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LA IKURRIÑA Y LAS “OTRAS” BANDERAS VASCAS

Aitor Yuste Arija

0. INTRODUCCIÓN
Cuenta el histórico dirigente nacionalista vasco Iñaki Anasagasti que
allá por el año de 1976 les llegó la noticia desde Venezuela de que Sofía
Imber y Carlos Rangel, una de las parejas de entrevistadores más celebres de
aquel país, iban a tener en su programa al por entonces ministro de
Gobernación Manuel Fraga. Conocedores de la fama de este matrimonio y de
sus cuotas de audiencia, no dejaron pasar la oportunidad de hacerles llegar
una serie de preguntas para su invitado: “entre otras cuestiones les dijimos
que le preguntaran por la “ikurriña” y la posibilidad de que la bandera
vasca pudiera ser enarbolada sin ser penalizada ni perseguida”1.
Dicho y hecho, la pregunta sobre la “ikurriña” salió a colación y poco
a poco el ambiente fue caldeándose y con él, el humor del político gallego,
que finalmente quiso dar por terminado este particular con las siguientes
palabras: “Todas las banderas regionales están permitidas menos la vasca
porque no es una bandera regional, sino que es una bandera separatista y
porque es una bandera, que si usted me permite que lo diga, es falsa. Las
banderas regionales, provinciales, de Guipúzcoa y Vizcaya por ejemplo, son
muy respetables y las que son locales se exhiben todos los días. Pero la
llamada “ikurriña”, mal llamada bandera vasca, fue dibujada a fin del siglo
pasado por Sabino Arana con fines separatistas, primero para Vizcaya y
luego para todo el País Vasco y es una mala copia de la bandera inglesa.
Para muchos vascos es un insulto de hecho y para todos los españoles por
supuesto. Por tanto hay una diferencia entre una bandera por la que se ha
militado y las banderas regionales, como la catalana y la valenciana, que
están perfectamente admitidas”. Para finalizar con un aún recordado y
apocalíptico: “¡En fin, en todo caso para enarbolar esa bandera, pasarán
por encima de mi cadáver!”2.
Desde luego la historia nos ha demostrado lo poco atinado de esta
última aseveración suya, sin embargo, ¿qué puede haber de cierto en lo que
afirmó sobre el origen y significado de la “ikurriña”?. ¿Es la “ikurriña”
realmente una bandera “por la que se ha militado”, una enseña “dibujada con
fines separatistas” o se trata de una bandera “vasca” por encima de cualquier
connotación política?. Más aún, ¿se trata de una bandera “vasca” o “solo”

1 Anasagasti, Iñaki: Pasamos por encima de su “cadáver”. Artículo de opinión en el


diario digital “Canariasahora.es”
2 Ibid.
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vizcaína?. No se trata de preguntas baladíes, más si tenemos en cuenta que
aún hoy día, más de tres décadas después de que fuesen pronunciadas estas
palabras, todavía es habitual leer en foros de Internet opiniones en uno y otro
sentido.
Por tanto, lo que propongo con este artículo es un paseo por la historia
de la “ikurriña”, un repaso de su pasado, de lo que se pretendió representar
con ella, de las variaciones que ha experimentado e incluso de las variantes
que a su sombra han surgido, todo ello dentro del contexto general de las
diversas banderas –ya de carácter político ya cultural o incluso militar-
surgidas en el ámbito de Euskal Herria -la región cultural que engloba las
comunidades autónomas vasca y navarra y los territorios “vasco-franceses”-,
desde finales del siglo XIX hasta nuestros días.

