Haba una vez un bosque en el que todos los animales jugaban felices y contentos.

Era el mejor bosque en el que se poda vivir. Por este bosque, iba un nio buscando frutas durante la tarde, y tanto busc que se le hizo de noche y se perdi. Estuvo dando vueltas en crculo durante un buen rato, hasta que a lo lejos escuch unos ruidos. Se acerc al lugar de donde proceda el alboroto y vio una pequea casa donde brillaba una luz, y pens que la gente que all habitaba podra dejarle dormir. Llam varias veces, pero como no abra nadie y segua escuchando un ruido atroz, decidi pasar. De repente, se hizo un gran silencio, y se encontr todo en aquella casa pareca tener vida! Y le estaba mirando! Buenas noches. Dijo el nio.

Y de nuevo comenz el ruido enorme de respuestas y alegra: Uff, qu miedo. - Oy que deca alguno de los objetos. Bah, es solo un nio. - Escucho decir y el molesto ruido de voces sigui por un buen rato Silencio! - Grit el nio harto de tanto ruido. Qu es esto? Dnde estoy?

Y nuevamente contestaron todos los objetos a la vez. Callaos por favor! Rog el nio. T, la silla, por favor, contesta. Quin es el que manda aqu? Y por qu todos hablis a la vez? Parece que estis vivos! Aqu manda una varita mgica que ahora est junto a tus pies, pero ya no le queda nada de su magia, la perdi al repartirla entre nosotros. De repente mir al suelo y efectivamente, all haba una pequea varita a sus pies y era el nico objeto que pareca no tener vida. El nio comprendi que la varita era el origen de tal desorden y pens que tal vez l podra arreglarlo.

El nio les dijo: No os da vergenza ser tan egostas? Por qu no le devolvis un poquito de la magia que tena? Un pequeo murmullo egosta empez a aparecer por la habitacin, cuando el viejo espejo murmur, bueno, vale, de acuerdo, y fabricando una gota dorada de purpurina, la dej caer sobre la varita, que comenz a toser un poco. Est viva! Se alegr un cuaderno. Y tambin le dio una gotita dorada de magia. Y as, todos fueron dando parte de su magia a la varita, que recuper su antiguo aspecto brillante, divertido y mgico, adornado con cientos de colores. Y llena de alegra fue a colocarse en la mano del nio, que al instante se cubri con una nube de estrellas para aparecer vestido como un mago. Y as fue como este nio se convirti en el mago del bosque, y con alegra y sabidura sigui animando a todos a compartir aquello que tenan. As, instaur una nueva ley en el bosque: compartir todo lo que tenan. Nunca ms tuvieron problemas con esta ley. Diego Garcs Marrn 5 A CEIP Padre Manjn