imagen, Artistas de la Imagen y Creadores de Imagen. «lin la actualidad, Ia gente se hace una idea acerca de usted aproximadamente en un décimo de segun- dow, dice un consultor de imagen. «Similela mientras la fabrican, es el eslogan de otro. Desde luego, os simbolos de riqueza, status, prestigio y poder asi como de clase fueron importantes en la sociedad burguesa, pero 8 ‘posible que nunca lo hayan sido tanto como ahora. La opulencia ma- terial creciente generada durante el boom fordista de posguerra planteé el problema de convertir los mayores ingresos en una de- manda efectiva que diera satisfaccidn a ias crecientes aspiraciones de Ia juventud, las mujeres y loa trabajadores. La capacidad para prnducir més 0 menos a voluntad imagenes como mercancias dat Ii- gar a que la acumulacién proceda, por lo menos en parte, sobre la base de la pura produccién y comercializacién de la imagen. Es ast como el cardcter efimero de esas imagenes se puede interpretar en parte como una lucha de los grupos oprimidos de cualquier indole por establecer su propia identidad (con arreglo a la cultura de la calle, Jos estilos musicales, los usos y las modas que elles mistnos, construyen) y convertir répidamente esas innovaciones en ventajas comerciales Carnaby Street a fines de la década de 1960 demostré ser una excelente pionera), El efecto es que parece que viviéramos, 319

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