1. LOS ORIGENES DE LA “IKURRIÑA”

1.1. El nacimiento de la “ikurriña”


La “ikurriña” fue izada por primera vez en la balconada del Euskeldun
Batzokija el 14 de julio de 1894. Se trataba de una bandera de grandes
dimensiones, 2,80 por 5 metros confeccionada en tela de lanilla en la fábrica
de Gumersindo Bilbao Goyaga. El motivo de tan singular tamaño no fue otro
que el deseo de sus
creadores de que se
convirtiese en la bandera
más grande de todas las
que ondeaban en Bilbao
por aquellos días. Esta
primera bandera, por
cierto, acabaría siendo
incautada cuando se
ordenó la clausura de
dicho centro el 12 de
septiembre de 1895, aunque se comenta que aún se encontraba en la
Audiencia de Bilbao en 1932 donde parece ser que incluso llegó a ser
empleada por los pintores para evitar que se manchara el mobiliario.
Si bien sabemos que el diseño de la misma fue obra de los hermanos
Arana, Sabino –el fundador del Partido Nacionalista Vasco- y Luis, estos
nunca se consideraron como sus “creadores”, pues en su opinión lo único que
ellos habían hecho había sido recrear en tela el “fiel trasunto del escudo de
Bizkaia” considerando a su “ikurriña” –neologismo inventado por Sabino
BANDERAS 110 17
Arana- “la expresión exacta Lema y el Escudo”. Razón por la cual tampoco
fueron partidarios de que ésta ondease con escudo, ya que lo consideraban
una redundancia.
Parece claro que en esta manera de pensar debió pesar mucho lo que
decía al respecto del significado de “bandera” el Diccionario Enciclopédico
Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Artes editado en Barcelona por
Montaner y Simón hacia 1888: “La bandera no es otra cosa que la
reproducción del escudo, armas o blasón de un Estado, de una familia, de un
bando, partido etc., puesta en alto para que sea más visible así a los amigos
como a los enemigos”, obra ésta más que conocida por los Arana ya que
contaban con ella en la biblioteca de su casa de Abando.
Efectivamente, hablo del escudo de Vizcaya y no de Euskadi, o
“Euzkadi” como diría Sabino Arana, porque la “ikurriña” fue diseñada
únicamente como bandera de Vizcaya, razón por la cuál también fue
conocida como bandera “Bizkaitarra”. Sin embargo, el escudo de Vizcaya en
el que se basaron los Arana para el posterior diseño de la “ikurriña” no se
correspondía con el real, sino con otro, fruto de su imaginación y lecturas
varias.
Así, si la Diputación de Vizcaya recogía en 1899 que el escudo de
Vizcaya había de ser: “Campo de plata con un roble sinople en su centro, de
tronco recto y sin nudos, raigado, o sea con las raíces al descubierto,
frondoso o copado y frutado, con bellotas de oro que salpiquen el follaje.
Cruzando con su cuerpo la parte inferior del tronco aparecerán marchando,
uno sobre otro de izquierda a derecha (del escudo)
dos lobos sables, que llevarán apresados por el
centro del cuerpo con la cabeza a la vista y las
extremidades hacia abajo, pendientes de sus bocas
matizadas en sangre, sendos corderos de plata. La
Bordura del Escudo será oro con cinco Leones
rampantes gules, colocados simétricamente; dos en
la banda superior, uno en cada centro de los
laterales y el quinto en la punta, desapareciendo la
inscripción Vizcaya, que venía figurando hasta ahora
en la Bordura parte superior del Escudo. La cruz
formada en parte por el tronco del roble y los tres brazos que salen de la
copa sobre el campo del Escudo será oro (sic)3. Todo el Escudo propiamente
3 Es curioso que dijesen “oro” –salvo que mi fuente haya recogido mal la cita- puesto
que la cruz era de gules, esto es, roja y así había venido siendo desde el siglo XVII, ya
que de lo contrario se caería en la trasgresión heráldica de colocar metal sobre metal. La
cita la he obtenido de la página de Internet:
http://personal.telefonica.terra.es/web/vizcayamedieval/armas.htm
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dicho irá embrazado por un León soporte que asome la cabeza por el frente
del escudo”. Los hermanos Arana decidieron por su parte que el escudo de
Vizcaya “realmente” se componía de un frondoso roble sobre fondo de gules,
que no de plata, y con una cruz de plata, que no de gules, entre las ramas del
árbol. En cuanto a la bordura
sustituyeron los cinco leones por siete
aspas, que harían referencia según ellos
a merindades de la provincia. Los
lobos, símbolo de la casa de Haro,
simplemente fueron borrados. Este
escudo hoy día ni es oficial ni es fácil
de encontrar, sin embargo aún se puede
observar en determinados diseños del
escudo de Euskal Herria.
Una vez “rediseñado” el escudo a su
gusto y capricho, el diseño de la
bandera y el significado que a ésta
quisieron darle ya vino rodado: “El fondo de nuestra Bandera es rojo, como
el fondo del Escudo (de Vizcaya )[...]La Cruz blanca de la Bandera es la
Cruz blanca del Escudo y el Jangoikoa (Dios) del Lema […]La Cruz verde
de San Andrés representa a un tiempo por su color el Roble del Escudo y las
leyes patrias.[...]
Unidos están la Cruz y el Roble en el Escudo unidos por el
“Jangoikoa” y el “Lege Zaharra” del Lema; y unidas por lo tanto en un
centro común deben estar en la Bandera las dos Cruces, blanca y verde. Y
así como en la unión de la Cruz y el Roble en el Escudo, aquélla ocupa el
lugar preferente, y en la unión del “Jangoikoa” y el “Lege Zaharra” en el
Lema lo ocupa el Primero: así también en la Bandera la Cruz blanca está
superpuesta a la verde de San Andrés.”.
Se comenta, aunque parece que en ambos casos apoyándose poco más
que en sospechas e indicios, que esta mutación de los colores del escudo se
pudo deber a la lectura por parte de Sabino de una serie de obras que
recogían la opinión del cronista del s. XVI Ibargüen-Cachopín –“centón
inagotable de fábulas y patrañas” según algunos- quien sostenía que el
antiguo escudo de Vizcaya “era rojo primitivamente y sobre él figuraban
cinco torres de plata sobre las cuales asomaba un hombre tañendo una
bocina”, lo cual, sumado a que las cruces de San Andrés rojas eran un
símbolo tradicionalmente ligado a España, le llevaron a optar por el verde
para ésta, dejando el rojo como fondo del escudo y, por tanto, la bandera.
Personalmente creo que tanto esta hipótesis como aquella otra que sostiene
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que eligió tales colores para que no se pareciese demasiado su bandera a la
británica Unión Jack son tan solo eso, hipótesis.
Desde luego Arana nunca reconoció tales maledicencias. En su
opinión, el aspa verde de San Andrés, se remontaba a la batalla de
Arrigorriaga, en la que los vizcaínos habían derrotado a los leoneses en el
888. Él era un entusiasta de este capítulo de la historia, y de hecho, su primer
escrito político –basado en sus artículos en la revista La Abeja- versaba sobre
esta y otras batallas “de liberación” vizcaínas.
Tampoco quiso nunca dar pábulo a los que sostenían que su bandera
recogía cierto simbolismo de la prehistoria vasca. En este sentido Sabino
Arana escribiría en la revista Euzkadi en 1901: “Coincidencia es
singularísima que la bandera compuesta por los nacionalistas vizcaínos de
nuestros días conste de los dos signos que los vaskos paganos veneraron con
culto preferente: la cruz vertical y la cruz oblicua. La primera significaba el
sol, y para los nacionalistas de hoy a Dios; la segunda simbolizaba para
aquéllos a la luna, y hoy para los segundos a la Constitución tradicional de
Bizcaya”4.
Y es cosa curiosa, por lo que no me resisto a terminar este apartado
sin referirla, que si en lugar de
reajustar el escudo de Vizcaya a sus
gustos y teorías, los Arana hubiesen
sido fieles al emblema tradicional, y
siguiendo sus mismos criterios, la
bandera que hubiese resultado no
sería otra que el actual torrotito de
la marina de guerra búlgara,
inspirado a su vez en la bandera
naval rusa.

