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Nunca pens en un escrito formal que argumentara y menos que defendiera la tauromaquia en mi pas.

Siempre lo consider una necedad porque se justifica por si misma. Si uno no puede apreciar lo que se dice en una corrida es por ignorante. En los toros todo es mudo, pero tiene un lenguaje. En los toros se explica, se lee, se aprende a apreciar antes. No hay goles, ni puntos que se marcan. Se forman aficionados, no espectadores. Porque hay una participacin democrtica en la asignacin de los triunfos, de la colocacin de las figuras del toreo, en el recuerdo imborrable de los toros que nos acercan a una experiencia sublime, solo por mecionar algunos apectos. Adems es uno de los ltimos palmos de terreno que nos quedan para ejercer la democracia de manera efectiva, no como esta lamentable forma de ejercer la democracia en mi pas; es el ejercicio que hacemos, cuando levantamos un pauelo blanco en la plaza, cuando nos reservamos la palmas, cuando nos miramos, sentimos y escuchamos a lado del otro aficionado en los tendidos. Esto es un prembulo, no de una apologa, sino de una serie de escritos que pongan en los ojos de los posibles lectores que la tauromaquia es un fenmeno ms complejo, que va ms all de la sensibilidad inocente de algunos. No espero levantar mpula, slo sealar la magnitud y evidenciar la dimensin tan enorme que la tauromaquia alcanza en nuestros das. Pronto se llevar al pleno una ley para prohibir las corridas en el Distrito Federal. Si triunfa ser otro testimonio de la moral deformada, del desprecio por nuestro pasado, de una fe ciega por buscar la inmediatez en todo lo que hacemos. Si esta ley es aprobada la ignorancia triunfar de nuevo, como suele suceder.

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