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Caballos Troyanos

Emilio del Barco


12/08/06
Turquía está hablando de reforzar su ejército. Sin embargo, las antiguas leyes otomanas,
discriminatorias de la mujer, apenas son tenidas en cuenta como un objetivo de
modernización. Norteamérica parece querer alentar sus sueños imperiales.
Turquía, en Irak, tiene intereses propios. El Kurdistán no es la única región que
comparten ambos países. A costa del pueblo kurdo, evidentemente. Su intervención en
el país vecino, bajo la bandera yanqui, no hará sino resucitar recuerdos del Imperio
Otomano. Turquía, si fuera utilizada para invadir el Kurdistán iraquí, jugaría sus
propias cartas. No le interesa que el Kurdistán turco pueda adquirir ambiciones
transfronterizas. Este movimiento de tropas influiría, con toda seguridad, en los
millones de kurdos turcos y en los millones de turcomanos iraquíes. Turquía, que
dormía ya en el sarcófago común de las grandes naciones pretéritas, conserva, aún,
ínfulas imperiales. Reanimadas por el creciente islamismo ortodoxo, uno de cuyos
principios es el de poder reconquistar para Alá todas las tierras que, una vez, fueran
musulmanas.
Norteamérica parece haber especializado su papel de director de teatro histórico en crear
monstruos a partir de enanos. Turquía había ya comenzado su lenta adaptación a la
democracia europea, en su esperanza de formar parte de la Unión. Ahora, el gobierno
norteamericano, resucita el latente militarismo turco, invitándolo a participar en la
ocupación de un país, Irak, que siempre ambicionaron poseer. Y con el que han
mantenido numerosas contiendas. Turquía no es bienvenida en Irak. La guerra puede ser
muy cruenta. La Historia habla. Norteamérica y sus aliados han resucitado un conflicto
en las puertas de Europa, que retrasará la constitución de una Unión Europea
cohesionada. Un efecto colateral deseado por quienes defienden la unicidad del imperio
americano. Lo lamentable es que, para llegar a la situación actual, se haya podido contar
con la colaboración de algún caballo troyano, entre los hombres públicos europeos. La
traición a las grandes ideas, siempre procede de sujetos pequeños, con mente estrecha.
No hacen falta más soldados en Irak, sino más alimentos y más justicia. Pero, parece
que la prioridad de los ocupantes es llevar más armas a un país sobrecargado de bombas
y carente de alimentos. Si la producción petrolífera iraquí se dedicase a mejorar la vida
de su pueblo, no habría base para la desesperanza actual, en la que se cultivan todos los
atentados. Emilio del Barco,,
DNI 27.968.889,, Agüimes,, 35259, Gran Canaria,, DELBARCO@terra.es

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