1.2. La “bandera de Castejón” o el mito de la “primera ikurriña”


Aún hoy es corriente escuchar que la “ikurriña” fue diseñada por los
hermanos Arana en el pamplonés café de Iruña a mediados de febrero de
1894, esto es, cinco meses antes de que se izase la “ikurriña” en Bilbao por
vez primera. Se trata sin embargo de un error provocado por la confusión de
dos banderas que fueron completamente diferentes la una de la otra, tanto en
su composición como en su significado.
4 Cita recogida por Turuceta, Josu. La ikurriña, un origen vizcaíno. Revista Avnia.
Excelente artículo del que he obtenido gran parte de la información aquí presentada.
Obsérvese, por cierto, como Arana no hace ninguna referencia a los “nacionalistas
vascos” ni a “Euzkadi”, sino que en todo momento habla de “nacionalistas vizcaínos” y de
“Bizcaya”.
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Efectivamente los hermanos Arana diseñaron una bandera en dicho
café por aquellas fechas, pero
no se trató de ninguna bandera
vasca o siquiera nacionalista,
sino tan solo de un estandarte
que contenía, y cito
textualmente a Luis Arana,
“una cruz roja de San Andrés
sobre fondo blanco, por un
lado, ostentando una
inscripción en euskera y
español alusiva en el otro”. En
concreto decía: “Jaun-Goikoa
eta Lagi-Zarra bizkaitarrak
agurreiten deutse naparrei”, en
castellano: “Dios y Ley vieja,
Vizcaya abraza a
Nabarra”(sic).
Esta bandera cuadrilonga fue ideada en un contexto histórico si se
quiere diferente al que llevó a la creación de la “ikurriña” pese a la poca
distancia temporal que separa ambos diseños. En el caso concreto de ésta, fue
realizada para recibir a la comisión enviada a Madrid para obtener la
revocación de la iniciativa del ministro de Hacienda del gobierno del Partido
Liberal de Sagasta, Germán Gamazo, quién pretendió suprimir el régimen
fiscal foral de Navarra que se había establecido mediante la Ley Paccionada
de 1841.
Esta iniciativa había generado durante los años 1893 y 1894 una gran
movilización por parte del pueblo navarro y sus instituciones, con
manifestaciones y recogida de firmas. Y de hecho, pese a su fracaso, la
comitiva fue recibida triunfalmente en Castejón en febrero de 1894, lugar y
momento precisamente en el que los Arana izaron su bandera. Por tanto en
ningún caso podemos hablar de bandera “nacionalista” o “vasca” sino a lo
sumo “foralista” y “vizcaína”, pues no se trataba más que de la plasmación
de un sentimiento de solidaridad y complicidad con los navarros que
litigaban por la defensa de su régimen foral. Y por cierto, nótese que
emplearon una cruz de San Andrés roja, lo que nos lleva a pensar que su
presencia no les desagradaría tanto como algunos han sostenido.

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2. EVOLUCIÓN Y CAMBIOS

2.1. Contexto histórico y político


Como ya hemos dicho, los Arana nunca pensaron en que la “ikurriña”
llegase a convertirse algún día en bandera de Euskadi. Sin embargo y como
todos sabemos, esto es precisamente lo que ocurre en la actualidad. ¿Qué fue
entonces lo que ocurrió para que se produjese este cambio?. Desde luego
que, aún a pesar de la voluntad de sus diseñadores, la “ikurriña” cuajó entre
la mayoría de los vascos, sobre todo entre aquellos que se declaraban como
nacionalistas, ya antes de la Guerra Civil, y esto sin duda fue así porque
“gustó”. No hubo ningún refrendo ni ningún otro tipo de consulta, y su
oficialización le llegó muchos años después, así que creo que lo más acertado
es sencillamente decir que la bandera “gustó” y por eso se hizo popular, y
que solo después de haberse popularizado, como veremos más adelante, le
llegó el reconocimiento oficial.
Aún con esto, sería extremadamente simplista resumir el proceso
evolutivo que experimentó la “ikurriña” de bandera vizcaína o “bizkaitarra” a
“bandera vasca” como un simple choque estético entre el capricho de sus
creadores, los Arana, y la inmensa mayoría de los pioneros del nacionalismo
vasco, en primer lugar, y de la sociedad vasca en su conjunto más adelante.
Muy al contrario, el cambio de significado que experimentó la
“ikurriña” debe ser explicado dentro del complejo y muy poco estudiado
contexto de los primeros años de historia del PNV en concreto y del
nacionalismo vasco en general y de las diversas luchas que dentro de este
movimiento surgieron hasta el estallido de la Guerra Civil. Me refiero al
conjunto de luchas, a veces disimuladas, a veces aventadas públicamente,
que terminaron por dar forma al ideario nacionalista vasco en sus diversas
vertientes políticas tal como lo conocemos hoy día. Luchas que se dirimieron
en torno a temas tan importantes como el concepto de “vasco” o de
“Euskadi”, a su futura articulación, o la separación o no de ésta del conjunto
de España o incluso del peso que la religión cristiana había de tener en todo
su dogma ideológico.
Así pues, aunque sea cierto que en último lugar si la “ikurriña” cuajó
fue porque “gustó”, no es menos cierto que detrás de la negativa de los Arana
–sobre todo de Luis, pues Sabino moriría en 1903- y de aquellos que les
apoyaban escondía una enconada lucha entre su visión de Euskadi y del
nacionalismo vasco en su conjunto y la de aquellos que, como Ramón de la
Sota o muchos nacionalistas guipuzcoanos, eran partidarios de un mayor
pragmatismo o veían con temor un soterrado “centralismo” vizcaíno.

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Sería muy complicado tratar de resumir en unas breves líneas aquellos
agitados primeros años, y aún en el caso de lograrlo, inevitablemente me
estaría alejando del objetivo de este artículo que no es otro que la “ikurriña”,
sin embargo no se puede dejar pasar por alto que tanto Sabino como Luis
eran partidarios de un nacionalismo separador de España y basado en la idea
de un vasco “racialmente puro” con sus cuatro apellidos vascos para
demostrarlo, y que a medida que el PNV fue incrementando su base social
comenzaron a surgir frente a ellos una larga serie de voces discordantes,
encabezadas por las familias ricas de la burguesía vizcaína, partidarias de un
nacionalismo más abierto a la mutante realidad social vasca finisecular y
desde luego mucho más realista y posibilista en lo concerniente a sus
relaciones con el gobierno central y los partidos de derecha nacionales.
Este debate, como el que pocos años después enfrentó al ala más
derechista y confesional del nacionalismo con el sector más progresista y
aconfesional, fueron claves en la formación no solo del presente PNV sino de
todos los demás partidos nacionalistas vascos. Cabe decir que el resultado
final no fue exactamente la consagración de los ideales pragmáticos del
sector burgués vizcaíno, pero desde luego sí supuso el ocaso total y absoluto
del ideal aranista, completamente abandonado ya en tiempos de la Segunda
República salvo en núcleos insignificantes dentro del PNV.
Así pues, dentro de esta mutación ideológica, el cambio de la
“ikurriña” de bandera de Vizcaya “dentro de la confederación vasca” a
bandera de Euskadi, puede y debe tenerse también como una consecuencia
de un debate mucho más profundo en el que, finalmente, saldrían perdiendo
los Arana.
Eso sí, no sin dar antes haber dado toda la guerra que les fue posible,
por lo menos en el caso de Luis Arana. Pues si bien nunca quiso reconocer a
la “ikurriña” como bandera vasca, sí trató de encontrar una bandera que
sustituyese a ésta como bandera de su ideal de Confederación vasca. Aunque,
bien es cierto, nunca lo consideró algo prioritario, como lo demuestra lo que
le dijo a su amigo, el por aquel entonces dirigente del PNV Ángel Zabala,
cuando en 1906 y como respuesta a una petición suya para diseñar la futura
bandera de Euskadi, le respondió que “eso de banderas etc., es sumamente
accidental ahora que atravesamos este periodo de lucha y de enseñanza”,
algo normal por otra parte cuando era mucho más que el diseño de una
bandera lo que se estaba dirimiendo por aquel entonces.
Aún así, el tema de la bandera nunca dejó de colear, como lo
demuestra el interés que se le daba por aquellas mismas fechas en un folleto
no oficial titulado el “Ami Vasco” escrito por el capuchino navarro fray
Evangelista de Ibero y redactado en forma de preguntas y respuestas:
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“98- ¿Tiene el partido nacionalista su bandera propia? –Hay bandera
vizcaína, bandera nabarra, etc., más todavía no ha creado el partido
nacionalista una bandera común a todos los vascos, que sirva de símbolo a
sus aspiraciones respecto de Euzkadi”
99- ¿Y sería muy útil la creación de esa bandera? –Lo sería en sumo
grado; porque lo que ha perdido a los vascos es el desconocimiento de su
personalidad y de la identidad de su origen, junto con las divisiones que los
han debilitado. Urge, pues, unirles apretadamente bajo un solo pendón y
darles conciencia de que todos son unos, de que todos son hermanos, no
obstante las diferencias de organización política que los separan”5.

2.2. Las “otras” ikurriñas de Luis Arana


Así pues, tal vez cansado de ver la popularidad que paulatinamente
iba ganando la “ikurriña” fuera de Vizcaya, o tal vez para poner coto al sinfín
de banderas que dentro del propio nacionalismo vasco estaban surgiendo y
que aún en un año tan avanzado como el de 1922 describiría no sin poca
ironía el histórico nacionalista vasco Engracio de Aranzadi, “Kizkitza”, con
las siguientes palabras: “Hay por esos Batzokis una multitud de banderas
probando nuestra fecundidad y nuestra complejidad pendonesca”,
finalmente Luis Arana se decidió en 1907 a completar un proyecto que según
él mismo contó posteriormente, ya le había presentado a su hermano Sabino
en 1900, y que no era otro que el diseño de una bandera confederal vasca y
una serie de banderas para cada uno de los seis territorios de Euskal Herria,
habida cuenta de que los dos en que se divide Navarra –el francés y el
español- los contó como uno solo.

Bandera del batzoki de Güeñes Bandera del batzoki de Sopuerta

Dicho proyecto, que vería oficialmente la luz en 1912 cuando fue


dado a conocer en un cartelón del calendario euskérico confeccionado por la

5 Ibid. Para conocer más sobre esta época remito al lector al estudio de Ludger Mees:
“El nacionalismo vasco entre 1903 y 1923”
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comisión de euskera del PNV, mostraba una bandera de seis barras verdes
sobre fondo rojo y sobre este conjunto una cruz blanca que se presentaba
como la bandera de la “Confederación vasca o Euzkadi” y una “fantasía” de
lo que, en opinión de Luis Arana podían ser las banderas de Guipúzcoa,
Álava, Navarra, Lapurdi y Zuberoa.
Aunque este conjunto de banderas nunca gozó de ninguna popularidad
y tan solo en contadas ocasiones pasó del papel a la tela, aún en 1932 Luis
Arana se aferraba a él con fiereza. Y de hecho, cuando en diciembre de ese
mismo año el PNV por fin aprobó por amplia mayoría que la “ikurriña fuese
la bandera oficial de la Confederación”, Luis Arana dimitió de su cargo de
presidente del EBB, Euskadi Buru Batzar.
Sin embargo, y pese a la poca fama de que gozaron estas banderas, o
precisamente por esto mismo, no me gustaría dejar pasarlas por alto sin
comentar antes, si bien someramente, cómo eran y qué simbolizaban. Y para
esto tenemos el testimonio del propio diseñador, que dejó escrito: “Sobre
fondo rojo que representa a la raza
vasca, seis barras verdes que
representan los seis ex estados
históricos vascos o Regiones
autónomas iguales […] de igual
personalidad una que otra dentro
de la Confederación vasca. Y
encima de esas seis Regiones […]
la cruz blanca de la Religión
cristiana que es común a todas”.
Partiendo de esa bandera, cada enseña provincial habría de situar en el
primer cuartel de la misma sus colores, y aunque creía que había de ser labor
de los naturales de cada región elegir sus colores como él y su hermano
habían hecho para el caso de Vizcaya, les aconsejaba con estas palabras:
“Así, yo les invitaría a los nabarros a que pensando en su Nabarra, hoy
dividida, estamparan las seis estrellas verdes sobre fondo rojo, que
representarían a las seis merindades que la completan […] lo mismo pudiera
yo decir de Guipúzcoa, recordando con tres franjas verticales, por ejemplo,
los tres árboles de su escudo. Y Araba, recordando con una franja verde
horizontal su campo juradero de Arriaga”. De Lapurdi y Zuberoa, los
territorios vasco-franceses lo que dijo en otra ocasión es que en su “fantasía”
estos habían quedado “completamente indeterminadas con dos colores”.
Evidentemente como bandera vizcaína aparecía la “ikurriña”.

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Propuesta de Luis para Álava. Propuesta de Luis para Guipúzcoa.

Propuesta de Luis para Laburdi. Propuesta de Luis para Navarra.

Propuesta de Luis para Vizcaya. Propuesta de Luis para Zuberoa.

2.3 Cambio de proporciones


Pese a los numerosos y tenaces esfuerzos de Luis Arana su proyecto
naufragó a la par que su ideal de partido y su propio peso dentro del mismo.
Y de hecho, si en diciembre de 1932 la “ikurriña” era oficialmente
reconocida como bandera vasca dentro del PNV, con esto tan solo
alcanzaban a sancionar algo que de facto ya era visto con naturalidad incluso
entre los más prestigiosos organismos vascos, como la Sociedad de Estudios
26 BANDERAS 110
Vascos, Eusko Ikaskuntza, que ya en septiembre del año anterior había
remitido como respuesta a una pregunta del ayuntamiento de Durango en la
que se les pedía consejo sobre cuál podría ser el emblema que, sin color
político alguno, representase al País Vasco, las siguientes palabras sobre la
“ikurriña”: “es la expresión de la unidad espiritual de todos los vascos que
debe estar por encima de todas las suspicacias”. Tal vez aún fuera un poco
pronto para arriesgar dicha opinión de un modo tan contundente, pero no
cabe duda de que, al menos entre los diversos grupos nacionalistas, existía un
gran consenso a la hora de considerar a la “ikurriña” como la bandera vasca.
Así pues, a nadie le extrañó cuando, ya comenzada la Guerra Civil, el
recién formado Gobierno de Euzkadi declaró en el Diario Oficial del País
Vasco que “la bandera ha de ser aquella en la que se ha recogido la unidad
vasca y que el uso, cada vez más general por toda la extensión de las tierras
vascas, ha sancionado como tal símbolo de la unidad de éstas”. A
continuación, en un segundo artículo daban las medidas y proporciones de la
“ikurriña” para su conocimiento y en un tercero se legislaba cómo y dónde
debía ser izada.
Sin embargo, aún en las semanas posteriores la “ikurriña” habría de
experimentar un nuevo cambio, en esta ocasión no en cuanto al significado
de su simbolismo sino respecto a sus proporciones, ya que cuando el
Gobierno de Euzkadi encomendó a la firma “Bilbao Goyaga” la confección
de “ikurriñas”, su máximo responsable, Victor Bilbao Goyaga le comentó al
consejero de Industria Santiago Aznar que convenía dar una mayor anchura a
las cruces para que estas ganasen en visibilidad, lo que, además, implicaría
una distribución más equilibrada de los colores.
Así pues, en el Diario Oficial del País Vasco del 28 de octubre de
1936 vio la luz la versión corregida del artículo segundo anteriormente
publicado y que pasaba a
decir: “La bandera de
Euzkadi llevará sobre
fondo rojo bermellón, un
aspa verde vivo y
superpuesta una cruz
blanca, las cuales
llegarán, respectivamente,
hasta los ángulos y los
puntos medios de los lados
de la bandera. La anchura
de las bandas de estas figuras será de 0,43 metros cada una para un
pabellón de cinco metros en horizontal y 2,80 metros en vertical,
BANDERAS 110 27
reduciéndose o ampliándose proporcionalmente las medidas según el
tamaño total de la enseña”.
Sin embargo aquel Gobierno de Euzkadi ejerció su poder efectivo solo
sobre las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa en el mejor de los casos, así
pues, pese a su celo por oficializar la bandera y sus medidas, estos artículos
pasaron a la historia con más pena que gloria. Prueba de esto que digo es
que, si bien estas son precisamente las medidas actuales de la “ikurriña”,
recién “consentida” ésta de nuevo, las calles del País Vasco vieron ondear
infinidad de banderas con las proporciones dadas por los hermanos Arana,
sin que en ese momento nadie se cuestionase porqué las cruces eran más o
menos estrechas. De hecho, aún hoy no es tan inhabitual encontrarse con una
de estas “ikurriñas” con las viejas proporciones que a saber de qué año no
serán y qué azarosa historia les habrá tocado vivir.

3. OTRAS BANDERAS VASCAS

Comentaba arriba que tal vez la Sociedad de Estudios Vascos pecase


de excesivo optimismo al considerar en una fecha tan temprana como la de
1932 a la “ikurriña” como la “expresión de la unidad espiritual de todos los
vascos” y precisamente aquellos agitados años que finalmente
desembocarían en la masacre de la Guerra Civil son un buen ejemplo de
porqué digo esto.
Y es que, si bien es cierto que la “ikurriña” pronto fue adoptada como
propia por la inmensa mayoría de los nacionalistas vascos,
independientemente de si eran o no vizcaínos, no se puede decir que gozase
ni mucho menos de la misma popularidad entre aquellos otros vascos que, ya
de derechas, ya de izquierdas, no eran nacionalistas. Es más, incluso entre los
diversos partidos nacionalistas y como veremos a continuación, surgieron
voces, pocas bien es cierto, que abogaban por la elección de otra bandera
para representar el ideal de una Euskal Herria unida e independiente.
Comencemos por estos primero.

3.1. Otras banderas nacionalistas vascas


A. Los “euskalerriacos”
La sociedad “Euskalerria” fue fundada en el último tercio del siglo
XIX por el que había sido diputado general del Señorío de Vizcaya, Fidel de
Sagarminaga, con el objetivo de defender la causa foralista de la provincia.
No fue por tanto una agrupación nacionalista, y de hecho su bandera no era
otra cosa que un escudo de Vizcaya sobre fondo blanco, sin embargo no
28 BANDERAS 110
conviene pasarla por alto ya que de ella surgirían una serie de personajes de
importancia vital para comprender el futuro rumbo del PNV, y que
encabezados por el armador Ramón de la Sota, fueron los que abrieron el
pequeño núcleo de Arana a la “política de masas moderna”.
Muerto Sagarminaga, Ramón de la Sota, a quien ya sí podemos
considerar un nacionalista, aunque mucho menos partidario de romper los
lazos con el gobierno central y con los conservadores, hizo ondear tanto en
su yate como en su chalet una curiosa bandera compuesta por la matrícula
naval de Bilbao con un aspa verde en su extremo inferior izquierdo.

Sociedad “Euskalerria” con


Sagarminaga.

Sociedad “Euskalerria” con


Propuesta de bandera de Euskadi
Ramón de la Sota

Este aspa verde -sin duda influenciada por Arana- sobre el fondo, no
ya de la bandera naval bilbaína sino sencillamente blanco, quiso presentarse,
al menos desde el periódico oficial de su facción dentro del PNV como la
futura bandera de Euskadi. Sea como fuere, la primera de estas banderas
nunca pasó de ser una bandera personal, y no territorial, mientras que esta
propuesta jamás gozó de popularidad alguna, aunque pudiera pensarse lo
contrario a la vista de las furibundas críticas que despertó en Sabino Arana

BANDERAS 110 29
quien llegó a dedicarle un sainete satírico, donde la motejaba de bandera
“fenicia”6.

B. ANV
ANV fue una escisión laica y progresista del PNV surgida en 1930, lo
que les convirtió en el primer partido de izquierdas y nacionalista vasco. Aún
así, y aunque es verdad que pronto decidieron que su bandera fuese una con
6 En un momento de la misma, Donpedro presenta a Donramón el boceto de una
bandera para Vizcaya que éste le había encargado al principio de la obra y que ha
dibujado tras reunirse con un “bizkaitarra” que le explicó el significado de la ikurriña.
Dp.– Ya está, hombre, ya está aquí ¡Albricias!
Dr.– ¿La bandera?
Dp.– La mismísima bandera fe... fe... fe...
Dr.– Fenicia, ¡cuneta!, fenicia. Parece mentira que no sepas quiénes fueron los
antepasados de los vascongados.
Dp.– Me tiene muy sin cuidado. El caso es que ya está aquí la bandera ésa, llámese
como se quiera; la gran bandera nuestra; la bandera que ha de vencer a la del casino de
la calle del Correo, y ha de alzarse soberbia y pujante por encima de los montes más altos
de Bizkaya, tremolada por ti, genio inmortal, gloria de Castro-Urdiales.
Dr.– Déjate de flores... ya se conoce que provienes de las orillas del Guadalquivir... Y
vamos a verla.
Dp.– (Desplegando un papel-tela.) Mírala, mira qué artística y qué simpática. (Le
muestra, pintada en colores, una bandera como la que representa el grabado adjunto.)
Dp.– Ya ves: la matrícula de Bilbao, blanca con su cuadrito rojo en el ángulo y sobre su
fondo blanco la cruz verde de San Andrés.
Dr.– Y esto último, ¿qué significa?
Dp.– Pues la autonomía, hombre, el separatismo.
Dr.– ¿Ya lo sabes de fijo? ¿Quién te lo ha dicho?
Dp.– Un individuo de la Junta Directiva del Euskeldun se lo ha declarado al pintor.
¡Fuente más segura!...
Dr.– No se puede pedir, es cierto. Y ¿por qué has suprimido la cruz blanca de los
bizkaitarras?
Dp.– ¡Toma! Porque significa la religión.
Dr.– ¡Ah! Has hecho perfectamente. Y la matrícula de Bilbao, ¿a qué se debe?
Dp.– Creí interpretar tu idea adoptando como base la matrícula de este puerto.
Dr.– También has acertado. Bilbao es la capital de Bizkaya, el centro de toda su
riqueza, y es preciso mantener su preponderancia. Más todavía: esta matrícula en nuestra
bandera significa hasta el título de invicta que tiene la villa y la conservación de la fiesta
del 2 de Mayo. Te has portado; todo está perfectamente: la matrícula de Bilbao... con la
cruz verde de San Andrés, que indica separatismo... Así, suprimiendo todo aquello de los
bizkaitarras que nos hace poca gracia, como es la religión, que representan con la cruz
blanca, y la raza, que está significada (aunque de ello no estoy muy seguro) por el fondo
rojo de su bandera; expresando la prepotencia de Bilbao con su matrícula, y cubriéndonos
el rostro con la careta del separatismo, que se indica con la cruz de San Andrés, segura
es la destrucción del Euskeldun, la BIZKAITARRA y los bizkaitarras todos, y seguro
nuestro triunfo.
Dp.– Alá te oiga.
Dr.– Déjale a Alá en paz. Todavía te quedan resabios de tu raza.
Texto obtenido en la página: http://www.sabinetxea.org/libro/libro/11.html
30 BANDERAS 110
“fondo rojo, con una estrella verde
de seis puntas en el centro, y en
medio de esta irá en blanco el
“ikurriña” (en referencia al
lauburu) del euskeldun”, no es
menos cierto que esta decisión fue
tomada tras no pocos debates, por
un estrecho margen de votos y
quedando consignada en el último
artículo de su reglamento.
Así pues, aquí podemos observar una doble faceta de la “ikurriña”: a
principios de la década de los treinta era aceptada por muchos nacionalistas
que aún sin ser peneuvistas la veían como el mejor pabellón para simbolizar
su ideario a la par que su claro sentido “religioso”, sus cruces en referencia a
Dios y a la Ley vieja, aún provocaban no pocas suspicacias entre aquellos
que se consideraban laicos o sencillamente menos militantes en materia
religiosa que los Arana y sus sucesores.

C. Los “mendigoizales”
En 1934, critico con la estrategia estatutaria de su partido, pues la
consideraba incompatible con el independentismo, el dirigente del PNV Eli
Gallastegi abandonaba dicha formación. Con él se iban sus “mendigoizales”
–no en vano él había sido el principal promotor de la creación de dicho
grupo-, pocos en número ciertamente, pero muy influyentes como
responsables que eran de la edición de la popular revista “Jagi-Jagi”.
Los “mendigoizales” o
montañeros no eran otra cosa que
una organización lúdica y política
que organizaba excursiones
montañeras y otras actividades por
el estilo para difundir la ideología
de Sabino Arana. En una época en
la que las comunicaciones eran
calamitosas, sus marchas se
convirtieron en un eficacísimo
medio para propagar el nacionalismo por las áreas rurales, lo que
posteriormente ha llevado a algún autor a definirlos como “propagandistas
sabinianos”
Aunque nunca formaron un partido, y pese a que Gallastegi nunca fue
partidario de que los vascos se involucraran en una “guerra extranjera”,
BANDERAS 110 31
cuando estalló la Guerra Civil se presentaron en masa a filas, llegando a tener
al final un peso proporcionalmente destacado como lo demuestra el hecho de
que formasen nada menos que dos batallones de gudaris, el “Lenago il” -
Antes morir- y el “Zergaitik ez?” -¿Por qué no?-, que lucharon con una
fiereza “pareja a la belicosidad de sus nombres”7.
Su bandera se basaba en los colores sabinianos, aunque nunca trató de
ser más que una bandera de “agrupación”.

D. El “arrano beltza” y Telesforo Monzón


En su búsqueda de una bandera más genuina para Euskal Herria, el
político nacionalista Telesforo Monzón adaptó en una interpretación personal
el Arrano Beltza, presente en los sellos reales navarros –aunque en estos
parece ser que debía ir sobre fondo
rojo-, sobre un paño amarillo. De
todas las “otras” banderas vascas ésta
ha sido la única que ha gozado de
bastante profusión e incluso no han
faltado voces –por ejemplo la de Patxi
Zabaleta- abogando por su elección
como la auténtica bandera vasca, pues
mientras que a la “ikurriña”, dice, “le
han hecho propia de la Comunidad
Autónoma Vasca, hoy el estandarte
del arrano representa cosas que no significa la ikurriña. Lo mismo sucede
con el nombre de Euskadi, que se lo han apropiado en la CAV. En cambio el
"Eusko Gudariak" no es el himno de ningún sitio y es el himno de todos,
como sucede con el arrano”8
Sin embargo, el uso prácticamente monopólico que de ella ha hecho la
llamada “izquierda abertzale” –Telesforo Monzón acabó sus años militando
en Herri Batasuna- han provocado su estigmatización como una bandera
“radical”.
Para acabar este apartado y como nota curiosa, cabe decir que
últimamente existe también la opinión entre muchos miembros de la
ultraderecha española de que ésta es una bandera perfectamente
representativa de sus ideales ya que en su día la enarboló el rey navarro
Sancho III que se hacía llamar “rey hispano”, y de esta forma y manera no es

7 Gran parte de la información sobre este grupo y su líder la he obtenido del siguiente
enlace de Internet: http://www.sbhac.net/Republica/Personajes/Politicos/Politicos2.htm
8 Estas opiniones de Patxi Zabaleta las obtuve de la página:
http://members.fortunecity.com/gudari/arrano.htm
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rara verla en actos organizados por
estos grupos extremistas en las
calles vascas. E incluso, y esto es
aún más singular, hay un grupo en
Internet de este mismo cariz político
que apuesta por una “arrano” sobre
fondo rojo y con una cruz
potenzada, “templaria” o también
llamada por algunos “hispanica”,
como la que es empleada en
sustitución de la estrella de la “senyera estelada” por un grupo catalán
antinacionalista denominado MPC que se define como “español y cristiano
por encima de ideologías”. En fin.

3.2 Banderas no nacionalistas vascas y navarras


La inmensa mayoría de los partidos y agrupaciones políticas “no
nacionalistas vascas” que atomizaron la vida política nacional durante los
años anteriores a la Guerra Civil no mostraron ningún interés por diseñar
ningún tipo de bandera “vasca”. No quiero decir con esto que no tuvieran
banderas locales, sino que nunca tuvieron el menor interés por crear una
bandera que representase a todos los vascos como una entidad con
personalidad propia. Y si en algún momento surgió la discusión sobre qué
bandera había de representar a Euskadi, como cuando el recién creado
gobierno del lehendakari Aguirre -que incluía también a representantes del
PSOE o Izquierda Republicana- trató este particular, no parece que nadie
pusiera mayores problemas a que fuera la “ikurriña” la elegida para este fin.
Sin embargo, sí hubo un grupo, bastante numeroso sobre todo en
Navarra y Álava, que si bien nunca buscó diseñar una bandera “vasca”, sí
trató de remarcar en sus banderas su origen vasco o navarro –creo que en este
caso la precisión es pertinente y oportuna-: los requetés.

Los requetés
Los requetés fueron una organización paramilitar carlista creada a
principios del siglo XX siguiendo el modelo de los “Camelots du Roi” de la
francesa “Action française” que si bien durante el período alfonsino no
tuvieron excesiva relevancia, con la proclamación de la Segunda República
experimentaron un notable crecimiento, sobre todo en Navarra, donde
llegaban a sumar diez mil miembros en vísperas de la guerra.
Ya durante la guerra en los requetés llegaron a servir cerca de sesenta
mil hombres agrupados en un total de 41 “tercios”, diez de los cuales fueron
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navarros y ocho vascos. Del arrojo de estas tropas a lo largo de toda la
campaña habla con contundencia su número de bajas, unas seis mil, un
porcentaje que solo igualaron los “moros” del bando nacional y las “Brigadas
Internacionales” del bando republicano, todas ellas tropas de primerísima
fila.
Sus banderas no olvidaron jamás sus orígenes, sin embargo, y al
contrario de Arana que trató de crear un “símbolo diferente” para Vizcaya,
ellos se limitaron a sumar a la bandera bicolor monárquica el escudo de su
provincia o localidad natal, como se puede observar en estos dos ejemplares,
uno del guipuzcoano “Tercio Oriamendi” y otro del navarro “Tercio de San
Fermín” que luce en su anverso el escudo de España con el Sagrado Corazón
y bajo él, el escudo de Pamplona.

Tercio Oriamendi Tercio de San Fermín

4. CONCLUSIONES

Recién finalizada la Guerra Civil, el falangista Ramón Sierra


Bustamante plasmaba con estas lapidarias palabras lo que iba a ser el futuro
de la “ikurriña” durante los siguientes cuarenta años: “La bandera de Sabino,
abatida por las tropas de Franco, el Caudillo, que ha iniciado la nueva
grandeza española, hay que sepultarla bajo siete estadios de tierra”. Por
encima de cualquier otro símbolo identitario vasco, la “ikurriña” sería
perseguida con especial saña por las fuerzas del orden del régimen, que
llegaron a borrarla virtualmente de las calles, aunque no de la memoria, entre
otras cosas porque en Francia, donde sin ser oficial sí fue siempre legal, se
continuó empleando con profusión.
Finalmente, el 17 de enero de 1977 -pocos meses, por cierto, después
de que Manuel Fraga expectorase las aladas palabras con las que
34 BANDERAS 110
comenzábamos este artículo-, se envió a los gobernadores civiles de Navarra,
Álava, Guipúzcoa y Vizcaya la siguiente instrucción del Ministerio de
Gobernación: “Por las fuerzas del orden público, no se perseguirá el uso o
exhibición de la bandera bicrucífera o ikurriña”. Acababa así la persecución
oficial de la “ikurriña”, aunque su oficialidad como bandera de la Comunidad
Autónoma Vasca se formalizaría con la aprobación del Estatuto de Guernica.
No cabe la menor duda de que aquellos años de persecución y
clandestinidad terminaron por convertir a la “ikurriña” en un símbolo de
todos los vascos, ahora ya sí por encima de ideologías y de una forma casi
unánime, como lo prueba su presencia en diversos actos no solo de partidos y
agrupaciones de carácter nacionalista, sino también del Partido Socialista,
Izquierda Unida, e incluso en los que organizan los miembros y las
juventudes del propio partido de Manuel Fraga.
Por tanto, creo que no es ninguna temeridad afirmar que el primigenio
carácter “vizcaíno” de la “ikurriña” ha quedado totalmente disuelto con el
transcurrir de los tiempos y muy pocos son los que conocen el dato y menos
aún los que le dan la más mínima importancia.
En cuanto a si se trata de un símbolo político de carácter nacionalista,
la respuesta es algo más compleja: oficialmente en España, hoy día, la
“ikurriña” es tan solo una más de las múltiples banderas autonómicas que
existen, y como tal es empleada para representar tan solo a la Comunidad
Autónoma Vasca, ya que Navarra tiene la suya propia como todos sabemos.
En Francia, por su parte, ni siquiera es oficial, aunque sigue siendo
consentida por las autoridades y se puede exhibir con toda normalidad. Y
como ya hemos dicho, a ambos lados de los Pirineos es posible verla en
mítines políticos de partidos no nacionalistas. Es más, hasta en la reciente
eurocopa de Austria y Suiza no fueron pocas las que se vieron entre los
aficionados de “la Roja” como ahora se viene a llamar a la selección nacional
de fútbol.
Sin embargo, toda esta popularización de la “ikurriña” no puede
ocultar el hecho de que para muchos vascos representa mucho más que una
bandera autonómica española o una más de las muchas banderas que se
pueden ver por Francia. ¿Se trata por tanto de un símbolo político?.
Creo que como respuesta puede bien valer esta anécdota: cuando en el
territorio ultramarino francés de Saint Pierre et Miquelon se propusieron
diseñar una bandera que reflejase su pasado histórico y la secular presencia
en sus costas de marineros procedentes de Bretaña, Normandía y Euskal
Herria, los elementos elegidos para tal fin fueron, por una parte la nave que
trajo a sus costas en 1535 a Jacques Cartier, y por otra los leones de

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Normadía -de origen medieval-, los armiños bretones –de la misma época- y
la ikurriña como símbolo de los
vascos.
A veces conviene alejarse unas
cuantas miles de millas náuticas
para ver las cosas con más
claridad, y la verdad es que si a mí
me hubiesen preguntado en ese
momento y recóndito lugar qué
símbolo podría identificar a los
vascos, por encima de las
monótonas discusiones políticas de cada día, no se me habría ocurrido otro
mejor.
Así pues, al igual que ya no es un símbolo de Vizcaya, creo que
tampoco es ninguna locura afirmar que, cuando menos, es mucho más que un
símbolo político.

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